miprimita.com

Liberada y un cambio de vida

en Hetero: Infidelidad

  Ya era navidad, me desperté casi a la hora de la comida. Con dolor de cabeza y mal cuerpo. Comimos y nos tocaba volvernos a casa, ya que Eduardo trabajaba el 26. Pero para sorpresa mía, Eduardo y mi madre se habían puesto de acuerdo, para quedarse con mis hijos y nosotros volver el 5 de enero, para pasar los reyes magos en familia. Eso no estaba preparado, no lo habíamos ni hablado ni me lo había insinuado. Tal vez nos vendría estar bien estar unos días como solteros.

Nada más terminar de comer, nos marchamos para nuestra casa. Mi marido me pregunto que me pasaba y yo le dije, que seguramente fue la bebida de la noche, que me pasé y me sentó mal. Me recosté en el asiento y a los cinco minutos, estaba con los ojos cerrados haciéndome la dormida. Pero la realidad era bien distinta.

Sé que muchas personas que lean esto no se lo creerán o lo pondrán en duda. Pero me encontraba fatal, me dolía la tripa, que casi seguro que serían nervios. Todo producto de la infidelidad con mi marido. Me sentía muy mal, nerviosa, con mal estar. Preguntándome todo el tiempo ¿por qué? ¿cómo he podido ser capaz? ¿debía contárselo?

Demasiadas preguntas, no me atrevía ni a hablar con él, me daba la sensación que, si lo hacía, me podía leer el pensamiento, que se me notaria en algo, yo que sé. Todo remordimiento. Quise disculparme a mí misma por las copas, pero luego me daba cuenta que era engañarme a mí misma. No había sido el alcohol.

Yo siempre he sabido que he sido y soy muy caliente, tal vez demasiado, pero siempre ha sido así, me gusta vestir sugestiva, provocativa, peo siempre controlando la situación, pero esta vez, ¿Qué me paso?

Por otro lado, me decía, no debes tener tantos remordimientos, si es lo que quiere el tonto de mi marido. Pero claro, él quiere estar presente, dirigir o que se yo. Abrí los ojos, como si me acabara de despertar y lo miraba atentamente. No pude aguantarme.

*Eduardo, ¿tú me quieres? ¿sigues enamorado de mí?

*Claro que sí. ¿es que lo dudas?

*Pues llevo unos días dudándolo. Porque no entiendo cómo puedes querer que me enrolle con otro hombre. A mí no me gustaría que tu estuviese con otra mujer, ni viéndote ni no viéndote.

*Es que es muy difícil de explicar, pero eso no hará que te quiera menos, te lo aseguro.

*Trata de explicármelo, aunque sea difícil, dímelo como lo pienses, no me enfadare y si tengo alguna duda te pregunto.

*Esta fantasía es mucho más común de lo que puedas pensar. Que delito cometo, por querer ver a mi mujer follada por otro hombre. Es que, por eso, ¿te quiero menos? Yo pienso que el amor es otra cosa, no tiene nada que ver con estas fantasías, estos deseos. Que se te quite de la cabeza de una vez por todas que el amor es una cosa y el morbo sexual es otra que no tiene absolutamente nada que ver. En esto lo que predomina es el morbo, la excitación, es simplemente SEXO, pero no amor.

*De oírte, se me seca hasta la boca, pero como te fue pasando esto. Porque una cosa es lo que fantaseamos nosotros dos solos, pero ahí se queda, pero diem, como ha sucedido esto.

*Cuando me di cuenta que me encantaba exhibirte, cuando te vistes provocativa, esos escotes, ver como se excitan otros hombres viéndote. Y que decirte cuando hemos ido a la playa, te has puesto en topless y ver como miran tus tetazas. Eso es indescriptible. Lo de las fantasías es bestial, cuando te digo las barbaridades que te digo, lo que te haría con otro, el ver cómo te pones de cachonda y las corridas que me doy yo.

