La Oscura Etapa de mi Juventud, Capítulo IV
CAPÍTULO IV
A las Puertas de la Perdición -
Tomó mi ropa interior y la olió profundamente antes de dejarla caer a un lado de
la cama. Volvió a inclinarse sobre mí y comenzó a besar la cara interior de mis
muslos que ya no respondían a mis deseos como si en ese momento pudiera haber
sabido lo que realmente quería- que levemente se abrían para él invitándolo a
que me coma toda.
Volvió con sus carnosos labios sobre la sensible piel de las zonas próximas a mi
femenina intimidad, besaba suavemente mis piernas, mi abdomen, los laterales de
mis caderas. Se acercaba con sus besos a mi intimidad y cuando estaba por
llegar, cuando me preparaba para sentir sus tibios labios sobre los míos, se
retiraba unos centímetros y volvía a comenzar.
Se inclinó sobre mi rostro y comenzó a besarme en él, besaba mi frente, mis
ojos, mis pómulos. Mientras una de sus manos acariciaba suavemente mi pecho
izquierdo o recorría con el dorso de su mano mi abdomen sus labios me besaban en
mis oídos ya dirigiéndose hacia mi cuello. Comenzó a bajar por mi cuello hasta
mis pechos y sin preámbulos fue directo a succionar mis pezones. Su mano ahora
acariciaba la cara superior e interior de mis muslos y mi abdomen. Pasaba de un
lugar al otro en recorridos cada vez más cerrados con conducían sus dedos a su
destino final.
Antes de que sus dedos llegaran a destino y con todo mi cuerpo ya
contorsionándose en sus hábiles manos retiro su rostro de mi pecho y fue a
escasos centímetros de mi vagina. Sentía su respiración sobre mi vello púbico y
me estremecía. Suavemente y casi sin tocarlos en forma directa separó los labios
de mi vagina abriendo la flor de mi intimidad. Con pequeños soplidos me hacia
vibrar de placer. Sentía como sus labios apenas perceptiblemente rozaban los
míos y mis caderas se estremecían hacia él queriendo incrustármelo en mi
intimidad.
Cansado ya de jugar supongo yo- fue directo a trabajar con su boca sobre mi
inevitable placer. Separó mis piernas colocándose entre ellas y suavemente quedé
abierta para él. Sus labios fueron a parar a mi vagina y les juro que si todo el
juego previo me hacía suponer que esos labios carnosos serían hábiles, me quedé
corta con mi suposición. Solo sentir como su lengua y boca recorrían mi vagina
de un extremo al otro, como pasaban de los suaves pliegues que rodeaban mi
clítoris hasta el sensible tejido ubicado entre mi vagina y mi ano, como su
lengua navegaba el canal de mi húmeda humanidad, solo el comienzo de eso me
llevó a las puertas de la perdición, al borde del orgasmo.
Este hombre me estaba cumpliendo mis fantasías, me hacia gozar con algo que ya
hacía algún tiempo no practicaba y en cuestión de minutos o segundos quizás- me
habría hecho acabar como quizás nunca había acabado en la vida. Y todo esto sin
sacar su hombría de su pantalón.
Para cuando comenzó a penetrar mi vagina con uno de sus dedos yo ya me estaba
retorciendo con un orgasmo como hacía rato que no sentía, mordía la mordaza que
tenía en la boca tirando mi cabeza hacia atrás y oprimía su cabeza y cuello con
mis piernas. Sus labios succionaban mi clítoris y su dedo entraba y salía de mi
vagina a toda velocidad.
Llevaba ya casi un minuto del brutal orgasmo cuando no pude más y me aflojé. Mi
respiración agitada, mi vagina emanando mis propias secreciones, todo mi cuerpo
abierto para él.
Me había producido un orgasmo y como una ninfómana ya quería más, quería volver
a la batalla. Sabía que no me iba a sentir satisfecha hasta no sentirlo dentro
de mí. Hasta no sentir como su pene que aun no había visto, pero que sabía que
sería todos mis sueños en uno- entrara deslizándose suavemente en mi interior.
Continuará...
Autor: El Mariscal
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