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Mis inicios lesbicos 2

en Bisexuales

Amanece nuevamente y siento el trinar de los pájaros afuera del ventanal de mi dormitorio, yo aún acostada en la cama con mi pijamita corto trasparente de color negro. Mi pelo con mechas doradas cae en mis hombros llegando hasta mis tetas, mis pezones rosados están erectos y mi vagina húmeda. Cada mañana al despertar tengo el recuerdo e imagen de la última noche que estuve con mi bello Amo en aquel hotel.  Mi marido está de viaje nuevamente, lo que para mí es una tranquilidad ya el tenerlo aquí en casa todos los días me resulta cada vez más molesto: siempre regañando, reclamando, criticando todo lo que uno hace, es insoportable. Menos mal que me doy unos días de descanso cuando él sale de viaje. Mi matrimonio se ha vuelto simplemente una convivencia sin sexo. En muchas ocasiones preferiría estar sola y dejarlo, pero no puedo hacerlo aunque quisiera porque mi Amo no lo permite. Me ha dicho que no tendría gracia, que una sumisa como yo debe estar casada para que pueda colocarle los cuernos a su marido. Incluso, para que me sienta más puta y humillada es mi Amo quien “sugiere” el ritmo de mis relaciones sexuales. Por de pronto me ha “sugerido” la conveniencia de evitar todo contacto físico con “el cornudo” que es como llamamos mi Amo y yo a mi marido. Así, llevo más de 6 meses sin tener relaciones sexuales con el cornudo. Mi Amo no me ordena nada. Me dice que tampoco sería gracia obligar o forzar a una sumisa a obedecer. Que una sumisa orgullosa de serlo, debe saber “escuchar” los deseos de su Amo.  Y yo sumisamente le obedezco. 

Soy una persona muy autónoma y no entiendo por qué tengo que obedecer a mi Amo, si soy una persona libre de elegir lo que quiero y lo que hago, pero me siento atrapada a sus deseos y a sus placeres. Mi mente, mi cuerpo y mi corazón le pertenecen.  Ahora me ha “sugerido” buscar una Dómina, otra persona que me domine! O sea, para mayor humillación, quiere que sea del mismo sexo que el mío. Esta es la peor de las humillaciones que he recibido de él, y la debo encontrar antes que él visite la ciudad nuevamente. Se lo que pasaría si le desobedezco: no le veré nunca más, o al menos hasta que tenga a esa mujer.

Así, obediente y sumisa (y excitada) escribí y publiqué en un sitio web un anuncio que decía: "sumisa novata, cuarentona y atractiva busca Ama joven para que la eduque en los placeres de Lesbos." A los pocos días revisé mi correo y ya tenía 3 respuestas. Me contacté por teléfono con las 3 personas para poder conocerlas un poco,  antes de elegir quién sería la futura  Dominante. Me gustó la voz de una de ellas, de nombre Isabel,  quien me dijo que tenía 27 años, tez blanca, melena negra, buenas tetas y buen culo. Me sentí intimidada por su forma de tratarme. Me pidió describirme y contarle el motivo del anuncio. Contrariamente a mi forma de actuar sentí que debía contarle todo con lujo de detalles. Me escuchó y de una manera suave pero que no admitía negativas me instruyó respecto al lugar, fecha y hora en que nos reuniríamos para conocernos y negociar nuestra relación.

Llegó la tarde del día acordado y tenía que arreglarme para ir al café a reunirme con Isabel. Debía conocerla para poder saber si cumpliría con las exigencias impuestas por mi Amo. La Dominante tendría que ser más joven que yo, guapa, con un buen cuerpo, inteligente, educada y por supuesto, con experiencia en el trato con sumisas. Estaba muy nerviosa y preocupada porque todo eso iba contra mis principios: nací mujer y me gustan los hombres, no las mujeres. Ya saben ustedes, por un relato anterior, que la primera vez que estuve con una mujer fue en el hotel, la última vez que vino mi Amo JAde a la ciudad. Él se había encargado de llevar a otra mujer para que me tocara a su gusto y placer. Ahora soy yo la que debe elegir una mujer y llevarla para su complacencia, esto es lo más humillante y bajo que se pueda ocurrir a una persona como yo.

