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Zelda- Twilight Princess -Maripola, una visión-

en Parodias

NOMBRE: Amapola                                                                                                                                        NOMBRE. Link

RAZA: Hyliana                                                                                                                                              RAZA: Hyliano

EDAD: 10 años (supuestamente)                                                                                                                    EDAD: 16 años

GÉNERO: femenino                                                                                                                                       GÉNERO: masculino            

LUGAR DE NACIMIENTO: ???                                                                                                                           LUGAR DE NACIMIENTO: Ordon- Hyrule

CARGO: Princesa de los insectos                                                                                                                    CARGO: Granjero y guerrero

 

 

 

 

      Me compadezco ante las personas, pues ellos siempre tienen problemas. Ignoró si en Hyrule habrá paz para siempre. Vaya donde vaya, tengo que ayudarlos. El manto del crepúsculo me enloquece verlo en mis cielos. A Midna le encanta, ya que pertenece a los Twili. Pero eso es agua pasada, Midna ya se fue, y los Twilis desaparecieron.

Me nombre es Link, y soy un guerrero que salvó Hyrule de estos seres. Pero ahora todo está bien. Hasta el momento... No es nada malo que perjudica a todos, pero para mí era algo nuevo. Después de haberla ayudado en esos días de atrás, en aquel momento recurrí a ella... pero fué erróneo.

 

 

 

DURANTE ESOS DÍAS...

 

 

 

     Entraba y caminaba después de haber estado cabalgando en el lomo de Epona, en la ciudadela de Hyrule. La gente estaban felices; hablaban, cantaban, comían juntos. Solo me precipité hacía el Sur, atravesé la fuente, y me dirigí al mercado. La tasca de Telma estaba abierto entre el callejón antes de salir hacía la pradera Sur.

-Cuanto tiempo, guerrero -Telma me saludaba una vez que entré. Me dirigía hacia el mostrador, donde ella esperaba con su gato Louise.

-Hola -saludé adecuadamente. (sí, saludé) No penséis que tengo que callarme siempre.

-Mira eso -ella señaló al cartero que estaba en la bodega, en un rincón-. Está revisando las cartas, para ver a quién se lo envía. Últimamente la gente envía mucho correo. Tiene mucho trabajo.

-Tienes razón.

-¿A qué has venido? Viniendo de la aldea, debe de haber sido un viaje algo complicado.

-No, te equivocas. Echaba de menos la ciudad.

-El pasado... Es duro separarse de él -tras decir aquello recordé a Midna y todo lo ocurrido-. ¿Sabes? -me dijo-. La adivina está triunfado mucho aquí. Toma.

Ella sacó 10 rupias, y me lo entregó en mano.

-¿Qué? ¿Qué haces? -me preguntaba mirando aquella piedra amarilla.

-Visita esa adivina, necesitas mirar el futuro. Si después, quieres descubrirlo por tus propios medios, puedes hacerlo. No te preocupes por mí.

Aquello me dijo. Metí esa rupia en la bolsa y salí de la tasca al poco tiempo. La verdad, no necesitaba que me diera nada, tengo rupias suficientes.

 

     Tras atravesar el mercado hacía el otro callejón, la adivina estaba siendo atendida por clientes en una cola larga. Era impropio de mí esperar, así que quise esperar en las últimas horas. Para eso, me fui al Sur, a las praderas. Allí, un lugar silencioso, apacible, y un aire respirable. Caminé y me senté en el centro de las flores, que me cercaban a mi alrededor.

     La melodía de los árboles, la acaricia del viento, eran las cualidades positivas de estar allí, esperando al aire libre. Todavía el sol permaneció, y yo estuve algo cansado tras el viaje. Me quite la espada y el escudo y lo dejé a un lado. Me tumbé a continuación, con las manos en la nuca. Observaba con calma el cielo azul que cubría toda mi vista. Mis ojos cansados, mis párpados caían lentamente hasta acabar cerrados. Me dormí en aquel momento inoportuno. aunque claro, lo necesitaba.

