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Kris

en Confesiones

KRIS

Es tarde ya... mis pensamientos evocan recuerdos aun frescos de ti... ¿cómo olvidar tu cuerpo?, si mis labios aun tienen el sabor de tus jugos que liban de tus entrañas... aun recuerdo aquel día que me hablaste por teléfono y me dijiste que él te había engañado; entonces estabas tan frágil y delicada; aun recuerdo la manera en como tus ojos solicitaban confort y cariño.

Cuando éramos más jóvenes; nos gustaba quedarnos hasta tarde después de clases, y platicar; incluso antes de partir; conseguí darte un beso; pero la distancia nos separo al punto de saber de ti solo por llamadas o incluso correos... nunca imagine que aquel día en el mensajero tu requirieras de mi presencia.

Así fue; tan solo nos vimos una sola vez, pero nunca te percataste de que ya no era el chico inocente de nuestra adolescencia; yo te orille a todo esto… recuerdo como en la tercera cita que tuvimos; te robe un beso, el cual nunca rechazaste, en ese momento aunque estábamos a solas y nada nos impedía dar rienda suelta a nuestros demonios internos; te reprimiste.

¿Por qué?, lo ignoro; lo que si se es que tuve noticias tuyas tres días después; cuando me dijiste que querías verme y que estabas dispuesta a todo.

Recuerdo como pase por ti, y nos fuimos a un motel que se encuentra en las afueras de la ciudad; previo a nuestro destino, pasamos por unas copas, y nos fuimos a platicar al cuarto de aquel hotel; podía sentir la batalla que se libraba en tu interior; podía percibir que necesitabas sentirte viva… ¡Viva!... pero tus prejuicios lograban centrarte en tus casillas; la mesura y serenidad lograban evitar que el demonio de la lujuria te absorbiera.

Pedí esa habitación con yacusi (Parte de mi plan), lo llene de agua y burbujas, después de algunas copas, te rete a meterte al agua… mientras me quitaba la ropa; asombrada, me viste ingresar al agua desnudo y me replicaste "¿Meterme ahí también?, ¿¿¡¡Desnuda!!??...", a lo cual solo respondí con un sí de mi cabeza.

Apenada te dirigiste al baño y tomaste un toalla; mientras te despojabas de tu ropa con la toalla puesta hasta los senos. Acto seguido te metiste al agua, sin hacer a un lado esa toalla que abrazaba completamente tu cuerpo y que se interponía entre el paraíso y yo.

Recuerdo que llenaba tus oídos de cosas lindas, mientras te hacia recordar lo que él te había hecho, para ayudarte a dar el paso que hacía falta para hacerte mía. No creí que funcionaría… cuando me besaste sentí que poco a poco la pasión le iba ganando terreno al pudor.

Nos besamos apasionadamente; mientras tus labios carnosos y tus besos tiernos se transformaban en besos sofisticados y ardientes; poco a poco metí mi mano debajo de la toalla, fue cuando sentí la curvatura de tus senos, carnosos, grandes, con pezones que apenas sobresalían del seno (peculiaridad que nunca había observado; pero que me excito en sobremanera). Mientras acariciaba esos senos tan apetitosos, metí mi mano hasta la altura de la cintura donde acaricie tus nalgas; grandes, redondas… fue cuando me atreví a meter mano en la zona húmeda de tu sexo.

Fue cuando observe que cerrabas los ojos, disfrutando de mis caricias y mis besos; poco a poco me deshice de la toalla… ahí estabas; desnuda frente a mí, con los ojos ardientes; dándome besos, mientras me hablabas al oído diciéndome: "¡Hazme tuya!". No lo pensé dos veces, y ahí, en ese yacusi, entre el agua, me acerque a ti por encima; acomode mi miembro en la entrada de tu cueva y comencé a jugar con tus labios; mi miembro rozaba fuertemente tus labios, a veces tan solo acomodaba la cabeza en la entrada, en señal de penetrarte completamente; pero tan pronto sentía que hacía a un lado tus entrañas para enterrarte mi falo; me quitaba, este jueguito me daba la oportunidad de observar tu comportamiento; pues cada que sentías mi cabeza estirar tus labios, arqueabas tu cuerpo, mordías tus labios y cerrabas los ojos… no dure mucho de esta manera; pues mi excitación estaba ya al límite…

En un movimiento brusco, te penetre sin que lo esperaras; a lo cual solo respondiste con un gemido que inundo toda la habitación. Mientras que tus manos presionaban mis caderas en señal de querer mas, comencé a bombear con un movimiento irregular, en momentos despacio y en otros rápido; me di gusto haciendo posiciones que me inspirabas a realizarlas, todo con el fin de hacerte mía; y dejarte tan impregnada mi esencia que él no pudiera borrarla ni aunque lo intentara…

Parece que fue hace unos minutos cuando nos pasamos a la cama, mientras te acomodabas encima de mi; penetrándote, llevando mi pene al lugar correcto y empujándolo tú misma hasta el fondo; me gusto mucho verte jinetear encima de mi… me encanto la forma en como te ladeabas y ponías una mano delante y otra atrás mientras te movías encima de mi palo.

Me encanto observar como movías el cabello hacia adelante, mientras bajabas poco a poco tus dedos desde tus labios (en donde mordisqueabas tus dedos), luego pasabas por tu cuello para terminar rozando alrededor de esos pezones que me enloquecen. Recuerdo que tomaste mis manos y mientras estabas ocupada en el movimiento, las llevaste hasta tus senos y las posaste ahí; podía ver la expresión de tu cara, con el ceño entre fruncido, la boca abierta en señal de expresión de placer y tus ojos cerrados… así; al unísono, comenzamos sentir que la explosión se acercaba; poco a poco un cosquilleo intenso inundo mi cuerpo; mientras los movimientos de tu cadera se hacían más fuertes y pronunciados.

En un arranque de excitación, te dije al oído: "¡¿Quien es tu dueño?!"… a lo que respondiste con los ojos cerrados y con la voz entrecortada… "¡Tu Papi!"… entonces te dije: "¡No te escucho!, ¡dilo mas fuerte!"… a lo que contestaste con un grito que casi inundo en toda la habitación "¡Tú Papito!..."

El orgasmo llego desenfrenadamente; así, mientras mi miembro se regaba en tus entrañas; y se sacudía vigorosamente para desprenderse del líquido lechoso y dejarlo dentro, muy dentro de ti… caíste encima de mí, cansada, extasiada; mientras permitías que mi palo reposara abrazado de tu vagina.

Entonces me miraste y solo me dijiste… ¡Gracias!... mientras me dabas un beso tierno en los labios, y te acomodabas en mi pecho, en señal de reposo…

Te confieso, aún te recuerdo… y a pesar de que él y tú mejoraron en su relación y aunque yo estoy atado a ella; aun siento la necesidad de tu cuerpo, todavía tengo antojo de ti, de tus labios, pero sobre todo ansió la manera que tienes de hacer el amor… lo admito, te extraño, y mucho.