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TLoZ MM La Ranchera y el espadachín verde 3p (2)

en Parodias

 -Su pene se ha cansado, pero… -empezó a lamerlo por la cabeza, donde los fluidos del semen caían.

            Empecé a incitar esa parte, y realmente recuperé parte de mi energía. Observé que mi pene volvió a ponerse dura recostada en su lengua.

 -Mientras sigas teniendo semen, su pene le apetecerá jugar conmigo.

 -Seguirá haciéndolo… ¿Hasta cuándo acabará? -sorbió la punta consecutivamente y sin mirarme.

 -Parece que quieres dejarlo -me dijo-. No le dejaré abandonar hasta que le haya exprimido todo.

 -¿Y qué hará?

 -Como era de esperar, es difícil de correrse cuatro veces, ¿no?

 -¿Cuántas veces? -me asombré.

 -La he agitado, y la cama fue salpicada por su semen en ese momento -movía mi pene con la punta de su dedo-. En seguida empecé a tragar su pene y terminó usted con un montón de su valioso semen en mi garganta -empezó a menearla y sorber la cabeza-. ¿Te suena eso? Dije que estaba delicioso. Pero después nos fuimos aquí… y… su semen al final acabó por aquí -acarició su vientre.

 -El semen que está en su barriga se lo tragó antes -me molesté-. Es absurdo que entre por debajo.

 -Vaya, creo que ni siquiera lo sabes… Yo me refiero a una gestación. Si bien creo, no sabes qué es eso, ¿verdad? -se puso de pie.

 -Gestación es cuando se crea algo… Pero, ¿a qué se refiere ahora?

 -Te lo diré si me haces un pequeño favor más -apoyó sus manos sobre mi hombro.

 -¿Cuál?

 -Sé que no puedes más. Sin embargo, le quiero para una última vez.

 -¿Quiere que la folle otra vez, señorita?

            Ella estuvo pensando, pero al final su mirada negaba.

 -No, eso es algo complicado para su edad. Estaré muy agradecida si se dejase llevar por mí.

 -¿Qué tengo que hacer?

 -Nada… no se moleste. Solo yo haré el trabajo.

 -¿Qué trabajo?

 -Seguro que lo recuerdas enseguida.

            Se quitó enseguida la prenda de arriba y me mostró aquellos senos grandes de aquella vez. Eran los mismos, tan esbeltos como ella, tan brillantes, tan… Solo mirarlas recordaba lo que hacía con ellas. Y eso me gustaba.

 -Con esa cara que tienes, cualquiera diría que te gusta más que nada -se inclinó hacia mí-. ¿Y Bien?

 -¿Vas a…? ¿Vas a usarlas?

 -¿Las quieres o no?

 -Claro. No puedo olvidarlas, siempre las tengo en mente.

 -Bien… Entonces... Sólo para ti, lo voy a hacer con mis pechos.

            Sujetó ambos lados de sus senos y lo juntó a mi pene empinada. La cabeza se cobijó entremedia de ellas, tocando el fondo. Era agradable sentirla. La chica zarandeó un poco sus senos hacía arriba, flotando por dentro mi pene. Me aliviaba poco a poco esos movimientos, hasta que levantó su pleno con sus senos. Miré mi pene surgiendo por su abertura. Se flotaba por sus movimientos. Aquello era plácido. Sentir su suave piel me excitaba.

 -Su pene está entre mis pechos.

 -Sí, señorita.

 -Mi pequeño, es más difícil que lo demás. Tal vez sólo voy a lamer su pene un poco más. ¡Produce un sabor bastante bueno después de todo!

            Lamía la punta varias veces y sorbió la punta varias veces reiteradamente. Su cálida boca me frecuentaba. Estaba de lo mejor. Observé como echaba saliva a mi pene. Se deslizó hasta untarse por sus senos. Comenzó agitarlas. Todo cambió, ahora estaba más resbaladizo y gratificante.

 -¿Y bien? -expuso-. ¿Se siente bien?

 -Está mejor -respondí.

 -Se siente bien ser sacudido por mis pechos, ¿no es así? Mis tetas se sienten bien, ¿verdad? -insistía.

