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Una inolvidable sorpresa 2

en Lésbicos

Ya con el saco desabrochado, me lo quitó y lo arrojó a la silla que estaba unos metros detrás de mí, con ambas manos desabrochó mi blusa, la abrió delicadamente. –Carla, me encanta el bra que usas, resalta muy bien tus senos, pero…-. Sin quitarme la blusa, metió las manos en ella, desabrochó mi brassier y ahora sí, me quitó la blusa y el brassier al mismo tiempo.

-…Te ves mejor sin él-. Dejó caer mi blusa, el brassier lo tiró detrás de ella, inmediatamente después, tomó mis pechos con un movimiento veloz, con ambas manos me los apretaba, acariciándolos con movimientos circulares, con los pulgares comenzó a acariciar mis pezones, los frotaba dando pequeños masajes, tanta era la excitación de ese momento que comenzaron a levantarse mientras ella seguía estimulándolos.

Apretó ambos pezones suavemente y al mismo tiempo, jalándolos un poco, me hacía sentir como si pequeños rayos atravesaran todo mi cuerpo, obviamente concentrándose en mis senos. Pasó sus manos hacia mi espalda, mientras lo hizo, me acariciaba con sus suaves manos, lentamente las fue bajando, deteniéndose finalmente al sentir mi fala, juntó los dedos de ambas mano, buscó el cierre, al encontrarlo comenzó a desabrocharlo. De un súbito golpe bajó el cierre, pero fue bajando lentamente mi falda, junté mis piernas para que ésta callera rápido al suelo, di dos pasos hacia atrás para dejar la falda en el suelo y acercarme más al sillón. Ya cerca del sillón, me senté dejando mis piernas abiertas.

Fabiola por su parte comenzó a hacer un baile sensual, imaginé que lo hacía como recompensa por dejarme despojar de mi ropa, con los brazos estirados y juntos sobre su cabeza, bajaba su brazo derecho deslizando su mano acariciando su brazo izquierdo, mientras movía su cuerpo en movimientos serpenteantes, terminó de bajar su brazo derecho y con su mano agarraba su cadera, mientras, comenzaba a bajar el izquierdo, acarició su cara mientras bajaba, siguió con su cuello, pechos y vientre, también dejó su mano izquierda en su cadera. Seguía haciendo ese movimiento hipnótico, de pronto comenzó a bajar su cuerpo, lentamente iba quedando en cuclillas con su piernas juntas, sus zapatos hacían un sonido rechinante mientras movía sus piernas juntas de izquierda a derecha. Quedó frente de mi y lentamente abrió sus piernas, esas piernas bien torneadas, en esa posicione se notaban muy bien sus pantorrillas, ese color blanco le daban un toque sexy e inocente a la vez, al fin fijé mi vista en su parte íntima, sus pantaletas negras contrastaban y resaltaban en el puente de algodón de sus pantimedias. Subió sus brazos, jugó con su cabello, subiéndolo y dejándolo caer, pero volvieron a llamar mi atención sus piernas, ya que ahora las abría y cerraba rápidamente y con ese movimiento serpenteante me hipnotizaron por completo. Al fin se hincó, puso sus manos en el suelo, y comenzó a gatear hacia mí, lentamente, sus zapatos resbalaban pero pudo llegar hasta el sillón hábilmente, colocó sus manos en mis muslos se impulsó hacia adelante y con esa mirada sexy invadió mis ojos, de nuevo con su suave voz me dijo:

-Carla hermosa, desnúdame por favor-. Dicho esto, puse mis manos en su espalda, la acaricié y busqué el cierre de su vestido, al encontrarlo lo bajé lentamente, ese sonido acerrado me hizo sentir nerviosa, ahora sí estaba en el punto de no retorno, pronto ambas estaríamos desnudas y el inevitable acto sexual vendría después, continué bajando el cierre hasta su tope, abrí el vestido, ella aflojó su brazo derecho para que saliera el vestido, hizo lo mismo con el izquierdo, se puso de pie y yo, aún sentada, comencé a jalar el vestido hacia abajo, ya con el vestido en sus tobillos, dando pasos para quedar libre de vestido, sacó su pie derecho del vestido, agachándose un poco para apartar mi mano que aun sostenía parte del vestido, lo dejé caer, con su pierna izquierda hizo un movimiento lateral fuerte para mandar volando el vestido y asi despojarse de él de una vez por todas.