*No pares, sigue. –No sabía que decir, trataba de asimilar todo lo que estaba oyendo-

*Ana, es que tú lo ves como algo escandaloso. Pero yo lo veo como juegos de pareja. No quiere decir que sea hacerlo todos los días. Es la complicidad de ti y de mí, para jugar juntos. Si te preguntas si me darían celos, ya te digo que no, porque una cosa es hacerlo dentro de una complicidad mutua y otra que me pusieras los cuernos a escondidas. –No entendí esto, pero me dio un pinchazo en la tripa- Lo que sé que más cachondo me pondría, es verte disfrutar, porque bien sabemos los dos que eres mucha mujer.

*Te oigo y me es imposible asimilar todo lo que me dices. Pero quiero preguntarte una cosa, ¿no sería para ti, una sumisión o humillación, el verme haciendo algo con otro?

*Si, desde luego, en eso tienes razón.

*¿Entonces?

*Porque la entiendo y la comprendo en ese momento es un rol, parte de ese momento, de ese juego.

*Es que te oigo y te veo tan convencido, que me dejas sin palabras, tienes respuesta para todo.

*Pregunta lo que quieras, lo que dudes, estamos sincerándonos.

*Eduardo ahora tu piensa una cosa. Imagínate estas situaciones. Vale lo probamos, te dan celos y dices no más. ¿Cómo sería luego nuestra vida? Probamos a mí me gusta y yo quiero seguir, pero tú dices que ya se te paso. O también probamos y me gusta un hombre un poco más de lo normal. Y si nos gusta a los dos y decides o decidimos ir un paso más allá.

*Muchos peros, pero te contestare. Porque todo eso lo he pensado yo ya. Lo de los celos ya te lo he dicho, mientras sea yo consciente, que esté presente, ningún celo, ni ningún mosqueo. Si a ti te gusta a mi seguro que más. Asumo que te puede gustar un hombre más de lo normal, pero sé que será en lo sexual nada más, te conozco. Lo de dar un paso más, se verá, porque todavía no hemos dado ni el primero. Sé que si lo probamos te gustara y querrás seguir probando.

*Tú lo tienes muy claro, pero yo lo veo muy negro y no sé porque dices que me gustaría.

*No te molestes, que no lo digo con mala intención, pero ya te he dicho que eres mucha mujer. Siempre estas dispuesta a la hora de follar. Eres incansable, no te agotas nunca. En las fantasías con otras personas te pones muy puta, te corres como una zorra. Noto como te gusta que te miren las tetas, te encanta provocar.

*Tienes razón, pero eso es en nuestra intimidad, pero con un tío que no conozco, seguro que me cortaría, no es lo mismo la complicidad que tenemos entre nosotros. Pero es que yo no tengo la necesidad de estar con otro hombre.

*No te cierres, solo piénsalo y cuando estés preparada, lo volvemos a hablar, sin prisas.

*Lo hare, tu dame tiempo a asimilar todo esto que me has dicho y cuando llegue a una conclusión te diré algo, pero ten clara una cosa, no te hagas ilusiones.

Volví a hacerme la dormida e iba pensando en todo lo que me había dicho. Lo veía una barbaridad, no me entraba en la cabeza, si alguien me dijera que a mi marido le gustaría ser un cornudo, no me lo creería. Como el día de la discoteca con esos tres pedazos de hombre, porque me di cuenta, porque si no, con dos copas de mas no sé qué hubiera pasado, pero si hubiera ocurrido algo, seguro que me hubiera arrepentido.

Paramos a tomar algo a mitad de camino y me movió para despertarme. Salimos del coche y repostamos, para luego entrar en el área de descanso. Nos pedimos algo para merendar. Mientras lo hacíamos, me contaba que este fin de año, estando solos teníamos que celebrarlo como en los viejos tiempos. Irnos a cenar por ahí y luego a alguna sala de fiestas a pasarlo bien. Que cambio de registro, no insinuó nada de lo hablado antes y me pareció bien la idea de fin de año.

