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El chantaje (1)

en Sexo Oral

Me llamo José y trabajo en una gran empresa. En mi planta somos muchos administrativos, tanto hombres como mujeres, y el ambiente es, en general, bueno. Hay algunas compañeras que están muy bien, pero hay una, sobre todo, que me tiene loquito. Es una mujer preciosa de verdad, para mi gusto. Pelirroja, de piel clara y con unas pocas pecas que le dan un aspecto juvenil. Tienes unos labios carnosos, muy sensuales. Además, algo que me gusta mucho. Usa gafas. Me encantan las mujeres con gafas. Rarito que es uno. Qué le vamos a hacer.

La chica, Rosa, tiene un problema. Está casada. Bueno, siendo sincero, el problema lo tengo yo. Ni aun siendo soltera me atrevería a hablar con ella, y menos pedirle salir. Soy un poco...timidillo. Así que lo único que hago es admirarla en secreto. A veces se hace una coleta en el pelo y está preciosa...Si yo fuese más lanzado...

Todo cambió un día. Tenía un trabajo urgente que entregar al día siguiente y me quedé después de la hora de salida. La divina providencia quiso que el baño de mi zona estuviese cerrado y tuviese que ir a otro. En cuanto entré, oí ruidos y gemidos. Alguien estaba follando en uno de los reservados. Sin hacer ruido, me fui, pero esperé fuera, un poco apartado para que no me vieran. Quería ver quienes eran. Más por envidia que por cotilleo.

Al poco tiempo salió uno de los jefes, que se fue hacia su despacho en la planta alta. Salió ajustándose la corbata y con cara de satisfacción. El muy cabrito. Luego, al minuto, salió la chica. Casi me da algo al comprobar que era mi Rosa, la Rosa de mis sueños. Di un respingo y sin querer hice ruido. Ella miró y me vio. Comprendió que los había visto. Puso cara de susto. Se fue corriendo.

Mi corazón latía a mil por hora. Nunca hubiese imaginado que Rosa fuera de ese tipo de mujeres. Yo la idolatraba y al final sólo era...humana.

Me considero una buena persona, pero me sentí...¿Engañado? ¿Traicionado? No tenía ningún derecho a sentirme así. Entre ella y yo no había nada. Pero como ella, también soy humano- La deseaba desde hace tiempo, y ahora tenía algo que usar para conseguirla. Ya sé que es una bajeza...pero...

Al día siguiente ella me evitaba, pero me armé de valor y me acerqué a ella.

-Rosa, tenemos que habar.

-¿Hablar? ¿De qué?

-Ya sabes de qué. Te espero en la sala de juntas en 10 minutos.

Vi miedo en sus ojos. Se me encogió el corazón, pero estaba decidido a conseguir lo que quería.

La esperé y apareció como le dije, a los 10 minutos. La sala de juntas era bastante segura a esas horas. Ella estaba nerviosa.

-Buen José..¿Qué quieres?

-Ayer te vi. Bueno, antes te oí con uno de los jefazos. Te estaba ...follando.

-Eso no es asunto tuyo.

-No, no lo es, claro. Pero ...¿Qué pasaría si la gente se enterase de que te dedicas a follar con los jefes? ¿Y si se entera tu marido?

-No..serás capaz....

-Sí lo seré. Depende de ti que no lo haga.

Vi rabia en sus ojos. Yo estaba temblando.

-No tengo dinero.

-No quiero dinero

Me miró a los ojos con sus preciosos ojos azules. Entendió lo que yo quería. Era tan bella..Casi me arrepiento de todo.

-Eres...despreciable, José.

-¿Sabes en donde está el cuarto de la limpieza?

-Sí.

-Te espero allí después del trabajo. Estemos tranquilos allí. Por tu propio bien espero que vayas.

Me fui, dejándola allí. Me había comportado como un ..chantajista, lo sé. No me sentía muy bien conmigo mismo, pero...era tan bonita...

El resto de la mañana lo pasé muy nervioso. Una parte de mi deseaba con locura que llegara la hora. Otra parte deseaba llamarla y pedirle perdón. Ganó la parte 'mala'.

A la hora de la salida, la gente se empezó a ir. Paco a poco me fui quedando sólo. Luego me dirigí al cuarto de la limpieza. Lo usaban por la tarde, así que había un par de horas en que por allí no pasaba nadie. Entré. Ella no estaba. Nervioso esperé un rato.

Cuando creí que no iba a venir y que todo había acabado, apareció. El corazón me volvió a latir con fuerza. Entró y cerró la puerta.

