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Liberada

en Hetero: Infidelidad

Después de leer muchos relatos, he decidido plasmar lo que me ha sucedido hasta el momento. Decir de donde soy da igual, de una ciudad grande de España. Espero que sea una manera de desahogarme, porque hay cosas que no se pueden contar a las amigas, ya que algunas me tratarían de todo y precisamente de nada bueno seria.

Ahora pasare a describirme. Me llamo Ana tengo 32 años. Mido 1.69, morena, ojos color miel. Voy al gimnasio, aunque no sois de esas locas que están horas y horas, simplemente voy por mantenerme en forma y por salir un poco de casa. Tengo unas bonitas piernas, pero mi marido dice que lo que mejor tengo es el culo y que mis tetas son un monumento a la naturaleza. La verdad que en eso salí a mi madre, desarrollé muy jovencita y como oía a amigos de mis padres, aunque me hiciera la tonta, que decían que me habían salido las tetas antes que los dientes.

Por todo esto mis padres, sobre todo mi madre, estaba siempre vigilante, para como decía ella, vigilar a los buitres. Desde bien pequeña fui muy caliente, mi primera masturbación fue casi de niña, no lo llegaba a entender, pero como me daba gusto, pues seguía.

Ahora me trasladare a los 13 años. Cuando mi curiosidad fue insaciable, Había un matrimonio muy amigo de mis padres, que venían mucho por casa y el en el momento que podía me sentaba sobre sus rodillas. Con mucho disimulo tocaba mis tetas, una vez podía ser casualidad, pero tanta casualidad. Sentía un hormigueo por gustar a un hombre así. Yo sabía que mis tetas les atraían a todos.

También me di cuenta, de que cuando me sentaba en sus rodillas, algo duro le crecía. Con mis amigas ya habíamos visto cosas por ahí, pero el notarlo así, me hacía sentir bien. Luego por la noche en la soledad de mi cama, era terrible, no paraba de masturbarme. Por la calle me decían todo tipo de burradas, algunas me asustaban.

A los 14 años, en el grupo de amigas que tenía todas me contaban cosas que hacían con los chicos. Pero a mí los chicos de mi edad no me llamaban la atención, los veía como muy infantiles. Algunas de estas amigas se enrollaban con un grupo de chicos que solían venir cerca de donde nosotras parábamos, eran mayores que nosotras.

Pero las que estaban enrolladas con ellos, era eso solo, no iban a mas, besos y poco más. Un día llego un chico nuevo. Eduardo de 25 años, trece más que yo. Era un poco más alto que yo, un chico de gimnasio, un guaperas y con una pinta de golfo total, el típico chico malo.

Me quede prendada del nada más verlo. Pero cuando me lo presentaron, casi me caigo cuando me dio los dos besos. Sentí como me puse colorada.

El no venía siempre, porque además de la universidad, trabajaba. Pero cuando venía era el mejor día para mí. Paso un tiempo y apareció un día con una moto, yo no entiendo de motos, pero era muy bonita. Al ratito me invito a probarla a dar una vuelta. Ese momento fue tremendo, me puse nerviosa, acelerada y ver la cara de algunas de mis amigas, hizo sentirme mejor, para que mentir.

Cuando me monte, me dijo que me agarrara bien. Así lo hice y me pegué bien a él, mis tetas bien aprisionadas en su espalda y yo toda feliz. Llegamos a un sitio aparatado, paro la moto y cuando estaba a punto de preguntar el motivo de la parada, me beso en la boca. Menudo besazo, me derretí. Desde ese día nos veíamos casi todos los días.

Cada vez la cosa avanzaba más, me refiero a nuestros escarceos sexuales, lo que me gustaba que no tenía prisa, se lo curraba bien. Pasamos de meternos mano a chupársela, él fue el que me enseño. Ya que yo teoría tenía mucha, pero practica ninguna. Nunca se corrió en mi boca. Ya que siempre me avisaba y se quitaba. Hasta que un día lo hizo y no me dio asco en absoluto. Es más, me gusto, sobre todo notar que se corrió de otra manera, eso me encendió mucho más.

