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Manoli y la negrita Isabel.

en Transexuales

 

 

 

No podré olvidar jamás aquel día, pues fue un punto de inflexión en mi vida, desde entonces he hecho cosas impensables para mí, ni la educación recibida ni mis propias experiencias vividas, me habían preparado para lo que ahora me parece normal.

 

Me llamo Manoli tengo treinta y pocos años, vivo en una pequeña ciudad al oeste del país y tengo una niña de cinco años, soy viuda, mi marido murió trabajando, era montador de estructuras y ganaba mucho, por desgracia hace dos años, se cayó de uno de esos grandes ventiladores que se ven por todos los campos y carreteras partiéndose el cuello, actualmente no trabajo y vivo de la pensión de viudedad, la cual me da para pagar el colegio de la peque y vivir holgadamente aunque sin excesos.

 

Mido 1,67. Soy delgada y morena con el pelo hasta los hombros, mis pechos son grandecitos y aún se mantienen en su sitio, mis caderas son estrechas pese a haber parido una vez, los hombres se paran a verme cuando camino por la calle, algunos me dicen que soy guapa y me piropean, tanto mi familia como las amigas insisten en que me busque a otro hombre, añaden que no me faltarían candidatos al ser aun joven y con buen tipo.

 

Me lo pensaba, ¡claro que sí! Tras dos años de pajas en solitario, me apetecía sentirme llena de carne en vez de plástico y dedos, con mi difunto Juan me daba unas palizas de impresión, no es que tuviera un gran aparato, pero sabía usarlo muy bien y cada vez que lo hacíamos estábamos dos o tres horas dale que te pego, el acababa dos o tres veces y yo algunas más, añoraba aquella época feliz, mi sexo me picaba cada vez más al recordarlo.

 

Ya puestos en situación y presentada, iré directamente a relataros lo que cambio mi vida actual.

 

Hace pocos días comenzaron los colegios, en la puerta de estos se repetía el protocolo anual. Coincidimos las mamas de los niños habituales y las de algunos nuevos, naturalmente nos fijábamos las unas en las otras tras las vacaciones (Pili esta más gorda, Inés más delgada, Laura aun esta quemada, Lola sigue histérica etc) en fin lo habitual, educadamente nos presentamos mutuamente a las nuevas, tras esto algunas salían corriendo a sus trabajos y otras nos íbamos a desayunar en la cafetería cercana (ya sabéis como va esto) ese día nos juntamos seis mamás en una mesa y comenzamos a hablar, había una nueva en el grupo, era una joven de color que no me quitaba los ojos de encima.

 

Entre conversaciones de vacaciones recién pasadas, croissants con mermelada y anécdotas vividas por las seis, se nos fue pasando una hora larga, la morena se llamaba Isabel y hablaba un castellano muy fluido, nos dijo que su madre era de Guinea, se había casado con un español y vino al país hace años, aquí nació ella y con el tiempo siguió la tradición familiar emparejándose con un chico de aquí, al parecer el hombre ya tenía ese niño de otra relación anterior y ella lo traía al colegio, pese a ser seis en la mesa Isabel me miraba como si estuviésemos solas, sentí sus ojos recorriendo mi cuerpo, como valorándolo tal como lo haría un hombre, aquello extrañamente no me desagradó pues muchas mujeres menos atractivas ya me habían observado antes, yo me sentí atraída por algo hacia ella, pero no sabía por qué ¿sería su piel de color chocolate? ¿Tal vez sus facciones, o su pelo rizado y corto? Esa negrita era joven, aparentaba veinti…muchos años, delgada y de pechos pequeños bajo su vestido verde con estampados azules.

 

Salimos de la cafetería y nos dispersamos para hacer compras y demás tareas, no se porque me había fijado al salir del local en la espalda de Isabel, el cuerpo era más alto que el mío, su espalda recta, sus caderas estrechas y aquellas largas piernas con sandalias marrones a juego con su piel tostada, estaba confusa al sentirme atraída por una mujer y además de color, recordaba sus labios gordezuelos, su nariz más ancha que la mía con esa curvita que la daba un toque sensual, aquellos grandes ojos marrones que parecían pedirme algo físico mientras su boca hablaba de otras cosas, caminaba turbada pues sentía mi entrepierna húmeda.