Me dirigí al café y me senté a esperar nerviosa a que llegara la Dominante mientras paladeaba un excelente cappuccino. Como siempre, pensaba en el Amo; mi mente es sólo de él. Lo adoro y él lo sabe perfectamente, y sabe que no debo defraudarlo. En eso estaba cuando se acerca a mí una mujer preguntando por mi nombre:

- ¿Tú debes ser edAJ, verdad?

Era ella, Isabel.  Era tal como se describió por teléfono. Incluso aún más bella y joven de lo que había imaginado. Vestía un jeans azul gastado y ajustado que realzaba sus largas piernas y le permitía lucir su hermoso culo, una blusita liviana  algo transparente de color lila que mostraba debajo un par de tetas no demasiado voluminosas y firmes, no llevaba sostén, y sandalias de taco alto. Su rostro perfecto estaba adornado con un par de ojos color miel de mirada profunda, infinita, y labios gruesos y carnosos. Era perfecta para los deseos de mi Amo.

Me sentía turbada por su penetrante mirada, que mantenía fija en mí, escrutándome mientras escuchaba mis respuestas a sus preguntas. Le conté que era novata en la sumisión, que tenía un Amo al cual pertenecía en cuerpo y alma, y que mis deseos, los de él, era adentrarme en los caminos del sexo lésbico. Me preguntó si había tenido relaciones con chicas y le dije que sí, que sólo una vez con él, pero que no me agradaba para nada la idea de estar con una mujer.

- ¿Y qué piensas de mí? –me preguntó

Fui lo más franca que pude: le conté que la encontraba atractiva, pero nada más.

- Mientes! –me dijo, y sentí como ascendía el calor a mi mejilla izquierda producto de una fuerte cachetada.

-No vuelvas jamás a mentirme. –Ordenó, mientras acariciaba mi mejilla con su pulgar sosteniendo mi mentón con dos dedos. Sus ojos se clavaron con fuerza en los míos y un estremecimiento me recorrió entera. No pude aguantar más y bajé mi mirada. Quise levantarme y salir huyendo del lugar. ¿Cómo era posible que una mujer a la que casi doblaba en edad, por muy hermosa que fuera me cacheteara, diera instrucciones y yo no hiciese nada?

- Respóndeme –me urgió

- Te encuentro muy atractiva –le dije en un susurro. -Joven, bella. No sé por qué pero me siento intimidada en tu presencia. Me haces sentir poca cosa.

-Es natural que te sientas así. Es por tu naturaleza sumisa que no está del todo desarrollada, pero no te preocupes, en un par de sesiones te postrarás a mis pies rogándome que te permita besarlos. Yo me encargaré de que dejes atrás tu vida aburrida y heterosexual. Conmigo te transformarás en la sumisa ideal que ansía tu Amo: una hembra completa, sin inhibiciones, predispuesta para dar y recibir placer sin discriminaciones de género. Dejarás atrás tu vida anterior, rutinaria y aburrida, obligada a satisfacer a tu marido con sexo esporádico y exento de goce sexual.

- Obviamente eres casada –me dijo- tu amo no se habría interesado por ti de otro modo.

En efecto, mi Amo me había comentado en más de una oportunidad que era condición esencial de la candidata a sumisa que fuese casada, para aumentar más el morbo de su entrega voluntaria con la traición directa al macho de la casa. Era precisamente eso lo que había hecho con mi marido. Traicionar su confianza, entregando voluntariamente a otro hombre más viril y dotado que mí marido el control absoluto e incondicional de mi ser. Para que mi entrega libre y espontánea fuese total, mi Amo me “sugirió” enviarle fotos mía vestida como una prostituta o desnuda en posiciones y actitudes obscenas, junto con los nombres y correos electrónicos de colegas, jefes de mi empresa y de mis familiares, en señal de entrega total. Adicionalmente, me “propuso” filmar algunos de nuestros encuentros, a lo que accedí obediente. En un video me encuentro totalmente desnuda, caminando sólo con tacos altos y exhibiéndome como una cualquiera. En otro video me encuentro arrodillada y mirando alegre a la cámara digo mi nombre, dirección, a qué me dedico, y cómo voluntariamente me entrego a mi amo para que me someta y esclavice,  tras lo cual me dedico a mamarle y a lamer su verga. Incluso tiene videos donde le solicito y le ruego que me preste a quien quiera, para poder demostrarle mi entrega total y absoluta.

