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Una inolvidable sorpresa

en Lésbicos

Estaba preocupada por las calificaciones de Viviana, así que hice una pequeña junta con su madre, una mujer de mediana edad, realmente no aparenta los treinta y cinco años que tiene, con su cabello negro brillante hasta los hombros, sus ojos color café irradian una juventud que no quiere dejar su cuerpo, esbelta y con linda figura,  se nota a leguas que se ejercita al menos una vez a la semana. Desafortunadamente ella no tenía el tiempo suficiente, pero me dijo que en la tarde podría ir a su casa, me dejó su dirección y amablemente se despidió de mí.

Al terminar las clases tuve que pasar al súper mercado porque en el transcurso de la mañana había rasgado mis medias con la puerta del salón así que fui a comprar un nuevo par porque no me gusta andar sin pantimedias. Al llegar al súper fui de inmediato a la sección de ropa femenina, busque el cubículo de pantimedias y escogí unas Hanes estilo Sheer-to-Waist color azul marino, las pagué, me dirigí al baño, ya adentro, abrí el paquete y me dispuse a ponérmelas. Como siempre, enrollé la pierna izquierda de la pantimedia, introduje mis dedos, esa sensación que da al ponértelas aun me encanta, por eso no dejo de usarlas, subí despacio la pierna para no rasgar mi nuevo par, desafortunadamente me ha pasado varias veces y no me doy cuenta hasta que alguien me avisa que la media se me corrió, pero esta vez no hubo problema alguno, ya con esa pierna a la mitad, enrollé la pierna derecha de la misma manera e hice lo mismo que con la anterior, ya que estaban las piernas al mismo nivel, las subí con delicadeza, hasta envolver mis caderas y mi trasero, abajo en las piernas las estiraba para que no quedara ninguna arruga y se vieran radiantes.

Ya conforme por como quedaron mis pantimedias nuevas, salí del baño y ahora sí, fui a casa de la señora Nava. El camino fue un poco largo ya que tuve que dar muchas vueltas por el tránsito, pero al fin llegué. Toqué la campana que tienen, esperé respuesta.

Me abrió más o menos un minuto después de tocar, traía la misma ropa que usaba e la mañana, un vestido rosa con estampado floral, un saco color salmón, también traía medias, las suyas eran color blanco, con zapatos de tacón cuadrado color salmón también.

-Maestra Acosta- respondió con voz alegre y vivaz-. Pase por favor, estoy haciendo té, así hablamos más a gusto.

-Señora Nava, debemos hablar sobre Viviana, realmente me preocupa- dije con tono amable.

Me tomó del brazo gentilmente y me introdujo a su casa, cerró la puerta y me señaló la sala donde tomaríamos el té. –Ahí maestra, por favor, tome asiento, en seguida le traigo su té.

Me acerqué a la sala, no sin antes ver todos los cuadros y fotos que estaban en las paredes, me senté, incliné las piernas hacia la izquierda, de esa manera es como siempre me acomodo.

En unos cuantos segundos escuché el silbido de la tetera, el agua estaba hirviendo, así que pronto vendría la señora Nava con las tazas de té.

-Aquí está, maestra, lo hice de canela-. Colocó la charola con las tazas y la azucarera en la mesa de centro, sin dejar de sonreír y sin apartar la mirada de mí, se dispuso a servir el té.

-¿Cómo le gusta maestra, con una o dos cucharadas de azúcar?- Me preguntó mientras servía el té en mi taza.

-Dos, por favor- Le respondí amablemente, pero en mi interior sabía que algo no estaba bien.

Mientras tomábamos el té, creí ver a la señora Nava observarme detenidamente las piernas, pero al parecer era mi imaginación, así que no le di mucha importancia, además, ¿qué mujer no observa a otra mujer en busca de imperfecciones o algún objeto de moda que le atrae? Ya sin más pretextos, le dije a la señora Nava lo importante que era para mí abordar el tema de su hija, ya que me preocupaba mucho.

-Señora Nava, me preocupa mucho Viviana, siempre ha sido de las mejores alumnas y últimamente ha sacado malas calificaciones-. Le dije con un marcado tono de preocupación. -Si sigue así tendré que ponerle cinco en el bimestre-. Fue una decepción ver que a la señora García no le importó mucho escuchar que le pondría mala calificación a su hija.

-Maestra, discúlpeme, no la escuche, es que, al ver sus piernas no pude evitar ver que trae pantimedias brillosas y esas me gustan mucho-. No podía creer que a ésta señora le llamaran más la atención mis medias que la calificación de su hija.

-Ehh… Sí… Señora Nava, son sheer-to-waist, pero eso no es lo importante, las calificaciones de su hija están en juego-. Le respondí indignada esperando que ella me dijera que se trataba de una broma.