La primera vez que el me lo comió a mí, fue totalmente distinto a los orgasmos que había tenido yo hasta entonces, fue como si me meara. Creía que me quedaría sin respiración. Después de ser eso habitual entre nosotros, ya estaba dispuesta a perder la virginidad, como lo hicieron tres de mis amigas ya. Pero yo no quería decir nada prefería que fuera iniciativa de él, como siempre.

Un sábado, mentimos a nuestros padres y en teoría íbamos al cine. Pero nos fuimos a casa de uno de los chicos, ya que sus padres ese fin de semana no estarían. Tenía el palpito de que ese día perdería la virginidad y solo de pensarlo me ponía caliente.

Estábamos en la fiesta, cuando Eduardo me llevo a una habitación. Yo estaba temblando como un flan. Era la primera vez que nos veríamos completamente desnudos. Él estaba con una erección tremenda, aunque su nabo (yo entonces lo llamaba pito, pero él me dijo que eso era una cursilería) no era nada exagerado, digamos que normalito, la media.

Cuando estábamos tumbados en la cama el me tocaba mucho el ano, a mí me extrañaba, había oído cosas, pero la verdad que nunca me las creí. Yo trataba de colocarme de tal manera que le facilitara que me penetrara, pero él me dijo que por delante no se atrevía. Yo no lo entendía y el me explico que yo era menor de edad y no quería problemas, pero me dijo que había otra solución y era hacerlo por detrás.

Me quede cortada, fría, no me lo esperaba. Pero como estaba coladita por él, estaba dispuesta a cualquier cosa. Cuando empezó, me sentía incomoda, aunque me hubiera puesto una crema en el ano, pero por él no me importaba. Cuando ya la noté toda dentro, fue menos desagradable de lo que pensé, me dijo que yo me tocara, cosa que me daba mucha vergüenza, pero nuevamente hice lo que él quería.

Menos mal que le hice caso, porque el gusto estaba siendo tremendo. No sabía que se podía disfrutar así por el culito. Y además no podía quedarme embarazada. Así fue como me hice, aunque sea un poco exagerado el termino adicta al sexo anal. Era raro el día que no lo hacíamos. Daba todo igual.

Lo que más gracia me hacía, era la opinión que tenía mi familia y amigos de mí. De niña tímida, cortada. Si ellos supieran. El amigo de mis padres seguía con sus jueguecitos, pero ahora era yo la que estaba dispuesta a jugar.

Como siempre cuando llegué a mi casa y los vi allí, lo primero que hice fue dar dos besos a su mujer y cuando fui a dárselos a él, se aprovechó y como siempre me sentó en sus rodillas, preguntándome, cosas del colegio, las notas, etc. Pero cuando note que se le empezaba a poner durita, yo me movía como sin querer, lo que hizo que eso se pusiese más duro. Como me gustaba y cuanto placer me daba, dominar y excitar a un hombre mayor. Aunque tendría sobre los 40 años, pero en aquel entonces para mí era mayor.

Recuerdo que una vez tuve que quedarme en su casa, con mi hermano, mis padres tuvieron que hacer un viaje, no me acuerdo bien del motivo. Ellos Luis y Martina (que no había dicho sus nombres antes) tenían un hijo más pequeño que yo, de la edad de mi hermano el pequeño, 8 años. Era fin de semana mi hermano y su hijo, encantados de la vida, eran muy amigos. Pero yo aburrida. Ya que coincidió que Eduardo ese fin de semana no estaría.

Estaba como triste. La mujer el sábado por la tarde se prepara para salir, a mí me extraño, porque alguien se tendría que quedar con nosotros. Por lo visto, todos los meses el primer sábado noche, tenían cena de amigas. El marido seria nuestra niñera. Pidió unas pizzas y cenamos los 4. Los dos pequeños al rato estaban ya acostados y dormidos. Nos quedamos los dos levantados.

