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Sol Naciente. Capítulo 04

en Gays

              ¡Hola chicos! Acá os traigo una nueva entrega de Sol Naciente, mil disculpas por la demora pero ayer no pude enviarlo por encontrarme un poco indispuesto de salud. Agradezco las valoraciones y comentarios a quienes lo hicieron en el capítulo anterior: Viento, tejota, Rosloff, joshue08 y FerRam, y también a Tragapollas manchego quien lo hizo recientemente en el Capítulo 01. También un agradecimiento a quienes me escribieron a mi correo: María, Christian, Ever y Marino. Terminando con este discurso tipo Premios Óscar jajaja os dejo con el capítulo de hoy.

Capítulo 04.

              Así pasaron los días, de lunes a viernes, de sábado a domingo, pasaron las semanas y pasaron dos meses. Casi nada había cambiado en la vida de nadie: la abuela de Jorge ya se había regresado a su casa en Ottawa, Canadá, Mario seguía enamorado de Pablo, Reynaldo seguía teniendo problemas con Tatiana por la adicción al trabajo de ella; las únicas vidas que habían sufrido cambios eran las de Jorge y Diego. La relación de ellos iba de maravilla, todos los días de colegio se veían en los recesos, compartían la mayor cantidad de tiempo posible, almorzaban juntos, se ayudaban mutuamente en tareas (Diego era muy bueno para Inglés pero era un caos para Matemáticas, mientras que Jorge era lo contrario, por lo que se ayudaban mutuamente); además de eso, habían salido ya varias veces los fines de semana, una vez fueron a bailar junto con las primas de Diego, otra vez a cenar, otra vez fueron al Parque Zoológico, otra a hacer deportes extremos a las montañas… entre otras salidas.

              En estos dos meses juntos, Jorge había conocido muchísimo mejor a Diego: sabía ahora que él era hijo de una atleta estadounidense ganadora de medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 1988. Sabía también que Diego había tenido solo un novio, que odiaba que lo llamaran por su segundo nombre (Steven), que su comida favorita es la italiana y su artista favorito era Avicii. Lo que más le gustaba a Jorge de Diego eran sus atenciones, siempre estaba pendiente de él, siempre le enviaba mensajes a Whatsapp, le llamaba o hablaban por Skype, pasaban horas conversando, a veces llegaban hasta la madrugada haciendo competencia de quien aguantaba más estar despierto… en general, las cosas marchaban bien para todos.

              Ahora era un día miércoles y en el colegio no habría clases, por lo que todos los chicos estaban en sus casas.

- ¿Con quién chateas hijo? – le preguntó su madre al verlo sonriendo mientras escribía algo en su celular. Acababan de desayunar.

- Ehm… con Jorge mamá – respondió Diego sin quitar su atención del celular.

- ¿Saldrán hoy? – Diego solo negó con su cabeza, sabía que Jorge tenía muchas tareas qué hacer  – mmm ya… – suspiró y se quedó pensativa unos segundos – a ver cuándo lo traes a casa para cenar y yo poderlo conocer jejeje a ver si es tan lindo como tú dices – le guiñó un ojo sonriéndole cálidamente.

- … – no supo qué decirle, solo se le quedó viendo a la cara.

- ¿Qué pasa cariño?

- ¿En serio quieres conocerlo madre?

- Claaaro, ¿por qué no? – Decía sin borrar la sonrisa de sus labios – llevan ya dos meses saliendo y me hablas maravillas de él, se nota que te gusta… ¡Me mata la curiosidad por conocerlo!

- Jajaja ¿Me estás hablando en serio mamá? ¿No me estás haciendo otra broma? Jajaja – atónito. Le costaba creer que su madre se tomara tan bien su homosexualidad.

- Te estoy hablando muy en serio Diego Steven Barkley – respondió.

- ¿Si traigo a Jorge a casa me permitirás quitarme el Steven de mi nombre?

- Sobre mi cadáver – respondió poniéndose seria.

- Vale, vale olvídalo – poniendo sus ojos en blanco – hablaré con él mañana que lo vea.

- Proponle mañana en la noche – dijo ella recobró su sonrisa.

- Vale, gracias mamá – sonrió.