 -Sí…

 -Se siente bien. Te sentisteis igual cuando me sacudías por detrás, ¿verdad? -comentó apresurando sus movimientos-. Aquello lo sentí muy intenso, tan intenso que hasta me corrí igual que usted -seguía moviendo sus tetas-. Cuando dos personas follan deben de sincronizar el ritmo. Si consiguen hacerlo, los dos notaran lo más intenso. A eso se le llama un orgasmo conjunto. Te habías corrido dentro y yo, al igual que usted, también sentí las ganas de correrme. Me corrí porque hizo lo correcto, y eso muy pocos saben hacerlo.

 -¿Así que le gusto? -le dije.

 -¿Qué si me gusto? Más bien me encanto -seguía flotando-. No acostumbró a ofrecer mi cuerpo. Me gusta más jugar con un pene, que dejar que un pene juegue en mis adentros.

 -¿Por qué?

 -¿Por qué? …Digamos que me interesa tener el control. Ya sabes, cuando un pene está ante mí, me pide que le haga cualquier cosa. Siendo un niño, llegó a experimentarlo sin miedo, pretendiendo a más. Por eso le ofrecí mi cuerpo, de esa forma podría comprobar, por sí mismo, que todo lo que hacía es… algo bueno.

 -Yo… creo que… voy a terminar por… -empecé a notarlo.

 -¿Crees que estás a punto de acabar? En ese caso, sujeta mis pechos y mueve su cadera.

 -Pero… usted dijo que lo haría sola.

 -Perdona por incumplir esa condición. Si lo hace como yo le digo terminará disfrutando. Además… ¿qué es lo que quiere ahora?

 -¡Quiero que salga el semen! -me descontrolé.

            Cogí sus pechos en ambos lados y los apresé. Eran suaves y blandas. Mi cadera se movió sola. Aprecié con más fuerza mi pene flotando hacía arriba y abajo. Aquello no pude describirlo, pero… no dejaba de gustarme.

 -Córrete en el momento que quieras, ¿de acuerdo, pequeño?

 -Lo haré.

 -Su pene se está derritiendo en mis tetas -empezó a olisquear la punta-. ¡Huele bien! ¡Su pene crispó! ¡Su pene se va a correr en mis tetas! ¡Muy bien! -se enloquecía.

            Apoyé mis manos en sus hombros y ella comenzó a oprimir y mover sus senos. Yo movía más rápido mi cadera.

 -Mi parte favorita es la que viene ahora -se emocionó aligerando el ritmo-. ¡Tanto es! ...El semen que va a salir es tan bueno.

            Tras haber acelerado raudamente, el semen comenzó a subir más vertiginoso.

 -¡Si vas usted tan deprisa, señorita, me correré! -expresé.

 -¡No le dejaré marchar hasta que no pueda correrse más!

            Se avivó más el ritmo y yo no aguantaba más; el semen iba salir…

 -¡No se detenga, siga adelante y córrase!

            Cada vez que sentía las sacudidas de sus tetas, ella ansiada de pasión, lanzaba y clamaba a voces.

  -¡Está lleno! ¡Suelte…láncelo, pequeño! ¡Échelo todo! ¡Sobre mi…derrámalo!

            Realizó sus últimas sacudidas, y continuamente estrujé mi cuerpo contra sus tetas. Incliné mi cuerpo hacía delante, manteniendo mis manos sobre sus hombres y la barbilla en el ápice de su cabeza.

 -Está salpicando… me salpica… -decía.

            Sentir como me corría entre sus opulentas tetas me placía. Notar como se derretía y se calentaba…

  -¡Maravilloso…! ¡Eres genial...! ¡Es tanto… y calentita…! ¡…Es mucho, Link! -alucinaba.

 

            Todo estaba acuoso y acalorado. Empecé a notar el sudor de mi frente y al mismo tiempo el sudor de ella. Retiré mi cuerpo hacía atrás y vi como Cremia me miraba.

            Sus tetas quedaban impregnadas de semen. Caían los fluidos por los bordes, esparciéndose por los costados, también distinguía como goteaba al suelo. Una vez la contemplé, vi algo admirado. Había rastro de mi semen escurrido por la parte baja de su cara. Hubo pequeñas trazos de semen, entre ellas, había algo más apreciable; un semen se trazaba desde un lado de su nariz hasta alcanzar una ceja.

 -Voy a chupar todo lo que queda, ¿de acuerdo?