Me levanté y con un dulce abrazo la acerqué a mí, el dulce olor de su perfume me hizo suspirar, y al mismo tiempo desabrochaba su brassier y lo retiraba suavemente cerré un momento los ojos, quería que fuera una sorpresa el ver sus pechos. Dejé caer mis brazos y lancé con poca fuerza el brassier, cayendo éste en el brazo del sillón, pero de inmediato cayó al suelo. Abrí los ojos, primero vi su cara, con una sonrisa y un movimiento hacia debajo de sus ojos me invitó a verlos. Eran hermosos, más grandes que los míos, sus pezones, un poco oscuros ya estaban erectos y se veían hermosos.

–Adelante linda, soy toda tuya-. Al decir esto, como si estuviera poseída por sus palabras, me incliné, agarré su pecho izquierdo con el pulgar hacia abajo y los demás dedos arriba, apreté un poco, al mismo tiempo empecé a chupar su pezón, jugaba con él con mi lengua, lo movía de arriba abajo, lado a lado, al final lo succioné, cosa que hizo que Faby gimiera, al oírla, bajé mi mano izquierda por su abdomen, sintiendo el panti de sus medias, lo estiré un poco, lo solté, seguí bajando y acaricié el puente de algodón, logré sentir la textura del encaje floral de sus pantaletas, apretaba de la misma manera que ella me apretó, intentaba mover sus pantaletas a un lado, ese movimiento hacía gemir a Faby aun más, dejé de chupar su pecho y me agaché.

Besé su zona púbica, el olor del nylon me hizo saber que su par, si no nuevo,  también era recién abierto, con mis manos abrí sus piernas, ella sintió la fuerza que hice y las abrió, metí mi cara entre su entrepierna y comencé a lamer, puse mis manos en su trasero, acariciando ese nylon, sintiendo sus nalgas firmes por sus pantimedias. Con mis manos extendidas, los dedos apuntando hacia arriba, fui acariciando su trasero, tomé el elástico de sus medias y sus pantaletas y los fui bajando, se iban enrollando conforme bajaban, su pubis, con el vello cortado a lo largo, parecía indicarme el camino hacia el Edén.

Al fin pude saborear su sexo, era un poco más agrio que el mío, pero a la vez era delicioso, movía mi lengua rápidamente, sus labios vaginales se separaban conforme lamía, lo hacía con cuidado, con mis dedos separaba un poco sus labios, así tuve acceso a su precioso clítoris, no me costó tanto encontrarlo ya que estaba hinchadito, lo toqué con cuidado, comencé a meter mis dedos índice y medio, mientras que con el pulgar estimulaba su clítoris, con movimientos circulares le daba un rico masaje, mientas, con los otros dos dedos intentaba llegar a su cérvix.

-¡Carla sí, creí que no sabías darle placer a una mujer!-. Dijo en voz alta, no gritando.

-Mi linda Faby, ¿cómo crees que consigo mis orgasmos?-. Dije con un tono humorístico.

Ahora sí pegó un grito, gemía de placer, su respiración agitada me hacía saber que estaba por llegar al orgasmo, cambiando los movimientos de rápidos a lentos intermitentemente logre tomar un ritmo y oír sus gemidos me hacía saber que estaba en el ritmo indicado.