Hice lo posible y lo imposible, para coincidir con Mari y seguir tanteándola de su experiencia como mujer liberal.

*Sabes que estuve pensando lo que me contaste de Fito y de ti.

*Lo de nuestra vida sentimental-sexual.

*Si así lo llamas tú, pues sí.

*Por curiosidad y en confianza ¿Cómo fue tu primera vez?

*Pues después de mucha insistencia por parte de Fito, fuimos a un pub de parejas liberales. Sin el compromiso de hacer nada, como simples observadores. Se nos acercaron varias parejas, que no me gustaron nada y varios chicos, que tampoco me dijeron nada. Hasta que se acercó uno, que físicamente estaba cañón y era un yogurín. Se sentó con nosotros, además de estar como un tren, el judío era gracioso. La bebida, las risas, bailar, mi marido metiéndome mano y provocándome. Que al final acabamos los tres follando como animales. Repetimos con el mismo chico varias veces más y lo demás ya fue normal.

*¿Así de simple?

*Chica, así de simple. Además, te diré que tuve suerte, porque estaba bien de todo, porque pequeñeces no quiero y mejorar lo que tiene mi Fito entre las piernas es difícil. –Me quede de piedra al oírle eso-

*A mí me costaría. Mira que si encima te gusta uno y tú no le gustas, menudo chasco.

*Ana no lo puedes decir por ti, tu gustas a cualquiera, se la levantarías a un muerto o encharcarías a cualquier mujer.

*Como te has pasado, amiga. -Me dio mucha vergüenza-

*Vamos si te pilla mi Fito, te rompe. Pues no le gustas ni poco. Hasta yo le ayudaría.

*Sera mejor cambiar de tema, que una cosa era una curiosidad y otra muy distinta esto último.

*Tampoco te lo tomes a mal.

Cuando llegue a mi casa y al estar completamente sola, pensaba en lo que me había contado Mari, lo que me dijo mi marido. Trataba de encajar todo, de ponerlo en orden. Comí y estuve mirando por internet, cosas sobre este tema.  Si yo creía que ya prácticamente sabía todo, lo que me había contado mi marido era la punta del iceberg. En varios blogs, venían las experiencias de cornudos consentidos, de cómo empezaron, de lo bien que se lo pasaban. Como les gustaba comerse la cuca de su mujer cuando estaban llenas de la corrida de otro. O chúpasela al amante después de correrse, para limpiársela.

Vaya tela pensé. Pero ahí no cavaba la cosa, cuando empecé a leer las opiniones de mujeres. Había una que se llamaba –EMPERATRIZ- decía que lo que más le gustaba, era cuando la iban a follar, sobre todo el culo, le encantaba que su cornudo, le preparar el culo y mojara bien la polla de su amante, para luego agárrasela y ayudarle a colocarla en el culo. Que la ponía muy cachonda como la insultaban delante de su marido o como le gustaba a ella insultarle mientras se la follaban. De estas últimas afirmaciones había varias mujeres que coincidían.

Aunque lo daban como normalidad, a mí me parecía increíble. Y yo pensaba que era la más caliente del mundo, pero vaya lo que había por ahí. Tuve que quitar rápido la pantalla de lo que estaba leyendo, porque oí llegar a mi marido.

*Hola tesoro, ¿qué haces?

*Adelantando trabajos pendientes, como no tenemos niños, así no me aburro.

*He estado mirando lo de fin de año. Que te parece, en vez de cenar en un sitio e irnos luego a otro sitio de fiesta. Nos vamos al hotel…. –muy famoso aquí- Cenamos, como tienen discoteca, nos quedamos en ella y nos cogemos una habitación para no tener que conducir. Todo viene en un pack, además si decimos sí, pero ya mismo, en vez de una habitación normal, nos dan por el mismo precio una suite junior, pero solo queda una. Por eso lo de decidirse ya.

*A mí me parece muy bien, pero será caro.

