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Revisión de examen

en Sexo Oral

La verdad es que no sabía ni que hacía allí. Mis amigos ya me habían advertido que no había nada que hacer, cuando "la cachonda" te pilla manía estás perdido. A mis 18 años ya cumplidos era un estudiante veterano por aquel instituto tras repetir varios cursos, pero después de haberme esforzado durante estos últimos meses para aprobar todas las materias y largarme definitivamente de allí no estaba dispuesto a que una malfollada me arruinara el verano haciéndome presentarme en septiembre.

Mi "querida" profesora, apodada por sus alumnos como "la cachonda", rondaría en torno a los 40 años, melena negra ondulada que le caía hasta media espalda, con unos ojos negros penetrantes que le daban a la cara un cierto aspecto egocéntrico y arrogante. Su apodo venía dado, con gran acierto, por su cuerpo. Para haber sido madre hacía unos años y la edad que tenía su cuerpo mantenía un aspecto juvenil que le gustaba potenciar con ropa ceñida y que resaltaba su silueta. Sus pechos eran de un tamaño normal, quizá incluso pequeños para haber sido madre, muy bonitos y apetecibles, que solía esconder tras un sujetador negro y una camisa blanca de la que desabrochaba los dos primeros botones, dejando entrever su canalillo en numerosas ocasiones.

Pero el rasgo fundamental de mi profesora y por el que todos sus alumnos varones (y alguna alumna) suspirábamos era su portentoso culo. Su trasero, lejos de ser el de una joven de 20 años, tenía un tamaño mayor aunque se mantenía duro y en su sitio. En sus clases solía vestir pantalones tan ceñidos que se podía distinguir perfectamente la marca inconfundible de su tanga, e incluso algunas veces se podía apreciar los labios de su coño cuando se situaba de frente.

Todo esto, unido a sus movimientos mientras explicaba las lecciones o se apoyaba en su mesa para resolver alguna duda, exibiendo sus inegablemente apetecibles atributos femeninos le habían hecho ganarse el nombre de "cachonda" entre sus alumnos. Su fama no solo se extendía entre los alumnos, sino que entre sus propios compañeros también daba que hablar, ya que mientras los hombres babeaban con el movimiento su culo, la mayoría de profesoras criticaba sus formas y su vestuario ante una clase llena de adolescentes salidos.

Sin embargo, todo lo buena que estaba mi profesora se contrarrestaba con su agrio carácter y sus ganas de putear a sus alumnos. Normalmente este carácter arisco y borde me hubiera puesto todavía más cachondo, pero cuando te toca sufrir sus efectos, como es suspender el curso con una nota de 4,9 la cosa cambia...

Así que allí estaba yo, esperando en la puerta del despacho de la cachonda, esperando para revisar mi último examen e intentar arañar alguna décima que me permitiera tener libre ese verano que tanto me había ganado. No estaba nervioso, pero si bastante irritado, por lo que debería controlarme para no hablar más de la cuenta y empeorar todavía más la situación. Si cabreaba a la cachonda no solo no aprobaría ese exámen sino que en septiembre las posibilidades de aprobar también serían escasas.

Un chasquido me sacó de mis pensamientos, era la puerta del despacho que tenía delante abriéndose. Por ella salió una de mis compañeras, María, con los ojos rojos y sonándose la nariz con un pañuelo. Sin duda la revisión de su exámen no había sido buena y no había conseguido mejorar su nota. Nos saludamos con un leve gesto de cabeza y en seguida desapareció por las escaleras que conducían a la entrada. Me dirigí a la puerta del despacho que había quedado entreabierta y llamé con los nudillos.

-¿Quién es?- oí la estridente voz de mi profesora al otro lado de la puerta.

-Soy Martín, vengo a hablar con usted acerca de mi último examen.

-¿Otro más?¿Por qué no estudiáis cuando toca y así nos ahorraríamos todo esto?- contestó haciendo honor a su famoso mal humor - Además mi horario de reclamaciones ha terminado, vuelve el miercoles que viene a las 6.

Pese a mi propósito de controlarme comenzaba a notar como perdía los nervios, y todavía no había entrado ni en el despacho. Traté de contenerme mientras abría un poco la puerta para colar mi cabeza y mirar con la cara más amable que se me ocurría a mi profesora:

-Será solo un par de minutos, señora.

Mi "amada" profesora me fulminó con la mirada durante unos segundos, aunque finalmente me hizo un gesto con la mano para que pasara. Entré en el despacho y cerré la puerta, sentándome en una de las sillas frente a la mesa de despacho. Vestía una camisa blanca como de costumbre, que transparentaba un sostén negro sencillo. Aparté la mirada de sus hipnóticos pechos, "centrate en el examen, esto es serio" me repetí varias veces, hasta que conseguí levantar la mirada hacia su cara, que me miraba con las cejas arqueadas y con gesto de sorpresa. "Mierda, me ha pillado mirandole las tetas, empezamos bien..." pensé mientras intentaba centrarme:

-Verá profesora, quisiera revisar mi último examen, llevo todo el año trabajando duro y...

