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Cuando la alta sociedad teme la verdad-1º Parte

en Orgías

        De un sobresalto despertaba tras una desagradable pesadilla.

Estaba empapada de sudor y mi corazón latía fuertemente.

Sentí como unos lamidos me invadían y humedecían el cuello.

Abrí los ojos y mi visión nublada iba enfocando la habitación lentamente. ¿Donde estaba? No

reconocía nada. Intentaba enfocar bien los objetos de la habitación pero mi vista apenas lograba ver,

por mucho esfuerzo que tomase no conseguía abrir del todo mis ojos, mi ojo derecho estaba mas

cerrado que el izquierdo.

No me dí cuenta del dolor de mis huesos, hasta que intenté incorporarme sin éxito alguno.

Sentía magulladuras por todo el cuerpo, manos, piernas, cuerpo, cara, costillas. Retorcida de tanto

dolor me quedé inmóvil nuevamente en la cama.

No había ni un solo centímetro de mi cuerpo que no me doliera.

Al gemir del dolor descubrí que no podía ni mover los labios, era tanto el dolor que sentía en mi

boca que no podía pronunciar palabra alguna. Sentía una sensación como cuando vas al dentista y te

anestesian la boca sintiéndola adormecida e hinchada, no podía sentir mis labios ni mi lengua.

Asustada quise tocarme los labios, quería saber que me pasaba y al levantar los brazos pude ver que

los tenía completamente vendados y en mi brazo izquierdo tenía puesto unos sueros con algún tipo

de medicación.

__Pero, ¿Que me ha pasado? ¿Que es esto?__reclamé para mis adentros.

Agitada inspeccioné mi cuerpo para comprobar que no me faltaba nada.

Con gran suspiro cerré por unos instantes los ojos, abriéndolos nuevamente al sentir como me

volvían a lamer el cuello.

__¿Tu quien eres? ¿De donde has salido?__mirándole atónita.

Me incorporé en la cama como pude aguantando el color que tenía, mis entrañas me ardían

espantosamente.

Con las manos vendadas cogí al cachorro que no dejaba de lamerme el cuello.

Era una perrita de mediana estatura, de raza cruzada, blanca con manchas marrones, muy simpática,

me miraba alegremente moviendo la cola sin cesar.

Intenté sonreír pero sentí como la piel de mi cara se contraía del dolor.

Me toqué levemente la cara comprobando que estaba cubierta con vendas la mayor parte de ella.

Miré a mi alrededor en busca de un espejo pero no había ninguno, no estaba en una habitación de

hospital, mas bien era de una casa, de un particular pero__¿Donde estoy? No reconocía nada, no era

de ningún familiar mio. De repente invadieron mi mente una infinidad de imágenes espeluznantes,

aparecían como flashes, haciéndome estremecer de pánico y de horror.

Absorta en mis imágenes, mi cuerpo se aceleró quedando empapado de sudor, sentí como unas

manos cogían mis brazos mientras susurraba que me calmase.

__Shhh!!! Calmate, estas bien, no pasa nada, ya pasó todo.__Me decía una voz masculina

obligándome a recostar en la almohada.

Las imágenes cesaron, mi respiración se estableció con normalidad, miré al hombre que estaba

sentado al borde de mi cama limpiándome las lagrimas que salían de mis ojos.

__No deberías llorar o se empaparan las vendas y tendré que cambiarlas. Tampoco deberías

gesticular o de lo contrario se abrirán los puntos__Dijo firmemente mientras comprobaba muy

despacio por debajo de las vendas.

Con los ojos de par en par miré fijamente al hombre señalando mi cara, quería saber que me pasaba.

Pudo ver en mis ojos que necesitaba una explicación.

__Me alegra que te hayas despertado ya__ respondiendo con un suspiro.

__Soy el Doctor Martín, especialista en cirugía estética. He tenido que reconstruir tu cara

completamente, estaba destrozada. Puedes dar gracias al cielo que te encontré yo, de haberte

encontrado otra persona habrías muerto camino al hospital.

__Llevas inconsciente catorce días, te encontré mientras paseaba a mi perrita por las orillas del

mar, gracias a sus ladridos te descubrí, estabas enredada entre escombros y algas completamente

desnuda, por el estado de tu cuerpo te daba por muerta, apenas te latía el corazón, te cogí en brazos

y te traje aquí, esta es mi casa. Eres una mujer muy fuerte, pocas personas sobreviven a una tortura

así.__ reclamó con una triste sonrisa, posando su mano en mi brazo.

