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Degeneración Parte 1

en Grandes Series

Pese al intenso frío del norte, los prisioneros tomados por los bárbaros de la frontera sudaban profusamente por el calor del fuego, que los brutos habían causado al incendiar la carroza real.

La nieve que caía no conseguía ocultar los regueros de sangre, tanto de defensores como de atacantes que habían intervenido en la emboscada. Veinte de los mejores caballeros del reino de Lor y quince incursores yacían en la inmaculada nieve.

Postrados de rodillas, los cinco supervivientes esperaban su destino a manos del cabecilla de la horda. El jefe de los salvajes, un guerrero temible con una armadura negra como la noche y un casco cruel con cara de demonio, avanzó delante de ellos observándolos uno por uno.

Al llegar a la princesa Ylva, su guantelete de metal la cogió por la barbilla y la obligó a mirarla. Temblaba de miedo y lloraba ante el escrutinio de su captor. Era hermosa, a sus dieciocho años, toda su juventud y encanto llamaban a poseerla. Su larga melena rubia lisa, sus tímidos ojos azules, el rubor de sus mejillas, sus abultados pechos... Todo la hacía deseable, pero sin duda lo mejor era su condición de princesa, una buena presa sin duda.

- Por, por favor... musitó- Mi padre os pagará un rescate por mi, no me hagáis daño, os lo imploro.

El guerrero se rió tras el yelmo y le bajo el mentón con desprecio- Claro que lo hará pequeña furcia. Los bárbaros rieron de buena gana la chanza de su líder. En la fila de prisioneros hubo protestas e intentos de atacar al caudillo por insultar a su princesa, pero de poco sirvió. Atados como estaban fueron golpeados sin misericordia.

El temible señor de la horda prosiguió su paseo entre los cautivos. Los dos caballeros siguientes no llamaron su atención e ignoró sus súplicas, al llegar al capitán de la guardia asintió mirándole desde arriba. - No te preocupes capitán, yo guardaré bien a tu princesa, quedas relevado de tu cargo. En ese momento todo pasó apenas en un parpadeo, el anciano intentó escupirle, pero el guerrero fue más rápido desenvainando una terrible daga con filo aserrado y le degolló. Le sujetó del cabello mientras se ahogaba, la sangre le manchó la armadura en regueros y cayó a la nieve formando un lago carmesí. Cuando acabó el gorgoteo y la asfixia soltó su cabello - Permiso para caer capitán. El cuerpo se desplomó y la princesa gritó, intentó huir pero fue rápidamente interceptada y manoseada brutalmente por los hombres.

- Basta perros, esa puta es mía y yo diré quién la monta. Los salvajes obedecieron de inmediato devolviéndola a la fila, los dos caballeros a su lado lloraban y gemían por sus vidas.

Finalmente se detuvo ante el último prisionero, un escudero a juzgar por sus ropas y su pobre armadura de cuero. Su pelo era castaño, al igual que sus ojos, cuerpo joven y fuerte. No debía tener más de veinte años. En ningún momento bajó la mirada ni dijo palabra. Solo le observó directamente, al yelmo.

- Y por último tenemos un escudero lameculos y mudo además. ¿Le has mamado ya la polla a tu caballero muchacho?- dijo el caudillo. El grupo estalló en risotadas crueles. Sin embargo el chico solo irguió más sus hombros y le continuó mirando desafiante.

El guerrero se arrodilló y limpió su cuchillo en los pantalones del joven mientras susurraba- Tu nombre, antes de que te corte las pelotas cachorro.

El escudero contempló como salía el aliento condensado del yelmo y volvió a mirar la visera del caudillo sin decir nada. La hoja de la daga comenzó a acariciar sus testículos a través de la tela. El momento se alargó hasta que el guerrero se puso en pié guardando su daga. - Reconozco que eres valiente chico, pero más vale que hables cuando te pregunte o le cortaré una teta a tu princesa.

El joven cerró los ojos con amargura y volvió a abrirlos- Me llamo Gar- musitó.