-Bueno, ya estoy aquí. ¿Con un polvo quedará tu boca cerrada para siempre?

-No quiero un polvo.

Me miró, extrañada.

-¿Entonces qué coño quieres?

-Rosa...para mí eres la mujer más guapa de la oficina. Te deseo desde que te conozco. Hay algo que siempre he..deseado..eso es lo que quiero.

-¿Y qué demonios es?

-Me quiero...correr en tu cara.

-¿Qué?

-Quiero que te arrodilles delante de mí, me saques la polla y me hagas una paja hasta que me corra en tu cara.

No me dijo que era un guarro, un cochino, un degenerado. Sólo me miró.

-¿Con eso quedaremos en paz? ¿Te olvidarás de todo?

-Sí... pero...Tendrás que hacerlo 5 días.

-Eres un cabrón.

-Eso es lo que hay.

-Está bien. Cinco días y después me dejarás en paz para siempre.

-Para siempre.

Se acercó a mí y se arrodilló. Por fin, mi más anhelado deseo se iba a cumplir. Se fue a quitar las gafas.

-No te las quites. Déjatelas puestas

Aquellos preciosos ojos estaban clavados en mí. Estaba tan nervios que la polla no le tenía dura. Acercó su mano, de uñas cuidadas y pintadas de rojo, delicadas. Me bajó la cremallera y metió su mano. Sacó la polla. Bueno, el pene. Todavía no era una polla.

-¿Qué pasa? ¿Tanto desearlo y ahora no se te pone dura?

Pero se puso. Al sentir aquellos cálidos dedos acariciarme, el verla arrodillada delante de mí, hicieron que mi polla despertara. Fue creciendo en su mano hasta quedar bien tiesa. No es por presumir, pero tengo una buena polla. Rosa la miraba.

-Vaya, José...vas bien armado.

Su mano empezó a moverse. Me miraba a mí..miraba mi polla.

-Ummm..Rosa...no sabes cuanto tiempo llevaba deseando esto...

Ella no decía nada. Solo me hacía aquella lenta paja. Yo estaba tan excitado que de la punta de mi polla empezó a salir un transparente líquido pre seminal. Ella lo vio. Entonces hizo algo que no me esperaba. Se acercó más y se pasó la polla por la cara, dejando un rastro brillante por donde pasaba. Me miraba.

-Estás muy cachondo.

-Uf...Sí...

-¿Por qué nunca me habías dicho nada?

-Por...miedo...por vergüenza...

-Ya!. Prefieres el chantaje. Eso no te da vergüenza.

-Sí que me da.

-Pues parecías muy valiente.

Me estaba volviendo loquito. Movía su mano a lo largo de mi dura polla. Se la pasaba por la cara...Esa preciosa cara llena de pequitas. Pasó la punta por sus carnosos labios

-Podrías haberme follado, pero sólo quieres correrte en mi carita.

-Agggg...sí....

-¿Por qué?

-Siempre...fue...mi fantasía...

-¿Nunca lo has hecho?

-No.

-Así que yo seré la primera

-Ro..sa...me...voy...a....

Acercó más su cara, agachándose lo justo para que su quedar en el sitio justo para recibir mi corrida. Luché con todas mis fuerzas para no cerrar los ojos. El placer que sentí fue inmenso. Mi polla empezó a bañar aquella preciosidad. Un chorro le cruzó la cara, cayendo en su frente, sobre las gafas, sobre la nariz. Los siguientes los dirigió por su carita. Sus mejillas, sus labios, sus gafas...todo quedó cubierto con mi semen. Nunca había soltado tanta leche en mi vida. Sentía como los potentes chorros salían disparados, haciendo presión en mi uretra. Mi cuerpo estaba tenso. No respiraba. Y Rosa...sonreía. En sus labios noté una leve sonrisa.

Cuando mi orgasmo acabó miré mi obra. Rosa tenía la cara cubierta de semen. Hasta su precioso cabello rojo recibió un poco. Ella seguía con la polla en la mano, aún palpitante. Un hilillo de semen colgaba de la punta. La acercó a su nariz y la limpió.

-Joder, José. Vaya corrida.

Cogió un rollo de papel y empezó a limpiarse. Necesitaba ir al baño para que no quedara rastro ninguno. Se levantó y se fue. Al salir por la puerta, me miró.

-Quedan 4 más. Mañana a la misma hora.

Me quedé allí. Con la polla dura, dando saltitos. Había sido lo más caliente que me había pasado en la vida.