¿Tortura? Me volvieron a invadir las imágenes, entonces mis visiones eran reales, no era un sueño.

Las imágenes se repetían una y otra vez en mi cabeza, recordaba estar en un barco, mas bien era una

fiesta llena de hombres de alta posición social, iba recordando sus caras, una por una, eran cinco

hombres políticos, todos conocidos por mi.

Me invadió el terror y empecé a temblar al reconocer sus rostros y al darme cuenta de sus

intenciones, me atacaron, me violaron, me torturaron sin piedad y me arrojaron al mar, supongo con

el propósito de matarme para no ser identificados.

__Tranquila, aquí estas a salvo__haciéndome volver en si.

__No se quien eres, ni como te llamas, ni de donde eres, si tienes familia o no para poder llamarles

y explicarles que estás viva, supongo que alguien te andará buscando y estará preocupado.

__Esta tarde volverá el inspector de policía para tomarte declaración, dado por tu estado no pudo

averiguar saber quien eres y ahora que has despertado puedes decirnos tu nombre__me dijo

acercándome un lápiz y un cuadernillo.

Aterrada por la situación me invadió una sensación de desconfianza.

__(¿En verdad podía confiar en ese hombre? ¿Como podía saber que era medico y no un agente

secreto contratado por el gobierno para saber si recordaba algo de lo sucedido?) __respondiendo

con la cabeza con gestos de negación.

__¿No recuerdas tu nombre? ¿quien eres? ¿donde vives? ¿algún familiar?__clavando su mirada en

los míos.

Temía decir quien era realmente y si, recordaba con gran tristeza quien era y todo lo sucedido, pero

tenía que ganar tiempo para reponerme y pensar que hacer. Temía desvelar su nombre por si se

hacía público y volviera su jefe a terminar lo que él creía por terminado.

No podía de ninguna forma desvelar mi identidad y mucho menos confiar en nadie.

__No__negué con la cabeza.__¿donde estoy?__escribí en el cuadernillo.

__En Escocia, en la costa del sur

__¿Escocia? __Estaba a unos 500Km de mi localidad. Se dieron muchas molestias en hacerme

desaparecer para que nada les relacionaran con la desaparición.

__¿Cuales son mis síntomas? quiero verme en un espejo__escribí preocupada.

Pude ver en su rostro el gesto de desaprobación

__Retiré el espejo del tocador. No es recomendable que veas tu rostro en este estado, en unos días

cuando baje la hinchazón te traeré un espejo.__su voz era firme y seria.

__Tuviste una brutal agresión física, por tu estado y según el reconocimiento medico, fuiste

violada en múltiples ocasiones, por lo que tienes un leve desgarro por el forcejeo.

__Dos costillas rotas, magulladuras por todo el cuerpo causados por golpes, marcas en los tobillos

y muñecas que demuestran haber sido amordazada y maniatada de pies y manos.__continuaba con

la explicación, no había duda alguna de que era medico, explicaba los síntomas de carrerilla, como

cualquier medico ante su paciente.

__Tienes múltiples quemaduras por todo el cuerpo, en especial en los pezones, originadas por

cigarrillos cubanos, dado por el tamaño grande de las rojeces.

__Quemadura de tercer grado en las manos, te vertieron ácido para hacer desaparecer tus huellas

dactilares......Con gran tristeza y con mucha ternura me acarició la mejilla mirándome fijamente mis

ojos marrones aterrados, pude ver que se le inundaban sus ojos de lágrimas.

__Sigue, ¿y mi cara?__escribí nuevamente al ver que le costaba decirme la dura realidad, llenando

sus pulmones para proseguir.

__Te golpearon hasta destrozarte la cara, tu rostro estaba irreconocible cuando te encontré. Te

substrajeron la mayor parte de dientes, cinco molares en la parte inferior y cinco en la superior,

supongo que quien te hizo todo éso, fue meticuloso e intencionado, ahora ante los inspectores no

pueden averiguar tu identidad.

__Debe tratarse de una persona cercana a ti, sin dientes y sin huellas dactilares que puedan

identificarte, no pueden relacionarte con nadie. No sabemos tu paradero.

__¿Quien puede haber hecho tan semejante monstruosidad? Debe pagar por esto, ¿recuerdas quien

fue?__

Llena de pánico al escuchar el estado de mi cuerpo grité fuertemente de desolación, moviéndome

compulsiva-mente y arrancándome los dispositivos de suero de mi brazo, como una posesa

intentaba quitarme las vendas de las manos y de la cara con tan grandes gritos que parecía que me

desgarrase la garganta.

