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A.C. alias ELENA, mi masoca 5 y FINAL

en Dominación

Y así, sin más, Jannine salió del baño y me dejó lleno de mil y un sentimientos. Primeramente estaba la “semi” culpa de haberle puesto el cuerno a mi novia con su propia hermana (que la verdad estaba bastante bien). Pero sobresalía un enojo, frustración y una tremenda furia por sentirme cornudo. No sabía si lo que decía Jannine era cierto, pero dichas declaraciones confirmaban ciertas sospechas y me inclinaba por creerle. De ser así, ya le había pagado con la misma moneda.

Creo que mi frustración era mayor, sabiendo que, pese a los hechos sucedidos con su hermana hacía unos segundos, me ardía por dentro que yo, pese a haber tenido bastantes oportunidades y tentaciones, jamás le engañé. Nunca, hasta ese momento que su hermana me besó, estuve con otra mujer. Pero, bueno, eso ya había quedado en el pasado.

Ahora, comprendo la inmadurez e insensibilidad de mis acciones, que pese a haberlas disfrutado, me costaron muy caro.

Elena estaba demolida por tanta jodienda del día anterior (y vaya que la dejé lastimada), además, la cruda hizo su aparición, así que no pasó nada. Me fui, tratando de ocultar mis sentimientos. A los dos días, mi teléfono vibró con la leyenda “cuñada” en la pantalla.

-        Hola cuñadito, ¿cómo estás? – habló con un tono dulcemente perverso.

-        ¿Qué onda? pues, estoy, que ya es ganancia.

-        ¿Qué has pensado? – preguntó

-        ¿Con quién? – contesté preguntando

-        Ay cuñadito, mejor ven a la casa y te cuento – me dijo como si tal cosa – y sirve que…

-        Sirve que, ¿qué? – atajé, desafiante y molesto.

-        Ya verás… entonces, ¿te espero o no? – preguntó impaciente – para saber si hacer otros planes…

-        Estoy en la roma, ensayando… como siempre – la verdad estaba a dos calles de su casa, ensayando algunas nuevas canciones.

-        Y si mi memoria no me falla, terminas en 15 minutos, no?

-        Voy para allá en cuanto termine aquí.

-        Te dejo la puerta abierta. Ya te la sabes. – me dijo con cierta alegría

-        Ok

Cabe señalar que me sentía fatal. Siendo honestos, pese a que mí, en ese entonces cuñada, estuviera de 10 y completamente caliente y dispuesta a tener sexo sin ningún compromiso, yo no me sentía con ganas de nada. Si, llegado el momento, mi entrepierna ganaría la batalla, pero no tenía ánimos de hacer nada con nadie. Quería ver a Elena, confrontarla… pero mi curiosidad era más. Quería saber con quién me había engañado y de ser posible, poder confrontarlos a ambos y, por qué no, golpear al imbécil que me “pedaleaba la bicicleta” (dicho muy común en mi país).

Así que me dirigí hacia la casa de Elena hecho un mar de confusión y a sabiendas de que tendría que intercambiar sexo por información, es decir, convertirme en una prostituta… o bueno, así me sentía.

Nada más entrar escuché un grito desde la habitación de Elena que me dijo “estoy aquí arriba cuñadito”. Cuando subí y entré al cuarto, me recibió una Jannine en ropa interior, despeinada y recostada de manera increíblemente voluptuosa viendo la tele sobre la cama de mi novia. Tengo que reconocer que me excité bastante ante dicha visión.

-        Cuñadito, ¿por qué la cara larga? – me preguntó con sorna

-        ¿Qué quieres hacer? – pregunté resignado y sabiendo lo que iba a suceder

-        ¿Tú qué quieres hacer? – me preguntó expectante

-        Lo que yo quiero es saber qué demonios está pasando – le espeté enojado y visiblemente triste.

Ella me miró y sentí cómo es que me evaluaba y también a la situación. Tras un pequeño rato de pensarlo, suavizó su semblante y me preguntó:

-        Te duele mucho, ¿verdad?

-        No sé qué pensar… no que sentir…

-        Te voy a decir varias cosas cuñado y no quiero que me lo tomes a mal – me dijo con cierto denuedo – pero lo que te voy a decir es en buena onda, en mala onda y en plan de chantaje, ok?

-        Ok

-        Primero, se me ha hecho muy ojete que Elena te haya puesto el cuerno tanto tiempo. Se ve que la quieres y a lo largo de todo este tiempo, me ha dado gusto ver que ella es feliz y es muy feliz contigo… pero tú no eres una perita en dulce, porque no sólo le pusiste el cuerno, se lo pusiste conmigo y eso, está muy cabrón. Así que, si no haces lo que yo te diga, le voy a contar esta pequeña conversación que estoy grabando con mi cel, ¿entendido?