-¿Me podría decir que marca son, por favor? Verá es que a mi esposo no le gusta que use pantimedias, pero a mí me encanta, así que aprovecho para saber que marca usan las otras mujeres-. Respondió con un tono algo infantil, eludiendo mi comentario de nuevo.

-Señora Nava, ¿está poniendo atención? ¿Acaso no le importa su hija?-. Le pregunté ya con tono serio, esperaba que me dijera que todo era una broma y pronto abordaríamos el tema de Vivi.

-¡Ay, discúlpeme maestra!, sí le estoy poniendo atención, lo que pasa es que mi esposo trabaja todo el día y yo tampoco estoy en casa porque tengo mis clases de pilates, de inglés y de cocina- Dijo con ese tono infantil de nuevo. –Cuando llego a casa, ya estoy muy cansada y Vivi no se acerca a mi ni para pedirme un Kleenex-.

-Ese no es pretexto para desatender a su hija, si no son necesarias todas esas actividades, debe dejar de hacerlas y dedicar más tiempo a su hija-. Ya un poco desesperada me levanté y comencé a caminar hacia la puerta.

-Maestra, por favor, espere-. Noté el cambio de voz de la señora Nava, al parecer ahora sí me explicaría por qué le hace eso a su hija. –En realidad todo está bien con Vivi, fue mi idea que empezara a sacar malas notas, todo lo hice para llegar a este momento-. No entendí al principio lo que quiso decir, pero siguió con su explicación. –La noto confundida, y es natural, permítame explicarle: Mi esposo tiene años que no me toca, básicamente es la edad que tiene Vivi, nueve años, no sabe lo frustrante que es, ya intenté muchas cosas, llegué al extremo de levantarme desnuda y andar así durante el desayuno, ¿sabe lo que hizo él?, tomó su periódico, se sentó en la cocina a leerlo, tomó su café y se salió al trabajo porque ya tenía prisa.

Al escuchar su explicación creí estar soñando, sus palabras no me daban crédito, debido a la confusión solo pude quedarme ahí de pie, al intentar responder lo único que pude decir fue un murmullo, ella se levanto al escucharlo, puso su dedo índice en mis labios y calló hábilmente mi intento de hablar.

-Shh, maestra, por favor, solo le pido que escuche. Ya no aguanto ni un segundo más, sé que soy heterosexual, pero cuando la conocí a usted he tenido muchas fantasías, tantas… Sobre todo porque a usted siempre la veo con su uniforme tan pulcro, ¿sabe que es lo que más me gusta de su uniforme?, sus medias, siempre me ha gustado usarlas, no me llamaban la atención cuando otras mujeres las usan, hasta que la vi a usted, fueron la gota que derramaron el vaso.

Después de decir eso, acarició mi mejilla derecha, me observó detenidamente unos segundos, no pude hacer nada, estaba petrificada. Acarició mi cabello, bajó su mano lentamente, acariciando mi brazo izquierdo, hice un pequeño espasmo al sentir su mano recorrer mi brazo hasta llegar a mi mano, la tomó suavemente, la inspeccionó como un pequeño bebe que recién descubre el mundo, la soltó delicadamente, hizo un movimiento horizontal con su mano, colocó su mano en mi abdomen, de nuevo un espasmo hizo su aparición, acarició mi abdomen de lado a lado tres veces, más lento esta vez, la movió a mi costado derecho, después bajó su mano, completamente extendida iba acariciando mi cadera, sentía sus dedos estirados acariciando parte de mi glúteo izquierdo, conforme bajaba, sentía como la cerraba acariciando mi muslo, comenzó a acariciarlo con movimientos circulares, lo rodeaba con rápidos movimientos, siguió bajando su mano, con todos sus dedos apretó un poco mi rodilla, la pellizcó, estirando un poco el suave nylon de mis medias, lo soltó, dándome el característico golpe de la tela, se hincó y volvió a tomar mi pierna, acarició mi espinilla de arriba a abajo, apretándola un poco, movió la mano en seguida comenzó a apretar mi pantorrilla y a acariciar también de arriba abajo, ya hasta abajo, acarició mi tobillo, y suavemente acaricio el empeine del pie y terminó su inspección dando un golpecito a la punta de mi zapato.

Se levantó de nuevo y antes que pudiera hacer algo, tomó mi cabeza entre sus manos, la inclinó un poco y lo inevitable sucedió, con un beso sensual terminó su cometido. Cerré mis ojos por un instante, muchas cosas pasaban por mi cabeza, la principal era que eso no estaba pasando y que solo era un sueño, pronto despertaría y eso acabaría como un sueño húmedo, pero no era así, su lengua moviendo la mía me hacía entrar en razón que todo era real, abrí los ojos y la aparté.