Con gran esfuerzo el Doctor Martín intentaba que me calmase, presionándome fuertemente con su

cuerpo contra la cama intentando inmovilizarme, mientras me inyectaba en el brazo un calmante.

Pronto hizo su efecto, sentía como me relajaba y entraba en un profundo sueño.

        Apenas faltaba cinco minutos para las nueve y concluir mi semana laboral, estaba en la

oficina ultimando los últimos eventos de mi jefe.

Quería dejarlo todo bien organizado, había trabajado mucho para conseguir ese puesto y tras año y

medio de lucha intensa, lo conseguí, ahora era la secretaria personal del alcalde y me sentía muy

orgullosa. Para una mujer joven y bonita como yo no era nada fácil conseguir un trabajo tan

importante y de tanta responsabilidad, siempre causaba el efecto contrario, para un trabajo rodeada

de hombres machistas, mas ahí parecía un corderito lindo entre tantos lobos, antes que causar

respeto. Me gané a pulso el respeto de los hombres por mis estudios académicos, por mi

organización y mi vestimenta seria y formal. Me consideraban una mujer fría, distante, cortante con

las personas que de primeras querían ligar conmigo. Bastaba solo una mirada para detectar que era

una mujer de armas tomar con la que no se podía jugar.

Soy de complexión pequeña, 1.65cm de estatura, cincuenta kilos, pelo castaño largo hasta la cintura

y de grandes pechos. No me podía quejar, dado que nunca hacía deporte podía presumir de bonita

figura.

Miraba el reloj de la pared sin cesar, estaba agotada, hambrienta y quería ir a cenar al Italiano que

todos los viernes iba con mis compañeros a pasar una tranquila velada. Con gran sonrisa guardaba

los informes en los archivos y veía como mis compañeros de planta apagaban los ordenadores,

recogían sus cosas y se iban, haciéndome señas con los brazos.

__Sofia, tenemos reservada una mesa para las nueve ¿tanto te cuesta en recoger?__me reprimía mi

compañera y confidente amiga apoyada el el marco de la puerta de mi despacho con los brazos

cruzados. Celia entro casi al mismo tiempo que yo, se encargaba de la contabilidad y enseguida

hicimos inseparables y de eso hace ya tres años.

__Ya, ya...guardo este archivo y termino.__me excusé mientras cerraba el cajón y cogía mi bolso

de la percha a toda prisa.

Sonrientes por haber finalizado el día, mi amiga me cogió del brazo y me explicaba de carrerilla

todas las actividades para el fin de semana mientras caminábamos al ascensor.

__Tienes que acompañarme mañana a elegir el vestido para el cóctel. Tenemos sesión de piling

facial a las cuatro y le dicho a Jorge que te presente al autor de la exposición de la galería. Es un

pintor muy guapo!!!.__me decía mientras esperábamos a que se abrieran las puertas del ascensor,

quitándome las gafas de pasta negra de mi cara y la pinza del pelo para que cayera mi cabello sobre

mis hombros y desabrochó un botón de mi camisa dejando entre ver la redondeces de mis pechos.

__¡Es viernes!.... Así estas mucho mejor. Se terminaron los protocolos y las formalidades, ahora

enseña lo bonita que es la señorita Sofia.__con voz picarona mientras contoneaba sus hombros.

Salimos del ascensor con grandes carcajadas por las continuas bobadas de Celia, le encantaba ser el

centro de atención cuando sonó mi teléfono dentro del bolso.

__Buenas noches Sr. …...Si señor, en seguida señor, ¿donde? Descuide señor, marcho ahora

mismo.__ respondía la llamada con el ceño fruncido.

__¡Ah no! Ahora no, estas fuera de servicio Sofia.....tendrías que apagar el teléfono cuando sales

de la oficina, este hombre nunca te deja tranquila, no te deja respirar, te llama a todas horas ¿es que

no sabe hacer nada solo?__refunfuñaba con los brazos cruzados.

__Sabes que no puedo apagar el teléfono por si surge alguna emergencia—respondí apretando de

nuevo el botón del ascensor.