Aunque era pequeña, decidí calentarle, ya que ese día, había sido muy correcto, no se excedió en ningún momento. Me fui a cambiar y me puse un pijamita de pantalón cortito, que dejaba ver más de lo que se debiera, según me colocase. Él estaba en un sillón individual y yo en uno grande, de tres plazas. No tarde mucho en llamar su atención, los ojos se le iban hacia mis piernas, pero yo sabía que no podía ver nada, aunque debajo del pantaloncito no llevase nada.

Me moví un poco y ahora intuía que ya se debiera ver algo, no sé cuánto, pero algo seguro. El llevaba un rato sin mirar, pero cuando lo hizo, vi que no me equivocaba sus ojos se le saltaron. Y vi como disimuladamente con su mano se colocaba su cosa.

No se pudo aguantar y se vino a sentarse conmigo. Al rato me estaba gastando bromas y me hacía cosquillas. Yo me reía mucho y el aprovechaba para tocar mis tetas, como si fuera un descuido y al no llevar sujetador, se ponía más nervioso. Sobre todo, por el bulto que tenía debajo de su pantalón, se le notaba más que a mi novio. De tanto jugar estaba ya húmeda y los pezones se iban poniendo duritos. Él se dio cuenta y siguió avanzando.

Luego me agarro con fuerza y me sentó encima de él diciéndome que ahora me tenía presa. Yo fingía querer soltarme de sus brazos, pero lo que hacía era menear bien mi culito en su bulto. Notaba como resoplaba y como cada vez era más atrevido, su osadía le llevaba a tocarme las tetas descaradamente.

Estábamos los dos en la misma onda, pero notaba como él quería, pero no se atrevía. Me imagino que le daba miedo. Alegando que estaba cansada, deje de forcejear, pero me quede sentada encima de él. Entonces el me soltó, llevando sus brazos a mi cintura, quedando las manos a la altura de mis muslos. El empezó a tocar con suavidad, yo no decía nada, solo miraba hacia la televisión, pero deseando que fuese más lanzado.

Cuando se decidió, sus dedos jugaban ya muy arriba, cerca de mi entrepierna. Seguro que un movimiento mío haría que me tocara sin querer de golpe donde yo quería. Lo hice así y no me equivoque, me toco toda sin querer y retiro rápido su mano, pero al ver que yo no dije nada, esta vez no se anduvo por las ramas. Tocándome plenamente y notando mi humedad.

Yo con voz de niña buena, le decía, que hacía, el solo me decía, que me iba a gustar. Y su dedo estaba en mi clítoris, sabía bien lo que hacía. Se me escaparon los primeros gemidos. Eso le envalentono y su otra mano la paso por debajo de mi camisa de dormir, hasta llegar a mis tetas, acariciándolas y poniendo duro mis pezones.

Me dijo si quería ver una cosa y yo en plan ingenuo, le dije el que. Me dijo que si era un secreto entre nosotros que me enseñaba algo y yo al final dije que sí, sabiendo lo que me iba a enseñar. Se desabrocho y se la saco, comparada con la de mi novio y como él decía, eso sí que era un nabo, era más grande que la de él.

Me hizo tocársela y yo lo hacía temerosa, bueno eso creía el, me iba diciendo como hacerlo, también me dijo que le diera unos besitos y así lo hice, aunque su intención era otra, pero de momento se aguantaba. Me hizo tumbarme en el sillón y apartando mi pantaloncito un poco, dejo expuesto mi coñito, se agacho y lo empezó a lamer, lo hacía muy bien, también que tuve un orgasmo al momento. Él se levantó con cara de triunfo y ahora sí, estaba decidido a que se la comiese y me explico cómo. Primero me dijo que le diera un poquito con la lengua, para después hacer que me la metiera. El no tardo mucho, en eso me defraudo, yo notaba que estaba cerquita de correrse, pero se levantó y se fue para el baño, cuando regreso, solo me dijo, que esto tenía que ser un secreto porque la gente no lo entendería. Mandándome a la cama.

Esto es un ejemplo de lo que me pasaba de jovencita. En los transportes se me pegaban los tíos y así fue siempre. Yo como era muy sexual, si el hombre me gustaba, no me importaba. Eso sí, cuando no me gustaba, mis codazos o patas en las espinillas eran de categoría.

