Fantasía Negra (2da parte y final)
......
-Te va gustar mas esta que es de carne - me dijo el negro que
estaba sentado mientras se franeleaba su miembro, yo me ruboricé pensando que
había dejado entreabierta la puerta del baño y que me habían visto y escuchado
mientras me tocaba en la ducha. No pude articular palabra alguna por la
vergüenza y por supuesto por la sorpresa del obsequio de mi marido, era más de
lo que había imaginado en mis sueños más húmedos y calientes, no una sino dos
vergas negras para mi solita y las iba a disfrutar toda la noche. Antes de que
pudiera arrepentirme de lo que estaba haciendo, los dos caminaron hacia mí,
arrancaron la toalla de mi mano y me apretaron, de manera que los tres cuerpos
se transformaron en uno. Al tener dos negros esculturales frotándose contra mi,
me excité nuevamente. Los chicos comenzaron a besarme por todos lados y recorrer
con sus manos toda mi anatomía, me decían cosas calientes (en inglés) y eso me
había puesto a mil, me daba la sensación de estar en una película porno yanqui,
me decían cosas que en español más o menos serían así: -Mirá las grandes pijas
que tenemos para vos- , -Me encanta tu concha nena- , - Te vamos a coger como
una puta- nunca me imaginé que ser tratada como una cualquiera me iba a calentar
tanto, dejé que me manosearan y besaran a su antojo, solo cerré mis ojos y
disfruté de ese momento único e irrepetible, volaba de calentura, ansiaba probar
esos falos y ser por una noche la más atorranta de todas, la prostituta de mi
marido.
Poco a poco me fui soltando y me animé a tocarlos, de esta manera pude comprobar
que ninguno de los dos me había mentido en cuanto a la medida de sus penes,
sabía de la fama de los negros, aparte los había visto en muchas películas, pero
la verdad es que no podía creer el tamaño de sus miembros, sentía como
palpitaban y seguían creciendo entre mis dedos, las ordeñaba, me decían que no
parara, que siguiera tocándolos. Cuando los dos estuvieron totalmente empalmados
me llevaron a la cama, me sentaron en ella y quedaron parados frente a mi,
obviamente a la altura de mi cara quedaron sus pijas súper duras, por supuesto
entendí lo que querían y como la puta obediente que era empecé primero a
lamérselas y luego a chupárselas, la verdad es que me costaba un enorme trabajo
metérmelas en la boca por el grosor que tenían, pero intenté hacerlo de la mejor
manera posible, por momentos las besaba muy suavemente y jugaba con ellas, me
encantaba sentir el aroma afrodisíaco que tenían, las lamía desde los testículos
hasta la cabeza, sentía como palpitaban en mis manos, luego junté las dos vergas
y las llevé hacia mis labios, obviamente que era imposible meterme las dos
juntas, pero me excitaba ver como se tocaban entre sí e intentaban penetrar mi
boca.
Sean (que era con el que me había masturbado en la disco) hizo que me recostara
en la cama, en esa posición abrí las piernas lo más que pude, lo cual fue como
una invitación para que me lamiera la conchita, cosa que por supuesto hizo
enseguida, siempre me encantó que me dieran sexo oral, pero en esta oportunidad
sentir esa lengua grande y rasposa lamer mi clítoris y por momentos introducirse
en mi cuevita me estaba haciendo delirar como nunca, mientras tanto Michael
jugaba y chupaba mis pezones, al mismo tiempo que yo le acariciaba su enorme
miembro viril.
