miprimita.com

La Saga del infinito (4)

en Parodias

Sharon Carter era una agente de S.H.I.E.L.D, media 1,73m y pesaba unos 61 kilogramos. Rubia, con el cabello largo hasta los hombros y ojos azules. A pesar de ser delgada mantenía una forma sexy, principalmente por todo el ejercicio que debía hacer en su línea de trabajo.

Era nieta de la Peggy Carter, que había luchado en la IIGM y de quién había heredado el alias “Agente 13” y muchas historias del heroico Capitán América. Cuando era niña solía pasar horas escuchando como Steve Rogers y su abuela se habían conocido, cuan grandioso era ese hombre, honorable, patriota. Nunca imaginó que podría comprobarlo ella misma pero así había sido.

El Capitán fue rescatado de un bloque de hielo hacia un par de años y desde entonces había sido miembro activo de S.H.I.E.LD y de los Vengadores y Sharon había sido asignada a su escuadrón en más de un par de ocasiones.

Había sido una semana muy agotadora, y no podía esperar para llegar a su apartamento y ver a Steve. Era verdaderamente un ejemplar de hombre con 1,90m de alto y 110kg de puro musculo, rubio, ordenado, fuerte. Cada vez que la abrazaba se sentía como si nada en el mundo pudiera salir mal ¿Cómo podría, si estaba entre los brazos de Capitán América? Con su fuerza y seguridad, estaba segura de que Rogers podía tener a cualquier mujer que quisiera, pero conociéndolo sabía que a él no se le había ocurrido esa posibilidad.

Aunque sabía que muchas de sus compañeras se lo cuestionaban, nunca habían llegado a preguntarle ¿Cómo era el sexo con él? Pues, más que deseado el Primer Vengador, era respetado en exceso.

La primera vez que estuvieron juntos había estado muy nerviosa después de todo él era el héroe y amigo de su abuela además del héroe de su propia infancia. Sin embargo él había hecho todo el trabajo. Apago las luces, la beso suavemente, le quitó su uniforme blanco. Había sido muy tierno, tomó tiempo para acariciar su cara, sus hombros, beso su cuello con delicadeza, como si tuvieran todo el tiempo del mundo, como si no pudieran morir al día siguiente. Masajeo su espalda con sus manos fuertes, toco sus senos sin rudeza, y acaricio su abdomen. La tocó de tal manera, con tanta seguridad y paciencia que al llegar a su sexo ya estaba empapada.

Cuando él se desnudo, dejando ver que sus brazos no eran lo único de su cuerpo que era enorme, no le había pedido sexo oral, si no que se colocó un preservativo, la acostó sobre su costado derecho y la penetro lentamente dejándola sentir cada milímetro de su miembro mientras este iba introduciéndose. Había disfrutado cada segundo de aquella experiencia, en aquella posición, su vagina se oponía un poco a la entrada, por lo que podía sentir la firmeza y el calor del musculoso hombre. Cuando al fin termino de entrar ella había experimentado una serie de pequeñas convulsiones parecidas a orgasmos, solo que de menor intensidad. Recordaba cómo le había preguntado en un susurro

               -  ¿Estás bien?

Cuando un hombre ha pasado un buen rato preparándote para tener sexo y te ha tenido al borde del orgasmo sin siquiera empezar a mover sus caderas te pregunta si estás bien… A ese hombre hay que mantenerlo cerca. Si además ese hombre se ve como Steve Rogers deberías saber que no puedes estar mejor.

Ella se había vuelto hasta quedar boca arriba y extendió los brazos hacia su amante, que la levanto como si no pesara nada y la aseguro entre sus poderosos brazos y su pecho caliente. Recordó que casi había llorado por al sentir el corazón de aquel soldado latir contra su pecho.

El Capitán había empezado a subir y bajar su cuerpo indefenso, haciendo que su pene entrara y saliera de su sexo. Al inicio fue despacio, dejándola sentir su firmeza y su calma, pero el ritmo de su penetración iba subiendo alterando la respiración de los dos.

Se había llevado una sorpresa, casi una decepción cuando Steve la coloco boca arriba sobre la cama, pues de inmediato pensó en la posición de misionero que tan poco placer le daba. Pero cuando reanudo la faena el Vengador estimulaba su clítoris al tiempo que la penetraba con potencia.

Durante la siguiente media hora el rubio la mantuvo al borde del orgasmo, volviéndola casi loca. Lubricaba sus dedos con saliva o con jugos vaginales constantemente para evitar que se secaran mientras frotaba su clítoris, parecía que la leía a la perfección ya que cada vez que estaba por llegar a un orgasmo, reducía el ritmo. Sus poderosas embestidas la hacían sentir llena y vulnerable y la emoción de estar con su héroe la hacían gemir quedamente.

De repente Capitán América volvió a alzarla, esta vez los cuerpos de ambos estaban cubiertos de sudor y ambos jadeaban pues las penetraciones eran violentas. Cuando la apretó contra él y le dijo que la amaba, tuvo el orgasmo más grandioso de su vida, casi al mismo tiempo sintió el sexo de Steve palpitar dentro suyo, mientras eyaculaba dentro del condón.  Ella temblaba por el orgasmo que había tenido cuando la puso sobre la cama y se acostaba junto a ella, se abrazaron y tras besarlo le respondió.

               -  Nunca he estado mejor.

Ese era el sexo con Capitán América, sobrio, seguro, lleno de gentileza y cariño, sin fetiches y sin necesidad de hablar sucio, sin egoísmo. De verdad que aquel hombre era especial, responsable en exceso. Por supuesto que posterior a eso Sharon le había enseñando mas posiciones y habían llegado a dominar algunas. A ella le gustaba hacerlo de “perrito” pero a él no, decía que prefería poder ver su cara. Habían abandonado la práctica de apagar las luces y recientemente también habían dejado el preservativo atrás. Pero más que todo eso, lo que a ella le gustaba, lo que ella esperaba cada noche, era poder dormir segura en los brazos de su héroe.

Recordando todo esto Sharon estaba más que preparada para salir de la oficina, ir a su apartamento, ponerse algo cómodo y esperar a que su Vengador llegara a casa.