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La dama y el vagabundo

en Zoofilia

La junta se había demorado más de lo que esperaba, pero el asunto había sido resuelto satisfactoriamente. Jessica fue a su oficina y recogió sus cosas, se puso su saco color azul marino y su gabardina negra encima, eran los últimos días de octubre y el ambiente frío ya era cosa de todos los días. El conserje del piso la acompañó hasta el elevador y se despidió con su característica broma inocente acerca de su paga.

La campana del elevador sonó indicando que había llegado a la planta baja, se abrieron las puertas, Jessica vestía su coordinado azul marino de mini falda y saco que recién había comprado, blusa blanca, medias negras y tacones azul marino, su cabello estaba recogido en una cola de caballo alta, pero aun así, su cabello llegaba a media espalda. Con una cara algo redonda y ojos grandes y expresivos, labios un poco delgados y pintados de un rojo intenso, la belleza de Jessica la hacía una mujer muy deseada por muchos hombres, pero desde que su marido había muerto, ella ya no tenía interés alguno en hombres o mujeres. Su piel blanca y ojos azules resaltaban mucho debido a su negro cabello, que brillaba debido a los focos del lobby al salir del elevador.

Se acercó al guardia de seguridad nocturno y le pidió una taza de café, charlaron un poco sobre la empresa y cosas sin mucha importancia: la familia, la época del año, la pronta llegada de la navidad y de cómo los comercios ya tenían las tiendas llenas de mercancía navideña desde hacía un mes. Habiendo casi terminado su café, Jessica se despidió del guardia y se retiró.

Los tacones retumbaban un poco debido a las calles solitarias,  su edificio se encontraba un poco apartado de la zona comercial del centro de la ciudad, así que debía recorrer siete cuadras antes de llegar a la estación del metro más cercana. Tenía dos autos, pero una vez a la semana le gustaba irse en el transporte público. Para quitarse un poco los nervios se detuvo, miró hacia ambos lados de la acera por precaución y abrió su bolso, sacó una cajetilla de Lucky Strike y sacó un cigarrillo, metió la cajetilla y sacó su encendedor Zippo que su marido le había regalado. Dando una chupada a su cigarrillo se sintió un poco más relajada, aún más al expulsar el humo.

Los tacones seguían sonando, ahora un poco mas fuerte debido al apurado paso de Jessica, le habían dado ganas de orinar, el frio y el café no le ayudaban, miraba hacia el suelo para concentrarse, pero era inútil, recordó que durante la junta había bebido sólo agua, el aire que pegaba en su cara y piernas  le hacía sentir más la necesidad de usar un baño, pero no había ningún establecimiento abierto cerca de ahí, se detuvo y miró su reloj, que estaba colocado en la parte baja de la muñeca derecha, faltaban veinte minutos para las once, dio el último trago a su café que no había tomado desde que salió del edificio y se acercó a un bote de basura fijo que simulan ser de esos viejos botes de principios del siglo XX, volteó hacia atrás como si algo la llamara y vio el callejón que durante el día sirve para que los comerciantes pongan su mercancía.

Volteó hacia ambos lados de nuevo, al asegurarse que ninguna persona estaba cerca se dirigió al callejón y lentamente, tratando de hacer el menor ruido se adentró en él. Asomó la cabeza un poco para lograr encontrar un buen lugar, volteó hacia la salida del callejón y al estar segura que se encontraba sola, disimuló un poco, mientras colocaba su cigarrillo en la boca y le daba una bocanada. Dejó caer su vaso y disimulando, subió un poco su falda, de pronto recordó la gabardina que tocaba el suelo, tanta cautela era innecesaria, terminó de subirla y bajó sus medias hasta las rodillas, en seguida bajó su pantaleta de encaje negro hasta la mitad de sus muslos, abrió las piernas y se puso en cuclillas, debido a que era mucha la urgencia, abrió con los dedos de su mano izquierda sus labios inferiores y se dispuso a orinar. El chorro transparente salía poco a  poco, para evitar mojar sus medias controlaba su esfínter para que no llegara muy lejos, el vapor se elevaba debido al contacto de la orina con el frio concreto, que ya estaba húmedo y reflejaba la luz de los faros nocturnos del callejón, se movió un poco ya que el chorro salpicaba un poco, ya que sentía que su vejiga se vaciaba, apretó el esfínter un chorro un poco más potente salió, se sintió relajada y apretó dos veces más para que saliera toda la orina.