Después de unos minutos de gozar terriblemente esa lengua, Sean se levantó de
golpe y apuntó su estaca a la entrada de mi conchita, jugueteó en rato con ella
en mi zona genital frotándomela por mis labios vaginales, mi clítoris y mi ano,
dándome por momentos con su pene unos golpecitos muy sensuales y excitantes, yo
a esa altura no aguantaba más, necesitaba ser penetrada en ese mismo instante,
por suerte el negro agarró un preservativo y se lo puso, mi marido al ver lo que
iba a ocurrir se acercó hacia mi, me besó y muy tiernamente me dijo al oído:
Querés sentir esa pija dentro tuyo amor?. Si papi, quiero que me ensarte, no
aguanto más- le respondí, inmediatamente se puso gel lubricante en su mano y me
lubricó la conchita, preparándola de esta forma para que la disfrute el negro,
por suerte Sean no se hizo esperar y apoyó la cabeza de su pene en la entrada de
mi vagina haciendo fuerza para meterla, al ver que le costaba penetrarme, mi
marido apoyó sus manos en mi pubis y abrió lo más que pudo mis labios vaginales,
consiguiendo de esta manera que esa cosa enorme entrara dentro de mi, sentí como
el moreno muy lentamente me partía al medio, empecé a gemir primero y luego a
gritar, sentí como mi hoyito se había llenado de carne y de placer, me la metió
todo lo que pudo, tenía la sensación de que su miembro llegaba casi hasta mi
estómago, me bombeaba despacio, me dejaba sentir como cada centímetro de su
verga entraba y salía empapado de mi concha. Todo esto ocurría ante la atenta
mirada de mi marido, lo que aumentó mi morbo y provocó que tuviera varios
orgasmos uno detrás del otro.
Michael puso su verga y sus testículos dentro de mi boca mientras su amigo me
cogía, se la chupaba como podía mientras Sean me torturaba con su mástil,
después de serrucharme durante un rato, el negro se recostó en la cama boca
arriba y me obligó a montarme sobre el, aproveché para hacer algo que me
encanta: masturbarme con su verga como si fuera una perrita, apoyé mi concha
sobre su pene y comencé a frotarle el clítoris por su enorme extensión, me movía
como una verdadera perra en celo, me encantaba sentir su grueso tronco
acariciando mi zona genital, después de unos minutos tuve la necesidad de sentir
mi conchita llena de verga nuevamente, esta vez me la abrí yo misma, mientras
con la otra la mano agarré su pija y muy suavemente me la metí hasta sentirla
toda adentro, subía y bajaba como podía tratando de meterme ese palo hasta el
fondo y les confieso que me sorprendí al descubrir la profundidad de mi vagina,
no podía creer que me estuviera devorando casi toda esa verga entera.
Michael se puso a mis espaldas y apoyó su cuerpo contra el mío, mientras me
acariciaba las tetas y besaba mi cuello (cosa que realmente me fascina), hizo
que me inclinara hacia adelante, en esta posición mis tetas quedaron a la altura
de la boca de Sean, quien no tardó en comerme los pezones, al sentir el calor
del pene de Michael en mi colita, vinieron a mi mente unos deseos tremendos de
que me culeara, creo que mi marido pudo escuchar mis pensamientos porque
enseguida se me acercó y me dijo al oído: -¿Te vas a aguantar ese animalote en
el culo Iva?- , -No sé papi, pero me gustaría intentarlo- le respondí, me
preparó el hoyito llenándolo de gel y dilatándolo un poco con sus dedos, luego
le dió paso al negro quien apoyó la cabeza de su glande en mi culito y por
supuesto poniéndose un preservativo me lo ensartó, la verdad es que el sexo anal
me encanta, pero con una pija tan grande podía ser un poco peligroso, obviamente
sentí que me lastimaba al principio pero mi ano por suerte rápidamente se
dilató, así que no sufrí tanto la culeada que me estaba dando, era impresionante
sentir como mi culita quedaba totalmente abierta y expandida cada vez que el
negro sacaba su gruesa pija, mientras el otro debajo mío se movía de manera
incómoda, pero de todas formas sentía como las dos vergas me llenaban de placer.
