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ENTRE SABANAS (capitulo 3)

en Grandes Series

Ya han pasado dos semanas desde  mi noche mágica con Juan, nuestra rutina sigue siendo la misma. Entre semana nos vemos de vez en cuando, cuando nuestras carreras lo permiten y los fines de semana me quedo a dormir en su apartamento (si, dormir) no hemos follado desde entonces. Unos cuantos halagos esporádicos al día siguiente y de nuestra apasionada noche no se habló más.

En este momento estoy  en el edificio de música de la universidad, desde que un compañero de carrera me mostró el lugar prácticamente vivo allí (prefiero leer allí que en la biblioteca). Mi idea era dormir hasta las tres de la tarde y luego leer el capitulo de la clase del día siguiente, pero un no se qué me mantenía despierta.

El lugar en donde descanso es precioso, es en el corredor/balcón enorme del cuarto piso, llega la cantidad justa de brisa para refrescar el día tan caluroso e inclusive sentada contra la pared puedo disfrutar del paisaje frente a mí. Los bellos arboles que están rodeando la universidad, un gran prado y mas adelante los edificios. Esto sumado a la melodiosa música clásica que tocan los estudiantes en los pisos de abajo hacen de este lugar el paraíso, mientras lo disfruto empiezo a tararear una canción de amor que poco a poco se convierte en canto.  Lo mejor de este espectacular lugar es que usualmente esta deshabitado, digo usualmente por que como hoy, hay alguien durmiendo en un rincón.

Por su forma de vestir me doy cuenta que es un hombre (aunque se acuesta de lado y dándome la espalda), lleva unos jeans desgastados, unos mocasines color café y una camiseta verde. Junto a él está reposando un blazer gris oscuro (un tipo elegante..mmm… sexy) y bueno no es que me este fijando demasiado pero tiene buenas nalgas.

Quito la mirada de su trasero justo cuando se da la vuelta. Tiene los ojos muy abiertos y me mira fijamente (esos ojasos los he visto antes) oh no! Es el tipo del que abusé mental y visualmente hace dos semanas… mierda, mierda, mierda. Hoy no me siento tan valiente, de hecho estoy hecha un tomate de pies a cabeza.

-          ¿Por que dejaste de cantar? Tienes una voz muy bonita

-          Em.. este.. es que pensé que estaba sola, por eso cantaba… ummm… me da pena hacerlo en publico.

-          Pero si yo no te he dicho que lo hagamos en publico, empezaremos haciéndolo en privado ¿no crees que es mejor? – (tiene el sentido del humor que me gusta, papasito)

-          Este… ehhh…. ¿Qué?

-          Que empezaré escuchándote cantar en privado – me dice riéndose por lo bajo

-          Bueno - (oh mi cerebro ha vuelto de sus vacaciones) – Podrías enseñarme a perder el miedo y prestándome tu micrófono podrías ponerme a cantar

-          Con que ahí estaba la pervertida que conocí el otro día, pensé que habías desaparecido preciosa.

Preciosa, waw esa palabra suena como la miel. Se levanta, se pone su blazer (le queda como a modelo de revista) y se acerca lentamente a mí. Se me sienta enfrente y me sonríe como un idiota (seguro yo también estoy sonriendo así) y de repente sin mas ni mas me besa. Con la sorpresa atiné a quedarme quieta y cerrar los ojos para sentir más intensamente el roce de sus labios (son tan suaves) abre un poco mi boca y empuja su lengua dentro ella. Su aliento sabe a fresa (este hombre es un extraterrestre, el mío sabe a menta normal de pasta de dientes pff) su lengua recorre todos los rincones de mi boca y yo me siento en las nubes. Tomo su cabeza entre mis manos y revuelvo su cabello mientras nos besamos tan apasionadamente que empezamos a agitarnos. El empieza a recargar su cuerpo sobre mi y en unos segundos ya estoy acostada con el encima, esta tan cerca que puedo sentir como presiona sobre mis pechos y eso me encanta.

Seguimos con los besos apasionados, tomando aire por algunos segundos cuando siento sus manos recorrer mi espalda bajo mi blusa, con un ágil movimiento desabrocha mi sostén y yo brinco y lo separo de mí.