La bota del caudillo se posó con fuerza en su hombro - Como ves, se dónde hay que presionar para conseguir lo que quiero, ¿a qué caballero servías?

Gar miró al suelo- A Fennos Ylt- musitó.

- ¿Murió?- inquirió la voz cruel del guerrero.

Gar titubeó- Sí.

- Pues te has quedado sin rabo que comer, a menos que te vayan los muertos- los hombres rieron nuevamente la broma, Gar se mordió el labio.

- Oh, ¿he lastimado tu honor Gar?, tranquilo hay otros que destrozaré hoy. Vosotros- señaló con el brazo a los dos caballeros gimoteantes- No podemos hacer tantos prisioneros. Uno de los cuatro prisioneros ha de morir.

- ¡Matad a Gar, el no tiene título ni familia, pero por nosotros os darán una buena recompensa!- gritó uno de los caballeros.

El yelmo se volvió hacia el escudero- Ya ves Gar, parece que a esos dos no les afecta mucho destruir su preciado honor a cambio de la vida. Ni siquiera han dudado.

- Adelante- dijo el joven- solo tienen miedo, matadme y acabad de una vez.

- ¡Gracias Gar, tu nombre quedará grabado en las crónicas de nuestra Orden, tu sacrificio será recordado!- gritó otro de los caballeros.

El caudillo empujó con la bota al chico y cayó hacia atrás. Avanzó hacia los traidores e hizo señas para que los levantaran.

- La zorra vale mucho, así que los hombres se calmarán con vosotros, hacedles gozar- dijo con sorna.

- Pe... pero nosotros- empezaron a decir mientras les arrancaban la armadura y las ropas- ¡no por favor!

- Habéis vendido vuestro honor, abrir el culo y la boca para mis hombres es un bajo precio por vuestras miserables vidas. Ellos no tienen escrúpulos, dejad que os monten y viviréis.

La princesa ya no podía llorar más y quedó muda de asombro al ver como violaban a sus caballeros y los manoseaban como si fueran rameras. Nunca había visto hombres tomando a otros hombres y para vergüenza suya comenzó a mojar su entrepierna.

El caudillo caminó hasta su caballo negro y montó - Llevad a la furcia y al escudero a mi tienda- dijo con voz cruel. Caminaron con las manos atadas a la espalda azotados por el viento y la nieve detrás de los caballos de los asaltantes, mientras dejaban atrás los gemidos y gritos guturales de los bárbaros follando a los caballeros sin pudor alguno.

La marcha hasta el campamento fue larga y penosa para los cautivos, al poco tiempo de llegar el resto de la partida se les unió. Traían a los dos caballeros ultrajados y violados. con solo unos taparrabos y botas por toda vestimenta.

- ¿Qué tal se han portado las rameras?- inquirió el caudillo con sorna. Los bárbaros rieron a carcajadas.

- Muy bien, apenas se han resistido y sus culos han sido mucho más cálidos que muchas furcias que me he tirado este invierno- contestó un bárbaro enorme.

- También la mamaban bien, un poco más de monta y podremos venderlos a un burdel- terció otro bruto.

Las risotadas inundaron el campamento mientras los caballeros lloraban y miraban al suelo llenos de vergüenza.

El líder bajó del caballo de un salto- Ya basta, por hoy se han ganado sus vidas, llevadlos a la tienda de Sulk. Kongoba, tu llevarás a la tuya a la puta. Si les pasa algo a cualquiera de los tres responderéis con vuestras cabezas.

Los tres guerreros asintieron y se llevaron a los cautivos junto con sus hombres. Los sollozos se perdieron en las tiendas.

- Keros lleva al escudero a mi tienda- indicó con un ademán el caudillo- los demás retiraos y descansad, ha sido una buena cacería.