Juanchi que seguía sin perderse detalle, se acercó a mi y comenzó a besarme
mientras me acariciaba las tetas. Al sentir la lengua de mi marido dentro de mi
boca y al ver que disfrutaba tanto como yo, me sentí la más puta de todas, me
desinhibí completamente y comencé a decirle frases sucias al oído, cosas que
jamás pensé me atrevería a decirle a mi marido: -¿Te gusta ver como me devoro
estas vergas Juan?- , ¿Te excita ver a tu esposa disfrutando con estos negros
papi?- , -¿Te calienta que sea tan puta y te haga mi cornudito amor?- al
observar que el se calentaba con las cosas que le decía, insistí hablándole
hasta que no aguantó más, sacó su verga, la puso en mi boca y se la chupé hasta
que eyaculó, largó tanta lechita caliente hasta mi garganta que casi me ahogo.
Pero mi líbido seguía a full y comencé a decirle a los negros cosas sucias:
-cójanme, cójanme por favor, no paren-, -siii, me encantan sus vergas- ,
-rómpanme el culito que a mi marido le gusta- al escuchar esto los negros que ya
no daban más, se apiadaron de mi, retiraron rápidamente sus preservativos y me
largaron toda la lechita en la cara y en mis labios. En señal de agradecimiento
por tanto placer que me hicieron sentir, se las chupé hasta dejarlas totalmente
limpias y sin que quede ni una sola gota de semen.
Era tal el cansancio que tenía que quedé rendida en la cama sin poder emitir
sonido alguno, los chicos estaban cambiándose como para despedirse, y Juanchi
rápido de reflejos se acercó a mi preguntándome si quería seguir, a pesar del
cansancio estaba viviendo una de mis mayores fantasías y obviamente quería que
la noche no se terminara nunca, le respondí: -si amor, si vos no tenés problemas
quiero seguir cogiendo toda la noche-, el noto que el ambiente se había cortado
un poco, entonces se le ocurrió salir a buscar algo para tomar pero esta vez en
serio, diciéndome antes de salir que tratara bien a nuestros invitados.
Apenas salió y cerró la puerta le dije a los chicos: -No se vayan todavía, mi
marido dijo que los atendiera bien mientras el no estuviera- automáticamente los
negros se sacaron la ropa y se tiraron en la cama al lado mío, yo había quedado
en el medio de los dos y traté de acomodarme lo mejor que pude, subí una de mis
piernas sobre uno de ellos apoyándola sobre su pene mientras con mi mano
acariciaba su pecho, mientras el otro pegó su cuerpo al mío apoyándome la verga
en mi colita mientras me acariciaba las tetas, en esa posición tan morbosa nos
franeleamos un rato, yo me sentía un poco rara, hacía mucho que no estaba con
alguien sin la presencia de mi marido, pero la verdad es que la situación me
encantaba, comenzaron a besarme de a uno por vez, extendí mis brazos para
tocarles nuevamente sus miembros, que estando todavía flácidos no medían menos
de 20 centímetros, me encantaba acariciarlas, apretarlas, jugar con ellas,
sentir su textura y su calor con mis manos, no quería soltarlas por nada del
mundo, mientras tanto los negros también acariciaban mis partes íntimas. Es
súper excitante y morboso estar en la cama jugando con dos machos, las chicas
que tuvieron la suerte de realizarlo sabrán a que me refiero, pero en este caso
lo disfruté el doble tratándose de dos tipos con semejantes vergas, la verdad es
que estaba disfrutándolo al máximo.
Después de besarnos y manosearnos un rato, me levanté y les dije en broma: -voy
a darme una ducha, pero voy a necesitar ayuda por si se me cae el jabón-, los
dos se rieron y me siguieron hasta el baño, entramos los tres en la ducha que
por suerte era bastante espaciosa y rápidamente los dos comenzaron a
enjabonarme, sentir sus manos resbalando por mi cuerpo mientras enjabonaban mis
tetas, mi concha y mi culito era delicioso, luego yo les correspondí de la misma
manera enjabonando sus pijas, las cuales ya habían comenzado a despertarse
nuevamente, me apretaron entre sus cuerpos y mientras me besaban yo jugaba con
sus penes frotándomelos por la conchita y mi colita.