Se acopló un poco y buscó rápido en una de las bolsas de la gabardina, ella siempre guarda servilletas de papel en sus bolsillos, sacó un par y se las colocó en su vagina un poco húmeda, se secó y frotó hacia adelante para eliminar todo residuo de orina que hubiera quedado. Debido a la situación se dejó la servilleta y al ponerse de pie subió su pantaleta al mismo tiempo, comenzó a subir sus medias y bajó su falda. Se le había nublado la mente debido a lo que recién había hecho y un poco avergonzada vio el charco que había dejado, volvió a dar una bocanada al cigarrillo que ya casi se consumía por completo, lo escupió en el charco y soltó el humo, mientras hacía esto escuchó una voz rasposa que le decía: - Es usted una señora muy sucia-. Jessica volteó sorprendida y con los ojos muy abiertos, completamente roja de la pena y balbuceo algo inentendible.

Vio a un tipo robusto, algo sucio, con una gorra cuya tela en la visera estaba deshilachada,  chamarra de piel marrón, barba descuidada y una cara que solo su madre podía querer. El tipo se encontraba recargado con un aire un poco orgulloso en el poste del faro más cercano, sus brazos cruzados y una notoria sonrisa, se incorporó y avanzó hacia ella. La reacción de Jessica fue inmediata pero cautelosa, lentamente se iba alejando, pero fue inútil, el tipo echó a correr y ella tropezó al intentar hacer lo mismo.

Casi cae, pero no fue así, logró correr pero fue en vano, el callejón no tenía salida, pronto vio el muro que le privaba la libertad que tanto necesitaba en ese momento. Volteó rápidamente y con aire desesperado logró hacerse de un madero de una caja que estaba cerca. El hombre dejó de correr y caminó lentamente hacia ella, seguro de su presa, sonrió al ver que Jessica intentaría defenderse, cosa que le excitaba aun más. Instintivamente abrochó su gabardina y al tener cerca al hombre lanzó un palazo, fue inútil. El hombre bloqueó el golpe con su brazo derecho y gracias a la chamarra no le hizo mucho daño, el madero se hizo astillas, pero gracias a ese momento de distracción Jessica logró escabullirse hábilmente por un lado del hombre, tropezó de nuevo y esta vez calló de costado, uno de sus zapatos voló, lo sintió golpear su brazo y lo vio rebotar cerca de un montoncito de basura. Intentó incorporarse rápidamente, pero no lo logró, sintió las ásperas manos del hombre sujetar sus tobillos, gritó, pero nadie escucharía sus gritos.

Intentaba dar patadas, pero la fuerza del hombre era tal que casi no podía mover las piernas, la jaló y ya cerca de él, comenzó a tocar su trasero debajo de la gabardina.

De pronto, un perro grande salió de unas cajas que estaba detrás de ellos, comenzó a gruñir y el hombre volteó a verlo, era enorme, no era de raza, se asemejaba a un lobo y al mostrar los dientes era muy amenazante, el hombre intentó patearlo, pero el perro sin ningún problema esquivo la patada, el hombre perdió el equilibrio debido a esto, el torpe, en su excitación por violar a Jessica, no la había soltado, el perro se lanzó hacia él y le mordió la parte trasera del muslo, y ya que tenía pantalones de tela y no de mezclilla, la mordedura fue intensa. El perro sacudía la cabeza como si tratara de matar a una presa, el dolor que sentía el hombre era horrible, olvido todo y se echo a correr cuando el perro lo soltó por un instante.

Jessica yacía inmóvil en el piso, cubriendo con sus brazos su cabeza para que el perro no la lastimara, pero al notar un silencio, volteó a ver. El perro estaba sentado cerca de su zapato, moviendo la cola y con una actitud completamente diferente, Jessica se sentó también para asimilar lo que acababa de suceder. Volvió a sacar un cigarrillo, y comenzó a fumarlo, vio sus piernas, las medias estaban rotas, sacudió la suciedad de su gabardina y vio los pequeños raspones en sus manos al llevarse el cigarrillo a la boca, se puso de pie y le dio un poco de miedo el perro, pero se acercó a él y tomó su zapato, se lo puso y aun agitada se asomo para asegurarse de que el hombre ya no estaba ahí.

