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Una fantasia negra (1)

en Interracial

UNA FANTASIA NEGRA

Con mi marido siempre fuimos muy abiertos sexualmente y gracias a eso pudimos llevar a cabo varias de nuestras fantasías sexuales. Pero a mi me faltaba llevar a cabo una: me excitaba terriblemente imaginar a una persona de raza negra haciéndome el amor junto con mi marido. En varias de nuestras noches de sexo alocadas y las no tanto, hablamos sobre el tema y mi maridito me prometió que alguna vez me la realizaría. Lo que finalmente ocurrió por esas cosas de la vida, casi de casualidad, porque Juanchi se ganó un viaje a México en la fiesta de fin de año que organiza su empresa para los empleados.

La verdad es que al principio ni se nos había cruzado por la cabeza lo de nuestra fantasía, pero estando allá se nos presentó la oportunidad y no la desaprovechamos. Después de unos meses y mucha ansiedad partimos hacia Playa del Carmen, cuando llegamos nos instalamos en un hotel espectacular que estaba casi sobre la playa. Uno de los días que utilizamos para descansar, aprovechando el gran calor que hacía fuimos a la zona de la pileta a tomar un rato de sol. Ese día me puse un traje de baño que Juanchi me había regalado especialmente para el viaje, era diminuto y blanco casi transparente. Total nadie nos conocía y quería lucirme para mi marido. Me recosté boca arriba sobre uno de los sillones y la tanguita que me quedaba bien apretadita, se me metía dentro de mi conchita, por lo que si abría un poco las piernas se notaban perfectamente mis labios vaginales. Juanchi que no paraba de mirarme, me decía que le encantaba como me quedaba y que lo hacía calentar mucho, entonces aprovechando que había muy poca gente decidí abrir las piernas para que mi marido observara y continuara levantando su temperatura.

Después de unos minutos y cuando casi me estaba quedando dormida, me sobresalté al escuchar la voz de alguien hablando con Juanchi en un español muy rudimentario, aunque se hacía entender bastante bien, pero del sobresalto pasé a la sorpresa al ver a Juanchi hablando con dos negros que parecían ser yanquis o canadienses, los cuales obviamente debido a la posición en la que estaba, no paraban de mirarme la conchita. En ese momento cerré las piernas y me puse roja de vergüenza. Los dos eran un poco más altos que Juanchi, 1:80 metro más o menos, con unos cuerpos bien marcados y fibrosos, cosa que me encanta de los negros, y a parte de tener unos cuerpos formidables, tenían una cosa impresionante debajo de las sungas, se les marcaba perfectamente la verga que tenían acomodada hacia un costado, y por lo menos debajo de la malla parecían ser grandes y gruesas, obviamente que enseguida vino a mi mente la imagen de mi fantasía y el corazón se me detuvo por un instante. Mis ojitos traviesos que estaban escondidos bajo unos lentes de sol bien oscuros, se posaron como hipnotizados sobre esas vergas descomunales, no se si fue por el morbo de la situación o por la fantasía que me rondaba por la cabeza, pero disimuladamente decidí volver a mi posición original, muy suavemente abrí mis piernas dejando al descubierto otra vez mi tanguita metida dentro de mi conchita para que los negros vuelvan a comerme con sus ojos.

Pasada una media hora Juanchi se acercó a mí y me dijo al oído: -Te gusta lo que te conseguí mi amor, no se te cruzó por la mente tu fantasía?– -Obvio- le respondí. –Estuvimos hablando un rato sobre mujeres y sexo, y por supuesto allané un poco el camino contándoles algo de tu fantasía, yo ya cumplí mi parte, ahora me hago el tonto y me voy a la habitación, mientras tanto fijate si te caen bien y si es así te permito que uses tus encantos femeninos para conseguir algo- me dijo Juanchi por lo bajo y rápidamente, sin dejarme opinar lo contrario les comentó a los negros que no se sentía muy bien y se iba a descansar, pero si querían saber algo del lugar que no había problema en preguntarme a mi. No se si fue por lo que Juanchi les había comentado o por mi posición que permitía ver mis "encantos femeninos", pero creo que los negros intuyeron que algo de acción podía pasar con nosotros y apenas Juanchi se retiró, se acercaron a donde yo estaba. Sin perder el tiempo me contaron entre otras cosas superficiales que se registraron ese mismo día, que esperaban encontrar mucho sexo durante el viaje, y si yo sabía de algún lugar lindo para conocer.