- De nada mi cielo – le acarició la rubia cabellera hasta llegar su mejilla.

El celular de Diego sonó en ese instante, era número desconocido.

- ¿Aló?

              Sintió mariposas en la barriga al escuchar la voz de quien le hablaba, reconocería esa voz en cualquier lugar y en cualquier momento. Se levantó de su silla y se fue a hablar a la sala, su madre se quedó ahí recogiendo los platos y pensando en la cena con Jorge.

- Madre ya me voy – apareció Diego. Se acercó a su madre y le dio un beso en la mejilla.

- ¿Adónde vas tan temprano? – miró el reloj en su muñeca, eran las 08:30 am.

- Eh… al Café París, Jorge quiere verme – dijo nervioso – hasta la noche mamá.

              Diego se dio la vuelta y tomó las llaves del automóvil de la mesa y se fue.

              *** Media hora después ***

              Diego llegó al lugar acordado: un café en el centro de la ciudad. Él aún no había llegado y eso lo ponía aún más nervioso, tenía mucho de no verlo y no sabía cómo reaccionaría al tenerlo de nuevo frente a él. Su celular sonó una vez más, él contestó:

- Hola Steven jajaja – dijo la voz al otro lado.

- ¡No me digas Steven! – replicó Diego fingiendo molestia, pero en voz de Jorge no le parecía que su nombre se escuchase tan mal.

- Jajaja vale ¿Cómo amaneciste?

- Muy bien ¿Y tú? ¿Cómo vas con tus tareas?

- Bien también pues ya casi terminadas.

- ¿Sí? ¿Nos vemos esta tarde?

- No – dijo – ya hice planes con Mario.

- Vale, está bien – en eso vio que entraba la persona a quien esperaba – te tengo que dejar, te llamo luego ¿Vale? Te quiero.

              Diego cortó la llamada y dirigió su mirada a él para apreciarlo mejor. Era un chico atractivo, alto, de cuerpo atlético gracias a que solía practicar natación como él, piel morena, cabello negro y ojos color marrón; no había cambiado mucho desde la última vez que se había visto.

- Hola Diego – le dijo sonriendo mínimamente.

- Hola Pablo – respondió – ¿Cómo has estado?

- Bien… – dudó – mmm… más o menos.

              Pablo se sentó junto con Diego en la mesa y pidieron un café cada uno. La conversación fluyó con mucha facilidad, se pusieron al tanto sobre sus vidas sin tocar “el tema prohibido”que existía entre ellos, fue prácticamente el reencuentro entre dos grandes amigos y ex compañeros de equipo de natación.

- ¿Y… y tienes novio actualmente? ¿Estás saliendo con alguien? – preguntó Pablo tomando valor para hablar sobre lo que lo había movido a llamarlo luego de tanto tiempo.

- No, no tengo – respondió dándole un sorbo a su taza de café – pero sí estoy saliendo con un chico.

- ¿Sí? – Dijo – me alegra mucho.

- Gracias…

              Se hizo un silencio entre ellos por un par de minutos.

- En serio… me alegra mucho – repetía – aunque sigo sintiendo mucha pena contigo por haberte rechazado cuando te me declaraste… – bajaba su rostro – pero no podía te corresponder a tus sentimientos por mí… te quería mucho, eras mi mejor amigo pero yo era hétero y no podía co…

- ¿Eras? – lo interrumpió un poco extrañado, su curiosidad despertó su interés.

- Pufff – bufó– la verdad… no sé ni qué soy ahora ¡No sé! – se quedó en silencio, Diego estaba muy sorprendido de lo que escuchaba, Pablo parecía realmente confundido y agobiado – es por eso que te busqué… necesito un consejo, un consejo de un amigo y tú me conoces mejor que nadie.

- Dime – atento – puedes contar conmigo.

- Vale… – dijo quedándose en silencio y pensando bien sus palabras – yo… una vez… eh… conocí a un chico, fue en una convención de ánime, ya sabes, otakus, coleccionistas, etc. Nos caímos bien, intercambiamos números para estar en contacto y… nos hicimos amigos. Nos veíamos los sábados, ya sea en su casa o en la mía para ver series o salíamos a comer o a caminar, me gustaba pasar tiempo con él, no tenía ningún amigo, tú ya te habías alejado de mí, fue genial tenerlo a mi lado – Diego lo escuchaba con atención – pero… un día… todo empezó normal, era sábado y estábamos en su casa viendo una serie llamada Death Note o algo así, no recuerdo bien, no importa, a lo que voy es que él me besó.