-        Hija de tu… - comencé a decir, pero me atajó

-        Peeeeeroooo… la neta, te veo bastante tristón y en buen pedo, te voy a contar que rollo. Pero después de eso, o me haces gozar como toda una puta o le marco. No quiero que me interrumpas ni nada. Yo decido hasta donde termino de hablar. No quiero reacciones ni interrupciones. ¿Ok? – vaya que ésta mujer los tenía bien puestos.

-        ¿Acaso tengo de otra? – me resigné

-        Mira, Elena te lleva poniendo el cuerno desde que llevaban 4 meses. Sí, ya es un rato, pero déjame terminar – me atajó al ver mi reacción – no ha sido con sólo un hombre. Es una lista bastante larga. Al principio me pareció bastante mal y tanto mi ex, como yo, quisimos decirte, pero Elena nos “convenció” de no hacerlo. Ya al final, nos daba igual y además no es que me caigas muy bien. Probablemente, te lo estoy diciendo, no por ti, sino por mí y seguro no te lo hubiera contado si no nos hubiéramos visto cogiendo en el bosque. Yo sé, es mal pedo, pero pues así somos Elena y yo.

“Y la neta, desde que terminé con el Alex, no he podido tener una buena cogida con nadie. Sí, he cogido con algunos, pero no es lo mismo. Y los vi coger. Me impresionó lo que hacen tú y Elena. Cómo la tratas, cómo la coges. Ella lo disfrutó mucho y sólo con Alex he tenido algo parecido a lo que tú tienes con Elena. Y cómo sabrás, últimamente nos hemos llevado de la chingada y ella  ya me ha hecho varias. Así que ésta es mi manera de vengarme y de conseguir un plus. Si quieres, cuando termines conmigo, te digo los que sé que se ha acostado y es más… - me dijo mirando su reloj – márcale a la cabrona, a ver que está haciendo. Pero en cuanto cuelgues, me vas a coger hasta que me venga.

Me quedé de piedra ante tales declaraciones. Casi como un autómata, saqué mi teléfono y le marqué y lo que escuché confirmó completamente lo que Jannine me acababa de confesar. Para no hacer el cuento largo, la muy cínica contestó en plena cogida, pero me juró que estaba caminando por un monte y que le faltaba el aliento. Colgué sin darle lugar a más explicaciones y con el corazón completamente destrozado. Triste casi hasta el punto de las lágrimas, me despojé de mi ropa y concentré todo el enojo que había casi desaparecido para, vengarme, igualmente con la mujer que tenía frente a mí.

-        Antes de que continuemos me gustaría decir algo – me dijo empujándome con su pierna, pues casi estaba encima de ella – De ahora en adelante quiero coger cuando yo quiera contigo. Si no, le voy a decir a Elena todo esto.

-        Mira cuñadita, ¿crees que me puedes chantajear después de lo que acabo de escuchar? Ya no me importa mi relación con Elena. Si quieres, dile, me vale verga. Pero como podrás notar – y señalé mi verga – también tengo ganas de vengarme. Así que, quieras o no, te voy a coger ahorita mismo y cuando a mí se me dé la puta gana…

-        Ah, no cabrón, a mí no me vengas con eso…

Zaz, le solté una cachetada que la tumbó en la cama. Mientras ella se sobaba su rostro, la volteé de un tirón y rompí su pequeña tanga para comenzar a penetrarla. Ella, inmediatamente se resistió y comenzó a forcejear, pero dado que era más pequeña, logré dominarla. Cuando logré penetrarla, soltó un inequívoco gemido de placer e inmediatamente aflojó el cuerpo. La tomé por el pelo y acerqué mi boca a su oído para susurrarle “¿no que no pinche cuñada?” y ella misma comenzó a moverse, para que la penetrara.

Aventé su cara contra la cama y tomé sus caderas para taladrarla a conciencia. Sin pensarlo, le solté varias nalgadas que recibieron un dulce gemido de placer como recompensa. Al rato, cuando noté que estaba a punto de venirse, se la saqué de uno sólo y la volví a voltear para que quedara de frente a mí. Ella, airada por la súbita interrupción de su orgasmo, se acercó a mí, me soltó una fuertísima cachetada, para después besarme con pasión e invitarme de nuevo a penetrarla. La empujé a la cama y tomé sus piernas, las junté y las levanté para ver una preciosa vista de un coño peludo y apretado. La penetré así y ella casi estalla al instante en un orgasmo. Instantes después se vino con tanto ruido, que temí que los vecinos escucharan.