-          ¿Qué haces? – pregunto  jadeando

-          ¿me dejas tocarte? – me susurra al oído rozándome con sus labios

-          Si, pero ¿aquí? ¿y si llega alguien? Me da miedo

-          Ven conmigo

Se levantó en un santiamén, me extendió la mano, yo tomé mis notas las metí rápidamente a mi mochila, agarré su mano y fuimos juntos casi corriendo a un salón de clases que quedaba en el fondo del pasillo en la parte mas lejana del edificio (pensándolo bien luce como una oficina no tanto como un salón, no veo el tablero por ninguna parte) se nota que están remodelando el lugar, hay papel periódico protegiendo las ventanas lo que nos da completa privacidad (excepto por un pedazo roto por el que entra un poco de luz) aunque a la puerta no se le puede poner seguro (mierda mierda mierda, si nos encuentran así seguro nos echan… estoy tan asustada que estoy empapada y con ganas de violarlo ahí mismo) hay sillas apiladas en un extremo del lugar y unos cuantos ladrillos aquí y allá.

-          ¿Confías en mí? – me pregunta sonriendo con malicia

-          Por supuesto que no, apenas te conozco, no seas idiota – le dije entre risas

-          Pues vas a tener que hacerlo – me dijo también riéndose.   

Estaba tan nerviosa y excitada que temblaba sin control, apenas podía sostenerme de pie y miré que sacaba una cuerdita de su maleta y empezó a atarme las muñecas (solo me habían atado una vez antes, fue espectacular pero fue en la comodidad de una cama y en privado, no aquí donde cualquier pendejo puede vernos tirando) me amarró a una de las sillas que estaba en la pila y me di cuenta que si halaba un poco las derrumbaría todas y probablemente no lograría deshacerme de esa a la que estaba atada.

-          Me sueltas por favor, tengo miedo que de que eso me caiga encima

-          Esa es la idea, quiero que te quedes lo mas quieta y callada posible mientras hago todo para que te retuerzas y grites

-          No,  ahhh no por favor ahhh mmm… - era difícil hablar (rogar) mientras me besaba el cuello.

Decidí que no me importaba estar atada, mientras ese precioso hombre me de cómo a violín prestado. Mientras seguía besándome el cuello me quitó el sostén y con sus manos masajeó mis pechos (olvidaba decir que ató mis manos a la espalda por lo que mis pechos quedarían totalmente expuestos si me quitaba el vestido) los apretaba con tanta fuerza que empecé a gemir.

-          Cuando todos escuchen tus gemidos y empiecen a acercarse me iré y te dejaré atada aquí ¿me oiste?

-          Mmm.. bueno esta bien, me callo.

Que difícil es callarse cuando en mi naturaleza está ser tan ruidosa, siguió manoseándome toda y yo me derretía entre sus brazos, que maravillosa sensación. Llevaba un vestido sin tiras, por lo que le resultó increíblemente fácil bajar la parte superior y dejar mis lolas al aire, sin pensarlo dos veces empezó a chuparlas y morderlas y yo enloquecía, trataba con todas mis fuerzas de no moverme pero cada vez era mas difícil, estaba tan empapada que sentía que estaba goteando hasta por las piernas y tratando de ocultar mis gemidos le pedí que me lo hiciera de una vez, que me estaba muriendo.

-          Yo también me muero por ti preciosa, voy por el condón y te daré lo que quieres.

Sinceramente me sentí como una nena pequeña en navidad, con la sensación de anticipación que se siente antes de desenvolver el primer regalo, lo miré dirigirse a su maletín y buscar en los bolsillos se veía tan bello. Escuchamos un fuerte ruido, como de algo que se caía fuera del salón y los dos brincamos de miedo. El agarró su mochila y salió del salón, cerrando la puerta tras de sí… (¿Qué mierda acaba de pasar?) Mi cerebro ha muerto de nuevo (¿y ahora qué hago?) intenté desatarme pero con cada movimiento sentía como se movían las sillas tras de mi, se caerían, no tenia mas alternativa que quedarme quieta y esperar (¿esperar que? Si la persona que esta afuera se va, me quedaré aquí hasta mañana que lleguen los trabajadores y si entra lo mas probable es que me expulsen) mierda mierda mierda eso me pasa por calentona, al menos si el idiota huidizo me hubiera dejado saciada me aguantaría esta vergüenza pero estoy toda iniciada.

Los pasos se escuchan cada vez mas fuerte, se que se esta acercando (un momento, esos pasos los conozco muy bien, estoy salvada) se abre la puerta y Juan entra y enciende la luz. Se queda atónito con la escena que encuentra frente a él; su mejor amiga atada dándole la espalda a un montón de sillas, con una sonrisa idiota de oreja a oreja y los pechos al descubierto.

-          ¡Gracias a Zeus eres tu! No puedo creer la suerte que tengo, me alegro tanto… Cierra la puerta  que media universidad me va a ver las teclas…

-          Perdón – se da la vuelta y cierra la puerta, me mira y empieza a reírse, tan fuerte y largo que creo que se va a ahogar, cuando se calma un poco me pregunta - ¿Qué carajo hace mi coneja en un salón amarrada y en pelota?