*Una vez es una vez.

Oí como sin quitarse la chaqueta ni corbata ni nada, llamaba al hotel y cerraba la reserva. Por un lado, mejor así, no había que cocinar, no había que andar con el coche para arriba y para abajo. Y sobre todo recordar viejos tiempos. Pensaba darle una noche fabulosa. Para que se le quitaran esas ideas.

Llego el día 31, Eduardo se acercó a primera hora a su despacho, pero quedamos que a las once vendría por mí para irnos al hotel. Yo me había comprado un vestido sin decirle nada, quería que fuera una sorpresa. Lo tenía todo preparado y el llego puntual. Lo único que me dijo fue que esperaba que llevara el vestido que a él le gustaba, el que me hizo llevar a la discoteca para que me vieran sus amigos. Le dije que por supuesto, pero si ese le gustaba, el que me compre le iba a volver loco.

La cena era a las nueve de la noche. Bastante antes de esa hora le dije a mi marido, que hiciera lo que tuviera que hacer en el baño, porque una vez que me metiera yo, no le iba a dejar entrar. Se ducho rápido, se afeito y saliendo en albornoz me dijo que el baño era todo para mí. Yo cogí mi vestido que iba tapado en una bolsa y el resto de lo que me hacía falta, ropa interior, pinturas.

Cerca de las nueve ya estaba perfectamente. Me había comprado ropa interior nueva. Muy sugestiva, medias y liguero negro. Tanga, bueno, mejor dicho, min tanga de color rojo, para empezar bien el año. Era una costumbre. Me mire al espejo y me veía riquísima. Pero cuando me enfundé ese vestido dorado con lentejuelas, con un buen escote y corto, que una vez que me lo vi mirándome al espejo, me daba la sensación que se hizo más corto. Mi amiga Mari tenía razón se la levantaría a un muerto. Ya veríamos la cara de mi marido. Me puse los taconazos, que con ellos dejaría a mi marido enano, pero realzaban mi figura.

Cuando salí del baño para irnos a cenar la cara de mi marido lo decía todo, se le salieron los ojos. Me calentó esa mirada de deseo. Me quiso tocar y no le deje, diciéndole que, si se portaba bien esta noche, lo mismo, se lo dije con una sonrisa de bruja maléfica.

Cuando llegamos a los salones nos indicaron nuestra mesa, notaba muchas miradas, eso me encantaba. Me fui fijando, todo el mundo iba muy bien vestido, acorde para esa cena, vi algunas personas que por lo menos conocía de vista y algún que otro conocido, pero sin una relación personal.

Las mesas eran para diez comensales, cuando llegamos a la nuestra, ya estaban todos. Estaban sentados hombre, mujer, hombre mujer. Pero en los dos sitios que quedaban o me sentaba junto a la mujer, o junto a un hombre que nada más verlo me dio repelús. Me senté junto a la mujer, que antes de presentarnos, me dijo como confidencia que me entendía, que tío más mal encarado.

Nos presentamos todos y exceptuando dos parejas el resto éramos más o menos de la misma edad. Una de las dos parejas mayores era la del que no nos gustó. Pero según se desarrollaba la cena, me arrepentí de prejuzgar por las apariencias, porque luego resulto un hombre muy agradable y simpático.

Durante toda la cena, mi marido cada vez que podía me tocaba el muslo, con discreción, pero no paraba, sabía que se había puesto cachondito cuando me vio y por sus últimos gustos debía estar quemando. Si seguía así, no llegaríamos a la fiesta posterior.

Acabamos de cenar y estamos todos de charla esperando las doce de la noche. Repartieron las bolsas con serpentinas, matasuegras y varias cosas más, como también repartieron las doce uvas. Mientras las repartían me entere de que no todos los de la mesa irían luego a la discoteca del hotel. Muchos se iban a otros sitios. Era una pena, sobre todo porque hice buenas migas con la mujer de mi lado. Después de las doce campanadas, vinieron los besos, las felicitaciones, lo típico. Seguidamente anunciaron que se podía pasar ya a la discoteca. Fuimos entrando poco a poco y los pocos que fuimos en comparación a todos los que cenamos, teníamos sitios amplios reservados. Ya que en un rato abrían al público con reservas.

