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Despertar zoofílico de una madre incestuosa joven

en Zoofilia

Hola a Tod@s:

Como les comenté en el pasado relato (Despertar incestuoso de una madre joven 5; sección Amor Filial), una vez salí del teatro porno Esmeralda Pussycat de Bogotá, con mi chochita hirviendo, y mi cuerpo y mente pidiéndome que me debía derramar sobre la verga de mi hijo Marcel, me dirigí a mi apartamento de Bogotá. Por las calles donde pasé en el carro, sobre todo en los semáforos, hacía todo lo posible para que los transeúntes y los pasajeros de los buses pudieran observarme, para lo cual me subí aún más mi vestidito hasta prácticamente dejar ver mi cuquita, a ratos no quería llegar tan rápido al apartamento, quería dar espectáculo a gente que no me reconociera, pero que supieran que no era un accidente, que era una puta en celo buscando vergas.

Me dirigí al parque cercano al apartamento y al bajarme comencé a caminar lo más sexy que podía, relamiendo mis labios y dejando que el aire frío entrara entre mi piernas y bajara un poco la temperatura que reinaba en esa zona de mi cuerpo casi desnudo. Las parejas que estaban allí, se besaban apasionadamente y simplemente me miraban cuando me senté en la silla, subí la pierna derecha sobre mi pierna izquierda y estiré una poco la faldita que llevaba encima, pero no mucho para poder observarme mis bien torneadas piernas, mi entrepierna…mi chochita rasurada…. y cerrando los ojos me recosté hacía atrás, elevé mi culito de la silla apoyándome en los tacones de mis zapatillas. Apenas abrí los ojos de nuevo comencé a ver otro espectáculo que marcaría mi vida sexual, al igual que lo hizo la culeada de Andrea y Marcel en la casa campestre de Guasca, una perra en celo estaba siendo asediada por unos cuantos canes que peleaban entre ellos por ser el afortunado, al fin un perro grande (no sé de razas de estos animales, únicamente distingo los pastores alemanes, los dóberman y los pequineses), prevaleció sobre los demás y a pesar de que ya era noche, la iluminación del parque me dejó ver cómo un gran cilindro de color rojo ingresaba rápidamente a la parte trasera de la perra y cómo el perro la penetraba y sacaba muy rápidamente hasta que al cabo de unos pocos minutos se quedaron pegados. Entonces, me retiré hacia el carro nuevamente, no sé si me seguían observando o si los perros habían atraído también la atención de mis compañeros de parque, pero ya no me interesaba, necesitaba ir a mi apartamento cuanto antes, aunque no se me quitaba de mi mente la verga del perro entrando y saliendo de la parte trasera de la perra.

Al llegar al garaje del apartamento recibí una llamada en mi celular que me cayó como un baldado de agua fría, era Marcel: “Mami hoy no podré llegar a dormir al apartamento, iremos a una fiesta con Andrea y una amigas a una discoteca…”. Ni modo, me tocaba quedarme con las ganas…así me hiciera una paja en nombre de mi hijo. Dejé estacionado el carro y volví a regresar al parque, a buscar en qué distraer mi hambre de sexo…pero y la verga de mi adoración y la única sobre la que quería derramarme? Ya al día siguiente lo resolvería, esta noche lograría el orgasmo que tanto necesitaba, sin importar cómo, dónde y con quien. Cuando llegué de nuevo al parque, ya deberían ser como las 10 de la noche y la mayoría de las parejas y visitantes se habían marchado, solamente quedaba la jauría de perros y la ya satisfecha perra que momentos antes había sido cogida por aquel perro enorme…Dios mío que me estaba pasando hoy? Por qué mi necesidad de sexo a cualquier precio olvidando casi por completo el objeto de mi adoración (la verga de mi hijo Marcel)?.

Me volví a sentar en la misma silla de antes, muy cerca de los perros que aún quedaban allí. Había uno de esos que salen en la película 101 dálmatas que se acercó al sitio donde me encontraba, lo saludé cariñosamente con un “hola perrito lindo…chito….chito perrito lindo”, le estiré mi pierna izquierda, la husmeó y me la lamió…sentí la aspereza de aquella lengua canina sobre mis medias veladas y quitándome la zapatilla de mi pie derecho hice algo que realmente nunca olvidaré: se la pasé muy delicadamente por la parte baja del vientre del perro y la llevé hasta contactar la parte del pene…Dios santo qué estaba haciendo!!!!!? No era posible tal aberración!!!!! Esa no era la verga de mi adoración, ni la de un hombre como la que me había comido en el teatro porno, no podía ser!!!!. Me estiré lo más que pude el vestidito que aún llevaba encima y retiré mis piernas de donde las tenía, retrayéndolas hacia la silla y espanté el perro; sin embargo, en ese preciso momento la punta del pene del dálmata asomó por entre el capuchón de pelos blancos y negros que cubrían aquel trocito de carne…esto “disparó” la puta perra que llevo adentro últimamente, me acordé del perro que penetró a la perra hacía un rato en este mismo parque, miré alrededor y ya no había nadie allí, solamente yo y los perros, más uno que otro transeúnte lejano que atravesaba el parque hacia sus destinos.