Salió del callejón y notó que el perro la seguía, intentó asustarlo, peor pensó que si no hubiese sido por él, en este momento ella estaría siendo violada, dejó que la siguiese hasta donde el perro tuviera gana.

Después de quince minutos, dobló en una esquina y vio las luces de los negocios que estaban ahí, y la estación del metro que estaba no muy lejos, bajó las escaleras y un policía al verla en esas condiciones le preguntó si se encontraba bien. –Sí, estoy bien oficial, como se me hacía tarde tropecé y caí cuando me dirigía hacia acá, no se preocupe-. El guardia le dijo que ya casi el servicio terminaría y que debía apurarse para llegar al andén.

Corrió un poco y colocó su tarjeta para que el torniquete le diera el pasó, el perro corrió detrás de ella también y se escabullo debajo del torniquete. Jessica llegó a tiempo, la bocina del tren del metro sonaba anunciando que pronto partiría, volvió a correr y logró entrar a tiempo.

El perro también entró y Jessica lo vio, no le dio mucho interés, se fue a sentar, debido a la hora, el tren estaba casi vacío, el perro la siguió y se sentó con cierto aire orgulloso junto a ella, los pocos pasajeros lo vieron y sonrieron un poco. Una chica de unos dieciséis años se le acercó y le preguntó cómo se llamaba y cómo hizo ella para que lo dejaran pasar: -Se llama Geroi y el pillo siempre me sigue cuando salgo del trabajo, pero esta vez fue muy lejos y entró al metro-.

-¿Qué significa su nombre?-. Preguntó la chica mientras acariciaba la cabeza del recién bautizado Geroi.

-Significa Héroe en ruso y créeme, le hace honor a su nombre-. Dijo Jessica con voz un poco quebrada.

La chica se bajó en la siguiente estación, despidiéndose con un ademan de Jessica y de Geroi. Faltaban tres estaciones para que Jessica se bajara y mientras dejó que Geroi se acostará a sus pies, sentía la calidez de su cuerpo en sus pies, el peso no le importaba. Llegaron, le dijo que se levantará y el así lo hizo, salieron del vagón y Geroi seguía a Jessica orgullosamente. Al salir de la estación del metro, abordó un taxi para que la llevara a su casa que ya no estaba lejos, Geroi pensativo observó el taxi y al oír a Jessica sin dudarlo subió también.

No tomó más de diez minutos el viaje, Jessica pagó y ambos se bajaron del taxi, abrió la puerta de su casa, con algo de dificultad ya que era algo vieja, una gran puerta arqueada de madera, empujó fuerte para abrirla, dejó entrar a Geroi y cerró con llave. Una vez dentro, Geroi corrió en el pasto del jardín que era grande, parecía que nunca había visto el pasto, Jessica siguió el camino de roca que guiaba hacia la casa que se encontraba al fondo. Al entrar a casa, Jessica fue de inmediato a la cocina y le dio algo de comer a Geroi, lo acarició y le dio las gracias por salvarla.  Subió a su habitación y se desplomó en su cama.

Despertó a los cinco minutos, llamó a su secretaria y le dijo que al día siguiente no podría ir a la oficina, sin dar explicaciones colgó el teléfono y volvió a dormir.

Durante toda la noche tuvo sueños acerca del incidente, no logró conciliar bien el sueño y despertó a las seis de la mañana algo confundida, se quitó la gabardina que aun tenía puesta, fue al baño y se echó un poco de agua en la cara, se bajo las medias, esta vez con todo y pantaleta y se quitó la servilleta que se había dejado en la noche, notó que la servilleta estaba muy húmeda cuando la tiró en el excusado.

De pronto comenzó a tener pensamientos indecorosos, se imaginaba sometida por aquel hombre, siendo embestida por él, se imaginaba a otra persona rápidamente, esta vez era un joven que recién entró a trabajar a su empresa, de inmediato cambió por su esposo, fallecido hace cinco años, no podía creer lo que imaginaba, pero cuando se dio cuenta, estaba boca abajo, alzando el trasero y tocándose intensamente, aun con la ropa puesta, con una mano comenzó a desabrochar su saco, se inclino para quitárselo, hizo lo mismo con la blusa y desabrochó hábilmente su brasier, bajó sus medias con todo y pantaletas hasta los tobillos, se quitó la falda y volvió a tocarse intensamente.