-          Primero que todo desátame que ya me duelen los brazos y segundo, no estoy en pelota, ya quisieras…

-          Claro que quiero tenerte aquí en pelota, creo que debería aprovechar que estas atada y disfrutarte un poco… ¿tu que dices?

-          Mmm.. la verdad estoy muy caliente, si me desatas hacemos lo que tu quieras ¿Cómo llegaste aquí?

Mientras me desata me explica que me estuvo buscando por cielo y tierra, que no contestaba mi celular y estaba muy preocupado así que vino a ver si estaba en el edificio, no me encontró así que iría para mi casa, en el camino dejó caer unos libros y al rato escuchó ruidos en este salón y vio a un tipo salir corriendo con cara de pánico, así que decidió ver que pasaba.

-          Coneja en serio no me imaginaba encontrarte aquí, ha sido de lo más raro y cómico – y se echa a reír de nuevo.

Me acomodo bien el vestido me arreglo un poco el pelo, agarro mi mochila y salgo de la mano de Juan rumbo a su apartamento, en el camino le cuento tosa la historia, necesito ducharme estoy manchada de pintura y tengo mugre en todas partes… Cuando llegamos a su apartamento Juan nos calienta algo de comer mientras yo me baño. El agua esta deliciosa, quita inmediatamente la pintura de mi cuerpo, pero no calma en nada mi excitación, aun sigo caliente, así que después de lavarme con shampoo y jabón, empiezo a tocarme… Que bien se siente, ya estaba loca por que alguien me tocara allí. Se me ocurrió  que sería genial que el chorro de agua me callera directamente en el clítoris pero la ducha de Juan no tenia manguerita, caía en un solo chorro con mucha presión, así que pensé en recostarme un rato y dejar que ese chorro hiciera su trabajo.

Cerré el agua fría y esperé un poco, el agua empezó a calentarse tanto que quemaba y yo me recosté en el suelo del baño y me acomodé de tal forma que el chorro callera directamente a mi vulva. El contacto con el agua tan caliente y la presión con la que caía el agua me puso a gemir al instante, movía mis caderas para que el agua callera en diferentes lugares lo que causó un mar de sensaciones desbordantes, cada vez gritaba mas alto y cuando alcancé el orgasmo apenas y podía respirar.

El baño estaba lleno de vapor y no me había dado cuenta que Juan estaba parado en la puerta disfrutando del show con una sonrisa en el rostro, había olvidado echar el seguro (bueno no lo olvidé  la verdad es que quería que me viera, tener un poco de publico me excita aun mas) se acercó a mi, cerró la llave del agua y me levantó en sus brazos, yo me sentía como si estuviera hecha de mantequilla, el orgasmo me había dejado agotada, me llevó a su habitación y así,  toda mojada, me puso boca abajo sobre la cama, puso dos almohadas bajo mi vientre y mi cola quedó elevada en el aire (como una invitación ;) mmm.. grrr) separó mis piernas, se quitó la ropa y se puso el condón tan rápido que casi ni me di cuenta y me penetro lentamente.

Tomó el control del estéreo y puso música a todo volumen, esta vez era una canción con un ritmo muy lento y armonioso, y de esa misma forma él entraba y salía de mi, era tan despacio que sentía cada centímetro de su miembro entrar en mi, llenarme y luego abandonarme, la cadencia de sus movimientos estaba enloqueciéndome. Recuperé la fuerza y no necesité mas de las almohadas, las quité y me quedé a cuatro patas por un momento, luego apoyé mi pecho en la cama y puse los brazos a los lados de mi cabeza, rindiéndome completamente al placer, rindiéndome completamente a él.

Una de sus manos bajó hasta mi parte mas profunda y empezó a estimularme a la vez que me penetraba, esto hizo que la tensión en mi cuerpo empezara a aumentar, al igual que aumentaban mis gemidos, cuando empecé a sentir que el orgasmo estaba anunciándose le dije a Juan que estaba a punto de correrme y el aceleró sus embestidas y el movimiento de su mano, los gritos de placer que estaba dando seguro se escucharían por todo el edificio (el portero me vería con cara de “se lo que hiciste la noche pasada”) y en pocos minutos llegó mi orgasmo y con las contracciones que este provocaba, también llegó el de Juan, entre gemidos y jadeos nos corrimos juntos. Al final yo estiré mis piernas y el quedó tendido sobre mi, exhausto.

-          ¿Satisfecha coneja?

-          Nunca lo había estado tanto.