Agaché mi cabeza sobre mis piernas en busca de un respingo de lucidez mental, de razones que me llevaran a irme de ese lugar…pero lo único que observé fueron mis piernas cubiertas de la seda invisible de mis medias veladas y por entre mis piernas pude observarme mi chochita rasurada, húmeda, sedienta de algo duro que me penetrara, otra vez recordé la perra montada por el perro hace un par de horas…cuando sentí que el dálmata nuevamente se me acercó y lamió mis piernas con su lengua áspera, aunque esta vez ya no tanto, cerré mis ojos y decidí que ese sería mi otro amante esta noche ante la ausencia de la verga de mi Marcel, volví a pasarle mis piernas por la parte externa del pene al perro y esta vez salió de su escondite una verga rojiza, algo delgada pero de un tamaño mucho mayor que el que había observado antes, lo único que quería en ese momento era convertirme en una real perra para satisfacer aquel animal y lograr el orgasmo que tanto necesitaba. Quise cogerle la verga con mi mano por debajo del vientre del perro, pero enseguida se retiró gruñendo...pero enseguida volvió y esta vez trató de montarse sobre mis piernas realizando el típico movimiento de culeo…pero ésta vez fui yo quien lo retiró (pero porque en la distancia vi que alguien transitaba y me podía ver en aquella situación, que ya no era la de una puta como en el teatro, sino la de una pervertida mujer que se creía una perra…aunque realmente eso era lo que de verdad me identificaba en este momento de mi vida).

Afortunadamente el transeúnte siguió alejándose del sitio de mi perversión y volví a sobarle el pene al perro con mi pie derecho desprovisto de la zapatilla…el perro esta vez subió las patas delanteras sobre la silla y comenzó el movimiento de culearse a una perra de verdad…solo que lo retiré una vez más y le cogí la cabeza y se la llevé a mi entrepierna…necesitaba sentir esa lengua áspera entre mis labios vaginales….cuestión que logré, pero una sola lamida (realmente es muy rugosa la lengua y no insistí más); entonces me recosté sobre el espaldar de la silla y dejé que mi culo se soportara en el filo del asiento y que el perro hiciera lo que fuera…ya estaba entregada a ese placer sexual…ya me había exhibido en este mismo sitio hace unas dos horas…aunque haciéndome la que no quería. El perro alzó sus patas delanteras y al apoyarlas sobre mi cuerpo me alcanzó a rasgar el vestidito con las uñas, que afortunadamente no me alcanzaron a herir mi piel. Se las cogí y lo tiré hacia mí y las separé de mi cuerpo…cuando sentí algo supremamente húmedo y cálido entre mis piernas…resbalando por entre mis labios vaginales….como pude le logré dirigir ese miembro hacia mi chochita y logró penetrarme!!!!!!!!...todo eran estrellas en mi mente y las palabras que salieron de mi ser no las podía creer: “cógeme hijito mío…hazme tu peeeerraaaaaa….culéame mi amorcito lindo….no me saque esa cosita rica que me taladra mi chochita rica…..ahhhhh que ricura…”, esa salchicha estaba que entraba y salía a mil por hora, de una forma similar a como el perro se comió a la perra...solamente que esta vez la perra era yo y estaba totalmente transfigurada mental y físicamente. El perro seguía en su culear sin detenerse, su cabeza jadeaba de lado a lado y seguía su contornear teniéndome ensartada...aunque no era la de mi Marcel, así me la imaginaba (a pesar de la buena diferencia en tamaño y que no era normal tanta velocidad….hasta que sentí que me derramaba…estaba gozando de lo lindo con esa salchicha dentro de mi cuquita…Dios mío!!!! Que placer tan grande……no era posible…no se quería terminar aquel orgasmo tan deseado que hubiera sido en el tolete de mi Marcel……para mí fue algo eterno…hasta que sentí unos chorros hirviendo dentro de mi vagina y de un solo empujón lo retiré y espanté de mi lado…me recosté en la silla y allí permanecí por unos minutos totalmente descompuesta, no era posible que hubiera pasado aquello conmigo…no podía ser, santo Dios…qué me había llevado a aquella situación?.

Me levanté, traté de arreglar el vestidito que llevaba puesto, de limpiarme el semen del perro que ya chorreaba por mis piernas, de quitarme los pelos que se habían pegado a mis medias, pero no fue posible…me inundaba el olor a perro y el gran sentimiento de culpa y de crisis personal acerca de lo que había pasado y de lo que, entonces, podría seguir en adelante. Mi obsesión era por la verga de mi hijo Marcel, que me había hecho gozar en la discoteca y que me la quería gozar más seguido en otros sitios, pero NUNCA era la verga de una perro! Qué vergüenza, pero asó había sucedido y lo había hecho conscientemente, sin ninguna señal de alarma que realmente me detuviera antes o durante estos momentos de desesperación sexual que los detonan.

Este hecho realmente lamentable que me ocurrió, lo publico para que si alguien me puede orientar acerca de lo que me está pasando o pasó, lo haga; y, en el mejor de los casos, sirva de experiencia para aquellas que nos encontramos en situaciones similares.

Nota: en los relatos filiales me describo físicamente y los gustos que tengo de ser una puta en celo, los que son detonados por eventos particulares de la vida cotidiana.

Besos,

Marta Patricia

martapatricia1975@hotmail.com