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Norah (2 de ...)

en Fetichismo

La experiencia con Norah, 2ª parte de la 1ª cita.

Continúo narrando lo que aconteció con Norah en nuestra primera cita.

Había acabado explicando que ya me tenía ante ella de rodillas desnudo lamiéndole los pies al poco de conocerla en mi casa, estuvimos así un rato hasta que le pregunté si le apetecía probarse algún calzado de Ana, lamentablemente Ana calza un 39 y Norah un 41 !!!, (es la mujer a la que he lamido los pies con el número más alto), así que pese a los muchos modelitos que tiene Ana entre botas, cerrados stilettos y sandalias, solo le pude ofrecer estas últimas y de éstas las que estuvieran abiertas, sin tiras por detrás. Se puso unas como de madera de tacón medio y una tira ancha naranja que servía para sujetarlas al pie. Por la diferencia de pie con Ana, pese a no ser el calzado más sexy eran de las pocas que le podían ir. Se las calcé a la vez que adoraba sus pies con besos y lamidas pero seguía faltando algo, no obstante el pantalón y jersey que llevaba no estaba escogido para una sesión morbosa, afortunadamente Norah siempre transmite una mezcla de nerviosismo ante la situación, con la inocencia de la que prueba algo nuevo y su siempre asentimiento, a todo decía que sí. Así que ante mi ofrecimiento de dejarle algún atuendo morboso de Ana aceptó y le propuse ponerse un traje catsuit de latex que cubre todo el cuerpo, ese traje lo habíamos comprado por internet hacía apenas unas semanas y Ana lo había estrenado unos días antes. Norah sin pudor se desnudó ante mi, mostrando sus curvas, su sexy tanga con un simple hilillo en la raja del culito y su coñito totalmente rasurado, y se enfundó en el traje.

Le quedaba impresionante, ella dijo algo, no recuerdo el que, que me hizo saber que a ella le daba morbo verse en un traje así y se calzó las sandaliascon la tira naranja(no pegaban mucho, mejor hubieran quedado unas botas altas, pero …). Por mi parte le ofrecí vestirme con mi collar de tachuelas seguido de la correa de perro también de tachuelas, me dio su permiso y se lo ofrecí para que ella me lo pusiera, me lo apretó incluso demasiado pero no sería yo el que se lo dijera, solo me quejé de dolor, ella cogió la correa y yo me puse de rodillas, ya estaba mi alta Ama Norah enfundada en un catsuit de látex y sandalias agarrando de la correa a su sumiso perrito desnudo a sus pies. Le dije de ir al mueble probador de Ana donde hay un espejo vertical, fuimos allí ella llevando de la correa a su perrito y yo a cuatro patas, abrí el armario ella se pudo ver y yo miré su cara comprobando lo morbosa que estaba, me estiré en el suelo ante ella y le invité a que me pisara mientras se miraba en el espejo, eso hizo, me clavo los tacones y me puso la planta de la sandalia en mi cara y procedía a lamerla, me introdujo el tacón y en movimiento de vaivén lo introdujo y sacó de mi boca mientras yo lo lamía con  la lengua, ella no hablaba solo hacía y ponía cara de auténtico vicio.

Como la veía desde abajo la tentación era demasiado así que le dije que si quería podía dejar su entrepierna libre con la cremallera de la parte baja del catsuit, sin responder se la abrió, ante esa invitación subí mis dedos para frotar su coñito totalmente depilado, ella se dejaba hacer y jadeaba mientras seguía pisando a su sumiso y tiraba fuerte de la correa produciéndome dolor. Ella estaba chorreando, nunca había sentido tanta humedad en una Ama y en tan poco tiempo, le pregunté si quería que la masturbara ella dijo que sí y metí mis dedos, uno, dos y hasta tres y empecé a subir y bajar. Para que pudieran llegar mejor mis dedos ella retorcía su cuerpo con su espalda en el armario acompasando mis movimientos, y en cada movimiento de bajada clavaba más fuertemente el tacón en mi, ella jadeaba cada vez más fuerte y yo también a la vez que con mi otra mano me frotaba el pene el cual ya tenía totalmente tieso desde casi el principio de empezar a lamer sus pies y ahora ya a punto de explotar.