 

La mañana paso rápido entre compras y la preparación de la comida, a mediodía fui a recoger a la niña y me ocurrió algo para lo no estaba preparada ¡la buscaba con la mirada! Mi corazón se sobresaltó a ver llegar a Isabel doblando la esquina, llevaba la misma ropa pero me pareció más guapa que por la mañana, nos juntamos con las demás madres esperando la salida de los críos, pero ahora era yo la que buscaba sus ojos y mantenía su mirada mientras charlábamos. Los niños no tardaron en salir juntos y pude presentarla a mi niña, ella hizo lo mismo que las demás madres y correspondió al gesto, tras eso nos separamos y volví a casa con mi hija.

 

Durante tres días esta historia se repitió con ligeras diferencias, aquella joven se había metido en mi cabeza y deseaba verla siempre que fuera posible, el fin de semana no había colegio y me puse triste imaginando que estaría haciendo sexo con su pareja, no me quedó más remedio que hacerme una paja para relajarme, en vez de vibrador usé solo los dedos en mi chocho y clítoris, apreté los ojos para recordarla mejor y mis manos se encargaron del resto, me corrí dos veces en poco tiempo, yo que nunca había deseado a ninguna mujer acababa de correrme dos veces pensando en Isabel, me sentí muy confusa.

 

El lunes llegó y casi arrastre a mi hija hacia el colegio de las prisas que tenía por ver a la negrita, el tiempo pareció detenerse cuando por fin nos vimos, llevaba un vestido veraniego multicolor ligero de tirantitos, este nacía a la altura de sus pequeños pechos y se ceñía a su cintura para abrirse en un amplio abanico hasta sus rodillas, supe instintivamente que ese fin de semana la joven había pensado en mí, pues su habitual beso en la mejilla cayo demasiado cerca de mis labios y su mano acaricio mi talle acompañando el beso, tras la entrega de los niños pasamos con las amigas a la cafetería y charlamos media hora con las demás, cuando nos disponíamos a irnos la dije:

 

  • Oye Isabel, tengo que cambiar las cuerdas del tendedero y necesito ayuda, ¿podrías… echarme una mano?

  • Con una condición –respondió sonriendo- llámame Isa.

  • Si esa es la condición estoy de acuerdo Isa, además te invitare a algo de beber cuando acabemos con las cuerdas.

  • Me gustaría más ser yo quien te invitara a beber algo, ¡ya veremos luego! –respondió pícaramente sin dejar de sonreír.

Fuimos a casa, hacía calor pero el trabajo debía hacerse, reemplazamos las cuerdas de tender por unas nuevas que tenía guardadas, he de decir que quedaron bien tensas, las que lo habéis hecho antes sabéis que se necesita fuerza para hacerlo, vi los bíceps de Isa tensarse mientras lo hacía y yo sujetaba las cuerdas, confieso que en ese momento me excité de golpe, cuando el trabajo acabo ella estaba húmeda de sudor, pero mis bragas estaban encharcadas de otra sustancia, pasé la primera al servicio a refrescarme un poco, al salir la invite a entrar y refrescarse, la mostré la bañera y cómo funcionaba la ducha por si la necesitaba y donde estaba el jabón, Isa entro y cerré la puerta, instantes después escuche correr el agua mientras yo preparaba dos vasos de Martini, seguidamente me quite el pantalón y la camiseta húmeda de sudor, así como la braga empapada que tiré a un lado, poniéndome mi bata de seda de andar por casa sin nada por abajo, anudé el cinturón y la espere sentada en el sofá.

 

¡La deseaba! Esperando a que saliera del baño deseaba ver su cuerpo desnudo, íntimamente esperaba que me sorprendiera saliendo desnuda y se abalanzara sobre mí, deseaba en silencio sus besos, sentir su lengua remoloneando en mi boca, sus manos recorriendo mi cuerpo, sentir su carne morena contra mi piel y que me pidiera que la metiese los dedos en su raja hasta hacerla gozar de placer, mi coño parecía palpitar de ansiedad, los pezones se me erguían de impaciencia, me lamí los labios nerviosa, me lleve la el vaso a los labios y bebí ansiosamente un trago para calmar mi temor al rechazo.