__¡Exacto! Para las emergencias, pero siempre te llama para tonterías, no eres su asistenta Sofia,

¿que se le ha olvidado ahora?__

__Necesita unos papeles, quiere aprovechar que está cenando con el ingeniero para enseñarle un

nuevo proyecto, quiere que los firme. Vete tu delante, a mi me coge de camino, solo me retrasaré

unos veinte minutos, le dejaré los papeles en el barco, nos vemos en el restaurante, pídeme lo de

siempre__le ordené empujándola suavemente de la espalda para que se marchara.

__¿Ahora tienes que ir al puerto? ¿no puede esperar al lunes?__refunfuñando hablaba a las puertas

correderas que se cerraban en ese momento.

Un poco molesta cogí el proyecto, bajé hasta el aparcamiento y conducí lo mas rápido que me

permitía la velocidad recomendada.

Gracias a Dios no había mucho trafico con lo que iba bien de tiempo para irme a cenar.

Dejé mi coche bien aparcado, observando las luces del barco y una suave música de fondo. Por lo

visto se lo estaban pasando en grande, ¡Vaya con el alcalde!

Habían dos guardas de seguridad en las escaleras de abordo, no era necesario que me identificase,

sabían perfectamente quien era yo. Avisando por el pinganillo mi llegada.

Con media sonrisa y gesto de cabeza saludé.

Me apresuré en subir, no me sentía muy cómoda allí, quería entregarle los papeles y marcharme lo

antes posible.

No entendía mucho de barcos, pero era uno muy acomodado y grande, y por lo que pude comprobar

no habían mujeres. Se trataba de una comida de negocios que al parecer se alargó mas de la cuenta.

Como siempre, a mi jefe le gustaba presumir de sus posesiones y hacer todas sus reuniones a lo

grande, aprovechando bien su cargo.

Divisé al grupo de hombres dentro, eran cuatro y todos relacionados con los altos cargos del

ayuntamiento: el comisario de policía, el ingeniero del ayuntamiento, el concejal de extranjería y el

director de administración.

Vestían de etiqueta con la pajarita desabrochada y ladeada. A simple vista pude comprobar que iban

en un alto nivel de embriaguez, todos con sus copas en la manos y riendo.

Uno levantando los brazos al son de la música.

__(¡Madre mía, Sofia!....largate de ahí cuanto antes)__me dije a mi misma.

Salió a recibirme mi jefe con una acalorada bienvenida, con una copa en la mano y los brazos

abiertos.__Mi querida Señorita Sofia....por fin a llegado, pase, pase, la estábamos esperando, ¿a

traído los documentos?__me dijo mientras ponía su manos libre en mi espalda obligándome a

entrar.

__Esta Usted irreconocible, ¿quiere una copa?__mirándome de pies a cabeza.

__No gracias...le he traído los papeles que me pidió, aquí los tiene.....__respondí sacando los

papeles de mi bolso a toda prisa. Me sentía desnuda sin mi caparazón, sin gafas, con mi melena

suelta y la camisa entre abierta enseñando mis pechos me sentía desprotegida__(¡Maldición! Olvidé

abrocharme el botón)__

Sentí como cuatro pares de ojos me atravesaban con sus miradas.

__¿No quiere una copa Sofia? ¿Un cigarrillo?__dijo el comisario de policía tirándome el humo en

mi cara.

__No fumo gracias__respondí con un grado de miedo en mis entrañas, apartándome sutilmente del

humo.

El comisario de policía era un hombre corpulento, medía por los 1.85cm y pesaba unos 120 kg era

una persona muy arrogante y fumaba continuamente unos puros cubanos. Llevaba dos años

diciendo que se jubilaba y siempre pasaba un año mas.

__Si esta todo correcto señor, yo me voy ya....__intentando salir de ahí.

__No, no, por favor señorita, no nos haga este feo, al menos tómese una copa con nosotros. Sería

una descortesía por su parte rechazar una invitación así.__se apresuró a decir el concejal

negándome el paso.

En ese mismo momento se abren las puertas del camerino, saliendo de ella el juez Parres con un

billete entubado en la mano y toda la nariz blanca por la cocaína.

A sus espaldas se podía ver la cama y una pequeña mesilla de noche llena de tiras de cocaína.

__Sam, esta está de muerte, hay que ver la mercancía tan buena que tenéis en el almacén de

pruebas__decía zarandeándose de un lado a otro. Atónito por la sorpresa de verme allí dijo__Pero,

¿esta quien es? ¿que hace aquí?__asustado miró dentro del camerino y efectivamente, supo que lo

vi todo.