Bajé mi dedo pulgar, acerque mi cara y con la lengua comencé a lamer de nuevo. Apoyó sus manos sobre mi cabeza y sentí como temblaban, el orgasmo había llegado, seguí lamiendo y moviendo mis dedos, quería que su orgasmo le pareciera eterno. Mientas, con la mano izquierda acariciaba su pierna. Al fin dejé de lamer porque mi jaló el cabello, sabía que no lo hacia adrede, sino que gracias a ese orgasmo intentaba aferrarse de algo, bajé la vista y vi como una de sus piernas temblaba, con el pie de punta y el talón bajando y subiendo tan rápido que parecía que tenía mucho frío.

Se inclinó, me tomó por los brazos, me levantó y me dijo que le diera mas placer, la invité a hincarse en el sillón, le pedí que alzara el trasero. Obediente, se puso en posición, alzó el trasero, bajé sus medias hasta las rodillas y me dispuse a nalguearla. –Te mereces esto por haberme hecho pasar un momento incómodo-. Sus nalgas hacían ese sonido fuerte cada vez que las golpeaba, que sinceramente al oírlo me excitaba.

-Sí maestra, discúlpeme, he sido una niña mala-. Respondió mientras volteaba a verme. –Necesito mi castigo-. Seguía nalgueándola, pero la levanté de nuevo, bajé sus medias aun más, hasta llegar a sus tobillos, la tomé por los brazos, la dirigí hacia la otra sala más grande y con alfombrado, con pasos cortos debido a las medias hasta los tobillos, llegamos a la sala, le pedí que se recostara en el suelo. Ya recostada, le pedí que alzara un poco las piernas. Me senté frente a ella, pasé mis piernas por debajo de sus medias y quedamos en posición de “tijera”, comencé a frotarme, mis medias me daban una sensación nueva, a ella también le gustaba, acariciaba mi pierna izquierda que estaba alzada, quitó mi zapato, acaricio la planta de mi pie, separaba mis dedos. Alcanzó mi otro pie que estaba detrás de ella, también quitó mi zapato, de alguna manera logró inclinarse me pidió que me alejara un poco, me quitó las medias y las dejó en sus piernas.

Ella se quitó sus zapatos también y al fin sacó sus medias, las dejó en mis piernas, ahora sí, más cómoda, se sentó en una de mis piernas y comenzó a frotarse, sentía toda su humedad, se movía rápidamente, me excitaban sus gemidos, mientras comencé a acariciar sus pechos, la besé en la boca, sus gemidos se opacaron por estar cerradas nuestras bocas, pero ella seguía haciéndolo, cosa que me excitó cada vez mas.

Dejó de moverse, se echó para atrás, se recostó en el suelo y con sus pies comenzó a tocarme la vagina, la acariciaba, intentaba meter sus dedos, lo único que pude hacer fue recostarme también y disfrutar el momento. De inmediato me incorporé con mis brazos en el suelo y comencé a acariciar sus senos con mis pies.

Volvimos a hacer “tijera” nuestros labios se movían frenéticamente mientras movíamos las caderas, nuestros jugos se combinaron. Mientras, ambas lamiamos nuestros pies, chupábamos los dedos, su pie tenía un sabor salado, delicioso. Cada frotamiento se volvía más fuerte y lento, disfrutábamos de nuestras vaginas, Faby tocaba mis pezones con su pie derecho, los apretaba con sus dedos, subía y bajaba su pie, acariciando mi pecho derecho. Mientras, ella seguía lamiendo mi pie, lo hacía de abajo hasta arriba, partiendo del talón y terminando en mis dedos, separándolos con su lengua. Dejamos de movernos y procedimos a la estimulación con los pies, nos separamos un poco, y cada quien colocó su pie en la vagina de la otra, acariciábamos de arriba abajo, ella dejó de mover su pie, y comenzó a apretarlo, intentando meter todos sus dedos, los apretó para ver si podía meterlos así, esa sensación me hizo lubricar más, quería su pie dentro. Mientras yo movía mi pie de un lado a otro rápidamente, sentía sus cálidos labios entre mis dedos, apretando mis dedos lograba aprisionar sus labios. Al escuchar su gemido, supe que había llegado al éxtasis,  ella me hizo llegar cuando introdujo su dedo índice y pulgar. Estuvimos así por unos 20 minutos, debido a esto, dejamos manchada la alfombra. Al final, estuvimos besándonos por largo rato, nada como terminar con una rica sesión de besos, aunque para muchos sean de lo mas normal, esa vez llegué a tener otro orgasmo solo de besarme con Faby, que besaba delicioso.