Por la noche, sólo en casa, me puse a pensar en todo lo que había pasado. Como dije antes, no me considero mala persona, pero había chantajeado a una compañera para conseguir placer. Me arrepentí. Había sido un cabrón.

Al día siguiente, en la oficina, la vi. Estaba preciosa. Con su cabello rojo anudado en una coleta y un precioso vestido. Me miró y yo desvié la mirada, avergonzado. A la hora del desayuno me armé de valor y fui a hablar con ella.

-Hola Rosa.

-Hola José. ¿Qué tal?

-Mal.

-¿Mal? ¿Por qué?

-Por lo que te hice. Te hice chantaje. Me comporté como un desalmado. Por favor, perdóname. No te preocupes por nada. Nunca diré nada. Lo siento.

Ella me miró.

-¿Nos vemos después en el cuarto de la limpieza, no?

-No tienes que hacer nada más. Ya te dije que no diré nunca nada.

-Tenemos un trato. Y yo siempre cumplo mis tratos. Te espero después en el cuarto.

Me quedé atónito. La había liberado y sin embargo quería cumplir. Se dio la vuelta y se fue.

El resto de la mañana lo pasé pensando. Ahora ella no tenía obligación de hacer nada. Pero me esperaría a la hora convenida. ¿Por qué?

Cuando todos se fueron, me dirigí al cuarto de la limpieza. Cuando abrí la puerta ella ya estaba allí, arrodillada, esperando.

-Pasa.

Entré, cerré la puerta y me acerqué a ella. Sin decir nada, me bajó la cremallera y me sacó la polla. Esta vez le costó, porque la tenía dura como una roca.

-Así es como me gusta a mí una buena polla. Bien dura

-No tienes que hacer esto, Rosa.

-Ya te dije que siempre cumplo mis tratos. ¿Es que no te gustó correrte en mi cara ayer?

-Fue lo mejor de mi vida.

-Hoy va a ser mejor.

Abrió la boca y se tragó mi polla hasta la mitad. Tenía mi polla en la boca y me miraba. Sentí su lengua lamer. Se sentó sobre sus pantorrillas. Tenía que levantar la cara para que mi polla pudiese entrar y salir de su boca. Apoyó sus manos en sus muslos. El único contacto que había entre nosotros era mi polla en su boca. Y sus ojos. Sus azules ojos clavados en mí.

Empecé a moverme, adelante y atrás, follándole la boca. Su lengua jugueteaba con el tronco de mi polla dentro de su boca, y con la punta cuando se la sacaba. El placer que yo sentía era inmenso. A veces se la sacaba de la boca  se la pasaba por la cara. Sus gafas quedaron empeñadas. Se le volví a meter. Esta vez empujaba más, y poco a poco le fui metiendo más y más la polla dentro de su boca. Conseguí metérsela toda, hasta que sus labios chocaron con mi pubis. No me podía creer que pudiese tragarse toda mi polla. Tenía que tener parte alojada en su garganta.

Volví a follarle la boca. Me di cuenta de que sus pezones se marcaban en el vestido. Rosa estaba excitada. Se confirmó cuando vi como se sentó en el suelo para poder abrir sus piernas. Metió una mano debajo de su vestido y empezó a tocarse. Mi polla seguía entrando y saliendo de su boca, llena de saliva. Al estar ahora sentada, su cabeza quedaba más baja aún, y tenía que levantar la cabeza más, quedando su boca casi recta con su esófago. Ahora mi polla se deslizaba con mucha facilidad. Se la metía hasta que hacía tope y la mantenía, para volver a sacarla y meterla otra vez.

Me iba a correr sin remedio. Empecé a follarla con fuerza hasta que estallé. El primer chorro le bajó por la garganta. Saqué la polla de la boca y con la mano terminé de correrme, regando toda su preciosa carita. Como la vez anterior, le dejé la cara llena. Ella dejó la boca abierta y varios chorros cayeron sobre su lengua. Cuando mi polla dejó de manar, cerró la boca y se lo tragó todo. Vi como cerró los ojos y su cuerpo se tensó. Rosa se estaba corriendo. Me quedé mirando como gemía y como se estremecía. Cuando quedó relajada me miró. Ahora sonreía abiertamente.

-¿Estoy guapa?

-Estás preciosa.

Empezó a recoger el semen de la cara con sus dedos y a llevárselos a la boca. Luego se quitó las gafas y las limpió con su lengua.

-Me gusta tu leche. Es rica y abundante.

-Joder, Rosa, eres la mujer más caliente que conozco.

Se levantó.

-Es que me encanta que se corran en mi cara. Quedan tres. Hasta mañana.