 

Por fin salió del servicio con su vestido puesto, -¡Puñetas! Maldije en silencio- se me había olvidado ofrecerla otra bata o una camisola amplia para después de la ducha, la joven tenía el pelo rizado algo húmedo pero lucia bonita y olía bien, aceptó mi gesto y se sentó a mi lado tomando la copa de Martini, vi como se la acercaba a sus labios sensuales y daba un trago corto saboreando el líquido, la vi tragarlo despacio antes de girarse dejándolo en la mesa y volver la cara hacia mí para decirme:

 

  • Está muy bueno.

  • Si quieres te pongo unas aceitunas para picar.

  • Si pudo escoger preferiría otra cosa, algo más… ¡apetecible!

Ella sonreía, su cara estaba cerca de la mía, yo seguía mirando sus labios que cada vez se hacían más grandes, tardé un instante en darme cuenta de que nuestras caras estaban a pocos centímetros, me había incorporado un poco y era yo la que se estaba acercando, sin ser consciente estaba buscando un beso en la boca de aquella mujer, sentí su mano en mi nuca y sus labios acabaron el camino iniciado, nuestros bocas se unieron suavemente, aquel beso era ternura y exploración nerviosa de otro ser, la caricia en mi nuca se hizo más intensa, sentí su lengua entrando retozona en mi boca y la mía salió a su encuentro, nos fundimos en un beso profundo y excitante que decía más que las palabras.

 

Nuestras manos habían iniciado una exploración de la otra persona, yo acariciaba sus senos pequeños sobre el vestido, no dudé en bajar sus tirantitos y bajarlo un poco para acariciarlos directamente, entretanto ella había soltado el nudo de la bata y acariciaba mis generosas tetas con ambas manos, sus pezones eran pequeños, los míos más grandes y excitables, los besos se volvían más intensos, tras tanto tiempo sin que me tocara nadie me sentía chorrear de deseo.

 

Isa aprovecho el momento de pausa para dar un empujón a la mesa y caer de rodillas entre esta y el sofá, ¡directamente entre mis piernas! El sobo constante de mis tetas me tenía sumida en suspiros y algo confusa, cuando me quise dar cuenta ya tenía sus manos en los muslos dando un suave tirón hacia afuera, antes de poder protestar o decir algo vi como su cara bajaba hacia mi coño, recuerdo que quise decir algo pero debió sonar así:

 

  • No. espera yo, yooo aah si, siiii, valeee, sigue asiii.

Su lengua abrió mis labios, retozando entre ellos durante unas momentos, sentí un dedo entrando en mi sin dificultad, mi vello vaginal estaba empapado de flujo y saliva, recuerdo pensar avergonzada que no me había afeitado ahí abajo en semanas, Isa debía estar comiéndose toda la pelambre semi abandonada que tenía en la vagina, ella no protestaba, de echo profería gemidos mientras lamia con dedicación mi coñito, metió un segundo dedo presionando hacia arriba, sus labios parecieron absorber mi clítoris, el movimiento conjunto de sus dedos y lengua me hizo alcanzar un orgasmo tremendo en pocos minutos, sujete su cabeza contra mi vientre, mi cuerpo se convulsionó de placer y dije en voz baja entre jadeos:

 

  • Aaahhss, asii aaasiiiiii, me corrooo, aaaah aaah siiiii ah ahh ahh…

Su ritmo de labios y dedos fue aflojando, yo seguía excitada y empapada, la corrida me había dejado grogui, recuerdo que dije:

 

  • Una buena uuff… polla… ahh… me vendría bien ahora.

  • ¿Estas segura? –dijo ella incorporándose un poco para chupar mi pezón izquierdo.

  • Sin hacer de menos a nadie por ser mujer, ¡si! desearía un buen rabo dentro, llevo mucho sin notar uno.

  • Ten cuidado con lo que deseas –respondió la negrita, añadiendo- ¡podría hacerse realidad!

Sentí que sus manos hacían algo allá abajo, e imagine que la joven estaría tan excitada como yo y estaría tocándose el coño, su voz aun pausada se había vuelto más grave, comenzaba a pensar en invertir los papeles y comerme su raja cuando sentí algo contra mi vagina, supuse que volvía a la carga con sus dedos, me relajé dejándola hacer pues seguía muy caliente.