Demás está decir que los negros a pesar de no ser hermosos de cara (tampoco eran horribles por suerte) me encantaron por sus cuerpos. En ese momento se me ocurrió una idea que por supuesto no era nada original pero nunca falla, al principio me dio un poquito de temor y vergüenza, pero me arme de valor, me di vuelta en la reposera colocándome boca abajo y le pedí a uno de los dos si podía pasarme un poco de bronceador por mi espalda, obviamente el muchacho no tuvo problemas y poniéndose una gran cantidad de crema en una de sus manos comenzó a frotarme enérgicamente la espalda, mis hombros y mi cuello, luego sin pedirme permiso bajó hacia el sector de mis pies y me frotó la zona baja de mis piernas, de a poquito fue subiendo y al ver que yo no oponía ninguna resistencia, agarró el pomo del bronceador, lo apretó y largo un chorro de crema sobre mis glúteos, luego comenzó a masajearlos, al sentir su gran mano negra sobre mi cola se me erizó la piel, era increíble la sensación y dejé que me tocara a su antojo, mientras el chico me acariciaba, ambos me decían que mi marido estaba loco, que no podía dejarme solita porque era muy linda y cosas asi, yo no podía dejar de mirarles los paquetes que tenían debajo de las sungas, y me imaginaba esas vergas gigantes cogiéndome ahí mismo, note como su mano se introducía entre mis muslos y como de a poco con sus dedos rozaba mis labios vaginales mientras mi conchita se mojaba, sentí demasiada excitación por lo que decidí retirarme antes de que todo terminara "mal", no me animé a invitarlos en ese momento a la habitación porque quería conocerlos un poco más pero antes de irme se me ocurrió invitarlos a cenar con nosotros esa noche para lograr tal fin.

Cuando llegué a la habitación Juanchi se abalanzó sobre mí, me chupó la conchita que estaba súper jugosa y me pegó una cogida de novela, cosa que agradecí enormemente debido a la excitación con la que había quedado después de la sesión de masajes de la piscina, luego me confesó que había estado todo el tiempo mirando por la ventana y que se había excitado mucho viendo como el negro me pasaba la cremita por mi cuerpo. Le conté lo que había hablado con los chicos y le encantó la idea. Esa noche cenamos en el hotel en un lugar maravilloso al aire libre y hablamos sobre infinidad de cosas y por supuesto tocamos muchos temas sexuales entre los cuales uno que me interesaba bastante: la medida de sus penes, quería saber si era cierto lo de la fama de los negros, uno nos confesó que su verga medía 13 pulgadas y media, traducido al castellano casi 35 cm.!!!!, y el otro no se quedaba atrás con sus casi 12 pulgadas que se transformaban en 30 cm., al principio pensé que estaban alardeando pero de todas formas me interesaba muchísimo comprobarlo. Los dos eran solteros y nos contaron varias de sus proezas sexuales que de solo escucharlas se me hacía agua la boca, pero a pesar de que el tono de nuestra conversación nos hizo subir la temperatura, decidimos esperar un poco más para dar el próximo paso, de todas formas los chicos nos habían caído súper bien y los invitamos a encontrarnos al día siguiente por la noche para ir a una disco porque ellos durante el día tenían que hacer una excursión.

Finalmente después de un día a pura imaginación pensando en lo que podía pasar por la noche, nos fuimos a cenar y luego a encontrarnos con los chicos en la puerta del hotel como habíamos quedado. Después de saludarnos fuimos a la disco, cuando entramos al boliche recorrimos el lugar que estaba atestado de gente, Juanchi me llevaba de la mano y los negros iban detrás de mí, por lo que cada vez que se amontonaba mucha gente sentía sobre mi cola el roce de sus cuerpos y ya había empezado a excitarme. Después de caminar unos minutos sentí mucha sed, y le pregunté a Juanchi si me acompañaba a buscar algo para tomar, al escuchar esto uno de los chicos muy gentilmente se ofreció a acompañarme, y obviamente Juanchi no puso objeción, al llegar a la barra vimos que había una muchedumbre y que teníamos que hacer la cola, pero en realidad el único que "hizo la cola" fue el negro, porque aprovechando nuevamente la aglomeración de gente, se fue acercando hasta apoyarme la verga muy suavemente por mi retaguardia como tanteando la situación, debido a esto sentí como mi ano palpitaba de excitación y como quien no quiere la cosa apreté mi cola contra su enorme paquete sintiendo de esta manera el calor de su verga sobre mi cuerpo. La sensación de morbo y de placer que sentí al recibir ese apoyo de gran envergadura (a sabiendas de que mi marido estaba tan cerca y observando la situación) fueron realmente indescriptibles.