Isabel me acarició la cabeza y durante un lapso de tiempo infinito, tras lo cual me confirmó que aceptaba el encargo.  Hice un movimiento para coger mi celular y llamar a mi Amo, pero el movimiento fue interrumpido por otra cachetada que me hizo tambalear. Si no hubiese estado sentada me habría caído de bruces.

- ¿Quién te ha dado instrucciones de moverte o de pestañear? –rugió.

- Lo siento, Isabel – le dijé.

Plaff! Sonó en seco otra cachetada.

- ¿Quién te crees? Soy Ama Isabel, para ti!

- Lo siento, ama Isabel –le dije.

No me atreví a mirarla, pero sentí sus bellos ojos clavados en los míos.  ¿Cómo era posible que me rebajase hasta ese grado? Y con una pendeja que podría fácilmente ser mi hija? Debí levantarme y salir huyendo sin mirar atrás siquiera. No comprendía lo que me estaba pasando. Por un lado odiaba la situación y quería rebelarme, pero por otra parte inexplicablemente me sentía excitada. Pensé en mi Amo y en que le pertenecía a él, solo a él, pero por orden de él debía tener una mujer dominante que me iniciase como sumisa bisexual y lésbica.

- Marca el número y dama tu celular –me pidió amablemente.

- Tome Ama Isabel -le dije –Ya está llamando.

Conversaron unos minutos y seguramente mi Amo le preguntó por su decisión, porque la respuesta de ella fue que aceptada: me iba a educar como sumisa bi y que comenzábaríamos desde ese mismo día las sesiones. Mi nerviosismo se intensificó aún más; esto llevaba al descontrol en mí. Antes de iniciar las sesiones debía llamar al Amo y preguntar cuál era su opinión, pero no me atrevía contrariar a mi nueva Ama. Pero en dos días más él se encontraría nuevamente en mi ciudad y debía tener a la mujer dominante a mi cargo.

- Qué éstas pensando mi bella sumisa? –me preguntó por fin, tal vez al notar mi turbación creciente. Le miré directamente a sus bellos ojos y le expliqué la situación. Me escuchó atentamente tras lo cual me dio un suave beso en la boca.

- No temas –me dijo. Llámalo.

Llamé a su número telefónico y me respondió que se sentía complacido por mi obediencia, y que deseaba nuevamente conversar con Isabel.  Mientras ellos hablaban por teléfono me preguntaba qué estarían decidiendo en ese momento. Lo que fuera, sería relativo a mí persona, pero yo no tenía derecho a voz ni a voto. Una vez terminada la conversación Isabel se acercó a mí y me dijo:

- edAJ, por orden de tu Amo, hoy no iniciaremos la sesión, él desea que comiences tu rol de sumisa bi con la presencia de él, el llegará pasado mañana y yo estaré con ustedes también.

- Te aconsejo que te prepares...

Sus palabras fueron tan concretas y firmes que sentí temor y miedo. Esto de la mujer dominante no me atraía en nada, quería huir y dejarlo todo...pero no quería perder a mi Amo: estoy acorralada.

La fase 1 ya estaba concretada. La dominante ya existe. Los días pasaron muy rápidos.  Hoy mi amo llega a la ciudad, me siento feliz por eso, pero, la incertidumbre que va a pasar conmigo hace que mi cuerpo comience a temblar de puro miedo.  Al instante suena mi móvil, era el Amo mi corazón late a mil.

- edAJ, ya estoy en la ciudad. Estaré en el mismo hotel de siempre, en la habitación 1007. Te espero a las 20pm. No faltes y sé puntual.

Como siempre sus frases cortas y precisas, ni siquiera un ¿cómo estás?

Llegó la tarde y me dirigí al hotel. Ya estaba anocheciendo y el clima estaba muy cálido. Como de costumbre, vestía al gusto del Amo: algo sexy para la ocasión. Llevaba una faldita de color gris, una blusita con pabilos delgados de color blanca que mostraba mis pechos erguidos, y el collar de sumisión con el triskel. Estaba sin medias por el calor que hacía en el momento,  sandalias de color negro con tacón alto, y me había tomado parte de mi pelo con una traba de color negro hacia atrás mostrando mi cara lúcida y maquillada, aunque mi maquillaje no suele ser recargado y labios pintados de color rosa.