 

La sentí entrar suavemente, ¿pero aquello…? Eso era demasiado grande para ser dedos, sentí mi vagina abrirse al paso de algo gordo y caliente, Isa se me vino encima con ambas manos en mis pechos y besándome en plena boca, sentí su lengua retozona y respondí al beso, sus dedos tironeaban de mis pezones excitándome aún más, allá abajo algo largo y duro entraba dentro de mi rellenándome gozosamente, sentí como basculaban sus caderas y aquello entraba y salía metódicamente haciéndome disfrutar, en mi confusión pensaba que me había metido un vibrador o algo así, ella misma me sacó del error, interrumpió el beso para acercar su boca a mi oído y decir entre suspiros:

 

  • Aahh Manoli ¡que caliente estas! Y como me lo aprietas cariño, sigue aaasiii nena.

Me quede aturdida de asombro y muda pero seguía cachonda, no sabía que hacer o decir, pero el placer aumentaba en cada movimiento, sus penetraciones eran rítmicas y me transportaban a una época añorada, me deje hacer disfrutando de aquella polla dentro, sus estocadas eran firmes y profundas, las manos seguían apretando mis pechos, junte mis talones sobre el culo de Isa y la bese en la boca mientras su miembro me hacía gozar, no me costó mucho recordar como corresponder a sus envites, relajaba y apretaba mi coño sobre aquella verga que me llevaba rápidamente a otro orgasmo, el ritmo se hizo frenético por ambas partes, separe mi boca de la suya y exclamé:

 

  • Aahh ahora aahhh me corooo, aahhh ahh sii yaaaaaa.

  • Acaba manoli aahh, estoy casi oooff , acaba nena aahh…

Mi cuerpo se envaraba y temblaba, el orgasmo había sido fuerte, Isa seguía dándome vergazos y yo no paraba de correrme, mi cuerpo reaccionaba de forma automática al placer que recibía, sus vergazos repercutían una y otra vez en el fondo de mi coño, sus paredes parecían abrazarlo, solloce al correrme de nuevo gimiendo como una poseída, sentía chapotear aquella polla que no cesaba de perforarme, entonces sentí que su verga salía de mí y noté su eyaculación derramándose por mi vientre, toda mi pelambrera quedo empapada de semen caliente, sus manos dejaron de acariciarme los pechos, sentí el peso de su cuerpo sobre el mío y su boca jadeándome en el cuello.

 

Minutos después nos volvimos a sentar bien en el sofá, en aquella pausa me había pasado una servilleta por el conejo y vuelto a anudar la bata, Isa acepto otra servilleta y se limpió la verga antes de ocultármela con el vestido, el ambiente se volvió algo tenso, hasta que dije:

 

  • Bueno supongo que Isabel no es tu nombre autentico, ¡dime algo!

  • Mis padres me pusieron Isaac –dijo la negrita con la cabeza alta y mirándome a los ojos- de ahí el nombre femenino de Isabel y su diminutivo común de Isa, siempre me sentí más mujer que hombre.

  • ¿Entonces tú y tu pareja sois mari… homosexuales?

  • ¡Si somos dos hombres! Él ya tenía un hijo de su anterior matrimonio, pasamos por el juzgado y ahora somos pareja de hecho, así todo es legal.

  • ¿Tú siempre haces de mujer en la cama? –pregunto Manoli quitándose un mechón rebelde de su frente.

  • No nena, variamos según el día y los gustos, ¿Qué pensabas?

  • Realmente no pensaba nada, el tema homosexual siempre me había dejado indiferente, ya sabes ¡vive y deja vivir! Es simple curiosidad.

  • Vale, - Isa se mordió un labio indecisa y añadió- oye esto de hoy ¿te ha gustado?

  • ¡Sí! ¿por…?

  • Porque me gustas y pensaba…

  • ¿Repetir? –pregunte muy seria.

  • Bueno, pues si, la verdad es que me gustas mucho.

  • Mira… ¡no lo sé! Entiéndeme, pensaba tener un rollito en plan lesbi con una amiga y voy y me encuentro con una polla, que por cierto casi no sé cómo es ni cuanto mide ¡te la has guardado demasiado rápido!

  • Eso tiene fácil remedio. –dijo Isa levantándose la parte delantera de su vestido multicolor y añadiendo- ¡te presento a Isaac.