A todo esto, había que sumar la mente cachonda de Eduardo, le gustaba hacerlo en cualquier sitio. En las escaleras, en el cine, en la discoteca, en los probadores de cualquier tienda, parques… cualquier sitio era bueno. Algunas veces pillamos a gente viéndonos, a mí me daba corte y quería parar, pero él decía siempre que, más sufre el que ve, que el que enseña. Al final me acostumbré y una vez me puse cachonda total, cuando Eduardo me daba por detrás y un tío se masturbaba mirándonos.

Cuando tenía 17 años, mis padres se enteraron que con el chico que salía era bastante mayor que yo y se montó la gorda, me quisieron hasta castigar sin salir. Hasta que mi padre entro en razón, porque mi madre seguía igual, nos sentamos mis padres y yo a hablar. Me preguntaron de todo sobre Eduardo, les dije que ya había acabado la carrera, que estaba trabajando y tenía un trabajo muy bueno, que era buen chico y que me había respetado siempre.

Mi madre interrumpió mi relato, que yo quería crear una opinión agradable de él, pero me pregunto su edad exacta. Cuando le dije que 30 años, pego un grito, para mi exagerado. Mi padre fue más inteligente, dijo que quería conocerlo. Acabando la conversación en ese momento.

Al siguiente viernes, llame a mis padres para decirles que si les venía bien a las 8 de la tarde iría con Eduardo. Como estuvieron de acuerdo fuimos a mi casa y se los presente. A mí me mandaron a la habitación con mi hermano, cosa que me disgusto mucho, pero Eduardo me hizo una seña de que tranquila. Eso no evito que yo no escuchase lo que se hablaba.

Como mi madre estaba muy pesadita, el con un tono suave le dijo, señora si lo que le preocupa es saber si su hija es virgen, le puedo asegurar que lo es. Fue decir eso y mi madre es como si se relajara. Eduardo dejo claro que me quería y que quería estar conmigo, pero que le gustaría que no estuviéramos enfrentados y no por el sino por mí.

Esa noche se quedó a cenar y la cosa desde ese momento dio un rumbo espectacular. Cuando cumplí los 18, ese día perdí la virginidad, no fue muy agradable y no es uno de mis mejores recuerdos. No sé si porque tenía idealizado mucho ese momento, pero ya digo, no fue para tirar fuegos artificiales.

Poco antes de cumplir los 19, a Eduardo le promocionaban en su empresa, pero tendría que irse fuera de donde vivíamos. Yo me puse preocupada y celosa. Ya que Eduardo estaba muy bien, un físico espectacular, simpático, pero sobre todo muy caliente, todos los días teníamos buenas sesiones de sexo. Me lo imaginaba solo y me quedaba intranquila.

Esa tarde llego, contándome que ya le habían comunicado su traslado, tenía que hacer como un par de cursos en nuestra localidad y luego a su nuevo lugar de trabajo. Esto serian dos meses. Quiero que nos casemos, me dijo de sopetón. Yo le dije que estaba dispuesta, pero que me dejase contárselo a mis padres. Pero me dijo que no, que lo haríamos los dos y ese mismo día se lo contamos. Aunque yo era muy joven mis padres lo entendieron, sobre todo mi padre, ya que el pasaba los 30.

Así fue antes de los dos meses nos casamos y nos fuimos a donde vivimos en la actualidad. Los hijos vinieron seguidos y rápidamente, hasta que me hice la ligadura de trompas con el ultimo, que ya estaba bien. Mi vida en la nueva ciudad, era una vida muy cómoda. Yo seguí estudiando y acabé mi carrera, lo que pasa que decidimos, bueno más bien el, que esperase a trabajar hasta que los niños fueran más grandes.

Mi vida era los niños, un poco de gimnasio, café con otras madres después de dejar a los niños. Hasta que gracias a una empresa que conocía mi marido, hacia trabajos externos para ellos desde casa, no estaba mal.

No pasaron más que seis años y la cosa cambio bastante. Yo seguía con un cuerpo como decían mis amigas, envidiable y mi marido que cuando llegamos, todas se lo comían por los ojos, empezó a engordar más de lo que yo quisiera. Trabajaba más horas que nadie y cuando llegaba a casa, después de cenar se encerraba junto al ordenador a trabajar más.