-¿No será en mis clases donde has trabajado duro, no?- me interrumpió con ese tono arrogante.

-...... Verá... Me he esforzado, sabe que he mejorado mucho y la única asignatura que me queda para septiembre es la suya,- notaba que me estaba poniendo nervioso- además con un 4,9 de nota final, ¿no cree que es tocar un poco la moral?

Ante mi sorpresa, la cachonda sonrió ante mi osadía y falta de respeto, aunque solo por un instante antes de fruncir el ceño:

-No es mi problema que solo hayas suspendido mi asignatura, un 4,9 sigue siendo un suspenso, y creo que te vendrá bien estudiar en el verano para mejorar tus...

-¿¿¿Le digo lo que le iría bien a usted en el verano???

Ahora sí que la cara de mi profesora era un poema, sin decir nada, se levantó y fue hasta una estantería, de la que sacó mi examen y regresó con el a la mesa. Comenzó a repasarlo en silencio mientras yo me movía nervioso en mi asiento. Sabía que acababa de cagarla, y ya me estaba arrepintiendo de mis palabras. Sin embargo, la reacción de mi profesora me había sorprendido de nuevo, no parecía molesta, ni enfadada o intimidada ante mi brote de agresividad, sino que más bien mostraba una cierta actitud de interés ante mi comportamiento.

Siguió repasando el exámen hasta que llegó el momento en el que se levantó, rodeó el escritorio y se sentó en una silla a mi lado:

-En este ejercicio confundiste un par de fórmulas, ¿ves?- dijo mientras me acercaba el examen y se inclinaba marcadamente hacia mí, mostrando claramente sus deliciosas tetas.

Aquello me pilló por sorpresa, asentí levemente sin articular palabra, mientras trataba de mirar el examen y no la maravilla que aparecía ante mis ojos. La cachonda parecía disfrutar con mi cara, así que se acercó todavía más mostrándome su camisa abierta y sus perfectos pechos. Estaba exibiéndose como siempre, pero aquella vez era distinto, no había nadie más y se estaba acercando cada vez más a mi, hasta que llegó un momento que mi cara se encontró a un palmo de su escote. Ahora ya no tenía ninguna duda de que lo estaba haciendo a propósito y no pude hacer otra cosa que abrir la boca, sin atrever a moverme ni un centímetro.

Pero no hizo falta, ella misma dejó el examen encima de la mesa mientras se acercaba de nuevo a mí:

-No estás prestando atención a tu examen, ¿son estas las ganas que tienes de aprobar mi asignatura?

Lentamente fue llevando su mano hacia los botones de su camisa y comenzó a juguetear con ellos mientras yo observaba la escena boquiabierto, mi cara debía ser un poema. Finalmente desabrochó todos los botones de su camisa y dejó ver un sujetador negro y un vientre plano y cuidado. Se notaba que se cuidaba aun después de haber sido madre.

Aunque no podía creer lo que estaba ocurriendo en aquel despacho, mi cuerpo comenzó a reaccionar instintivamente ante aquella posibilidad de tener sexo con aquella hembra, y el bulto en mis pantalones comenzaba a pedir a gritos que le dejara tomar el control de la situación. Mi profesora se acercó a la silla donde estaba y me besó. Mis manos automáticamente comenzaron a abrirse paso entre la camisa desabrochada hasta llegar a sus pechos y comenzaron a masajearlos, eran suaves y blanditos, naturales como la vida misma y muy tersos.

Me puse en pie y abracé a mi profe, conduciéndola hacia la mesa del despacho, donde aparté sin demasiado cuidado los papeles que había por encima para recostarla sobre ella y comenzar a pasar mi lengua por su cuello y escote. Lo que me estaba pasando era increíble, estaba a punto de montármelo con la cachonda! Tantas y tantas aburridas horas de clase viendo en mi imaginación este momento...

Busqué con mis manos por su espalda el broche del sujetador hasta que por fin di con él, y con un rapido movimiento lo desabroché y liberé aquellos dos monumentos a la feminidad. Sus pechos, ahora libres de cualquier atadura, lucían redondos y con unos pezones oscuros y grandes que apuntaban hacia mi boca en un claro gesto provocador. Comencé a chupar sus tetas ansiosamente, mordisqueando sus pezones de vez en cuando y arrancando enérgicos suspiros de mi hembra cada vez que lo hacía. Era una delicia saborear aquellas tetas mientras escuchaba gozar a mi querida profe.

En un momento dado mi profesora se levantó de la mesa apartándo mi cabeza y con varios empujones me llevó contra la puerta cerrada del despacho mientras tiraba hacia arriba de mi camiseta para quitarmela.

-Vamos a ver que tenemos aquí,- dijo agarrándome el paquete con una fuerza tan desmedida que incluso me hizo daño.

Consiguió meter su mano por dentro de mi pantalón y agarrar mi pene, que a estas alturas ya estaba más duro que una piedra y se alzaba pidiendo guerra. Tras unos primeros palpamientos en seguida desabrochó mi pantalón y lo bajó hasta mis tobillos, dejando mi miembro totalmente erecto y apuntando hacia su cara. Mi profe favorita observó unos instantes mi pene antes de comenzar a masturbarme enérgicamente y dar tímidos lengüetazos a mi glande.