- ¿Te besó? ¿En la boca?

- ¡Sí! – Respondió – fue en la boca. Al principio fue raro y traté de apartarlo de mí pero… ¡Joder! ¡Que él besaba rico! – reía solo de recordarlo – en fin, pasó eso y no dijimos nada, tratamos de seguir como si nada. Al siguiente sábado que nos vimos, volvió a pasar y al siguiente también y así el darnos besos se convirtió en algo muy normal, a mí me gustaba hacerlo… para no hacer más larga la historia, él y yo nos hicimos novios – dijo bajando el volumen de su voz.

- ¡Wow! Que genial – decía contento Diego – ¿Cuánto tiempo llevan juntos?

- No, no – dijo – actualmente no somos novios, duramos solo un mes.

- ¿Y eso? ¿Por qué tan poco? – mordía un galleta.

- No lo sé – volvía a verse abrumado – yo lo corté, mis abuelos me cuestionaron al ver que salía solo con él y me arreglaba tanto y que todo el tiempo yo les hablaba de él ¡Tuve miedo! No quería que ellos se enterasen y decidí mejor terminar con lo nuestro, porque además yo no veía futuro a la relación, no podemos casarnos ni tener hijos, tendríamos que vivir escondidos de todo y soportando los comentarios negativos de la gente y yo no estaba ni creo estar dispuesto a soportar eso.

- Mmm te entiendo… – espetó – ¿Lo quieres? ¿Sientes algo especial por él? – Pablo sin dudar asintió con su cabeza – ¿Entonces por qué no los buscas e intentan algo? ¡Qué te importe un pepino lo que los demás digan!

- No es sencillo para mí – expresó – como te dije antes: yo no me siento preparado para soportar malas miradas. Yo no siento que sea gay… porque aún me atraen las chicas.

- Entonces eres bisexual – dijo seguro – eso no tiene nada de malo, a ver, dime: ¿Lo has visto recientemente?

- No – contestó – hace como dos meses lo busqué por última vez y… ¡Que siempre la termino embarrando! – Alzaba un poco la voz – lo busco para hablar pero no me contengo y termino follando con él y cuando me pide que hablemos me vuelvo un cobarde y huyo – calló un momento – ha pasado tantas veces esto que ya perdí la cuenta y quizá él ya no me tome en serio por estar jugando con sus sentimientos.

- Muy mal – dijo – si sigues en ese plan de “yo te busco – follamos – huyo de ti” no conseguirás nada bueno y… discúlpame si mis palabras son fuertes y un tanto explícitas pero ¡Joder Pablo! Que eres hombre, tócate esas bolas que tienes entre tus piernas y ten el valor de afrontar la realidad, acepta que te gustan los chicos y en especial ese chico a quien de seguro debes tenerlo con el corazón muy herido – Pablo solo lo escuchaba, era el consejo que no quería escuchar pero era el más lógico y mejor – ¡Búscalo! Porque a este paso, cuando al fin te decidas por buscarlo para algo serio, será muy tarde y lo habrás perdido, bueno, si no es que ya lo perdiste.

              Escuchar eso último puso en qué pensar a Pablo, nunca se había planteado la idea que Mario lo pudiese olvidar, siempre se había creído el imprescindible pero quizá no lo era, eso le preocupó más y lo puso en qué pensar. Ambos se quedaron en silencio un buen rato, hasta que él se decidió a hablar y cambió el tema, siguieron hablando cosas banales hasta que se llegó el mediodía y se despidieron con un fuerte abrazo y un cálido beso en la mejilla por parte de Diego hacia Pablo.

●●●

              Era media tarde cuando Reynaldo regresó a la mansión de la familia Saavedra luego de que Doña Rita lo enviase a recoger unos artículos al centro comercial. Iba muriendo del hambre, lo primero que hizo luego de descargarlas de la camioneta fue irse a la cocina a almorzar; en un santiamén llegó Jorge a acompañarlo. Como se dijo al principio, la situación entre Reynaldo y Tatiana no era la mejor, las cosas marchaban de mal en peor y era esto lo que él le estaba comentando a su protegido.