            Untó su dedo por aquella parte de sus cara y se lo metió en la boca. Separó sus senos mojados, y comenzó a chupar los lados de mi pene decaído. Sorbió y succionó la cabeza varias veces con salacidad. Lamió la parte baja hasta la cabeza y se tragó el pene de nuevo. Allá me hizo una mamada en unos cuantos segundos. E incluso uso su mano para agitar y chupar la punta de nuevo. Me estuve aliviando tras su fricción.

 -Todo hecho -se levantó-. Ya hemos terminado, pequeño.

 -¿Y qué pasara ahora? -pregunté intrigado.

 -Créeme, pequeño Link, si llego a reiterar con su pene, usted estaría exánime

 -¿Exánime? -aquello me desconcertó-. ¿Qué quieres decir?

 -Me he estado aguantado este impulso durante este tiempo. Si continuó, no me contendré. Digamos, que estarías seco por dentro… Dejémoslo así.

 -Pero…

 -Acabo de acordarme de una cosa -pensó por un momento.

            Cremia caminó semidesnuda hasta la cama, allá se sentó con las piernas cruzadas.

 -Ven -ordenó.

            La curiosidad me ganó. Caminé directamente con intriga hasta ella.

 -Mastúrbese -expresó enseguida.

 -¿Cómo?

 -Continua haciendo lo que dejasteis a media -continuó-. Ya sabes, sentado en la habitación… tocándote…

 -¿Eras tú el que estabas mirando a través de la puerta?

 -¿Quién si no? Venga, ¿lo harás? Hazlo por mí… y para mí -se puso tierna conmigo.

            Cogí mi pene y me masturbé frente a su cara. Mi pene, a los pocos segundos, se puso tiesa de nuevo, por lo cual, Cremia se fascinó.

 -Increíble -dijo-. ¿Todavía estás lleno de energía?

            Se puso a mirar atentamente por los lados curiosamente, al mismo tiempo que me masturbaba.

 -He hecho todo lo necesario, y sin embargo… continúa tan dura -se situó de frente de nuevo-. ¿Qué debo hacer ahora? -pensó-. ¡Ah! Ya se…

            Recostó su cuerpo en la cama y me trajo consigo. Allá me puse de piernas abiertas con mi pene cerca de semblante cara.

 -Córrase en mi cara.

 -¿Eh?

 -Ya se corrió usted en mis senos, ¿por qué no iba a correrse en mi cara? Venga, sigue adelante y acaba, ¿de acuerdo?

            Empecé a masturbarme de nuevo más rápido que antes. Era irresistible. No podía rechazar su petición. Cerró sus ojos y abrió su boca. Deseaba mi semen en su cara.

 -Te daré 5 segundos, pequeño. Si no lo haces, te exprimiré todo -avisó -Advertido quedas.

 -¿Qué? -aquello me desconcertó.

            De pronto abrió sus ojos como platos y rápidamente se infundió por mi cuerpo una corriente latente expandiéndose con fervor. Sentí las ganas de correrme en ella, así que apresuré mi ritmo con entusiasmo.

 -1…

            Contaba con los ojos cerrados. Yo aceleré.

 -2…

            Siguió enumerando.

 -3… 4…

 -Yo… yo… quiero…

-¡Y…!

 -¡…Correrme!

            Ella sacó su lengua abriendo la boca del todo. Yo Liberé todo lo de dentro.

            Me corrí en su cara. Tiras de semen cayeron reiteradamente. Duchaba a la señorita con mucho semen.

Yo me aplacaba cuando lo hacía y miré como calaba en su rostro. Al final, me masturbé para salpicar las últimas gotas de semen que bajaron y fluyeron por el interior de su boca.

 

            A los pocos segundos, ella abrió un ojo, pues el otro estaba untado. Su cara manchando de esa sustancia me resultaba chocante.

 -Asombroso… ¡Demasiado esperma! -se tragó rápido el semen de su boca-. Me has impregnado de su semen…. Pervertido. A pesar de que llegó mucho antes... Es… ¡Sorprendente!

            Me cabeza no pudo soportar más y caí rendido encima de ella.

 -Te has decaído de tanto sacar semen… -me abrazó con afición-. Gracias por correrse tanto. Cuando se acumule de nuevo, déjeme beber, ¿de acuerdo?

            Me ojos se adormecen... Permanecí agotado y dormido.