Las relaciones sexuales se fueron distanciando y cuando las teníamos, es como si faltaran ganas, sobre todo por parte de él. Lo primero que pensé, me estaba poniendo los cuernos y que estaba en el ordenador, chateando con alguna pelandrusca. Esto lo pensaba porque más de un día por la mañana al limpiar, me encontré kleenex usados y con semen. Yo le preguntaba por este cambio y lo único que me decía es que era el trabajo, el stress. A lo que yo le decía que bajara el ritmo. Pero él quería promocionar más y estaba cerca el puesto de director provincial. Cosa que yo no quería, porque sería más distanciamiento.

No estaba dispuesta a quedarme de brazos cruzados. Como por las tardes llevaba ya unos meses haciendo unos cursos de informática, a la profesora que tenía más confianza, le pregunte como saber lo que alguien hacía en un ordenador. Me explico desde mirar el historial a otras cosas, donde yo me perdía. Pero al final me dio un programa para instalar y poder más que espiar que suena muy mal, recopilar lo que se hacía. Nada más llegar a casa lo instale como me dijo ella.

Como siempre yo me acosté antes que él, está nerviosa llena de curiosidad. Él se vino a acostar muy tarde. Por la mañana después de hacer mis cosas habituales, cuando regrese a casa y como comía sola, tenía todo el tiempo del mundo.

Encendí el ordenador y funciono. Tenía todas las entradas de mi marido en el ordenador. Fui mirando todo y al principio me culpe de pensar mal de él, todo era con referencia a su trabajo, pero cuando vi lo que vi, me quede sin saber que pensar.

Las páginas que visitaba eran paginas porno. Videos de tríos, intercambios de parejas, orgias. Trataba de entender, pero me costaba, no podía. Pare de mirar y me fui dejando el ordenador encendido. No sabía si llorar, reír, gritar o que puñetas hacer. Una vez que me relaje un poco, regrese a seguir viendo.

Fue donde encontré que miraba vuestra página y otras más del mismo estilo, pero la más visitada todorelatos. La temática la misma que los videos, pero había dos más que se repetían mucho, infidelidad y cornudos.

Quería entender y leí lo mismo que él. No me pude aguantar y me tuve que masturbar. Me daba rabia, pero no que visitara esas páginas, lo que me daba rabia era que no me lo hubiera contado. Ahora estaba saber qué hacer, que decisión tomar sin precipitarse.

Sobre todo, porque si alguien hizo que me gustara el sexo, que fuera algo primordial y necesario en mi vida, fue el, mi maestro. Yo tenía claro que hablaría con él, pero lo tenía que hacer con cuidado y sin decir cómo me había enterado. Pero tenía que ser pronto, yo no aguantaba más.

Había acostado a los niños, estaba sola porque, aunque era viernes, Eduardo tenia una cena de trabajo. Recostada en el sillón, me vinieron recuerdos de cuando era una muchachita, recordaba a algún amigo de mis padres, de aquellos que se sobrepasaron conmigo y en especial con Luis, que fue el más osado y que siempre me atrajo.

Fantasee con él, también con el marido de alguna amiga y con algún jovencito del curso de informática. Fantaseé tanto que sin darme cuenta me encontré tocándome. Recordaba la manera que tenían de mirar mi escote, mis grandes tetas, como se les caía la baba de mirarlas. Teniendo un orgasmo, pero que ya no me lograba saciar yo sola.

Me fui para el ordenador, a curiosear un poco más de las cosas de mi marido. Descubrí también que participaba en algunos chats, pero no logre sacar las conversaciones. Tenía que conseguirlo, pero en esos momentos no hubo manera.

