Miro tus hombros, tus brazos, tus manos,
y sólo con verte ya sé qué hacer,
besarte, arañarte, satisfacer
los instintos de los seres humanos.
Miro tus manos, tus hombros, tus brazos,
sólo he empezado y ya estamos sudando,
me deleito un instante imaginando
que cubro tu cuerpo con lengüetazos.
Veloz, rápido, ardiente como el fuego,
beso tu abdomen con delicadeza,
lamo tu cuello y llego a la cabeza
y con tu lóbulo derecho juego.
Chupo delicadamente y lo muerdo
logrando arrancarte un débil gemido,
y lento, sin hacer apenas ruido,
me lanzo yo a por el lóbulo izquierdo.
Después desta empalagosa tortura
voy desabrochando el sujetador,
es grande y sedoso, emana calor,
lamo los dos pezones con ternura.
Deslizo tus bragas con suavidad
hasta que quedan fuera de tus piernas,
después muerdo suavemente tus tiernas
y lindas manos con complicidad.
Coloco mi erecto miembro en tu entrada
y voy contando hasta tres despacito;
de tu boca sale un pequeño grito,
por que la meta estás desesperada.
Al fin te la meto y de pronto gimes,
comienzo un suave y lento mete saca,
sueltas un grito sintiendo mi estaca,
me das un besito, no te reprimes.
Después de disfrutar con entusiasmo
durante algo más de veinte minutos
y de probar de ti tus dulces frutos
llegamos juntos a ese ansiado orgasmo.