Ya casi llegaba el momento de irme, comenzamos a recoger nuestra ropa y mientras enrollaba mis medias para volver a ponérmelas, Faby me dijo que esperara.

-Linda, no piensas ponértelas sin pantaletas de nuevo, ¿cierto? Ven acá-. Hice caso y me acerqué a ella. –Abre tus piernas, por favor-. De nuevo hice lo que me dijo y las abrí, ella se estiró para alcanzar sus medias, las desenrolló, sacó sus pantaletas, y las puso aparte, extrañada solo pude mirar cómo doblaba las pantimedias, para que quedara solo una pierna, con un suave movimiento empezó a meterlas en mi vagina, delicadamente las iba metiendo, después fue haciéndolo un poco mas fuerte a medida que sentía como llenaban mi orificio vaginal.

-Carla, siéntate con las piernas abiertas-. Me indicó con un tono serio, mientras me dirigía al sillón, sentía las piernas de las pantimedias acariciar mis muslos, volteé a ver y al parecer aún faltaba la mitad por meter. Me senté como me indicó y ella gateó de nuevo hacia mí, comenzó a meterlas de nuevo, esta vez lo hacía más fácil debido a la posición en la que me encontraba, al fin terminó, dejando solo las puntas de los pies de las pantimedias afuera. –Listo nena, las dejo así para que te sea fácil sacarlas en tu casa-. Se estiró para agarrar sus pantaletas y delicadamente me las puso. –Ahora sí linda, muéstrame como te pones tus medias.

Agarré de nuevo mis medias, la enrollé de nuevo y me las puse, esta vez lentamente para que Faby se deleitara observándome. Iba subiendo la pierna poco a poco, moviendo mi pie mientras lo hacía, deje la pierna de nuevo a la mitad y me disponía ponérmela ya cuando Faby me detuvo y comenzó a ponérmelas ella. Igual de lento como hice yo, ella iba subiendo la media, llegó a la mitad y con un ademán de cabeza me indicó que me levantara, así lo hice y tomó ambas piernas para terminar de subirlas, les costó un poco, pero al fin llegó hasta arriba, subío el elástico de las pantimedias hasta mi abdomen y lo soltó dando un pequeño golpe.

-Estas lista cariño, ella fue a ponerse sus zapatos, buscó el bra al lado del sillón y se lo puso, y al final fue por su vestido, que horas antes había volado unos metros hacia la derecha.

Yo me puse mi falda, recogí mi blusa, mi bra y mi sacó, tomé mi bra y me lo puse, despues la blusa y al final el saco, le pedí prestado el baño para ir a peinarme, ella asintió y ambas entramos para hacerlo.

Saqué mi compacto para retocar mi maquillaje y ahora sí, de nuevo presentables, nos sentamos a beber otro poco más de té, mientras ella seguía acariciando mis piernas. Después de unos minutos oímos abrirse la puerta de la entrada, eran su esposo y Viviana que recién llegaban a la casa. –Parece que mi marido salió temprano del trabajo-. Dijo y me guiñó el ojo, nos levantamos para recibirlos, yo solo los saludé, dejé que Faby diera todas las explicaciones del porqué yo estaba ahí, a lo cual solo asentí con algunos ajas. Su marido me invitó a cenar, peo tuve que rechazar y después de despedirme de él y Viviana, Faby me encaminó a la puerta. Antes de salir, me dio otro beso, y acarició mi trasero por última vez.

-Debemos convertir esta experiencia en una actividad semanal-. Dijo con tono gracioso.

-Ay Faby, te tomaré la palabra-. Guiñé el ojo, le acaricie la mejilla derecha a manera de despedida y le susurré: -El próximo viernes a la misma hora-.