Una vez abierta la entrada para el público, la verdad que entro muy poca gente. Se notaba un poco desangelada la discoteca, pero Eduardo estaba totalmente alegre, me saco a bailar, estuvo metiéndome mano en cuanto podía. Lo cierto que me tenía prendidita.

Pidió una botella de champan, sabe que me vuelve loca y cuando digo esto, lo digo en todos los sentidos. Sobre la una de la madrugada empezó a llegar bastante gente, no paraban de entrar. Se iba animando la noche. También entraron alguna que otra mujer sin pareja, pero pocas. Pero hombres solos si entraron más. Tampoco una exageración. Por la pinta debían ser, los típicos divorciados, separados, solitarios ya entraditos en años y en algunos kilitos de más. Casi todos se quedaban en la barra, como esperando ver algo.

Yo estaba en la pista dándolo todo, entre el champan, como me animaba Eduardo y como me miraban, estaba como loca, pero controlando, no se me pasaba nada. Aunque alguno creyese que estaba piripi. Estando así, me veo de pronto a Dani, el jovencito. Venia vestido para la ocasión. Cuando le vi, hubo un momento de shock, pero me repuse rápido, podía ser una casualidad, era solo él, además siendo jovencito y sin los otros picando, no se atrevería a nada.

Saludo a Eduardo, me fije bien, me pareció que se sorprendió. Salvo que mi marido fuera un gran actor y me constaba que no lo era. Luego me dio dos besos, lo vi apurado, me felicito el año. Me hizo gracia verlo tan apurado y me relajo. Para que voy a decir otra cosa.

Regresamos a nuestra mesa, ya llevábamos bastante bailando. Cuando estábamos allí mi marido me hablo de Dani, estaba en la barra solo.

*Me sabe mal, que este allí solo.

*Lo que no entiendo, es como un pipiolo como ese, tan jovencito, se viene a un sitio d estos y no esta con gente de su edad.

*Yo también pienso como tú. Pero me da palo, verlo allí solo.

*Bueno si te vas a sentir mejor, invítale a una copa y ya está, que no se nos pegue como una lapa luego. ¿Estamos de acuerdo?

*Conforme.

Me dio un beso y se acercó a la barra, hablo unos segundos con Dani y se vinieron para la mesa. Yo estaba contentilla, el champan era el mejor afrodisiaco para mí, pero lo bueno que tenía es que no me hacía perder el juicio. Al rato volvimos a bailar y Dani vino con nosotros. En la pista lo pasábamos bien, pero entre roce y roce, debido a la cantidad de gente que había, me daba la impresión de que el muchachito se animaba.

Pero la realidad es que tanta gente en la pista me estaba agobiando, era imposible bailar. Le dije a Eduardo de volver a nuestra mesa. Cuando lo hicimos, nuestra mesa era la que quedaba pegada a una zona libre, que era como un pasillo y vi que varias parejas bailaban allí, me pareció buena idea y nos pusimos allí, también tenía otra cosa buena, es que te agachabas, podías coger tu copa y beber un poco. Además, allí ya Dani no tenía disculpa para acercarse tanto.

Pusieron música lenta, Eduardo y yo bailábamos tranquilamente, de vez en cuando veía a Dani mirar con ojos de cordero degollado y bastante salido. Mientras Eduardo me empezó a decir cosas muy cerca de mi oído, que, si sumamos el notar su aliento, me ponía más caliente.

*Estoy loco por subir a la habitación y follarte toda la noche. No sabes cómo me tienes.

*Lo noto. –Le dije eso porque notaba su erección, aunque con mis taconazos se le viera más pequeño-

*Me tienes verraco total. Y tal como mira Dani, a él le debe pasar lo mismo.