Por fin vi aquella polla, era tan marrón que parecía negra, no era tan grande como tenia oído acerca de las vergas de su raza, mentalmente la comparé con la de mi difunto Juan y solo era un par de centímetros mayor, su grueso parecía similar pero dado que esta medio flácida no podría decirlo con seguridad. Isa no me quitaba la vista de la cara, debió comprender mis dudas y dijo:

 

  • Vamos Manoli no te cortes ahora, ¡tócala!

Obedecí sin dudar, estaba caliente al tacto, la rodee con los dedos y casi me tocaba las puntas de estos, era igual de gruesa que la de mi Juan, comencé a mover la mano y el miembro dio indicios de crecimiento, me gustaba sentir el tacto de su piel morena, aquella verga crecía despacio bajo mis caricias lo cual me hacía calentar de nuevo, sentí las manos de Isa en mi espalda y hombros, me estaba haciendo inclinar sobre su regazo.

 

Quería que se la chupase, decidí complacer a mi amiga en justa compensación por la mamada que me había hecho, pero antes dije:

 

  • ¿Cómo es que no se te nota esta polla por la calle? Se buena y cuéntamelo mientras te la chupo un poco.

  • Como ves aunque este arrugado y contra mis huevos, llevo dos prendas íntimas ahí abajo, una braga normal debajo pues me gusta su tacto suave y sobre esta unas de esa bragas faja altas, esta es para contenerme el rabo si le da por levantarse, cosa que contigo me ha pasado cada vez que te he visto.

Yo había comenzado a lamer aquel prepucio oscuro, estaba poniendo la boca sobre el y empezado a metérmelo dentro, mi boca ya estaba llena de saliva para hacer la penetración lo más placentera posible para Isa, no me apetecía interrumpir lo iniciado, así que baje la cabeza engulléndolo suavemente, de mi garganta surgió un interrogante:

 

  • ¿Huummm?

  • En serio Manoli, cada día me hacías trempar solo con verte, la braga alta se tensaba intentando contener mi polla, la tela de mi vestido sobresalía un poco por delante, entonces me tapaba laaa zona delantera con el boo… bolso, ahhh ¡que boca tienes cariño! Hazme disfrutar guapísima, ahora ya sabes lo que querías.

Estaba cachonda otra vez, aquella verga en mi boca se estremecía y cabeceaba a cada lamida o apretón de labios, acompañe el movimiento pajillero de mi mano con la boca, me entraba bastante y quería esmerarme en aquella primera mamada, acelere el ritmo al compás que Isa marcaba basculando sus caderas, sentí el prepucio contra la campanilla varias veces, en la otra mano sentía sus pequeñas pero tensas pelotas deseando soltar su carga, aprovechando la saliva que resbalaba del tallo humedecí un dedo y lo dirigí a su culo, empujándolo decididamente sin dejar de mamar la polla.

 

  • Ahhh… zooorraa… goolfaa…mia ¡no pares! Que meee voooyyy.

Sentí sus chorros golpearme dentro, saque la polla de mi boca para que se derramara sobre mis labios y mejillas, sus abundantes chorros me dejaron la cara empapada de semen, escupí discretamente lo que me había entrado dentro pues el sabor no me había gustado nunca, un minuto después limpiaba todo con aquella servilleta ya manchada.

 

  • Pensé que lo tragarías. –Dijo Isa al verme.

  • Nunca lo he hecho, no te lo tomes a mal pero no me gusta el sabor.

  • ¡Te gustara! Te lo digo por experiencia, es cuestión de práctica.

  • Veras como no. –conteste.

  • Veras como sí. –respondió Isa guiñándome un ojo.

Aquella primera vez concluyo ahí, fuimos a recoger a los niños y volvimos cada una a su casa, yo a mi soledad y ella con su maridito, pero la vida sigue y nosotras nos vemos a diario en el colegio, después del desayuno con las demás madres vamos a su casa o a la mía, estoy poniéndome al día rápidamente en lo de follar, el primer día fue el único que lo hicimos a pelo, ahora usamos siempre condón aunque estoy volviendo a tomar la píldora, Isa ya no varía mucho en sus relaciones con su chico, aunque con el ya siempre hace el papel de mujer, el de hombre lo reserva para mí.

 

¡Ah por cierto! Llevaba razón en lo de acostumbrarse al sabor del semen.

 

 

 

 

Espero que este primer relato mío haya gustado, sed buenos en los comentarios.

 

Agradezco a un buen amigo y autor de la página, su paciencia por ayudarme con el texto. Besos.