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La Oscura Etapa de mi Juventud (5)

en No Consentido

La Oscura Etapa de mi Juventud, Capítulo V

CAPÍTULO V
– Un Mundo Nuevo-


Estaba terminando de recuperar el ritmo normal de mi respiración – aunque aun sentía el cosquilleo en mi cuerpo- cuando escuché que abría sus pantalones. Incliné mi cabeza hacia adelante para poder ver lo que sacaba de sus pantalones con la esperanza de que fuera lo que tantos años había deseado conocer, y si –se los digo sin rodeos- era todo lo que una chica puede soñar. Una hermosa obra de arte de color caoba, cuando menos dos veces el largo de lo que puede ser un chico normal y deliciosamente gruesa.


Su pene colgaba de su pubis hasta apoyar sobre mi cama como un péndulo de vanidad y orgullo. Se balanceaba con confianza en sí sabiendo que cualquier mujer pediría como último deseo tenerlo para ella.


Se colocó entre mis piernas lo suficientemente cerca para poder rozar los labios de mi vagina con la cabeza de su pene. Lo tomó con una mano y lo comenzó a hacer correr entre mis labios de arriba abajo haciendo círculos a modo de juego con él sobre mi clítoris. Sentir el frenillo de su miembro, duro y erecto por y para mí, frotándose sobre mi clítoris me llevó casi al instante a los comienzos de un nuevo orgasmo.

- Decime que lo queres, que queres que te lo meta – Me dijo.


Mi reacción fue consecuencia del pudor y de bronca porque no quería que me hiciera pedírselo. Quería que todo siguiera como lo que se suponía que era, una situación forzada.


- Vamos, decime que si con la cabeza ¿Lo queres adentro tuyo? –

Enojada por que quisiera humillarme de esa manera y por saber que realmente lo quería dentro giré mi cabeza de costado para evitar esa conversación. Y antes de seguir pensando en eso comencé a sentir como su pene duro, grueso y oscuro se abría paso en mi cavidad.

El lubricado glande - rezumante de sus propios líquidos - comenzó a abrirse paso hacia mi interior, sin dolor – lubricada y deseosa como estaba- sentí esa hombría de carne introducirse sin prisa pero sin pausa en mi ansiosa vagina.

¿Qué les puedo decir sobre las sensaciones que me causaba que no se imaginen ya ustedes? Estaba a las puertas de un mundo nuevo. Tenía la mitad de su erecto miembro dentro y yo ya me sentía tan llena como con cualquier hombre con el que hubiera estado hasta el día de hoy. El grosor de semejante dulzura de miembro oprimiendo firmemente contra las paredes de mi invadida vagina desataba una tormenta en todas las terminaciones nerviosas –algunas que creo ni yo sabía que tenía- que me producía una sensación de placer y electricidad que se propagaba por mi medula espinal hacia todo el cuerpo.


Se deslizaba abriéndose paso – y abriéndome a mí- hacia las recónditas profundidades de mí ser con la certeza de que alcanzaría lugares que nadie abría alcanzado hasta hoy. Yo vibraba como una cuerda de violín sin conciencia que solo podía responder como la naturaleza me había programado ante semejantes estímulos.


Mis caderas se alzaban instintivamente ansiosas por recibirlo lo más profundamente posible pero él me mantenía oprimida contra la cama con la palma de su manó sobre mi abdomen. Su mano posada sobre mí no solo le servía para mantenerme firme sino que además con su dedo pulgar acariciaba mi clítoris en suaves círculos.


Con mis uñas marcadas en mis propias palmas por el esfuerzo que hacía para no demostrar la lujuria que sentía y mantenerme controlada trataba de disfrutar cada nuevo recóndito lugar que ese miembro me llenaba. Ya había batido varios records de profundidad y seguía deslizándose hasta que sentí sus testículos gordos y pesados apoyando sobre mis glúteos. Lo habíamos logrado, el me había sometido hasta el fondo y yo había podido cobijar en mi interior toda su "herramienta".
Hasta me permití la reflexión – en un momento de tensa calma mientras él se quedaba quieto en el fondo de mi interior- de pensar como ese pene había sido hecho para mí. Lo voy a decir groseramente pero la verdad, calzaba justa. No sobraba nada como para hacerme doler con la profundidad de sus penetraciones pero tampoco quedaba lugar para meter siquiera un alfiler. Su miembro encastraba a la perfección en mí y me llenaba de él y de placer.


Luego de unos momentos de mutua adaptación, comenzó a retirarla lentamente hasta sacarla completa. ¡Que sensación horrible! Si no hubiera estado amordazada creo que sin razonarlo le hubiera gritado ¡METELA YAAA! La quería dentro, la necesitaba, quería sentirme llena y abierta.


- Decime que la querés – Insistió mientras jugaba con su cabeza entre mis labios.


Y a punto de ceder estuve ante el deseo y la necesidad que sentía. Pero junté fuerza de voluntad y me contuve. Por suerte para mí la comenzó a meter nuevamente y nuevamente volvió la sensación de saciedad, de placer me sentía en el paraíso. Llego a mitad de camino y la sacó nuevamente, pero esta vez más rápido.


- Dímelo – insistió – Pedímela, ¿La querés? –


Y mi fuerza de voluntad se esfumó cansada de luchar contra mí misma y contra mis instintos, el deseo fue más y ante su pregunta asentí con la cabeza en signo de mi sumisión, de mi entrega, de mi rendición... ahora era suya.

Continuará...

Autor: El Mariscal

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