     No se cuanto tiempo pasó, pero podría distinguir el sol más rojizo que antes. ¿El Sol está atardeciendo? A parte de aquello, note una sombra encima mía. Mi rostro anduvo cerca, noté como se movía. Lo abrí lentamente, y avisté con borrosidad, a alguien que me miraba. Parpadeé varias veces, algo asombrado, hasta que la vi con claridad. Era una chica rubia y con trezas a cada extremo; sonreía con claridad, con unos ojos entonados y con las cejas altas. Estuve en silencio varios segundos. Sus ojos se fijaron en los mios sin parpadear, y su sonrisa afable, me atraía de una forma extraña.

-Hola, dormilón -movió sus labios. Su voz aguda y sonora me cautivó. Enseguida me levanté, estando de espalda a ella. La reconocí una vez giré mi mirada hacía atrás.

     La princesa Maripola estaba de cuclillas, mirándome mientras recogía flores y la metía en una cesta. Tenía su sombrilla apoyada sobre su hombro. Vestía con su mismo vestido de princesa, ajustado por arriba, y ensanchada por abajo, con una falda hasta las rodillas, con bocetos y con dibujos de maripossa en la parte baja. tenía unos guantes finos y blancos en sí, cubriendo su manos delicadas.

-Buen atardecer -ella miró el cielo. Yo la seguí con el mismo movimiento-. El sol está tan hermoso cuando cae para dar pasó a algo más bonito, ¿no crees?

     Yo me quedé en silenció. Ella recogió varias flores más, hasta que puso de pie. Se arrimó junto a mi. Su cesta estaba llena al nivel de mi cara algo absorto por su presencia. Miraba fijamente el sol poniéndose entre el horizonte con un sonrisa buena.

-Yo tengo que irme -me miró-. Mi ''Castillo'' me llama.

     Caminó hasta separarse de mí. La contemplé subiendo por las escaleras y la rampa hasta el estanque, donde la perdí de vista. Había acordado de una cosa en común durante un rato pasado. ¡La Pitonisa de la ciudad...! ¡Debía de visitarla!

 

     Corrí hasta el interior de la ciudadela, hasta acercarme al lugar de la pitonisa; no había nadie de gente, pues la noche caía en la ciudad. Entré sin dudar, donde la adivina me esperaba con un bola de cristal en un mesa redonda y pequeña.

-Buenas noches, joven muchacho de verde. Tu destino era acabar ante mí para preguntarme sobre el futuro.

  Yo afirmé aquello, arrimándome a ella-. Tranquilo, veo que tu labor ha finalizado hace tiempo. Te puedo hallar respuestas sobre el Amor, si me das 10 rupias.

  ¿Sobre el amor? Eso es una tontería. Recorría a ello solo para encontrar los trozos de corazones expandidos por Hyrule. Ya tengo todos ¿Acaso hay más corazones ocultos? No puedo dudar sobre ella, ya que sabe que mi trabajo ha terminado; y eso que no le he dicho nada. Demuestra que dice la verdad sobre su vocación de Adivinadora. Me entró curiosidad, así que le entregué las rupias que Telma me prestó en la Tasca.

-Muy bien, solo tienes que esperar la respuesta sobre tu Amor -recogió esa piedra.

  Esperé a que encantara esa bola con su hechicería, hasta que sus palabras mágicas me exaltó, dando un brillo resplandeciente a ese objeto de cristal.

-Veo algo increíble. Puedo describirlo, pero confuso -me miró muy serio, como si hubiera visto un fantasma.

-¿Qué pasa?

-Se quien eres, y se quien es la que está contigo en la bola -me dijo-. Te diré una cosa, joven: ''En la tierra de colores reposarás, una persona especial estará contigo... dominándote para el bien''.

  Estuve perplejo por lo dicho en su boca, algo pensativo después. Pero no dije nada a continuación.

-¿Te alegra por lo dicho? -me dijo.

  Yo no comenté, me giré hacía la puerta y salí por ella.

 

  En tasca estuve aquella noche pensativo. Sentado mientras bebía leche... ¿?

-¿Estás bien? -se acercó Telma.

 Yo afirmé silenciosamente.

-No puedes estar así, deberías dormir.