Agarré el jabón e hice como que se me caía de las manos y les dije nuevamente en
tono de broma: -ups, creo que me voy a tener que agachar para levantarlo-, y asi
como estaba parada en el medio de los dos, abrí mis piernas y flexioné mi cuerpo
lo más que pude sin doblar mis rodillas, bajé mi cabeza y le comencé a chupar la
pija a Michael, dejando mi conchita totalmente abierta para ser ultrajada
nuevamente por Sean, que no se hizo rogar y me ensartó la verga de una, asi como
estábamos me cogieron un buen rato intercambiando posiciones, mientras uno me
cogía yo le chupaba la verga al otro y viceversa, en un momento levanto la vista
y lo veo a mi marido sentado en el borde del jacuzzi mirándonos y masturbándose,
lo que me hizo calentar mucho más. Era tal el placer que me estaban dando los
negros que no me había dado cuenta en que momento había llegado.
Luego de un rato en que los dos usaron mi cuerpo, Sean me alzó, me ensartó la
verga y apoyó mi espalda sobre el cuerpo de Michael, este no tardó mucho en
acomodar su pene y ensartarlo en mi culo, era increíble, así parados como
estábamos uno me estaba cogiendo y el otro me estaba haciendo la colita, ahora
si que sentía perfectamente como las dos vergas entraban y salían de mi cuerpo,
entre los dos me tenían alzada, yo me aferré con mi brazos al cuello de Sean y
lo besé con mucha pasión, mi lengua jugaba con su lengua al mismo tiempo que mis
labios saboreaban los suyos.
Después de unos minutos se cansaron de cogerme en esa posición y me llevaron a
la cama, asi mojada como estaba Sean me acostó boca abajo, el se recostó encima
mío y sentí todo el peso de su cuerpo sobre mi, me gustaba sentirme totalmente
dominada, sentirme a su entera disposición y permitir de esta forma que me
hiciera lo que quiera y de la forma que quiera, mientras me besaba no tardo en
ensartarme la verga entre las piernas metiéndomela en la concha, yo abrí las
piernas un poquito, pero no mucho porque me gustaba sentir la fricción de su
verga abriendo mis paredes vaginales, sentía que me partía, por momentos parecía
que me estaba metiendo algo que no era su pija por la grande que la tenía,
aparte en esta posición el negro torturaba mi punto g de una manera maravillosa.
Luego Michael que estaba al lado nuestro masturbándose intercambió posiciones
con su amigo para cogerme el, entre los dos me cogieron de todas las formas
posibles y en todas la posiciones del kamasutra, mi sumisión era total, como
buena hembra siempre me gustó ser dominada por el macho, pero esta vez no se
imaginan lo que me estaba gustando con estos dos terribles animales, me
encantaba sentirme una puta y dejé que los negros me violaran a su antojo
mientras ambos me decían cosas subidas de tono, los dos metieron sus vergas por
todas mis aberturas corporales y nuestros cuerpos comenzaron a sudar de una
manera muy sensual, disfrutaba acariciando sus músculos fibrosos mientras
observaba a mi marido tocándose con cara de satisfacción total (luego me
confesaría que se sorprendió pero al mismo se excitó muchísimo al ver como me
había entregado por completo a los negros).
Finalmente derramaron sus lechitas encima mío, sentir el semen caliente sobre
mis tetas hizo darme cuenta que los negros también habían disfrutado con mi
cuerpo, los tres nos tiramos unos minutos a descansar en la cama desde donde se
podía divisar como la noche comenzaba a disiparse, esta vez sí los chicos se
cambiaron y se fueron, despidiéndose muy amablemente, Juanchi se tiró al lado
mío en la cama y acariciándome el pelo me dijo: -¿Lo disfrutaste mi amor? , -Si
papi, gracias por regalarme tanto placer y cumplir mi fantasía- le dije y
comencé a chuparle la verga, lo hice lo más suavemente y tiernamente que pude
hasta que tiró toda su leche dentro de mi boca. Y así gracias a mi marido mi
fantasía negra se transformó en realidad.
AUTOR: IVANNA01