miprimita.com

La Oscura Etapa de mi Juventud (2)

en No Consentido

CAPÍTULO II

– Como me envolví en la situación-

Para esa época tenía a un hombre trabajando en la refacción del departamento en que vivía. Este era en realidad el jardinero del edificio pero como se las arreglaba para hacer todo tipo de trabajos también fue contratado para realizar algunas refacciones y modificaciones que el departamento estaba necesitando. Este hombre era un hombre negro – Y no, no lo contraté por eso de hecho no lo había contratado yo sino quien administraba el edificio- de unos treinta y cinco años de edad. Era un hombre con la musculatura bien marcada, como podía apreciar sobre todo cuando hacia trabajos de jardinería o en la pileta del edificio. Tenía varios tatuajes por todo el cuerpo y un pelo largo aunque quizás un poco desprolijo. - O cuando menos eso parecía.-

Yo ya lo conocía desde hacia tiempo por sus trabajos de jardinería y en la pileta para el edificio y parecía un hombre educado, aunque a veces un poco parco. Y aunque nunca me había quedado hablando demasiado parecía de confiar. Incluso varios vecinos del edificio – los que vivían más cerca del jardín. - le dejaban la puerta entreabierta mientras trabajaba para que pudiera entrar a buscar algo para beber o a usar el sanitario.

Dada esta confianza que los demás le tenían y dado que no tenía motivos para desconfiar acepte de buena manera que estuviera trabajando mientras yo hacía mis cosas o estudiaba sin preocuparme por él. De hecho debo decirles que dada la -a mi entender – aun poca experiencia que tenía yo con los hombres para aquellas épocas me resultaba interesante tenerlo dando vueltas por la casa mientras yo me dedicaba a hacer mis cosas con naturalidad.

Tanto me confié y olvidé de él que una vez hasta tuve una situación muy incómoda por haberme olvidado que estaba trabajando en la casa. Resultó ser en una ocasión en la que estaba sola -con sola me refiero a que no estaba ninguna de las personas que venían de visita con frecuencia - Era un fin de semana y él estaba trabajando mientras yo iba y venía haciendo tareas de planchado y lavado de ropa que hacía desde niña. Me olvidé a tal punto que este hombre estaba en la casa que creyéndome sola ingresé al servicio sin golpear. La puerta estaba entreabierta y yo ingresé a buscar las toallas para lavarlas olvidándome que había alguien más en la casa. El asunto fue que cuando ingresé me quedé paralizada al encontrarme a este hombre haciendo sus necesidades – de pies claro está- en el escusado. Orinaba con toda tranquilidad sosteniendo su miembro con una mano mientras con la otra se rascaba la nuca. Por dios, todas mis sospechas sobre los hombres de color parecían más que confirmadas al ver el tamaño de la protuberancia que este hombre sostenía en su mano regando la taza de mi baño.

Fláccida como estaba media tanto como lo que median erectos los miembros de los hombres o muchachos con los que había estado hasta ese día. Era aun más negra que su propia piel y de un grosor que acompañaba el largo. Tenía la piel tirada hacia atrás y quedaba a la vista la cabeza que coronaba ese viril pedazo de su ser. De un negro un poco más claro que el del resto de su miembro y con un tono más rozagante era sacudida ahora por la propia mano del hombre para limpiarla.

Disculpe... ¿Le molestaría...? - me dijo este hombre en clara señal de que para ser un error ya llevaba demasiado tiempo ahí parada con mis ojos en su… ya saben.

Con el rostro de un colorado casi violeta me di vuelta y salí corriendo sumamente avergonzada de toda la situación vivida.

El resto del día pasó rápido, él trabajando como si nada y yo evitando a toda costa cruzarlo. De hecho cuando me dijo que paraba para comer algo y que volvería en un rato la voz no salió de mi garganta para siquiera decir un -Esta bien-. Caída la noche este hombre se retiró y yo aproveche a hacer las cocas que me habían quedado por hacer desde el incidente y que deje postergadas para no cruzarme nuevamente con él. Me di una ducha, me preparé algo de comer y me puse a mirar una película mientras me tomaba alguna que otra copa de vino.

Los relatos de El Mariscal se publican en http://el-mariscal.blogspot.com/

Elmariscal_correo@hotmail.com