La escena desde mi posición era formidable, apoyado contra la puerta del despacho viendo a mi profesora con la camisa blanca desabrochada mostrando sus tetas y mirando con cara de vicio mi pene mientras lo ordeñaba con esmero. Coloqué una de mis manos sobre su cabeza y poco a poco comencé a acercarla hacia mi pene. Mi profesora cachonda captó rápidamente mis intenciones y se arrancó a chuparme la polla lentamente. Abría la boca e iba comiéndose todo mi pene hasta que su nariz tocaba en mi pubis, donde comenzaba a retroceder hasta sacar por completo el pene de su boca y volver a repetir la acción. Que delicia de mamada, sabía realmente lo que se hacía, a saber cuantos penes había tenido entre los labios...

Poco a poco comenzó a acelerar el ritmo y a succionar levemente, acompañándose de una mano para hacer el movimiento más fluido. Mis huevos rebotaban en su barbilla con cada sacudida de su cabeza, aquello era el paraíso... Agarré su cabeza con las dos manos y comencé a dar golpes de cadera con mi polla en su boca, mientras ella abría la boca al máximo para facilitar que mi polla llegara hasta lo más profundo de su garganta.

Ahora era yo el que marcaba el ritmo de la mamada, era yo el que tenía el control y me estaba follando literalmente su boca, y no podía parar de pensar en lo que me iba a follar de ella a continuación. Mi profesora respiraba con dificultad cada vez que mi polla entraba por completo en su boca y acompañaba mis embestidas con sonidos guturales, que me ponían mucho más cachondo.

Ya no tenía el control de mi cuerpo, había perdido la noción del tiempo y me importaba poco ya mi exámen, el verano que me esperaba e incluso lo buena que estaba mi profesora, solo importaba yo, mi polla y las brutales acometidas con las que percutía la boca de aquella mujer. Estaba a punto de correrme en aquella boca...

De pronto sonó la puerta del despacho a mis espaldas, mi profesora se sobresaltó e intentó apartarse, pero yo estaba descontrolado y muy cachondo, así que decidí tomar el control de la situación. Me importaba una mierda quien estuviera llamando a la puerta del despacho de mi profesora, estaba ocupada con mi polla. Agarré con más fuerza la cabeza de mi profesora sin dejar que se apartara y seguí follándome su boca hasta que tras varias penetraciones más acabé corriendome abundantemente en su boca.

Mi profesora se levantó del suelo con cara asqueada, hecha una furia, pero al mirarme a la cara toda la rabia que sentía se convirtió en temor y confusión. Aquella mamada había sacado a la luz mis instintos más primarios. Poco a poco mi profesora comenzó a intuir mis intenciones, si el director o cualquier autoridad se enteraba de lo que había pasado allí, mi querida profesora estaría en serios problemas.

-Márchate de aquí, cabrón,- dijo intentándo rehacerse- estás suspendido, y da gracias que no voy a comentar nada de esto a dirección...

-No, profesora, soy yo el que va a ir a hablar con el director, y no solo con él, también con padres y alumnos... A menos que me hagas caso, todo este instituto va a saber lo puta que es mi querida profesora...

El gesto de mi profesora derivó en súplica, mientras al otro lado de la puerta alguien seguía llamando con paciencia ilimitada. Mientras se recolocaba la ropa, yo me senté a observarla mientras decidía como iba a manejar aquella situación. Viendo su culo a través del pantalón me arrepentía profundamente de no haber podido probar todo el pastel.... Pero sin duda habría tiempo...

-Está bien, estás aprobado si te vas y no vuelves nunca más por aquí... ¿es lo que quieres, no?

-No no... Todavía no se lo que quiero, pero no te va a resultar tan barato mi silencio.- dije observándola de arriba a abajo sin cortarme y relamiéndome.

Me acerqué hacia la puerta una vez que mi profesora estuvo recompuesta y la abrí. Al otro lado esperaba un chiquillo de primer curso asustado con su madre detrás.

-Perdón, podría hablar con usted un momento, es por la revisión de un examen de mi hijo... Si ya ha terminado con este chico claro...

Mi profesora trató de aparentar normalidad mientras simulaba ordenar unos papeles sobre su escritorio. Con una sonrisa amable me aparté para que pasaran al despacho la madre y su hijo:

-Claro, yo ya me voy. Profesora, - la cachonda alzó la vista de sus papeles y me miró- recuerde revisar mi exámen, estos días volveré por aquí para que me diga si ha cambiado mi nota. Adiós!

Me despedí alegremente mientras mi profesora se quedaba con aquella madre a revisar el examen de su hijo. Ya estaba, había aprobado todo, comenzaba el mejor verano de mi vida, y encima con esa guarrilla disponible para que pudiera desfogarme cuando y como quisiera... Al fin y al cabo no había sido una pérdida de tiempo ir a la revisión de mi examen, y el verano prometía ser muy interesante.