*Mujeres como yo o mejores hay mejores en la discoteca.

*Si, pero desde la posición que tiene Dani, se tiene que estar poniendo las botas, viéndote todo.

*Serás guarro –en ese momento me di cuenta, que la mesa quedaba como un escalón más baja, de donde estábamos nosotros y si además contamos que, al estar sentado, estaba más bajo, era cierto, me tuvo que ver todo-

*No me digas y lo que contestes no te compromete a nada, que no te gusta saber que le estas poniendo cachondo.

*Eso no quiere decir nada, mejor para los dos luego.

*Baila una vez con él.

*Eso no. No es lo acordado.

*Venga, que te vea yo, solo eso. No hay nada de malo. Como dices tú, mejor luego para los dos.

*Pero una sola canción, luego vienes o me siento.

Dani baila una tú con Ana, que descanse yo un poco. A pesar del ruido lo oyó perfectamente. No hizo falta que nadie le animara como la última vez. La única diferencia era que ahora éramos de la misma altura. Se fue pegando poco a poco, le iba a apartar, pero veía la cara de vicio de Eduardo, le deje un poco. Cuando ya se pegó del todo, se cabo la canción, pero él no se soltó, Eduardo como implorándome me señalo que solo una más y accedí.

Enseguida se empezó a mover y note que algo duro, muy duro crecía y esta vez lo notaba al estar a la misma altura, en el sitio justo. Eso me puso nerviosa, al juntarse tanto, el roce de mis pezones, también me traicionaron, porque se pusieron duros. Notar su respiración era caótico para mí. Por eso en el momento que acabo la canción, me solté y dije que iba al aseo.

Una vez allí, me tuve que secar con papel higiénico, estaba demasiado mojada. Reflexioné y me dije no volver a bailar con el chaval. Lo tenía muy claro. Me quede un rato parada, cuando entro una que saco un cigarro y le dije si tenía uno, me lo dio y tranquilamente me lo fume, sin prisas para relajarme, cosa que no conseguí, seguía muy mojada.

Esperaba que ya se hubiera quedado tranquilo y a gusto Eduardo. Porque no habría más, le exigiría que se despidiese de Dani y nos quedásemos solos. Fui para la mesa y SORPRESA, mi marido si era buen actor. Allí estaban Juanma y Arturo.

Arturo vino y me felicito el año con dos besos. Pero el más descarado fue Juanma, me dio dos besos, en las comisuras de mis labios, dos besos muy descarados y provocadores. No sé porque me hizo recordar la nochebuena, me recordó a Luis. Estaba dolida con Eduardo, me había engañado bien engañada. Me había vestido así para él, no para ellos, que me desnudaban con la vista. Nos sentamos y pidieron otra botella de champan para brindar, brindamos y estaban locos por bailar, aunque yo sabía que lo que querían era pegarme bien el nabo.

Agarre a mi marido y me lo lleve a la pista, seguía la música lenta, quería hablar con él, que no me tomara por tonta.

*Edu, a que juegas. Que buscas, que esos se pongan cachondos conmigo. Que se empalmen bailando conmigo. ¿eso es lo que buscas?

*Ana tranquila. No es nada de eso, pero seguro que alguno te gusta.

*¿Pero quiénes son? Porque no me chupo el dedo, no los conoces de nada, por lo menos dime la verdad.

*Vale, tienes razón, hice amistad con ellos por la red, en unos anuncios. Los elegí como a ti te gustan, morenos, grandes, en buena forma y todos ellos con buenos, ya me entiendes.

*No, no te entiendo.

*Con buenos nabos. Y las edades, porque no sé cómo te gustarían, si muy jóvenes, jóvenes o maduritos.