Los guerreros vociferaron en su lengua gutural alabanzas a su señor, mientras llevaban a Gar tras la gruesa piel de la entrada a la tienda. El recinto amortiguó casi por completo el ruido exterior. Los dos guardias le encadenaron a dos postes abierto de piernas y brazos, formando una X, sujeto por los cuatro grilletes a las argollas. Apenas podía moverse y nada pudo hacer cuando los dos brutos comenzaron a arrancarle la ropa con cuchillos. Le dejaron desnudo completamente, uno de ellos se marchó, pero el otro permaneció mirándolo con detenimiento y relamiéndose. Gar cerró los ojos con fuerza, ya sabía qué le iba a pasar, pero no gritaría ni suplicaría, no le daría esa satisfacción. Notó sus asquerosas manos tocándole y se preparó para lo peor.

Pero un grito de dolor le hizo mirar, el bruto yacía en el suelo con la nariz rota y sangrando. De pie delante de el estaba el caudillo. - El botín es mío escoria, pagarás este atrevimiento. Ni siquiera le dejó levantarse, lo pateó con saña y lo ahogó pisando su garganta. El otro guardia llegó en ese momento con la espada desenvainada temiendo un ataque.

- Llévate ésta basura y échala a los lobos. El guardia asintió con la cabeza tras envainar la espada y se llevó al muerto por los pies, arrastrándolo sin ceremonia alguna.

Un extraño momento de silencio se adueñó de la tienda cuando desaparecieron las manos del cadáver por debajo de la piel de la entrada. El caudillo suspiró y le miró.

- Lo se, ¿qué más te da uno que otro? Vas a acabar violado de todas formas, es cierto. Pero el derecho es mío- dijo el caudillo mientras se quitaba el pesado yelmo.

Gar no sabía qué responder a eso, pero la respuesta nunca habría llegado puesto que lo que vio le dejó desconcertado.

El caudillo era una mujer, de pelo rojo como el fuego, cortado a mechones salvajes, unos ojos verdes y unas facciones duras. Decididamente era hermosa, pero no como las sofisticadas jóvenes del reino de Lor. Era una guerrera bárbara, de unos treinta años aproximadamente. El yelmo cayó pesadamente al suelo y comenzó a quitarse la armadura ante el boquiabierto joven. Ella se rió mientras dejaba caer las diversas partes metálicas en torno a ella.

- No te esperabas esto, ¿verdad escudero? En tu reino las mujeres no combaten, solo follan y paren- su voz sin casco era grave pero con un matiz sensual.

Gar tragó saliva - No, no pelean señora- cuando iba a desnudarse por completo cerró los ojos y ladeó la cabeza- Perdón.

Ella rió con ganas- Oh vamos, no seas tan pudoroso Gar, tu estás desnudo ante mi y yo no tengo vergüenza en que me veas, abre los ojos, por mirar no perderás tu caballerosidad.

Gar abrió los ojos y ya no pudo apartar los ojos de ella. Tenía un cuerpo bien desarrollado y fuerte, un busto generoso, el coño sin vello y un culo firme. No era la gracia delicada de una joven, sino la lujuriosa complexión de una guerrera llena de cicatrices. Sin darse cuenta, su hombría reaccionó. Su polla quedó tiesa ante la visión de su captora.

Ella caminó hacia el escudero con pasos firmes y le agarró de la verga tirando con fuerza de su miembro - Eres mío Gar y tendrás que obedecer en lo que yo diga, sino quieres que tu preciosa princesa pierda partes de su cuerpo y no te creas que hago amenazas vacías como mis perros.

Disfrutó de la turbación del joven y su pudor ante la situación, con la mirada apartada de ella. Comenzó a relajar la presa de su miembro y comenzó a acariciarle, los testículos, el capullo, le pajeó despacio- Mírame- le ordenó- te dirigirás a mi como mi señora o Ylva, ¿entendido?

Gar se tragó el orgullo por la princesa, no podía arriesgarse a enfurecer a aquella temperamental bárbara. - Sí, mi señora - respondió por fin mientras le miraba a los ojos con furia, pese a la vergüenza que sentía.

La caudilla pasó sus manos por todo el cuerpo del joven, Gar notó las caricias de su captora. No suaves, sino dadas por una mano acostumbrada al trabajo físico y a la espada. Intentó no disfrutar con ello, le parecía un insulto a los caídos y a su rey, pero le era imposible evitarlo.

