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ENTRE SABANAS (capitulo 2)

en Grandes Series

Cuando termina la primera semana de clase me encuentro a  mi misma pensando en lo maravillosa qué fue; recuperé mi emoción y mi pasión por la carrera, qué había disminuido después de un par de difíciles materias. Es bastante peculiar el poder qué tiene viajar en bus mirando por la ventana sobre la dirección qué toman nuestras reflexiones (se hacen tan profundas...)

¡Oh!  La mejor forma para cortar el hilo de mis pensamientos  acaba de pasar justo frente a mi; piel trigueña, ojos verdes, alto y con los labios más apetitosos qué he visto. (Como los de Kevin james) Qué perfección. En otro momento de mi vida me habría sentido un poco avergonzada de verlo con tanto descaro y habría agachado la cabeza o disimulado un poco, pero sinceramente tengo muchas ganas de entretener la vista, total seguro de no lo vuelvo a ver.

Paso los siguientes diez minutos mirándolo (admirándolo) fijamente, después  de detallar cada parte de su anatomía (con ropa aunque me habría gustado qué no la tuviera) me doy cuenta de qué no es tan perfecto como me pareció a simple vista; sus ojos son bastante grandes lo qué le da una extraña apariencia de niño pequeño pero a la vez su fuerte mandíbula lo hace ver como un hombre de más edad lo qué me dificulta seriamente calcularla. Tiene los brazos grandes y fuertes pero no creo qué sea porqué vaya al gimnasio, su pequeña pancita lo delata. Entre más lo miro me parece menos perfecto, más humano y por lo tanto más bello.

Recorro su cuerpo una y otra vez, luego clavo mi mirada en sus ojos y descubro con un poco de vergüenza que él también me observa. No se qué bicho me ha picado hoy pero le sostengo la mirada y le doy mi más sincera sonrisa. Al instante se pone rojo como un tomate y mira hacía otro lado (aplausos suenan en mi cabeza ya que al fin he logrado achantar a un hombre tan bello ¡besos para mi!) sigo observándolo descaradamente el resto del trayecto hasta que veo qué nos acercamos a su parada, el acomoda su maletín (oh no ya se baja y yo siento qué no he tenido suficiente chicolate visual) miro alrededor y veo como un par de personas me observan con cara de "deja de morbosear al pobre tipo maldita acosadora" y me río nerviosamente, entre todo esto no me doy cuenta qué el señor ojos mágicos se ha acercado hasta qué me susurra al oído y me sobresalta.

- Tienes los ojos más hechizantes qué he visto y apenas se comparan con la belleza de tu sonrisa, espero volverte a ver -se ríe suavemente- bueno, qué vuelvas a verme...

Me da un beso en la mejilla, se baja del bus y yo he quedado completamente paralizada. Las personas qué creo que me acusan de acoso mental me ven con curiosidad, cualquiera diría qué me ha dicho algo feo por qué mi cara simplemente es un helado derretido, sin ningún tipo de forma. Recobro un poco de mi razón para dar un pasó atrás y agarrarme de la baranda (no quiero caerme ya que he dado un buen show el día de hoy) y mientras muevo la pierna hacía atrás me doy cuenta qué estoy mojada (empapada) ¡waw! el poder de un par de palabras en esos deliciosos labios y mis pensamientos empiezan a correr desenfrenados, llega mi parada y bajo en un 2x3 lo más probables es qué en mi delirio haya empezado a ponerme ruidosa (y el show haya terminado con un poco de canto gemidico) y corro hacía mi casa como alma qué lleva el diablo. A lo lejos veo a Juan, está esperándome en la portería... ¡Carajo lo había olvidado por completo!, veríamos película en su casa y me presentaría a sus nuevos amigos de carrera.

-Dios Isa ¿qué te pasó? ¿Estás bien? ¿Te asaltaron? – (por cierto, mi nombre es Isarade)

Y empiezo a reírme como una loca, me mira con cara de "santa mierda esta mujer enloqueció" y me abraza. Estoy tan caliente qué su abrazo envía demasiada electricidad a mi cuerpo y sin querer gimo. El se ríe muy ruidosamente y me abraza aún más fuerte. Tenemos tanta confianza qué nos contamos todo y mi calentura permanente ya ha protagonizado muchas conversaciones así qué no me apena lo qué está sucediendo.

-no sabes cuanto he esperado por esto conejita, me lo prometiste.

Y ahí recuerdo qué unos meses atrás me había hecho prometer qué cuando este muy caliente él sería mi consuelo. Yo me masturbo constantemente así qué todos esos deseos estarían bajo control o eso creí y en ese momento me pareció la idea más maravillosa del universo.

-¿no íbamos a ver película? –pregunté, deseando qué sus amigos hubieran cancelado todo.  Es mi día de suerte; uno de ellos se había fracturado un pie en la moto y decidieron dejar el plan para otro día. Mi compañera de vivienda sabía qué yo pasaba los fines de semana en casa de Juan así qué no había ningún problema con la noche de desenfrenada pasión y sexo salvaje qué se venia encima (umm.. Venirse, desde ya, qué rico)

Llegamos al apartamento de Juan, yo había besado su cuello y manoseado sus piernas durante  todo el camino (no se como podía conducir así) y prácticamente la ropa se desvaneció de nuestros cuerpos al cerrar la puerta de entrada al apartamento. Juan sabe qué soy ruidosa (una hermosa cantante de cama) así qué corrió hacía el estéreo y puso música electrónica a todo volumen y ahí empezó la fiesta en grande. Dio la vuelta y me miró fijamente lo qué se sintió como una eternidad.