 

  La mañana siguiente llegó con un amanecer resplandeciente. Me levanté temprano; ya que no me gusta levantarme tarde. Me tomé el desayuno, y caminé al Sur de nuevo. Las praderas del Sur eran brillantes. Sus hojas tan verdes y vivas, y los ruidos de los animales sonando como si hubieran nacido esa vez. El aire amainaba lentamente, con uns suave brisa que recorría mi rostro algo dormido. Caminé tranquilo hasta la floresta, donde el pasó hacía los campos de Hyrule estaba abierta tras haber sido bloqueada por pedruscos gigantes y apartado por un Goron... ¡Qué recuerdos! Me acerqué al barranco que asomaba para ver el curso del rió Zora hacía el lago Hylian. Un cofre abierto en la punta abajo.. Era yo el que lo recogí... ¡y cómo lo hice!   Tras un rato allí, quise ir a la ciudadela, donde me planteé visitar otros lugares. Me divertí con los coros musicales de la gente en la parte norte, cerca del castillo.

  La mañana pasó hacia la tarde, y la tarde llegó al atardecer. Quise de nuevo ver el atardecer en el Sur, así que me fui directamente. Pero algo pasó cuando bajé por las escaleras hacia el suelo de hierba. La princesa Maripola caminaba hacía mí con su sombrilla y con una cesta colgado de su brazo. Yo me quedé algo paralizado mientras pasaba junto a mi, mirándome de lado, con aquellos ojos indagando en los mios, con un sonrisa apacible.

 

-Eres el de ayer, ¿no? -se giró la vuelta para conversar-. Pensaba que estarías hoy echando la siesta en los pastos de flores. Con la alegría que me esperaba verte allí tumbado, mientras el sol te bañaba con sus rayos -proporcionó una leve risa-. La verdad, con ese ropaje, me resultas familiar... -me observó con interés-. No serás tú el héroe que reunió a mis queridos bichos para el gran baile, ¿cierto? -se acercó inclinando su mirada. Noté su respiración muy cerca. Afirmé ante ella-. ¡Lo sabía -se puso muy contenta-. No me puedo creer que me haya encontrado con mi Héroe favorito-. ¿héroe favorito? Podía haberse ahorrado ese comentario-. Los bichos ya han celebrado el gran baile, y yo he participado en ella con gran primor. Ha sido estupendo, pero... -me miró atentamente-... usted no ha ido al baile. Me hubiera gustado mucho si hubiese participado en ella. Habría sido más divertido -se apenó, cosa que a mí me afectó por un momento.

  Observé un escarabajo rondando por mis pies, así que me agaché a recogerlo. Una vez lo obtuve, se lo mostré. El escarabajo echó a volar a los pocos segundos.

-Ha usted le gusta también los bichos. Me alegra -sonrió-. Ahora mismo regreso a mi ''Castillo''. Sí deseas algo de mí, puedes entrar esta misma noche. Estás invitado especialmente por mi -se giró mirándome con una mirada hipnótica, muy segura.

  Contemplé como sus pasos ascendía la cuesta hasta arriba, despareciendo a mis ojos. Una brisa acarició mi cuerpo en esos momentos. Me sentí nuevo y extraño a la vez. Recordé esa mirada antes de irse, es como si te pidiera algo más.

 

  Esa noche estuve pensado en la Tasca, mientras intentaba dormir. Pensaba en Maripola. Ella me había invitado esa noche. Ella era la princesa de los bichos, una soberana importante. La gente no la conocen perfectamente como yo. No ha mentido sobre si misma. ¿Me invitó esta noche a su casa? ¿Por qué? ¿Especialmente? Acaso será una... ¿cita? Me sorprendí. Si es una cita, ella quiere... ¡No!... Es imposible. Es solamente una niña que me ha invitado. Será para jugar a juegos de niños. No iré. Cerré los ojos tranquilamente hasta dormirme esa noche pacífica.

 

  La mañana transcurrió tranquila, así que me apeteció remontar en Epona hacia el Norte, por los ríos Zoras. Sus cursos son abundantes, y muy claro para refrescarse en ellos. Varias Zoras estuvieron junto a la cascada. Conversamos juntos y nos contamos de las nuevas noticias  que traía el rey Zora desde su trono en lo alto de la cascada.