El negro se dio cuenta que yo le arrimé la cola, y lo tomó como una aceptación, me agarró de la mano y casi arrastrándome me llevó hacia uno de los lugares más oscuros de la disco, me apoyó contra una de las paredes del local, me apretó con su cuerpo, y comenzó a besarme, primero me sorprendí, no sabía que hacer, pero después al sentir nuevamente la terrible verga del negro apoyada sobre mi humanidad sucumbí ante la tentación y comencé a responder sus besos con pasión. Aprovechando la oscuridad del sector en donde estábamos el negro metió su mano entre mis piernas por debajo de la minifalda muy cortita que llevaba puesta, mi primera intención fue frenársela, cosa que conseguí por unos minutos, pero después ante su insistencia y mi excitación, yo misma llevé su mano hacia mi conchita para que me la acariciara por sobre la tanguita, mientras que al mismo tiempo casi instintivamente la mía se apoyó sobre su bulto, en ese momento el negro como desesperado se bajó el cierre, me agarró la mano y la introdujo dentro de su pantalón, no llevaba puesta ropa interior por lo que al acariciarla sentí lo caliente que estaba su verga, aproveché que todavía no la tenía erecta del todo y como pude se la saqué fuera del pantalón, nos acomodamos de manera que se notara lo menos posible lo que estábamos haciendo y comencé a pajearlo, al sentir los movimientos de mi mano comenzó a ponerse al palo y a pesar de mi incredulidad inicial pude comprobar que lo de los 35 cm. era 100% real, una cosa infernal, no cabía en mi imaginación que pudiera tener una pija tan grande, les confieso que la calentura de tener semejante trozo de carne en la mano me hizo perder la conciencia y no me importó en lo más mínimo si alguien se daba cuenta de lo que estábamos haciendo, mientras yo lo toqueteaba, el corrió mi tanguita y comenzó a masturbarme, friccionándome el clítoris primero y luego introduciendo sus gruesos dedos en mi vagina hasta hacerme tener un orgasmo, por supuesto yo le correspondí hasta hacerlo largar una gran cantidad de lechita caliente que manchó su ropa y la mía al estar tan pegados nuestros cuerpos para tratar de ocultar la situación.

Después de unos minutos donde tratamos de recomponer un poco nuestras vestimentas, volvimos hacia donde estaban Juanchi y el otro chico. Lo miré a mi marido y le dije con sinceridad brutal que quería volver al hotel porque estaba súper excitada, entonces Juanchi habló algo con los chicos y nos fuimos. Mientras íbamos caminando, la calentura no se me había pasado para nada, al contrario, de imaginar lo que sería coger con semejante verga me estallaba la cabeza. –Me parece que disfrutaste mucho el trago que tomaste por lo mojada que está tu conchita- me dijo Juanchi al mismo tiempo que tocaba mis partes íntimas disimuladamente por debajo de mi pollerita. –Si mi amor, el negro ese es un animal, sólo nos tocamos, pero pude comprobar que lo de los 35 centímetros de verga es totalmente real, estoy súper caliente, necesito que me cojas ahora mismo- le respondí mientras lo besaba.

Al llegar al hotel me dijo que me adelantara, que el iba a buscar algo para tomar. Subí rápidamente a la habitación, me descambié y me metí dentro del jacuzzi mientras se llenaba, para ver si el agua me bajaba un poco la temperatura, pero la imagen en mi mente de la enorme verga del negro, no me dejaba ni respirar, estaba sofocada, enjabone mi cuerpo muy lentamente para hacer tiempo, pero al ver que Juanchi se estaba demorando y debido a mi urgente necesidad, cerré mis ojos y comencé a acariciarme mis pechos y pellizcarme los pezones, luego bajé una de mis manos hasta mi entrepierna y la sentí caliente y húmeda, comencé a tocarme el clítoris, primero suavemente y después furiosamente, luego me metí entero dentro de mi conchita uno de los consoladores que habíamos llevado con Juanchi para disfrutar durante el viaje, empecé a masturbarme con mi amiguito imaginándome que eran los 35 centimetros de carne caliente que tenía el negro colgando entre las piernas, jugué con mi concha hasta que al final pude terminar dando gritos y gemidos de placer.

Después de relajarme unos minutos, salí del jacuzzi, seque mi cuerpo, y me envolví una toalla en la cabeza, abrí la puerta del baño y salí desnuda a la habitación, cuando levanto la vista, veo al negro de mi sueños, sentado en la cama totalmente desnudo mientras se acariciaba su enorme verga, que a pesar de estar semi-erecta era realmente impresionante, se llamaba Thomas, pero con mi marido le habíamos puesto Mandingo, (por el famoso Pornostar que tiene una pija de 38 cm). Al principio me asusté un poco, intenté taparme como podía con la toalla, pero mi marido que estaba allí al costado me tranquilizó, diciéndome que estaba todo bien, que en realidad los había ido a buscar, les había explicado lo que nosotros queríamos llevar a cabo y que diera rienda suelta a mi fantasía, pero ahí no terminaba la cosa porque el otro negro llamado Michael también estaba allí al costado de la cama, desnudo y acariciándose su miembro que también lucía imponente estando todavía flácido...

AUTOR: IVANNA01