*Es asqueroso. Y yo que creía que era una fiesta para los dos. –seguimos bailando un rato en silencio, hasta que le dije-

*Vale, tú lo has querido, luego no quiero ni una queja, ni un reproche, nada de nada. Desde ahora mando yo y solo yo. –cuando dije eso, noté una erección inmediata-

Regresamos a la mesa. Y dije que quería bailar y nos quedamos donde antes, cerca de la mesa. El primero fue Juanma, era como Luis no perdía el tiempo. Menudo sobe me estaba dando, me tenía cachondísima. Luego vino Arturo y más de lo mismo, la suya era la que más notaba. Además, fue un artista, no sé cómo lo hizo, pero logro ponerla dando a la zona de mi clítoris prácticamente. No deje que me follara allí mismo por no dar el escándalo. Además, como dije al principio había gente conocida.

Tuvimos que parar de bailar, porque esa zona también se llenó de gente, habían sobrepasado el aforo seguro. Eduardo de pronto dijo, que era agobiante y Arturo dijo que él, sabia de otros locales que lo mismo no estaban tan saturados. Contesto que no, que habíamos bebido mucho y sería imposible pillar dos taxis, ya que en uno no podríamos ir todos. Pero que se le ocurría una cosa, en nuestra habitación era una suite junior y había espacio. Como no podía ser de otra manera a todos les pareció bien.

Yo proteste porque estaba desordenada, ya que al salir deje varias cosas por encima y no me apetecía que las vieran. Mi marido dijo, subimos nosotros y en diez, quince minutos subís. Le dio el número de habitación.

Yo iba muy caliente, en el ascensor nos comíamos a besos mi marido y yo. Cuando llegamos a la habitación, solo había un sujetador encima de la cama, el resto estaba perfecto.

*Edu, estamos a tiempo de parar esto. Yo creo que sería lo mejor.

*Por mí no, lo estoy deseando. Quiero ver a quien eliges. ¿Quién es el que más posibilidades tiene?

*Y yo que sé, ahora mismo ninguno. –aunque yo creía creer quien sería el afortunado- Sabes que si empiezo no hay marcha atrás.

*Lo sé.

Yo me metí en la zona de la cama, una de esas gigantes y Eduardo se quedó en el salón de la habitación. Cuando llegaron mi marido les dijo que estaba en el aseo. Pero estaba escuchando todo. Estaba tan cachonda como nerviosa, nunca estuve igual. Eduardo les dejo bien claro, que, si yo cogía a uno y me lo llevaba dentro, los demás, adiós y otra vez será. Pero que también podía darse el caso de que no eligiera a ninguno, pues lo mismo adiós y que se le va a hacer.

El más joven soltó la bomba, pero también puede ser que elija a dos o incluso a los tres. Note que descoloco a Eduardo, dijo que imposible, que además creía que me costaría uno, así que más, era casi imposible. Dejé que se oyera la cisterna del wáter y aparecí. Habían traído hasta más champan, nos sentamos tranquilamente y sintonizaron un canal de música lenta en la televisión.

Al rato ya estaba bailando, la verdad que me encontraba bastante cortada, había demasiada luz para mi gusto, eso me hacía estar más reticente. Eduardo desapareció lo que animo a Arturo que era el que bailaba conmigo, para tocarme bien el culo. Mi marido apareció con una pañoleta, la puso en una lámpara y apago el resto de las luces, que bien me conocía. La cosa se animó y después de comerme un rato el cuello y ponerme la piel de gallina, me dio un beso, menuda lengua, enseguida pensé en ella y en otro sitio, que bien besaba y con cuanto morbo. Ya no había marcha atrás.

Luego baile con Dani, que estaba el pobre como un potro desbocado. Me daba la sensación de ser demasiado mujer para él, pero me ponía mucho su juventud. Tenía que ser muy fogoso, seguro que si fuera capaz de tranquilizarlo sería un buen amante.