Metía sus dedos, masajeaba su clítoris mientras seguía pensando en situaciones en la que era forzada a tener sexo, debido a la muerte de su esposo, hacía años que solo obtenía placer masturbándose ya sea con sus manos o con juguetes pero no era suficiente, ella quería lo real, sentir el calor de otro cuerpo y por supuesto, un pene caliente y pulsante también. Tanta fue su excitación que no se percató de que Geroi había entrado a su habitación y estaba viéndola atentamente y con una mirada curiosa y un tanto inocente. Se acercó a olerla, olfateaba el aire, por una extraña razón llamaba su atención, se acercó más y olfateó inocentemente entre sus piernas, su nariz fría y húmeda alarmó a Jessica que, con un salto volteó hacia atrásy vió a Geroi que comenzaba a mover su cola.

-¡¿Qué estás haciendo?! ¡Vete de aquí!-. Jessica regañó a Geroi, pero él no entendió. Se levantó, se quitó los tacones, las medias junto con las pantaletas y entró en el baño, abrió la llave de agua caliente de la regadera y llamó a Geroi. Ella salió rápidamente y cerró la puerta, bajó y abrió una pequeña alacena donde tenía las cosas que hace años no utilizaban, encontró el jabón antipulgas de su mascota anterior y subió rápidamente de nuevo, Geroi gemía por estar encerrado, Jessica abrió lentamente la puerta y al ver que Geroi asomaba su hocico, lo calmó poniendo su mano cerca de él, la regadera echaba vapor y con cuidado abrió la llave del agua fría, pasados unos instantes, el vapor era menos y el agua estaba tibia. Agarró fuerte a Geroi y lo metió a la regadera, él hizo todo lo posible por salir, pero Jessica cerró la puerta de cristal al entra, Comenzó a untarlo con el jabón, tan fuerte como podía, notaba el agua con un tono chocolatoso debido a la mugre que salía de Geroi, sin detenerse untó a Geroi por todas partes tan fuerte como podía, después de veinte minutos, el agua ya no era más en tono chocolate y comenzó a bañarse ella, colocó el jabon del perro en el alféizar de la ventana del baño y tomó un zacate para untar el jabón regular en él. Geroi no dejaba de sacudirse al sentir el agua caer en su cuerpo, Jessica al final echó un poco de shampoo a Geroi y ese rico olor quedó impregnado en él.

Terminado el baño, salieron ambos, Geroi se sacudió varias veces salpicando a Jessica, ella tomo su toalla y se secó el cuerpo, se la colocó en el torso y dejó salir a Geroi, quien iba directo a la cama para subirse, pero un pequeño gruñido de Jessica le hizo detenerse casi de inmediato. Jessica tomó una pequeña toalla y se la puso en la cabeza, le dijo a Geroi que la siguiera, en un closet viejo que había en otra habitación tomó una vieja toalla y con ella secó a Geroi.

Ya estando más seco, Geroi siguió a Jessica a la cocina, ella puso a calentar agua para su café, del refrigerador sacó un poco de pollo rostizado que había comido el día anterior y lo calentó en el horno de microondas, ya tibio, lo cortó y desmenuzó para así poder dárselo a Geroi, buscó un plato grande de plástico y lo puso en el suelo, Geroi esperaba impaciente detrás de ella, al ver que al fin dejó caer el pollo en el plato y comenzó a comerlo rápidamente.

Jessica preparó su desayuno y se sentó a la mesa. Mientras desayunaba, los pensamientos sucios volvían, pero esta vez como de una película se tratará, veía pequeños flashazos y en ellos estaba la cara de Geroi.

Eran ya las ocho cuarenta y cinco, ese día hubo algo de sol, mientras Jessica peinaba el pelaje de Geroi para que quedara radiante, seguía teniendo imágenes de él, ahora copulando con perras. Sacudió la cabeza y ese pensamiento se fue. Dejó salir a Geroi al jardín y ella entró a ponerse algo de ropa, de nuevo en la habitación vieja, esculcó un poco y encontró un viejo jersey de Dan Marino que pertenecía a su esposo, dejó caer la toalla, se quitó la de la cabeza y se puso el jersey.