Al llegar al hotel, como siempre, siento las miradas de los conserjes en todo mi cuerpo. Con actitudes muy amables me saludan y me dan la bienvenida. ¿Qué pensarán de mi, me pregunto mientras subo por el ascensor y llego al piso donde se encontraba la habitación del Amo.  Toco el timbre y se abre la puerta, es Él, mi corazón late muy rápido, mi cuerpo tiembla al verlo, siento que mis piernas flaquean por un instante, entro a la habitación y me saluda con un profundo beso.

- ¿cómo te has portado zorrita? –me dice. -Tenía muchas ganas de verte. Me alegra que estés aquí por tu propia voluntad. Recibirás un premio por esto. Ahora desnúdate, y saluda a tu Amo como corresponde.

Yo ya sabía que debía hacer, me desvestí, sacando mi blusita primero, luego mi falda, luego mi tanguita de color negro. Mi Amo observaba cada detalle de lo que hacía, de pié frente a mí.

Me arrodille en posición de esclava y sumisa, ofrecida ante sus deseos.

-Eres muy hermosa mi sumisa. Quédate así hasta que te ordene otra cosa.

En ese instante suena el timbre de la habitación. Mi mente, mi corazón y mi cuerpo ya habían empezado a temblar de miedo, seguramente era Isabel, la joven dominante.

Mi Amo acarició mi cabeza haciéndome sentir más tranquila, diciéndome:

- Mi sumisa, no temas, esto te encantará. Se dirigió a abrir la puerta, mientras yo temblaba en posición de perra esclava. No me había equivocado. Supe por el aroma de su perfume que era ella, mi Ama Isabel. ¿Cómo era posible que desde ya, en mi mente, la reconociese como mi ama?

Miré de reojo y ví que vestía con pantalón de cuero negro muy ajustado, con un top del mismo color y zapatos de tacos muy altos, solo  miré muy rápido antes que se dieran cuenta.

-Vaya cómo la tienes domada - le decía a mi Amo. Yo también tengo experiencia en domar sumisas como ésta y hacerlas lamer zorras. Y debo reconocer que tu sumisa es ideal: rubia, buenas tetas, culo parado, flaca y cuarentona. Toda una dama. Será un deleite ayudarte.

-Bueno entonces es toda tuya, enséñale lo que tú sabes hacer.  Dijo el Amo a Isabel.

-Levántate zorrita, quiero que me saques la ropa. Miré a mi amo y él con un gesto me confirma que debo obedecerle.

Comencé por sacarle su top ajustado dejando sus pechos al aire. Estos no eran muy grandes, si bien firmes y erguidos. Baje lentamente sus pantalones. Tenía puesta una tanga de color rojo muy pequeña. Con un gesto me indicó que quería quedarse con ella y con los tacones.  Me ordenó que le besase sus pechos. Empecé a hacerlo con cierto recelo al principio. Debo reconocer que eran muy bonitos. Manoseaba sus tetas, lamia sus pezones y los mordía suavemente haciéndola estremecer y gemir. De vez en cuando observaba a mi Amo de reojo. Podía ver cómo le daba mucho morbo que su sumisa estuviera acariciando a una mujer tan joven y bella, a la cual sucumbía completamente en un reconocimiento implícito de su superior belleza, juventud y mando. La presencia de mi Amo me hace sentir más segura y al ver que él se deleita con el espectáculo que ambas damos me hace sentir excitada también.  Me había olvidado de mis principios. Estaba besando a una mujer y lo estaba disfrutando. Mi amo hace conexión conmigo.

Isabel me pellizca fuerte un pezón mientras con su otra mano me masturba suavemente haciéndome estremecerme de dolor y placer a la vez. Aprieta fuerte mis tetas y los dedos jugosos se mueven en mi sexo como si tuvieran vida propia mientras siento sus labios pegados a los míos y su lengua me penetra y me invita a seguirla en ese juego de mordiscos, lamidas y succiones húmedas. Estoy temblando de excitación.  La joven dominante me ordena que le saque su tanguita, lo que hice suavemente mientras me recreaba en su coño todo depilado. Me tumba en la cama en un dos por tres abriendo mis piernas y dejando expuesto mi coño. Mi clítoris está afuera erecto y súper sensible. Súbitamente siento el impacto de su palma abierta sobre mi sexo, una, dos y tres veces.