     Pretendí saludarle, y con educación le recibí; estuvo sentado junto con dos guardias. Éste me saludó coloquialmente ante todos, y yo le contesté igual. Estuvimos charlando durante un rato de las nuevas noticias que acontecía sobre el reino y del pasado en que su madre aún vivía. Así perduré hasta que el atardecer surgió en los cielos. Me despedí y salí cabalgando a la ciudad para la tasca de Telma. La noche cayó y yo aún no regresé ante las puertas de la urbe. Fue las tantas de la noche cuanto entré en la ciudadela hasta el mercado. Allí la vi a ella, Maripola, caminando hacía su hogar por la esquina.

-Héroe de los bichos -me llamó-. ¿Qué os trae con tantas prisas a estas horas?

-Ya es de noche. Tengo que dormir, princesa -le contesté.

-¿Dormir? -le extrañaba-. ¿Con lo dormilón que es usted y tiene sueño en esta noche tan preciosa? Si quieres dormir, vaya a mi ''Castillo''. Usted Dormirá bien -cuando comentó aquello último, me miró con una cara diferente a los demás.

-No, gracias.

-Está bien. Usted es el que elige -siguió-. De todos modos, haz el favor de venir mañana a los campos de Sur, junto a las flores. Me gustaría que vinieses. Por favor, es importante -se despidió dándose la vuelta hacia el callejón.

 Tenía mucha prisa, así que fui hacia la tasca para descansar esa noche algo agitadora. Pero no pude ignorar, de que Maripola es una joven alentadora y diferente a muchas personas de este mundo.

 

A la mañana siguiente me levanté y esperé durante el desayuno para irme al Sur, las praderas.

  No hubo nadie esa mañana, así que decidí esperarla junto a las flores, que florecían radiante. Durante un rato estuve allí oyendo a los pájaros cantar desde el cielo blanco de nubes limpias. El día transcurría, y me desperté esa tarde.

-Buenos tardes, héroe -estuvo detrás inclinado, con su mirada pegada a mi nuca. Yo me exalté por un momento por el susto dado, y me giré hacía ella, saludándola con la mano. Ella empezó a reírse suavemente.

-Con la tranquilidad que hay en esta ciudad, y de su gente viviendo en ella, es imposible pegarse un susto de esa forma. Demasiadas aventuras has tenido, gran héroe -caminó y se sentó junto a mi apoyando su sombrilla en el hombro, como siempre.

-¿Por qué no aceptaste dormir en mi hogar? -me preguntó recientemente. Me quedé mudo ante la pregunta-. No te preocupes. A mi me gustas. ¿Te gusto yo? -aquello me sorprendió por su parte, porque me miró y me hizo la mejor sonrisa que nunca vi en nadie.

  De pronto echó a reírse a carcajadas, hasta tumbarse en la hierba. Yo quedé pasmado por su reacción, pero me tranquilizó después de lo anterior.

-¡Era una broma! -dijo sentándose-. No me hagas caso, ¿o si? -se puso de rodillas, e inclinó su cuerpo hacía mi, haciendo me que me declinará para atrás. Su rostro cerca de mi, fijamente con sus ojos tan llenos de pureza. Eso me sintió muy raro.

  Me caí al suelo tras los hechos. Dejé que la hierba me aliviase un poco. Noté su presencia más cerca y apegada.

-¿Jugamos? -Oí de ella.

-¿Cómo? -levanté mi mirada, observando como ella gateaba hasta colarse entre mis piernas tendidas.

-A juegos divertidos -gateó un poco más, hasta ponerse encima mía con las manos apoyadas en la hierba.

-Si -dije sonriente, aunque un poco nervioso-. Podemos jugar a correr. Ya sabes, tú me coges yo te cojo, ¿qué prefieres?

-¿Al pillar? -pensó-. Está bien. Yo te perseguiré. Huye -sonreía contenta.

     Yo me levanté arrastrando mis piernas hacia fuera de las suyas. Me puse de pie y retrocedí. Ella me miraba intacta, hasta ponerse derecho. Empecé a correr enseguida.