Se fue al baño a lavarse. Yo no podía creer la suerte que tenía. Mi más deseada fantasía estaba siendo cumplida no sólo por la mujer más guapa y sexy que conocía, sino que además a ella también le gustaba.

Si ayer pasé una mala tarde con remordimientos, esa tarde pasé una mala tarde con ansias de que llegara el día siguiente y volver a estar con Rosa.

Durante la mañana no podía concentrarme en el trabajo. Sólo pensaba en Rosa, en su boca, en su cara cubierta de semen. Recibí un e-mail. Era de ella

"Buenos días, José. Estoy deseando que llegue la hora para que te corras en mi cara otra vez. Llevo una falda corta, y estoy tan cachonda que si abro las piernas puedo oler mi coño. ¿Te gustaría oler mi coñito? Creo que voy a ir al baño a hacerme una buena paja pensando en tu polla. Besos"

Se me puso la polla dura al leerlo. Esta mujer cada día me sorprendía más. Al rato la vi aparecer. Efectivamente tenía una falda corta. Venía hacia mi mesa, descuidadamente.

-Hola José. ¿Tienes el informa de ventas de la semana pasada?

-Esto....sí...aquí

-Gracias

Se acercó a recogerlo y me pasó la mamo por la nariz. Aquella mano olía a coño. Me miró a los ojos y sonrió. Era verdad que se había hecho una paja a mi salud.

-Hasta luego, José.

-Adiós Rosa.

La vi marcharse, meneando su precioso culito. Tuve que colocarme la polla porque me dolía de lo dura que la tenía. Si hubiese tenido que levantarme hubiese tenido un problema.

Por fin llegó la hora. Mis compañeros se fueron yendo. Cuando no quedaba nadie, me fui al "cuarto del placer". Ella me esperaba. Se las había arreglado para traer una silla de despacho.

Me hizo sentar y ella se arrodilló entre mis piernas. Me empezó a acariciar los muslos, acercándose despacito a la polla, que se marcaba claramente bajo el pantalón.

-Te voy a comer la polla...¿Quieres que te coma la polla, José?

-Sí...claro que sí

-Pues vas a tener que pedírmelo bien.

-Rosa....chúpame la polla.

-Ummmm...¿Es esa forma de hablarle a una zorrita como yo? Puedes hacerlo mejor.

-Deja de hablar de una vez. Sácame a polla y no pares de mamar hasta que me corra en esa preciosa carita que tienes.

-Ahora está mejor

Lentamente me bajo la cremallera, metió la mano y extrajo mi dura estaca. La agarró con una mano.

-Tienes una polla preciosa, José.

Volvió a meter la mano y sacó los huevos

-Ummm, espero que estén bien llenos de leche..

Con la mano empezó a masturbarme. Acercó su cabeza y me chupó los huevos. Iba de uno a otro. Incluso se los metía en la boca. La mano no paraba. Y yo, recostado en la silla, la miraba, gimiendo de placer. Luego se pasó la polla por la cara. Se la acarició con ella. Finalmente, se la tragó. Porque eso fue lo que hizo. Mi polla desapareció entera en su boca, hasta el punto que sacó su lengua y me lamió los huevos. Eso sí que era una garganta profunda. Me miró a los ojos y se la empezó a sacar, despacito, despacito, hasta que sólo quedó el capullo dentro de su boca.

Recorrió todo el tronco de la polla con su lengua, hasta llegar a los huevos, que volvió a chupar y lamer. Cuando su boquita llegó otra vez a la punta de la polla, se la volvió a tragar.

Ahora empezó a mamar al tiempo que subía y bajaba su cabeza, haciendo que mi polla entrara y saliera de su boca. Detrás de los cristales de sus gafas, sus ojos me miraban. Aceleró la cadencia de la mamada, aumentando mi placer..

-Rosa..ummmm...estoy a ..punto de ..correrme...agggggggggggggg

El primer chorro se estrelló contra su paladar, llenándole la boca. Se sacó la polla y empezó a mover su cara contra ella. Cada chorro que salía disparado de la punta de mi polla dejaba un espasmo de placer en mi cuerpo y un rastro blanco y brillante en su cara. Algunos chorros le mancharon el pelo. Los últimos chorros, ya casi sin fuerza, los ayudó a salir con su mano, que quedó llena de leche. Por poco tiempo, porque enseguida se la llevó a la boca  y se la limpió. Parecía una gata lamiendo leche.

-Ummm...Rosa...eres la mejor mamona del mundo.

-Lo sé. Ya van tres...Quedan dos.

-Sí.

CONTINUARÁ

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