El lunes en el cursillo de informática, a la que nos impartía el cursillo, le pregunte como poder hacerlo y ella me pregunto si tenía algún ordenador más, conectado a la misma línea. Como si tenía uno, me explico detalladamente como poder ver al momento lo que hacia otra persona en el otro ordenador. Llegué a mi casa y lo dispuse todo. Pero precisamente esa semana no se puso ni lunes, ni marte, ni miércoles. Pero el jueves si se puso, además como el viernes era fiesta, dijo que se acostaría tarde que estaría muy liado con el trabajo que se trajo. Yo dulcemente y muy cariñosa, le dije que por mí no se preocupara. Que yo tenía que pasar unas cosas a limpio y estaría también liada. Note como eso le relajo.

Yo me fui al otro ordenador, puse el procesador de texto, con todo escrito ya y a un lado de mi escritorio, hojas con anotaciones, de tal manera que si él se acercaba pensase que era verdad que estaba pasando cosas a limpio. Él estaba con cosas del trabajo, lo veía claramente, de pronto paro, la pantalla se quedó fija, oí como salía de la habitación y con la excusa de ir por agua a la cocina, paso por donde estaba yo, vi que miraba de reojo y yo haciéndome la loca, solo me limitaba a teclear.

Cuando volvió a su ordenador. Cerro lo que tenía en su pantalla y empezó a ver la página de todorelatos. Yo veía a la misma vez lo que él veía. Estando muy atenta a todo, le salió un aviso, era alguien que quería contactar con él. Era alguien con el nick ROMANO.

Vi cómo se saludaban muy efusivamente, estaba claro que se conocían, que no era la primera vez que chateaban. Al momento se unieron los nick JOVEN22, PAREJABI, CORNEADOR33, 25CENTIMETROS y varios más, he especificado estos, porque Eduardo creo una sala privada e invito a ella a estos, a los cuales conocía como pasaba con ROMANO, por lo que hablaron al principio.

La conversación desde el principio era completamente de sexo, pero según pasaba el tiempo iba en aumento. PAREJABI enseño fotos de su mujer, por lo que se ve los dos eran bisexuales, pero lo que más le gustaba era ver a su mujer con otro, o con otros. Contaba sus experiencias y todos, incluido mi marido decían que suerte. Luego CORNEADOR33 decía y hablaba de sus experiencias en esas lides. JOVEN22 decía que a él le gustaría, pero que en eso era novato. Todos le animaban, era como si fueran colegas de toda la vida. Yo estaba cada vez más impresionada. Luego 25CENTIMETROS, que yo cuando vi el nick me dije a mi misma, un fantasmón. Ante la petición de los demás puso una foto suya y madre mía eso sí que era impactante, salvo que fuera un truco.

Todos dijeron que la había copiado de otro sitio, que esa no era suya, le picaban. JOVEN22 dijo que él no tenía nada que envidiar y las risas del resto fueron evidentes. Pero acto seguido apareció una invitación para ver la CAM de JOVEN22. Eduardo acepto, se vio un hombre de medio cuerpo enfocando abdomen y sus partes. Se la meneo un poco y no había truco, le llegaba un poco más arriba del ombligo, sentado como estaba. Nadie escribió nada. Reconozco que era muy bonita y lo que se veía de su abdomen estaba muy cuidado, se notaban horas de gimnasio. Como antes lo tenía Eduardo.

Pero ahí no quedo la cosa,25CENTIMETROS se picó y puso su cam también. Tampoco mentía, no sé si mediría eso, pero se la veía grande, gorda y lo que más me llamo la atención fueron las venas que se le notaban, eso que no se veía bien.

No entendía como a Eduardo le podía gustar eso, ¿Se estaría volviendo gay? Llegue a pensar. Cuando acabo la sesión por parte de ellos, empezaron a reclamar a Eduardo, alguna foto, sin especificar. Le recordaban que se había comprometido a enseñarlas, pero que siempre le surgía algo.

Claro después de ver esos dos cañones, me decía a mí mismo, que va a enseñar, la tripita cervecera que se le había puesto o que. Porque la suya era normalita y si la comparaba con las dos vistas, entonces la comparación la haría enana.

Ya no sabía que pensar de todo lo que estaba leyendo. Se me amontonaban las dudas, las preguntas, tenía como una desazón, la cosa no podía ser peor. Pero estaba muy equivocada, sí que podía ser peor y acabaría con mi capacidad de sorprenderme.