-Señora Nava, por favor…- Me interrumpió de nuevo poniendo su dedo en mis labios.

-Llámame Fabiola, linda- Dijo con una voz suave y de nuevo me besó, con su mano derecha comenzó a acariciar mi espalda y fue bajando, se concentró en mi trasero, acariciándolo con movimientos circulares variando de lentos a rápidos, pero cuando menos lo esperé, alzó mi falda y metió su mano, apretando mi nalga izquierda.

Solté un gemido que no fue muy sonoro debido a que Fabiola no dejaba de besarme, al escucharlo, ella con su otra mano, agarro mi nalga derecha y también la apretó, me sentía indefensa, no podía creer que una mujer, sobre todo la madre de una de mis alumnas estuviera besándome y tocando mi trasero.

Sin previo aviso, de un jalón rápido y fuerte, alzó mi falda, aun besándome, y con sus manos cerca de mi trasero, las apartó y con un golpe rápido pero no muy fuerte, comenzó a nalguearme con ambas manos, pareciera que estaba aplaudiendo, incluso llevaba un ritmo que me hipnotizó y no pude hacer más que dejarme someter. Después de cinco o seis nalgadas, dejó caer mi falda de nuevo, dejó de besarme, y con una mirada sensual, colocó su dedo de nuevo en mi boca, lo fue bajando, pasó por mi cuello, bajó a mis pechos, en mi abdomen hizo un pequeño círculo como si indicara donde estaba mi ombligo, se hincó despacio, bajando su dedo por mi falda.

Lentamente la subió, contemplando detenidamente lo que había debajo, puso su mano en mi muslo izquierdo y la fue subiendo, colocándola con cuidado en mi ingle, con la palma para arriba, cerré mis ojos y esperaba sentir las caricias que imaginaba, pero en cambio escuche su voz con tono sorprendido.

-¡Carla, eres muy traviesa! No te pusiste pantaletas porque venías a verme, ¿no es así?-. Negué con la cabeza y con la voz entrecortada respondí: -No Fabiola, tuve un accidente en la escuela, mis otras medias se rasgaron y fui al súper a comprar otras, cuando me las quité, debí hacerlo con todo y pantaletas y sin querer las tiré a la basura con las medias. Volteé a verla hacia abajo, y pude ver una pícara sonrisa en su rostro y después me preguntó: -¿Puedo tocarte aquí debajo a través de tus medias?- Mirando hacia arriba esperaba mi respuesta. Observándola y sin pensarlo asentí con la cabeza, después alcé la cabeza y la vista, solo esperaba sentir su mano acariciarme. Movió su mano hacia mi vagina, primero la colocó firmemente, abarcando la costura de la pantimedia, apretó un poco varias veces, como quien inspecciona fruta en el mercado antes de comprarla, después, lentamente acarició mi vagina suavemente, de adelante hacia atrás, esa sensación me hizo estremecer, me temblaron las piernas, un escalofrío recorrió mi cuerpo, los nervios estaban al máximo, mi respiración se aceleró, escuché un golpe que venía del patio y di un pequeño salto por lo nerviosa que estaba.

-Tranquila Carla, si tienes nervios por que nos descubran, no será así, mi marido llega hasta la noche y Vivi me pidió permiso de ir a casa de su amiga y su papá pasará a recogerla, tenemos hasta las nueve de la noche para jugar-. Soltó una risa pícara y continuó acariciando mi vagina, esta vez volteó su mano y con el dorso de la mano comenzó a frotarme cada vez más rápido con movimientos intermitentes.

-Sí, está bien- Fue lo único que pude decir debido a la extraordinaria sensación que tenía en esos instantes, sinceramente ya había olvidado toda moral, no me importaba estar con ella, solo quería volver a besarla, desnudar ese cuerpo tan hermoso, acariciarlo, comerlo a besos…

Comenzó a mover su mano lentamente y de pronto dejó de moverla, volvió a apretarme, esta vez más fuerte y por más tiempo. Dio una suave palmada y para terminar jaló del puente de la pantimedia, y lo soltó, dándome éste un ligero golpe húmedo. Se levantó, con su mano izquierda comenzó a desabrocharme el saco, mientras, me mostró su mano derecha. –Mira linda, dejaste mojadita mi mano, ya sabrás como dejaste tus pantimedias-. Dijo mientras balanceaba su mano frente a mis ojos. La acercó a mi nariz, tenía ese olor agridulce que ya conozco, puso sus dedos en mi boca, instintivamente los lamí, presionó más y comencé a chuparlos, succionando todo mi jugo de cada dedo.