Sorprendida de ver todo aquello y por la incómoda situación intenté evadirme como si no hubiera

visto nada__No, no, si ya me iba, me están esperando para cenar, si no desean nada mas.__intenté

salir sin éxito, obstaculizaron la salida.

__¿Que hacemos? Lo ha visto todo__decía uno preocupado.

__Es de confianza, no dirá nada__respondió mi jefe.

__¿Estas loco? Soy juez, si se va de la lengua podemos perder todos nuestros cargos, sin

mencionar los años que nos caerán en la prisión.__Dijo todo nervioso mientras inhalaba aire por la

nariz caminando de un lado a otro.

Mi corazón latía cada vez con mas fuerza, no entendía nada, en cuestión de segundos había

cambiado mi vida completamente, sentía que mi vida iba a terminar, estaba asustada y no sabía que

hacer ni como salir de allí.

__No diré nada, ademas, no he visto nada__les dije asustada.

__De eso nada, de aquí no te vas, al menos hasta saber que hacemos contigo.

De repente y con brusquedad el comisario de policía me coge de la muñeca y me lleva hasta dentro

del camerino, empujándome sobre la cama.

__No vas a joderme la jubilación así que ¡tomate una raya, venga! Ahora estarás de nuestro

lado__alargando el brazo ofreciéndome el billete enrollado.

Estaba aterrada, quería cerrar los ojos y despertar de aquella horrible pesadilla, pero no, no era un

sueño, estaba pasando en realidad.

Sabía que aquella gente era poderosa y que no irían con tonterías, así que cogí el billete con mano

temblorosa.

Con lagrimas en mis ojos miré la cocaína, no quería hacerlo__¡No!__grité tirando el billete al suelo.

__¡Maldita seas zorra!

Sentí una terrible bofetada en mi mejilla, fue tan fuerte el golpe que caí sobre la almohada, mi

mejilla ardía del dolor.

Se abalanzó sobre mi aplastándome con su cuerpo, cogió una bolsita de cocaína y la vertió sobre mi

nariz y mi boca. Yo apretaba la boca e intentaba mover la cabeza pero me cogió de la mandíbula

fuertemente intentando que abriera la boca.

Al no conseguir su propósito se apartó de mi con gran furia.

El resto miraban atónitos desde fuera, no sabían que hacer, solo sabían que beber cada vez mas por

los nervios.

__¿Que le vas hacer?__preguntó mi jefe asustado__Es buena chica, no se merece esto.

__Voy a drogarla, si no quiere por las buenas, entonces por las malas, mientras esté colocada

ganaremos tiempo para pensar que hacemos con ella.

Cogió una copa de cava e introdujo cocaína en ella, cantidad suficiente como para no poder

moverme en varias horas.

__Toma, bebe__ofreciéndome la copa.

Negué con la cabeza.

Allí estaba llorando, con todo el maquillaje corrido por mis mejillas y sentada en la cama.

Dejó la copa en la mesilla de noche, sacó su pistola y me gritó__¡Bebe!__mientras cargaba su

pistola y apuntaba a mi cabeza.

Me sobresalté al escuchar el ruido del arma al cargarse (¿Iba a morir allí?) El pánico invadió mi

cuerpo. Con gran temblor bebí

__¡Todo!__me gritó.

Fui obediente y lo bebí todo, dejé la copa y los observé a todos__Por favor, no diré nada, déjenme

ir, no me maten.

Allí estaban los cinco mirándome, esperando.

Poco a poco sentía que mi cabeza me daba vueltas y mi visión cada vez era mas borrosa.

Quería salir de allí, quería huir antes de desvanecer, sabía que si me dormía, me matarían.

Intenté levantarme y solo conseguí caerme de la cama.

Apenas veía sus rostros, eran sombras, pero les escuchaba hablar y planear que hacer conmigo.

Estaba aterrada pero no conseguía moverme, mi cuerpo no respondía.

Me levantaron y me tumbaron en la cama, me ataron los pies y las manos en los bordes de la cama.

Me dejaron allí no se cuanto tiempo, les escuchaba hablar tras la puerta, no podía controlar la

noción del tiempo, no sabía si había transcurrido cinco minutos o una hora cuando volvieron.

No podía distinguir sus caras pero si sus voces y sus alientos.

Me miraban y reían, sentía que nada bueno iba a sucederme.

Empezó uno acariciarme el pelo tímidamente, deslizando la mano por mis hombros y mi pecho.

Aplastó mi teta con gran fuerza mientras los otros le miraban.