Salió al jardín y vio como Geroi jugaba incansable. Decidió que ese día no saldría de casa a menos que fuera una emergencia. Se recostó en el pasto y Geroi de inmediato fue hacia ella. Con un poco de sueño aún, cerró los ojos y dormitó unos minutos, en su sueño imaginó a Geroi con su pene erecto y se despertó de inmediato. Pero esta vez, al ver a Geroi, sintió un nerviosismo indescriptible, su respiración se agitó, el corazón se aceleró, empezó a temblar un poco, no por el frio que era poco el que se sentía esa soleada mañana, se levantó casi de un salto y entró a la casa, cerró la puerta y se recargó en ella. Seguía agitada, trató de ordenar sus pensamientos, peor al fin cedió, abrió lentamente la puerta, Geroi no estaba cerca, lo llamó con voz algo quebrada y éste apareció corriendo, entró a la casa y se dirigió a la cocina, Jessica lo llamó de nuevo y lo condujo a su habitación.

Entraron y cerró la puerta, se detuvo un momento y observó a Geroi un instante, se recargó en la puerta y comenzó a tocarse mientras los observaba, arqueó sus rodillas y abrió las piernas, Geroi también la veía con curiosidad, de pronto comenzó a oler el aire de nuevo, ese olor le era familiar.

Jessica no aguantó más y se dejó deslizar por la puerta hasta caer sentada con las piernas abiertas, cerró los ojos y sin pensarlo llamó a Geroi. Él obedeció y curioso comenzó a olfatearla, ese olor solo provenía de una parte de ella y demostrando su buen olfato de inmediato colocó su hocico entre las piernas de ella. Comenzó a lamer y ella gimió, el placer que daba la lengua grande y un poco rasposa de Geroi era enorme, debido a que abarcaba prácticamente toda la vagina de Jessica, la estimulación era completa, daba fuertes lengüetazos, cada vez más profundos, lograba abrir los labios de Jessica casi por completo, al subir estimulaba fuerte y contantemente su clítoris, no paraba de gemir y sus piernas se movían frenéticamente hacia atrás y adelante, como queriendo retroceder, cosa que no podía hacer debido a la puerta.

Al fin sintió llegar lo que tanto anhelaba, apretó los dedos de los pies, con una mano agarró una de las patas de Geroi, con la otra agarro parte de la alfombra el orgasmo había llegado, gritó agudamente varias veces, no podía creer la sensación que tenía, debido a que Geroi no se detenía, el orgasmo se extendió y de inmediato sintió otro. Abrió los ojos sorprendida, gritaba de nuevo y su mirada se perdió por un instante, parecía haber muerto, ya no gemía, la voz se le fue poco a poco y la vista se le nubló. Cerró las piernas y Geroi perdió acceso a la húmeda vagina de Jessica, mientras ella recuperaba el aliento, ordenaba todo en su cerebro, no podía creer que un perro le haya dado dos de sus mejores orgasmos en hacía ya muchos años, con torpeza se levantó y se dio una palmada en la cara.

Quiso ir más allá y sin pensarlo de nuevo, se dejó caer, hincada primero y después apoyando las manos en el suelo. Llamó a Geroi quien volvió a lamer su vagina esta vez por detrás, bajaba y subía su lengua, estimulando la parte inferior de la vagina y llegando hasta el ano, de nuevo el placer era enorme. Dejó caer su cuerpo y colocó sus brazos por detrás, abrió las nalgas para que Geroi tuviera acceso completo a su ano, él seguía lamiendo como si no hubiera futuro, esta estimulación hizo llegar a Jessica al clímax de nuevo, sentía cómo cerraba y abría su ano y cómo la lengua de Geroi tenía acceso a la parte interior de éste.

Súbitamente Geroi dejó de lamer, en una maniobra un tanto torpe, comenzó a montar a Jessica, ella intentó incorporarse para estar en cuatro de nuevo, pero no lo logró, Geroi había arpisionado sus brazos con sus patas. Ágilmente, Geroi comenzó a buscar la vagina, acomodó su pelvis de tal manera que pudiera penetrar fácil y rápido a Jessica, suavemente empujó una vez, su pene estaba saliendo de su prepucio; hacía movimientos coitales y mientras lo hacía su pene salía cada vez más, logró sentir los labios de Jessica y dio embestidas cada vez más fuertes.