- … me dejó en visto el mensaje – decía Reynaldo – y hasta el momento sigo esperando su respuesta.

- No puede ser – decía Jorge – que mal entonces.

- El fin de semana pasado, le compré rosas, chocolates y champagne porque cumplíamos dos años y medio – narraba – llegué a su casa ¿y adivina qué? – Jorge solo lo miró a la cara en respuesta – iba de salida a trabajar porque necesitaba hacer esa noche en el trabajo para ganar casi el triple de lo que comenzó ganando ¡Me enojé tanto! Que terminé arrojando todo en el primer basurero que encontré y…

- Jejeje – lo interrumpió Jorge riendo mientras veía su celular – Diego me mata de la risa. Me acaba de mandar una foto suya en la competencia de comer chiles jalapeños – se la mostraba.

- Jajaja qué loco, pareciera que está llorando – reía Reynaldo viendo la foto –como te decía, Tatiana no…

- ¡Oye! – otra vez Jorge interrumpía a Reynaldo –creo que… Diego está planeando algo, me acaba de preguntar si tengo planes para mañana en la noche – reía nervioso – creo que quiere pedirme que seamos novios ya.

- ¿En serio? – Dijo Reynaldo – ya es tiempo, ya llevan saliendo un par de meses.

- Sí jejeje – ansioso – ¿Qué me decías de Tatiana?

- Ah sí – continuaría – ella ya no es lo mismo que cuand…

- ¡Joven Jorge! – entraba interrumpiendo Sara, una de las empleadas domésticas.

- ¿Sí Sara? – contestó el chico.

- El joven Mario acaba de venir – le dijo – lo está esperando en la sala.

- ¡Vale! – Contento por la llegada de su mejor amigo – gracias Sara, ahora mismo llego – ella se dio la vuelta y se fue por donde había aparecido – Rey me tengo que ir, Mario y yo tenemos mucho de qué hablar jejeje – chocaron sus manos – te veo después.

              Jorge se fue casi corriendo de la cocina a su encuentro con Mario. Reynaldo se quedó sentado terminando de almorzar, con palabras atascadas en su garganta que morían por salir pero no que había alguien que las escuchase. Le estaba comenzando a molestar la actitud de Jorge, últimamente que hablaban no ponía atención a lo que él le contaba, respondía con expresiones escuetas y metía en todo a Diego, mencionaba su nombre a cada minuto literalmente y muchas veces, como acababa de pasar, lo había dejado con la plática inconclusa; la primera vez fue aquel día en la heladería, la segunda dos días después en el mismo lugar en que estaba ahora… todas para irse con Diego, y la más reciente recién ocurría, la única diferencia es que ahora lo dejaba para irse con Mario. Esto no le ayudaba a sentirse bien, cada vez se sentía más solo.

- ¡Hombre! – Mario le daba un golpecito en la cabeza a Jorge – ¡Que tú me tienes olvidado ahora que estás saliendo con Diego!Jajaja.

- Jajaja no exageres – entraba a su habitación seguido por él – jajaja y si es así ¿Qué? – Lo desafiaba – siente el abandono que yo sentía cuando eras novio de Pablo.

- ¡Oye! ¡Oye! ¡Oye! – se ponía serio – ya te dije que no menciones ese nombre en mi presencia.

- Vale, vale, lo siento, se me olvidó.

Los chicos conversaban animadamente, el tema principal era la relación entre Jorge y Diego pero era inevitable no hablar de otros temas de interés para ambos.

- … por eso mismo Diana ya no me habla – argumentaba Mario acercándose a la ventana – porque ella cree que fui yo quien… ¡Madre mía! – abría sus ojos como platos.

- ¿Qué pasa Mario? – extrañado Jorge.

- ¡Jodeeer! – No apartaba su visión de la ventana hacia abajo – ¿Te he dicho antes que tu chofer está buenísimo?