Las manos de la bárbara tocaron su cabeza, su cuello, su torso acariciándolo largamente, deteniéndose en los pezones y pellizcándolos. El joven intentaba disimular pero Ylva oía sus leves gemidos, siguió tocando sin prisas, sus manos formaron un cuenco sopesando los atributos del muchacho, tocaron su intimidad con ahínco. Siguió bajando por sus muslos, sus rodillas hasta los pies. Se irguió y rodeó al escudero. Pegó su cuerpo al de el, Gar notó sus abultados pechos con los pezones tiesos contra su espalda. Ella le abrazó, sus manos acariciaron su torso mientras ella besaba su nuca, su espalda, sus hombros- ¿Has estado ya con alguna mujer Gar?- le inquirió Ylva melosa.

- N-no mi señora... - respondió balbuceante el joven.

- Mucho mejor, yo me encargaré de educarte y hacer que complazcas mis caprichos y apetitos- mientras le responde sujeta con firmeza la tiesa polla del muchacho y comienza a pajearle despacio.

El chico se resigna y se deja llevar por el placer de la masturbación que le da ella. Le toca de una forma que ni el mismo ha hecho nunca, le machaca la verga con gran maestría, con firmeza. La otra mano de ella le pellizca los pezones alternativamente. Le lame el cuello y la oreja- ¿Te gusta, verdad Gar? , seguro que has soñado con que tu princesa te hacía esto y te comía la polla.

-No, no... - dice el entre jadeos- jamás he pensado así de mi princesa.

Ella ríe divertida- Tu boca dice no, pero tu verga dice sí, voy a pervertirte jovencito, más allá de todo límite y te haré mi propio escudero. Eres fuerte y valiente, tienes principios y honor, serás mío Gar. Verás a tu princesa desnuda pero antes yo te tomaré.

Al joven le repugna lo que ella dice, pero a la vez le gusta, una parte de su mente quiere negarlo, se siente confuso, excitado, ansioso...

- Por favor, mi señora deteneos esto no está bien... - le suplica intentando mantener su honor.

- Vas a probar muchas cosas, al principio te negarás, pero créeme al final dirás que sí a todo lo que te pida. No te voy a matar Gar, tu vales mucho más que esos dos peleles de la otra tienda. Disfrutaré pervirtiéndote, liberándote de tus códigos de honor y enseñándote a vivir de verdad.- le responde ella ronroneándole al oído.

Ella se pega a el más aun, está sudando, al igual que el, sus tetas se pegan a su espalda haciéndole sentirla de una forma más íntima. Ylva aparta la mano con la que acaricia sus pezones, lame los dedos con ansia, saboreando el olor del chico. Lo próximo que nota Gar, son los dedos de esa misma mano abriéndole las nalgas y metiéndose entre ellas, acariciando su raja y deteniéndose en su ano y acariciándolo con las yemas de sus dedos.

El joven se tensa y cierra instintivamente el ano con fuerza. Ella no aparta los dedos y sigue acariciándolo, durante todo el proceso su mano no ha dejado de pajear al chico.

- Se que crees que tu culo solo vale para cagar y que es una depravación lo que voy a hacerte, pero créeme Gar, es un placer que pocos hombres degustan por miedo a probarlo, déjate hacer, relaja tu culo, voy a disponer con el quieras o no, es mejor que lo abras, será más fácil para ti.- las palabras de la bárbara tienen efecto, ella nota como su ano se relaja ante las caricias.

- Eso es, déjate hacer cachorro, sin prisas- un dedo de Ylva le penetra despacio el ano hasta llegar al nudillo, el chico gime de gusto por la sensación, es como defecar, pero al revés, debe ser malo pero le gusta y se deja hacer, cuando ella saca su dedo es como si le forzara a cagar, es la sensación mas extraña que ha sentido nunca, el dedo de la bárbara entra y sale de su ano llevándole al delirio, es como si ella controlara las funciones de su intimidad usándole a su capricho y pese a todo le encanta sentirse en manos de esa mujer.