  Corrí por el montículo, rondaba por a través de ella. Maripola me siguió para atraparme mientras reía con ganas. Estuve dando vueltas alrededor de ese terreno, y ella detrás de mí, con ambición de atraparme. Corrí un poco más hasta subir las escaleras. Ella aún perduraba su marcha, pero era más lenta con aquella vestimenta suya. Me escondí junto a los árboles como pude. Ella me avistó enseguida.

  La noche cayó al cabo de un rato grande. Estuve persiguiéndola por todo el terreno, hasta que la atrapé. Ella le tocaba perseguirme, pero cuando me dí la vuelta, tropecé por los bultos, y caí en el centro del pasto de flores. Me volqué hacía ella, pero ésta cayó encima con ímpetu y energía, abrazándome a mí con mera fuerza por el cuello. Sonreía con ganas, y se reía. Yo estuve algo cansado, pues aún tenía ella energía por seguir. Colocó su frente junto a la mia, apegando su nariz a mí. Sus ojos estuvieron cerrados y alegres. Su respiración era más fuerte que antes, y notaba como su cuerpo latía con rapidez. Esa vez estuve nervioso. Notaba su olor cerca de mí, era un olor suave y agradable a hierbas y flores frescas. Yo cansado, mi frente emanaba sudor, y mis brazos no podía sujetarla, así que lo postré junto a la hierba. Me importaba poco aquello, así que tumbé todo mi cuerpo en la hierba, rodeado de flores, mientras ella estuvo encima, pegado a mí como un lapa.

  Hizo varias risitas, hasta que me dio un leve beso en la frente. Me quedé estupefacto.

-¿Qué haces? -pregunté confuso. Ella no me contestó, me miraba con ganas e interés.

  Con su nariz, se flotó a la mía de lado a lado, hasta que bajó lentamente hasta mi cuello, donde lo besó delicadamente y la lamió suavemente. Indagó con más profundidad por la abertura de mi pecho. Reposó una mano encima de mi pectoral, y con su lengua lamió con profundidad.

-¡Maripola, deja eso! -me incliné, pero aún seguía con lo suyo.

  De pronto, subió su rostro hasta darme un lametón que recorrió toda mi mirada absorta. Continuó metiendo su lengua entre mis labios y dándome varios besos seguidos. Notaba como jugaba en mi interior. Mi lengua se dejó llevar por esa impresión. Me lo metía con profundidad, y sus labios ocupaba parte de mi boca. Me sujetó con sus manos con guantes, para besarme apasionadamente. Cuando se separó, su mirada estaba algo perdida, mientras la punta de su lengua surgía una saliva que llegaba a mis labios cubiertos por su viscosidad. Yo quedé algo más consciente, pero me sentí confortado por aquello. Algo recorrió por mi cabeza y por el cuerpo, algo llevadero y que se acumulaba en mi mente. Me sentí extraño y fuera de mis pensamientos. Enseguida me sentí muy atraído, y eso no me agradó. ¿Por que no me opuse a ello? Me tumbé de nuevo, observando a ella, plácidamente. Se postró de rodillas entre mis piernas, introduciendo su manos en mi falda verde. Me miraba mientras bajaba mis pantalones con suavidad. Cuando me lo bajó, subió mi túnica. Mi miembro exaltó con impulso, hasta cerca de su barbilla. Ella se sorprendió parpadeando varias veces. Observó con lujuria mi pene erguido totalmente.

-¿Por qué quiero que sigas? Yo no quiero que lo hagas -me pregunté-. Eres una niña, Maripola. no hagas esto.

-Es por el afrodisiaco -me contestó-. Soy la princesa de los bichos. Las flores también son mi especialidad. Hay plantas que tiene está sustancia tan extraña. Mi aroma tenía esta propiedad, y te ha seducido, al igual que cuando te besé.  

  Yo quedé sorprendido, pero esa sensación fuerte y que se acumulaba lentamente, me dejó sin funciones mentales. Solo la deseaba a ella con todas mis fuerzas. Mi fuerza se desvaneció. Notaba su lengua lamiendo suavemente mi pene. Después lo cogió con una mano y apretó, moviéndola a su gusto, y yo sin hacer nada.