Sin embargo, yo aún no terminaba, así que le abrí las piernas nuevamente y dándole un fuerte apretón a sus generosas ubres, la volví a penetrar fieramente. Ella, sorprendida, me rodeó con sus piernas, me abrazó y me llenó de besos increíblemente húmedos. Casi dos minutos después de estar así, yo estaba por venirme y se lo expresé. Ella, mirándome a los ojos, sonrió y se separó de mí. “No quiero ningún hijo tuyo, así que, mastúrbate para mí y termina dónde quieras… cabrón”.

Ella, se recostó sobre la cama, con las piernas abiertas y tomó su celular. Mientras yo me masturbaba cerca de sus pechos, ella me grabó mientras decía “mi cuñadito me está llenando de leche, mi cuñadito me está llenando de leche”. A los pocos segundos, terminé copiosamente sobre sus tetas, a lo que ella, dejó de grabar, se pasó un dedo lascivamente sobre ellas, lo chupó y exclamó un “mmm, que rico”.

-        ¿Crees que mañana puedas venir otra vez? – me preguntó mientras me vestía.

-        Claro, ya da igual. – contesté sin mucho ánimo

-        Bien, porque quiero que hagas lo mismo que hiciste hoy.

-        Ok.

-        ¿Qué vas a hacer con Elena? – me preguntó jugando con mi semen en sus pechos.

-        Ya valió madres.

-        Ella te engañó, pero tú también. Yo diría que están a mano, ¿no?

-        ¿Seguirías con Alex después de algo así? – le espeté.

-        No – dijo tras un rato de meditarlo – Entonces, ¿vienes mañana?

Y así fue como, prácticamente, terminó la historia entre Elena y yo. No quisiera alargarme más, pero resumiré lo que sucedió. Cuando la confronté, ella, obviamente lo negó todo. Me imploró que no terminásemos, que no podía vivir sin mi y bla, bla, bla, bla. Por inverosímil que parezca, no terminé con ella, sino que seguí, pero de ahí en adelante, comencé a tratarla muy mal, dado que ya no me importaba mucho. Claro que, seguimos disfrutando del sexo, literalmente, como unos puercos. Ella ya no me negaba nada y los niveles de maltrato que recibía, eran mucho mayores cada vez. Eso, quizá, fue lo único que me mantuvo con ella.

Por supuesto que le seguí corneando con su hermana, hecho que fracturó casi para siempre su relación como hermanas; pero la cosa no acabó ahí. Resultó que un día, Elena le jugó una muy mala jugada a Jannine (por el poco respeto que queda, no diré exactamente qué sucedió) y dado que, me comportaba como un cero a la izquierda, Jannine se encabronó con ambos.

Y su pequeña (gran venganza) llevó a una situación que hasta hoy, es como una herida latente. Ella armó un plan con maña. Me hizo creer que estaba sola en su casa y me invitó a una pequeña sesión de sexo. Acudí como muchas otras veces lo hice, pero la muy cabrona, me mintió. En plena faena, Elena, su hermano y sus padres, llegaron de “sorpresa” a la casa. Nos pescaron cogiendo de lo lindo y dado que, Jannine aceptaba varias nalgadas, estaba algo golpeada (no mucho, lo normal para mis gustos… pero obviamente su hermano y su padre no lo tomaron así). Sobra decir, que para colmo, Jannine hizo un drama de telenovela de televisa y la cosa terminó fea. Me agarré a golpes con su padre y su hermano, Elena y su madre hicieron otro drama por su parte… fue una cosa, en retrospectiva, cómica pero a la vez, bizarro… pero fue una cosa al más puro estilo “mujer, casos de la vida rial…”, jejejejeje.

A la fecha, Jannine me odia y no puede verme ni en pintura. Elena, me siguió buscando e incluso se ofreció a ser mi puta, a lo cual estuve a punto de decirle que sí y abandonar la relación que llevaba en ese momento. También me confesó que era cierto lo que me había dicho Jannine y yo intenté disculparme por haberla traicionado con su hermana… Quedamos… relativamente en buenos términos, pero con una fractura difícil de sanar… quizá con un deseo, cariño, amor y añoranza completamente mutuas… incluso me atrevo a decir que, los dos nos quedamos con unas ganas tremendas de seguir juntos… y aunque, hubiera sido posible, yo decidí lo contrario, pese a ese gran anhelo de mi parte… tengo la plena seguridad de que ella está mucho mejor sin mí. Yo… yo sigo escribiendo relatos… (y no tan buenos cómo quisiera…)

Agradezco nuevamente a los lectores. Sin más, les pediría sus buenas calificaciones y, si gustan, regalarme algún comentario.