              Jorge se acercó a la ventana para ver lo que Mario estaba viendo. Afuera estaba Reynaldo, estaba sin camisa, solo con sus pantalones mientras lavaba la camioneta que él usaba, estaba dejando a la vista ese escultural torso, con pectorales abultados, abdomen bien definido y sus brazos fuertes y Mario no podía contenerse a verlo con cierto deseo.

- Jajaja – rió Jorge – sí, ya me lo habías dicho antes.

- En serio – decía – mira ese cuerpazo que se gasta, esos brazos, sus piernas, su pecho ¡Joder! ¡Ese culo de infarto!¿No crees que esté guapísimo?

- Nooo, para nada jajaja – Jorge respondió, se quedó un rato pensativo apreciándolo mejor –a lo mejor sí, a lo mejor Rey es guapo pero… no puedo verlo como algo más que un amigo, por eso no despierta interés en mí.

- Eres un cegatón – decía alejándose de la ventana al fin – me cuesta creer que un tipo como Reynaldo sea de mente abierta, no lo parece – se sentaba en una silla – tiene pinta de ser uno de esos chicos muy machos heterosexuales folla chicas por montón chapado a la antigua.

- Jajaja – rió Jorge – yo pensaba lo mismo de él, pero ya ves, las apariencias engañan.

- Mmm sí – repuso quedándose pensativo y en silencio un momento – oye Jorge ¿No crees que… a lo mejor, Reynaldo sea gay? y por eso no te rechazó ni nada por el estilo.

- Wtf?! – Reaccionaba Jorge – ¡Mario! ¡Te he dicho que antes de venir a mi casa no fumes marihuana! Jajaja ¡Estás idiota! – Decía – Reynaldo tiene novia.

- Jajaja yo no fumo – le lanzó un cojín – bueno sí, tiene novia, pero debo recordarte que “el-que-no-debe-ser-nombrado” – refiriéndose a Pablo – también tiene y sabes que yo lo pongo a gozar en mi cama.

- Jajaja lo sé – dijo – pero veo casi imposible que Reynaldo sea gay.

- Solo hay una forma de salir de dudas…

              Mario le lanzó una mirada maliciosa a Jorge, la cual este conocía a la perfección y sabía que nada bueno traería una loca idea más de su amigo.

●●●

              Reynaldo acababa de lavar la camioneta, tenía su pantalón un poco mojado y el pecho ni se diga, se había mezclado su sudor con el agua que le había salpicado.

- Hola Rey – lo sorprendió Mario apareciendo de pronto.

- Hola Mario – respondió mientras recogía la manguera – ¿Necesitabas algo? – preguntó. En varias ocasiones lo había ido a dejar a su casa.

- Eh… no – parecía nervioso – yo… solo pasaba por aquí y… ¿Tienes un tatuaje debajo de tu brazo? – notó el tatuaje de unas letras extrañas y alargadas que no distinguía qué idioma era.

- ¡Ah! Sí – se enderezó y levantó su brazo mostrándoselo – me lo hice a los 18, fue el segundo.

- ¡Wow! Qué genial – decía.

              Mario no hallaba si ver el tatuaje o los músculos de Reynaldo. Tomó valor y se acercó con la aparente intención de apreciarlo mejor, puso su mano sobre el codo alzado del joven guardaespaldas y lo deslizó hasta el tatuaje; Reynaldo se comenzaba a sentir incómodo, por un momento había olvidado que Mario también es gay, así que mejor tomaba distancia de él para que no se malentendiese algo entre ellos, pero cuando se disponía a bajar el brazo y hacerlo, la mano de Mario había llegado hasta su espalda y el cuerpo de este se abalanzaba sobre él con la intención de robarle un beso. Reynaldo se descolocó y no pudo reaccionar a tiempo para apartarlo…

Pablo, que había seguido a Mario desde que este salió de su casa con la esperanza de abordarlo y aclarar algunas cosas con él, estaba escondido detrás de unos arbustos en las afueras de la mansión de los Saavedra y no pudo contener las lágrimas al ver la escena que sus ojos estaban apreciando desde un ángulo lateral, su chico, Mario, su Mario estaba besándose con otro. No pudo resistir más y prefirió solo correr y correr lo más lejos de ahí…

- ¡¿QUÉ TE PASA IDIOTA?! – enojadísimo Reynaldo arrojaba a Mario al suelo.