-Mierda conejo ¿me vas a follar o te vas a quedar mirándome como idiota? Pregunté caminando decididamente hacía él.

Al abrazarlo sentí sus músculos al rededor de mi cuerpo, no puedo decir qué este hombre no esta como quiere, lo besé como sí mi vida dependiera de sus labios, lo mordí un par de veces y lo seguí besando mientras mis manos jugaban entre su espalda y su pelo, sentí en mi barriga como crecía su erección (si, en mi barriga por que soy mucho mas bajita que él), ¡waw! está muy bien dotado (¿por qué no me lo comí  antes?) Y me di cuenta qué el devolvía mi beso con esa pasión loca qué tanto lo caracteriza.

Me levantó en sus brazos  y por temor a soltarme (no creía qué soportaría mi peso mucho tiempo) me aferré tanto a su espalda que mis uñas dejaron su huella. Creo que eso lo excitó aun más y me llevó casi corriendo hacía su habitación, me tiró en la cama y subió mis piernas sobre sus hombros. Cuando pensé qué me iba a penetrar (en ese momento lo deseaba como nunca) bajó la cabeza, se puso entre mis piernas, las separó hasta qué pensé qué se romperían y me comió el coño como jamás lo habían hecho antes, mordía mis hinchados labios de una forma qué me hacía retorcer de placer, recorría cada rincón de mi vulva con su lengua, limpiando cada gota de mis líquidos rebosantes  y sin previo aviso metió dos de sus dedos en mi vagina (¡carajo como dolió eso!, no tenía sexo vaginal hace mucho y cuando me masturbo sólo lo hago frotando mi clítoris o metiendo mis pequeños dedos muy despacio) me sentí como una virgen de nuevo y grité de dolor, apreté las piernas y él las separó de nuevo al instante y me miró con los ojos encendidos…

-sí te dejas conejita voy a hacerte tener el mejor orgasmo de tu vida - me dijo con su cara empapada de mi.

Y yo lo dejé, metía y sacaba sus dedos mientras su lengua atacaba mi clítoris con fiereza (estaba muriendo de placer) gemí cada vez más fuerte y mi voz se mezclaba con la música que sonaba por todas partes. Estaba perdida. Sus dedos ahora se movían contra la pared superior, haciendo el famoso gestó del "ven aquí" (con gusto me vengo aquí ;)) y con eso presionaba mi punto G de tal manera qué mis gemidos se convirtieron en gritos incoherentes por piedad… rogando ser penetrada de una maldita vez, pero el seguía con su maravilloso trabajo, ignorando mis súplicas. Sentí cómo me llenaba y las sensaciones iban colmando mi ser causándome una tensión deliciosa qué anunciaba un orgasmo inminente, al sentir esto me asusté un poco, estaba a punto de ahogar a Juan. (Siempre qué se estimula mi punto G me convierto en una mujer manantial)

-Voy a venirme en grande ¡quítate! – le dije entre jadeos. Y sin sacar sus dedos de mi cuerpo, me dijo "relájate y llueve sobre mi, preciosa"  y yo me dejé ir, sentí la potencia con qué salió el pequeño chorro de adentro de mi y como mis músculos se contraían con extraordinaria fuerza. Después de eso me perdí en el exquisito infierno de las oleadas de placer. No tenía ni control ni conocimiento de lo que hacía mi cuerpo hasta qué volví a la tierra y sentí a Juan bombeando sobre mí, ya traía puesto el condón y me penetraba como si quisiera  partirme en dos. Me agarró los tobillos y los puso a los lados de mi cabeza, de esa manera la penetración era tan profunda qué sentí llena hasta la garganta (me felicité mentalmente por entrenar mi flexibilidad qué inteligente soy) aún estaba muy sensible por el orgasmo así qué cada penetración era una descarga de placer más grande que la anterior, bajé mi mano derecha buscando mi clítoris y con la izquierda rasguñaba la espalda de Juan (seguro le quedan marcas de batalla de por vida) me masturbaba mientras el me penetraba y así llegué rápidamente a alcanzar dos orgasmos más que me dejaron agotada y la contracción muscular de mi tercer y último orgasmo del día ayudó a Juan a llegar al cielo, y se corrió jadeando.

Agotados nos acostamos uno junto a otro y con la respiración entrecortada  nos decíamos cuan  delicioso había sido, le di las gracias por el mejor sexo oral de mi vida (o sino donde queda la educación sexual ¿verdad?) y me quedé profundamente dormida.

Dos horas más tarde me desperté para ir al baño y apenas al sentarme noté el dolor de toda la faena de hace un rato y lo disfruté mientras iba y volvía. Al regresar a la cama me fijé en qué Juan había apagado la música y qué de mi lado de la cama junto al nochero esperaba un sándwich y un vaso de limonada, agradecí la invención de la limonada  y en dos segundos me la termine, comí el sándwich (que seguramente en algún momento estuvo caliente) y me recosté al lado de mi bello y profundamente dormido mejor amigo con el qué acababa de tener el mejor sexo de mi vida.

Acaricié su cabello y me di cuenta que estaba teniendo un lindo sueño ya que su pene iba creciendo de tamaño poco a poco, me  dediqué a mirarlo (y desearlo) un buen rato hasta qué las ganas de tenerlo en mi boca fueron tan fuertes que decidí devolverle el maravilloso favor de está tarde...