Desabrochó mi camisa con gran torpeza y brusquedad por el nivel de alcohol y drogas que

consumió.

Grité con fuerza y desolación__¡NO!

Ya no pude decir nada mas, los golpes en mi cara eran continuos y cada vez mas fuertes.

Perdí el conocimiento por los golpes.

Volví a despertar al sentir agua fría sobre mi, pero no era agua, eran las bebidas de sus copas que

vaciaban sobre mi para hacerme despertar.

Les oía reír a carcajadas, se divertían.

Me quitaron la camisa y el sujetador, quedándome solo con mi falda de tubo negra ajustada.

Apenas tenía las piernas abiertas cuando sentí que el juez se tumbó boca abajo en medio de mis

piernas para mirarme la vagina.

Introdujo la mano bajo mi falda, apartando las bragas e introduciéndome sus sucios y mal olientes

dedos en mi vagina.

Me arqueé de desaprobación, pero era inútil, estaba atada, inmovilizada.

Cogió un cubito de hielo de la cubitera y empezó a deslizarlo por mi vagina.

Como le molestaba la falda, bruscamente la subió hasta dejarla en mi cintura, desgarrando mis

bragas con las manos para quitármelas.

Frotaba el hielo por toda mi vagina en círculos, introduciéndolo después, cogió otro cubito y lo

metió en mi vagina, así hasta cuatro.

Mientras mi jefe se puso delante de mi cabeza introduciendo su duro pene en mi boca, moviéndose

tan fuerte que provocaba arcadas.

El comisario se entretuvo con mis pechos, me pellizcaba fuertemente los pezones haciéndome gritar

en vano, dado que tenía la polla del alcalde en mi boca.

Sentía como quemaba mis pezones con su puro una y otra vez, le creaba morbo quemarme.

De repente sentí un dolor desgarrador (Aggg!!! Dios mio!!!) el juez me penetraba bruscamente

introduciendo su pene duro dentro de mi, estando dentro ya los cuatro cubitos de hielo.

Sentía su polla que entraba y salía una y otra vez, haciéndome envestidas y sintiendo como su

corrida llegaba hasta mis entrañas.

Al mismo tiempo por el balanceo de las envestidas el alcalde se corrió en mi boca, haciéndome

tragar toda su leche, ya que no sacó su polla hasta verla toda limpia.

Mientras me follaban unos, los otros bebían y consumían las drogas, en turnos.

Me desataron los pies y las manos, querían seguir jugando, no podía ni moverme, estaba toda

dolorida por los golpes y quemaduras. Abrieron mi boca para darme de beber mas cava con cocaína.

Apenas podía abrir los ojos, sentía el hinchazón y apenas podía abrirlos.

Por los efectos de la droga apenas sentía los golpes ni las magulladuras, era como una muñeca a sus

merced.

Me cogieron y me pusieron boca abajo, encima del contable penetrándome con gran ansiedad.

Mientras el comisario abrió mis nalgas con sus asquerosas manos para tener bien abierto mi culito.

Tocó con un dedo mi ano en círculos, introduciendo el dedo después, como estaba bien prieto, sabía

que no estaba preparado para su polla con lo que frotó un hielo en mi culito humedeciendolo bien,

Cogió un puro de su cartera y jugueteó con el, introduciendo el puro en mi culo poco a poco lleno

de satisfacción, como si de un consolador se tratase hasta conseguir meter el puro completamente

dentro.

Sabía que mi culo estaba ya preparado, sacó el puro y lamió mi ano con su lengua introduciendo la

puntita de su lengua dentro, así estuvo buen rato.

Apartó bien mis nalgas abriéndolas del todo, se colocó e introdujo su polla dura dentro de mi culo,

primero la punta, luego con un golpe fuerte, la metió toda dentro.

Se arqueaba de placer el viejo, sentí su polla dentro en mi culito virgen, el agujero estaba bien

prieto, sintiendo bien agarrada su polla, con movimientos, la metía y la sacaba, una y otra vez hasta

correrse, sentí toda su leche en mis entrañas, quería morir en ese momento.

Allí estaba montada por dos a la vez, el contable penetrándome la vagina y el comisario mi culo, los

dos a la vez.

Sentí desvanecer, creo que me desmallé porque lo siguiente que recuerdo era cuando sentí los

lamidos de un perro en mi cuello, tumbada en una cama desconocida, llena de vendas y rescatada

por el Doctor Martín.