-Está dura -me la bajó hacia mi vientre, apretando con su pulgar por mi punta.

-¿Qué estás haciendo? -observé que oprimía aquella parte contra mi y lo manoseaba con su pulgar.

  Lo oprimía lentamente masajeando todo el miembro con esa fuerza. Ella bajó y lamió la parte baja, por el escroto, mientras que con su otra mano lo palpaba. Mi piel se erizaba con aquellos movimientos, hasta que percibí un intenso movimiento por dentro. ¡¿Qué hacía?! Introducía parte de su dedo por mi trasero, lo estaba notando profundamente hasta cierto punto. Allí inclinó su yema hasta mi muro interior. Tocó y rozó aquello, manoseando a su antojo. Sentí intensidad tan extraña, llegando a un extremo nuevo. Me oprimía lentamente mi miembro con su pulgar, y me retocaba el interior. Pequeñas palpitaciones se estaba acumulando en el interior y entre mi miembro.

  Ella acabó de oprimirlo y lo cogió con ganas, hasta que se lo metió en la boca profundamente. Apreciaba aquel calor de la boca. Estaba consumiendo con sus meneos. Seguía tocando mi interior, y mimándolo con su lengua rebuscona. De vez en cuando abría los ojos para mirarme. Me masturbaba con sus cincos dedos pegados, mientras su boca lo alteraba con meneos masivos. Con su mano, lo meneaba con la misma similitud y al mismo tiempo. Era un felación muy leve y sutil.

-¡No puedo más, Maripola... -tras escucharme aquella suplica por parte mí, sacó su boca al aire y empezó a masturbarme con más densidad.

  Mi cintura se alteraba, impulsando mi miembro más arriba. Ella siguió hasta que noté una presencia voluptuoso muy enorme saliendo hacia arriba con viscosidad resonante(que suena) de fragor entre su mano y mi miembro sin control. Se oía como los fluidos sonaban entre su palma que flotaba con fuerza contra mi vigoroso genital apunto de explotar. Arrimé mi mirada hacia aquel punto, y percibí como ella acercaba su lengua suculenta hacia cerca de la punta mirando al cielo con mirada libidinosa.

-¡No! -grité de desesperación y desahogo al mismo tiempo que lo descargaba ante ella.

  Una gran corriente de semen surgió al aire, cayendo por su cabello y parte de su cara de satisfacción. Seguí descargando por él aire, que caía de nuevo por su cabellera, junto por las trenzas. Más ráfagas aparecieron cayendo por varias partes de su cara: frente, mejillas, ojos... Arrimó mi miembro mientras era masturbado, hasta metérselo por la boca. Me estaba corriendo en ella sin preocupación. Me corrí en su cara y por su interior de su boca.

  En aquel momento perdí la consciencia, cerrando mis ojos.

 

  Desperté en la tasca, mirando el techo, y como Telma me miraba con sospecha y preocupación.

-¿Qué te ocurre? -me dijo cuando abrí completamente mis ojos algo confusos-. Estabas soñando. ¿Qué clase de sueños estabas teniendo?

-¡Sueños?-.

Durante un tiempo me quede pensativo. Me levanté y quise visitar a la pitonisa sobre su visión.

-¿Cómo? -se lo conté a la pitonisa. Ella se había asombrado-. Ahora que me lo mencionas. Noté extraño en la visión. Tenía que haberme dado cuenta  de que se trataba e un simple sueño erótico de esos... joven -echó unas risitas delante de mí mientras tenía apoyado un mano en la bola de cristal.

                     

 

                                                                       No me lo puedo creer... ¡Y se ríe!

 

 

 

 

 

     Cierto que ha sido algo leve al final, pero no puedo ignorar el problema de que no me agrada demasiado este relato. Pues técnicamente, Maripola tiene 10 años, y eso suena raro que lo diga yo y que forme parte de esta historia. Según los creadores de juego, ella aparenta tener 10 años, ''aparenta...'' lo que quiere decir,  es que no es del todo cierto esa edad.

 

                   Para arreglar las molestias, decidme qué relato queréis que siga con su continuación, y si es mejor, de qué forma lo queréis.

                                                                                

                                                                                 Siento las molestias.