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Lo siento, estimado lector: la entradilla es una trampa. No tiene nada que ver con el resto del escrito. Está sacada de un relato que aún estoy escribiendo. Es un pequeño experimento, para comprobar hasta qué punto una entradilla insinuante incita a la lectura. La categoría es correcta. No es un relato erótico. Clicando en el enlace ya ha cumplido su misión. Muchas gracias. Si quiere seguir leyendo, at your own risk…

El escrito va sobre el manido tema de los comentarios y, de alguna manera, está motivado por otro reciente de RICARDLIMA. Tomemos como ejemplo su serie: 4 capítulos, 15.674 lecturas, 9 comentarios de 8 personas distintas. Menos del 0,06 %. De los 8, 3 son autores y 5, sólo lectores, aunque uno de ellos tiene más de 1.300 comentarios realizados.

Los lectores son lectores, no comentaristas. Nosotros (RICARDLIMA y yo mismo) no comentábamos apenas, antes de escribir. Nadie lo hace normalmente. En estadística, el 0,06 % es irrisorio.

Desconocemos la opinión de más del 99 % de la gente que nos lee. Vale, un 0,06 % es mejor que nada, pero desengañémonos: El ajedrez es un deporte que desarrolla mucho la inteligencia… para jugar al ajedrez y los comentarios son representativos (si lo son) de la opinión… de la gente que hace comentarios.

Mi experiencia como comentarista reciente es que, salvo HombreFX, con sus más de 65.000 comentarios, los demás somos también casi siempre autores, en una proporción mucho mayor que en el ejemplo analizado; yo creo que pasará del 80 %. Reconozcámoslo: somos un grupito cerrado que, la mayoría de las veces, nos retroalimentamos unos a otros, mirándonos el ombligo en el ombligo de los que nos gustan. Como no leemos lo que no nos gusta (yo paso de largo por ‘No consentido’, ‘Dominación’, ‘Lésbico’, y sólo con muy buenas razones, picoteo a veces en ‘Gay’, Bisexuales’ o ‘Zoofilia’) tampoco lo comentamos ni lo valoramos.

Porque también están las valoraciones, aunque yo no he valorado nunca… Volvamos al ejemplo: 15.674 lecturas, 28 valoraciones, 9,36 de media global. En este ejemplo concreto, comparto la valoración, pero sigue siendo la opinión de menos del 0,2 % de los lectores. Afortunadamente, no se ha visto afectado por los “terribleros” que, al parecer, existen y que desvirtúan aún más un sistema estadísticamente irrelevante.

Creo que era Malraux quien se extrañaba de que a ninguna civilización se le hubiera ocurrido representar a Dios bajo la forma de una enorme oreja: Un ser que no responde, pero que tal vez oiga… Así es como yo imagino a nuestros lectores: unos seres que no comentan, pero que tal vez lean. Y quizás (sólo quizás) les gustemos. Nunca lo sabremos.

Podemos pensar que compartimos (no imponemos), y usar los comentarios para alimentar la ilusión de interacción, pero creo que es sólo eso: una ilusión. Cuando publicamos, soltamos una bomba cuya metralla afecta a mucha gente, mucha más de ese 0,5 % que se da por enterada y comenta. Y la retroalimentación de esa nimia parte sólo vale para el futuro, nunca para lo que ya se ha publicado. Cada vez que publicas algo, lo haces a ciegas. Así que imponemos nuestros relatos, no los compartimos.

Como lector, considero cada relato que leo como un regalo y, si me gusta, lo agradezco como tal, lo comente o no. Si ahora comento algo es porque también escribo algo. Si no, no lo haría, como más del 99 % de la gente.

Por eso, me parece un tanto infantil darle tanta importancia a comentarios o valoraciones. ¡Ojo! No los estoy despreciando. Agradezco sinceramente los comentarios que he recibido yo, incluidos los que me han puesto a bajar de un burro. O, especialmente, esos. Tampoco soy masoquista. Considero que muchos son injustos… pero todos tienen su parte de razón, y me ayudan a mejorar.

Son útiles, vale, pero no imprescindibles. Si no existieran, tampoco pasaría nada. No deberíamos sobrevalorar su importancia.

Ni dedicarle tantos escritos (como éste).

P.S.: Coherentemente, espero no tener comentarios a mi escrito… ;)