Gar ya no puede contenerse y gime con gusto mientras Ylva le pajea con fuerza y le folla el culo con dos dedos, sin que el chico apenas note que le entra otro. La bárbara mordisquea las cachas de su culo juguetona- Eso es, correte para mi, escudero, goza de servirme.

Las palabras de la Caudilla tienen un efecto hipnótico sobre el, mezclado con todas las sensaciones que experimenta el joven y finalmente eyacula sin cesar, ella mantiene los dos dedos metidos a presión hasta el fondo del ano y su otra mano le machaca rápidamente desde la base de la polla, haciendo que saque toda su leche. El chico respira con jadeos dejándose sostener por las cadenas prácticamente. Ella saca los dedos despacio, se levanta y se pone ante el.

Lame ante la mirada de el sus propios dedos, tanto los que le penetraron el culo como los que le pajearon la verga. Le mira a los ojos mientras lo hace, se agacha y recoge todo su semen con las manos, se lo lleva a la boca sin prisas, lo lame, pero no lo traga. Cuando se levanta, acerca sus tentadores labios a los de el, le besa, es un beso con sabor a sexo, a las intimidades del chico y la saliva de los dos, captora y presa. Comparten la leche del joven en un remolino de lenguas mientras ella frota su entrepierna contra el muslo del escudero. El nota el calor ardiente del coño en su piel, su humedad, se frota contra el, la bárbara le coge del pelo y tira hacia atrás, impidiéndole que mueva la cabeza y exponiendo su cuello.

Lo muerde, nota como el gruñe por el dolor, saborea el sabor del chico, su olor, su sudor, huele a sexo en la pequeña tienda, a su coño, a su polla, se frota y se folla la pierna del chico con ahínco, nota su clítoris gordo y mojado, friccionando con su piel, desea follarse la verga del chico, pero ira despacio, es suyo y lo usará cuando ella guste. Se corre salvajemente, gritando y clavando sus uñas en la espalda del chico, le hace sangre y ese olor la vuelve aun más loca. Sus muslos aprisionan la ya empapada pierna del chico, el está con los ojos cerrados jadeando. Y ella también se abandona a la sensación que se apaga poco a poco del orgasmo.

Será el primero de muchos, cuando se repone camina hasta colocarse en su espalda y lame su sangre despacio, sin prisas. - Hoy ha comenzado tu pertenencia a mi, mañana tomaré posesión completa de ti Gar, someterte y quitarte el orgullo será mi diversión, te follaré siempre que quiera y tu estarás listo para mi. Me acabarás lamiendo las botas escudero, ya lo verás.

Mientras ella le quita tres de las cadenas, el joven se queda mudo ante las palabras, quiere negarlo, insultarle, cualquier cosa, pero no es capaz de decir nada. Cae sobre las gruesas pieles que son el suelo de la tienda y cierra los ojos avergonzado. Ella sonríe satisfecha - Ya no podrás negar tu naturaleza escudero, has gozado con tu enemiga y esto es solo el principio.

El chico niega con la cabeza con fuerza- Descansa escudero, mañana seguiré con tu adiestramiento- le tira con el pie descalzo empujándole a las pieles. Ylva camina contoneándose con descaro al ir hacia su cama, donde se tumba bien abierta de piernas para atormentar al joven, sabiendo que no puede parar de mirarla. La confusión del chico le resulta de lo más sensual, ya sueña con la manera en que le turbará al día siguiente, tiene mucho tiempo...

Tirado sobre las gruesas pieles, Gar se siente culpable por todo lo que ha hecho, estar encadenado no es excusa, ha sentido placer con su enemiga y ha pisoteado el honor de todos los caídos y de su rey. Tiene que pensar en una forma de escapar y de rescatar a la princesa, cierra los ojos e intenta pensar en un plan, pero solo puede pensar en el cuerpo de Ylva. Pese a sus votos de escudero, le puede más su carne, su polla está tiesa y aunque intenta engañarse a si mismo, está deseando que esa bárbara le use de nuevo por la mañana...