Mientras la masturbaba, subía y bajaba sobre mis dedos empapados de sus jugos y yo me los comía y rapidamente los volvía a introducir, al poco y sin dejar de masturbarse se quitó una sandalia y me introdujo los dedos de los pies en la boca para que chupara primero suave y al poco ya con agresividad introduciéndome todo el pie posible produciéndome arcadas, ella no se inmutaba y seguía a lo suyo, chorreando, por mi brazo caían sus flujos mientras lamía casi todo su pie en mi boca y ella jadeaba cada vez con mayor fuerza, así estuvimos un buen rato, con suspiros, jadeos, apenas alguna palabra suelta hasta que finalmente, pasada la media hora la media hora de masturbación nos dimos una tregua, ella estaba sudorosa, fuera de sí, se agachó y se sentó en mi cara, sobraban las palabras, sabía lo que quería así que empecé a comerle el coñito totalmente empapado, la cremallera del catsuit se me clavaba en el labio y a la asfixia de tenerla encima se sumaba el dolor de la cremallera. No le veía su cara pero por sus jadeos seguramente debía ser de morbo total, lamí y lamí hasta que se adecuó el vestido para que mi lengua pudiera introducirse en su ano y empecé a limpiárselo, ella subía y bajaba a la vez que me estiraba, apretaba y retorcía mis pezones, y mi lengua quedaba fija, elevada introduciéndose y saliendo al ritmo que ella imponía, no recuerdo cuanto rato estuvimos la situación caliente me hacía perder la orientación de todo, supongo que a ella también.

Se levantó, me estiró con la correa encima de la cama y ella se estiró a mi lado, fue una tregua de apenas 2 ó 3 minutos, le pregunté si quería probar un látigo y me dijo que no sabía como se usaba que nunca lo había hecho, busque uno de longitud media de los de Ana y se lo ofrecí, lo cogió, nos fuimos al pasillo para tener espacio, puse mis manos detrás en mi cuello ofreciéndole todo mi cuerpo a su disposición del castigo y empezó temerosa a darme pequeños golpes, no tenía cogida la distancia y le di un par de consejos, se retiró un poco, cogió bien la distancia e iba dejando caer los golpes cada vez con más fuerza, ‘¿no te hace daño?’ preguntó temerosa, ‘no te preocupes’ le contesté, ‘tu da más fuerte’ y empezó cada vez a dar más y más fuerte, le dije que sintiera el ruido del látigo y el chasquido en mi cuerpo, su cara era de un morbo total, no tenía experiencia pero se entregaba totalmente y todo lo probaba y lo hacía con ganas y bien.

Estuvo un rato golpeando, marcando mi torso y luego mi espalda, se acercó a mi para ver de cerca las marcas y me arañó morbosa, '¿te gusta?' preguntó mientras me retorcía un pezón, estiró de la correa me hizo poner a cuatro patas y me paseó por la casa mientras me golpeaba con el látigo, me llevó al salón se sentó en un sillón me ordenó sacarle las sandalias y masajearle los pies, con mis manos, con mi lengua, dándole sensuales mordiscos, nos relajamos en esa situación, ella estaba aturdida por lo que había sucedido, satisfecha, llena, yo estaba agotado, dolorido y empalmado, empezamos a hablar complices y dimos por terminada la sesión.

Se aseó, nos vestimos, nos besamos y nos despedimos hasta la siguiente sesión que no tardó más que tres días en suceder y en la que yo tenía preparado ofrecerle más posibilidades para su disfrute.

Gracias por vuestra lectura. Siempre experiencias reales.

Juaco

sumisjuan@yahoo.es