              Mario, con la idea de comprobar su loca hipótesis de que Reynaldo era gay había intentado darle un beso en la boca, más no lo logró porque en un último instante él había apartado su cara y había recibido el beso en la mejilla, lo que sí había logrado Mario fue hacerlo enojar mucho. Reynaldo lo tomó de nuevo por la camisa y lo alzó al aire con la intención de golpearlo por ser tan atrevido. Mario estaba asustadísimo, Reynaldo era muy fuerte, había sido maestro de lucha y podía matarlo a golpes; estaba a punto de orinarse cuando Jorge, que lo andaba buscando para detenerlo y evitar que hiciese esa idiotez, apareció. Sabía que había llegado tarde pero podía evitar que el problema creciese.

- ¡¡REYNALDO!! ¡¡DETÉNTE!! – le gritó asustado Jorge.

              Reynaldo se detuvo y no golpeó a Mario, quien estaba mil veces arrepentido de hacer lo que acababa de hacer.

- ¡¡Jorge!! Yo… él… intentó… yo – trataba de articular palabras el joven guardaespaldas para justificarse ante Jorge.

- No digas nada Reynaldo – decía Jorge – lo vi todo. Bájalo – le ordenó.

              Reynaldo lo bajó lentamente. Su ira se convirtió ahora en vergüenza por haber estado a punto de golpear al mejor amigo de su protegido, temía que se había metido en problemas y en unos muy serios.

- Lo siento Mario… – dijo Reynaldo en voz baja y con el rostro viendo al suelo. Parecía un niño que acababan de regañar.

- No Reynaldo – decía Jorge mientras Mario se limpiaba su ropa – disculpa tú a Mario, que se tomó unos tragos antes de venirse hacia acá y le han pegado fuerte – Mario asentía con la cabeza y cruzaba sus ojos fingiendo embriaguez.

- Mmm ya – cabizbajo Reynaldo – pero igual, lo siento, no debí reaccionar así.

- Tranquilo Rey – decía Jorge – además, Mario YA SE IBA A SU CASA – hacía énfasis en esas últimas palabras – lo mandé a buscarte para que lo fueras a dejar pero viendo las circunstancias… por favor, busca a Claudio y dile que se encargue de esto.

- Entendido – respondió – voy en seguida.

              Reynaldo buscó su camisa, que estaba tirada por ahí, se la puso y se fue.

- Ay Dios mío – se quejó Jorge poniéndose su mano en su sien cuando se quedó solo con Mario.

- La próxima vez que se me ocurra una idea tonta como la de hoy… por favor detenme – dijo Mario.

- La próxima vez no te detendré – respondió – dejaré que hagas lo que sea para que te den tu merecido ¡Eres un pendejo de primera! – Le gritó – pobre Rey, está muy apenado por tu puta culpa.

- Valeee, que lo siento – se excusaba – no pensé que las cosas se pondrían mal.

- Eres un hij… – se contuvo decirle lo que le diría – mejor vámonos, que Claudio no tardará en salir para llevarte a tu casa.

- Ok – dijo – por cierto Jorge ¿Me podrías prestar uno de tus jeans?

              Jorge se extrañó por la petición, su mirada se fijó en los jeans de su mejor amigo y vio que estaban un poco húmedos de la zona de la cremallera. Su enojo con Mario se esfumó casi de inmediato y no pudo contener la risa.

***** (Continuará…) *****

              Bueno, hasta acá este capítulo, me ha quedado un poco más largo de lo habitual. Si habéis llegado hasta acá, os agradezco mucho por haber leído, espero haya sido de su gusto. Os pido que se toméis un par de minutitos para valorarlo y/o comentarlo, díganme qué les pareció, si les gustó o no;por muy tonto que se escuche pero la “vida” de muchos escritores en este sitio web depende de estas dos cosas, las valoraciones y los comentarios sin importar cómo sean nos motivan a seguir escribiendo.

              Pueden hacerme llegar también sus opiniones a mi correo que está acá en mi perfil. Espero tener listo el otro capítulo para la próxima semana. ¡Saludos!

              Atte. Neuchâtel