En pantalla apareció una foto mía con un traje de noche escotado. Menos mal que la cara la tapo. Qué vergüenza sentí, estuve a punto de ir y abofetearle, pero me contuve, no quería que descubriese que le estaba espiando.

Aparecían comentarios de todo tipo sin parar. Todos decían lo buena que estaba, pero hacían referencia a mis tetas, tanto con frases subidas de tono, como con auténticas salvajadas. Pero se notaba contención. Le pedían más, esos comentarios debieron animar a Eduardo que puso la siguiente. Aparecía con una camiseta de tirantes y pantaloncitos cortos, era en verano dentro de mi casa. Se volvieron a producir más comentarios sobre toda mi anatomía, ninguno era de no gustarles, todo lo contrario.

Pero la apoteosis para ellos llego con dos fotos en bikini, una estaba de pie con el bikini mojado, donde se notaban mis abultados pezones y mis tetas luchando por no salirse. La otra foto era colocando la toalla bien, estando con el culo en pompa, puesta en la posición del perrito. Esas fotos yo no las vi nunca. Menos mal que la cara estaba tapada, menos mal que en eso fue prudente.

Ya los comentarios no eran comedidos, bueno en ningún momento lo fueron, pero comprados con los últimos, si lo fueron. Las barbaridades eran tremendas. Hasta la mujer de PAREJABI, decía que me haría de todo. No quería, pero era imposible evitarlo, mi humedad era incontrolable.

Pero la culminación fue, cuando le preguntaron sobre mí, si era caliente, que me gustaba hacer, que me gustaba que me hicieran, las preguntas eran variadas, pero no muy explicitas, como para dar confianza. Yo esperaba ver que decía Eduardo, como me definía, como me veía él. Sería el momento de la verdad. Les dijo que le dieran un momento.

Al rato apareció un texto, por lo que imagine que cuando pidió un momento era para escribirlo, ya que le tarda en escribir, porque mecanografía no sabe, escribe con dos dedos.

Mi mujer es la mujer más caliente y cachonda que hay. No hay a nada que diga que no. Necesita todos los días una ración de nabo. Es muy golosa, nunca tiene suficiente. Es una experta en dejarte seco. Se mueve como una diosa. Pero sería mejor que me preguntaseis directamente, así podría deciros más.

Si yo era todo eso para él, porque se distanciaba, porque me huía, porque evitaba el sexo conmigo. No llegaba a entenderlo, aunque lo intentara.

Pero abrió la puerta cuando dijo que le preguntaran. ¿Cómo la mama? ¿Le gusta la den por culo? ¿Probo la doble penetración? ¿le gusta que se corran en su boca? ¿es muy puta?

Hubo más preguntas, pero esas son de las que me acuerdo exactamente. La contestación de Eduardo no se hizo esperar. La mama como nadie, su boca es como una ventosa y su lengua, indescriptible. Su culo es muy experto, es más yo creo que le gusta más por el culo que por ningún otro sitio. Ya me gustaría a mí hacerla una doble penetración, pero solo lo hicimos con un consolador, pero no le gustan, dicen que son muy fríos, que donde este el calor de un nabo que se quite lo demás. Le encanta saborear las corridas, se traga todo, te deja sequito. No, no es puta, es putísima, aunque ella no lo diga o no lo sepa. Le encanta provocar, la pone cachonda, ella se cree que no me doy cuenta, pero le gusta mucho.

Quise sentirme indignada, pero es que era verdad y en algunas cosas se quedó corto. Me encanta chuparla, me gusta más por el culo que por otro sitio. Es verdad que me gusta zorrear sabiendo que me miran, pero de ahí no paso. Pero jamás he pensado en poner los cuernos a Eduardo y eso que he tenido, mil y una oportunidades. Tanto con conocidos como con extraños. Pero no he tenido ni la tentación. Por lo menos desde que me case.

Ya tenía más claro, que tenía que tener una larga conversación con Eduardo. Conversación tranquila pero muy larga. Es más, si era necesario le diría todo esto, aunque se enfadara por espiarle. Si él no se sinceraba, lo haría yo.

 

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