Su pene no completamente erecto lastimaba a Jessica, sentía como si alguien la picara con una vara, al fin sintió el pene de Geroi entrar un poco, le incomodaba, pero nada podía hacer. Al sentir la cálida y húmeda vagina de Jessica, Geroi aumentó de nuevo sus embestidas, su pene comezaba a crecer mientras sentía la fricción con la vagina de Jessica, su pene ya entraba cada vez más en su vagina y se hacía más grueso. Al sentir esto, Jessica jaló sus brazos y logro sacarlos de las patas de Geroi, como pudo, se incorporó y comenzó a caminar en cuatro, para intentar zafarse de Geroi, en ese momento no pasó por su mente el solo ponerse de pie, al parecer, inconscientemente Jesscia quería sentirse una perra.

Caminaba gritando un poco mientras Geroi la penetraba cada vez más fuerte, pues sentía que su perra huía a la copula, se agarró más fuerte, de la cintura y penetró más fuerte, su pene, ya completamente erecto seguía entrando y saliendo. Embestía cada vez más fuerte, cuando de pronto Jessica sintió algo enorme entrar, sintió como si le desgarraran las paredes vaginales, notó una diferencia de peso en su espalda, Geroi había logrado meter el nudo pero seguía moviendo su pelvis, Jessica sentía cada embestida, sentía ese nudo moverse rápidamente dentro de ella, la diferencia de peso se debía a que Geroi había logrado montar casi todo su cuerpo encima de Jessica, Jessica volvió a dejar caer el torso, cansada de moverse en círculos por la habitación, y por las embestidas brutales de Geroi.

Al caer, levantó su trasero de nuevo y Geroi, aun se movía, poco a poco dejó de hacerlo y quedaron anudados, Jessica metió una mano por debajo y logró sentir el nudo dentro de ella, se sobaba ya que no soportaba mucho el dolor, pero sorprendentemente para ella, ese dolor pronto desapareció y se convirtió en puro placer. El jadeo de Geroi la excitaba más, comenzó a estimular su clítoris y sintió como un orgasmo llegaba, pero desafortunadamente, Geroi comenzó a zafarse, logró apoyar sus patas delanteras en el piso y poco a poco se fue zafando de Jessica, el orgasmo se alejó y un dolor desconocido para ella comenzó a llegar. Cada vez jalaba mas y Jessica gritaba de dolor, por momentos Geroi dejaba de jalar, cosa que aliviaba a Jessica, pero no pasaba mucho tiempo cuando Geroi volvía a hacerlo, al fin jaló de manera constante y su pene comenzó a salir, esto hizo gritar mas a Jessica, llorando de dolor le imploraba a Geroi detenerse: -¡NO GEROI, POR FAVOR DETENTE! ¡YA NO, NO JALES!

Ella imploraba, pero fue en vano, ya que Geroi no entendía, siguió jalando y al fin su pene salió con sonido similar al descorche de una botella de vino. Jessica gritó casi a todo pulmón y dejó caer todo su cuerpo, lloraba y se quejaba mientras movía las piernas y se revolcaba en la alfombra, pero para su fortuna, ese dolor no duró más de dos minutos, pero para ella fueron como dos horas. Seguía quejándose, mientras se incorporaba poco a poco, su vista nublada por el dolor regresaba a la normalidad, pudo ver a Geroi recostado y lamiendo su pene, al ver el tamaño de éste, se sorprendió, sobre todo por el nudo. Se acerco arrastrándose a Geroi y apartó su cabeza, quería tocar ese enorme pene que cuando esta fláccido no sorprende a nadie.

Lo agarró, completamente húmedo comenzó a frotarlo, seguía saliendo líquido preseminal de él y seguía palpitando, lo sintió bien, era grueso y algo duro, pero la punta era suave, lo tomó desde la punta y lo frotó suavemente hasta llegar al nudo, abrió la mano y lo sintió también, apretó un poco, era duro y esponjoso, como una pelota nueva de esponja. Ya había olvidado el dolor en su vagina y comenzó a mover el pene de Geroi como si fuera un juguete. Cruzó por su mente un pensamiento, el mamárselo, pero no lo hizo. Se puso de pie, con las piernas temblorosas y de nuevo sintiendo el dolor en su vagina, se sentó al pie de la cama, no podía creer lo que pasó, sacudió la cabeza un poco. Después de asimilar la situación, acarició la cabeza de Geroi y le dijo: - De ahora en adelante serás el semental de mami-. Con una sonrisa disimulada, Jessica descubría su fascinación por el sexo inter especie y el enorme placer que da.