- Esto te mereces por haberle mentido, zorrita. Así que no te gustaban las mujeres! Por primera vez la veo mirarme con ternura. Se acercó lentamente, me besó dulcemente en los labios y siguió besándome el cuerpo en la ruta hasta alcanzar mí entrepiernas. En ese momento me encontraba totalmente confundida. ¿Lo hacía simplemente porque lo requería mi Amo? No me gustaban las mujeres, ¿Por qué entonces me producía tanta turbación y sentimientos encontrados esta jovencita? Lo hacía por mi Amo, eso lo tenía muy claro. ¿Oh no? La joven dominante siguió alternando golpes y lamidas en mi coño, para detenerse a besarlo desesperadamente, chupando y mordiendo suavemente mi clítoris. Introducía sus dedos a mi vagina, después lamía  mi rajita desde arriba hacia abajo. Volvía a morder mi clítoris,  lo azotaba y luego lo volvía a chupar.  Estaba complacida en deseo. Gemía de placer e Isabel se daba cuenta de eso. A la distancia veía a mi Amo con su verga fuera del pantalón, erecta como un mástil. El sexo brillante, los pellizcos, las lamidas, los olores y los besos fueron enlazándose unos tras otros hasta que una ola de deseo incontenible surgió desde el fondo de mi espina dorsal y se extendió por todo mi cuerpo. No pude aguantar más y exploté en un orgasmo incontrolable. Perdí la noción del tiempo por unos segundos hasta que un ruido gutural me trajo a la realidad. Intenté localizar el sonido y me di cuenta que surgía desde el fondo de mi garganta. Isabel continuó metiendo sus dedos en mi culo mientras lamía mi clítoris. Por segunda vez estallé en un orgasmo fabuloso. Isabel terminó de beber mis flujos vaginales, me acarició lentamente y abrazándome se dirigió a mi Amo y le dijo:

-Ven aquí. Ven a ver a tu sumisa. Ahora es toda tuya nuevamente. La muy zorra ya es una sumisa bisexual.

-Mi Amo se acercó y acarició suavemente a Isabel. A mí nunca me ha acariciado de ese modo. Sentí un poco de celos en ese momento. Me encontraba tumbada en la cama, exhausta. La bella dómina se encontraba sentada a orillas de ésta. Pensaba cómo recuperar mis fuerzas cuando mi Amo se acercó a mí diciéndome:

-¿Te ha gustado como te lo han hecho mi zorrita? Vi lo caliente que eres. ¿Ves que no estaba equivocado contigo? Ahora es el comienzo de otra etapa en tu camino de sumisión. Me ha complacido tu obediencia. Ahora me toca a mí recompensarte.

Mi Amo toma a Isabel y le ordena que le mame su verga.  La jovencita se la introduce en su boca y comienza a darle una lamida de antología. Desde la cama observaba excitada la cunnilinguis. Viendo a mi Amo disfrutar de esos labios y lengua joven y tersa, noté que sus ojos estaban clavados en los míos. Ese fue el aliciente que hizo recobrar mis fuerzas y mi erotismo.  

Isabel le lamía el glande, tragaba toda su verga transformando su cara, comía sus huevos, la introducía y sacaba una y otra vez de su boca, mientras sus manos suaves acariciaban su escroto.

- Lame. Chupa. Chupa más fuerte, puta! Hazme acabar ahora!!

Fue tan excitante para mí sentir que mi Amo iba a explotar, que mi cuerpo empezó nuevamente a estremecerse de placer. Otro orgasmo afloró desde lo profundo de mi ser al ver la escena y sentir el placer de ambos.

- Ven mi sumisa –me ordenó. Ven a recibir mi leche en tu boca.

-Siiiiiiiiiiiii mi bello Amo. Te la recibo toda. Toda. Dámela toda, toda, hasta tu última gota. 

Tuve el orgasmo al sentir el líquido seminal de mi Amo en mi cara y en mi boca. Tragué toda su leche, succioné su glande y limpié toda su verga para que no quedara nada de nada.

Ese fue el regalo más preciado que he recibido por mi obediencia. Soy feliz de ser su sumisa.