Al final baile con el mas golfo, por lo menos era mi sensación. Juanma se notaba que sabía cómo hacer. Fue el más listo, no tuvo prisa en bailar o lo que fuese que hacíamos. Dejo que estuviera muy caliente para venir a rematar, esa era la sensación que tenía. Mientras bailamos, me beso también, me dio la vuelta y bailo conmigo, pegado a mi espalda, notaba su nabo en mi culo y sus manos en mis tetas, menudo pájaro era, nos fuimos moviendo hasta que me pego en la pared, bajo la mano y metiéndola por debajo de mi falda, me metió mano. Y el micro tanga no fue obstáculo, me hizo escapar un chillido de placer, cuando note como profanaba mi cuca. Que gusto.

Puse mi culito en posición, el me lamia el cuello, mientras no paraba de meterme los dedos, era salvaje, como me gustan, él lo sabía, lo notaba, me noto totalmente entregada. Nada más se oía mis gemidos y a él, que me decía en el oído, que esta noche serás mi putita, te follare hasta que te canses y que tu marido se mate a pajas viéndonos. Con eso lo único que logro fue que de mi boca saliera, SI, SI, SI, HAZME LO QUE QUIERAS. No me podía creer lo que acababa de decir. Pero dicho estaba.

Me di la vuelta y vi como Eduardo indicaba a los otros dos que se marcharan, lo hacía muy discretamente. Entonces yo le pregunté, que hacía y vi cómo se quedó sin palabras. A continuación, algo que antes hubiera sido impensable para mí. Me solté mi vestido y lo dejé caer, que dándome con la ropa interior solamente y las tetas al aire. La cara de los demás era de incredulidad, pero la de Eduardo no tenía ni nombre.

Sin quitarme los tacones y moviendo bien mi culo, solo dije, quien quiera entrar a ahí, refiriéndome a donde estaba la cama, tiene que venir desnudito y abrí la puerta y me tumbe en la cama. Aparecieron raudos y veloces, era un espectáculo, ver esos tres cuerpazos y tan bien dotados, el que más destacaba en todo era Arturo, físicamente estaba muy bien cuidado y lo que tenía entre las piernas no era normal, era de otro mundo.

Tenía a los tres lamiéndome y comiéndome por todos los lados. En un momento dado tenia a uno comiéndome mi cuquita y a los otros dos, comiéndome los pezones. El placer era indescriptible, incluso ahora recordándolo, no lo puedo explicar. Luego pararon y vi que eran los más jóvenes lo que me comían los pezones. Pusieron sus nabos cerca de mi boca, el de Dani me apañaba bien, pero cuando cambiaba al de Arturo era, gloriosos, con esas venas hinchadas, me costaba meterlo en la boca, pero nada más al principio, luego mi boca se fue adaptando. Juanma me hizo tener un orgasmo distinto, a los que había tenido hasta ahora, fue más profundo, distinto.

Una vez paro, mi cuquita quedo muy desangelada, pero no por mucho tiempo, note como me quería meter su nabo, notarlo dentro, volvió a ponerme cachonda total. Lo hacía lento, la sacaba casi toda, para luego meterla hasta el fondo, era como una tortura, pero muy placentera. Se notaba la experiencia. Me manejaban entre los tres, era un placer. Les oía hablar entre ellos, decían lo bien que la mamaba, lo bien que me movía, las tetas tan divinas que tenía, que me las llenarían de leche. Como notaron que todas esas cosas, me ponían más caliente, no podía disimularlo, por mucho que lo intentase.

Subieron el tono de sus comentarios. Ahora se los dirigían a Eduardo, que hasta ese momento no me acorde de él, mire y estaba sentado, desnudo y haciéndose una paja, pero de una forma muy suave. Le decían, que menuda puta tienes en casa, que no les extrañaba que necesitase buenas pollas, que con lo que el tenia, no era suficiente, que era una buena puta chupona, que ahora me iban a follar por todos mis agujeros.

Todo eso en vez de enfadarme, me pusieron más cachonda aún. Juanma me la saco, se tumbó y me hizo sentarme encima de él, me abrazo y me hizo tumbarme sobre su fornido pecho. Arturo se pasó a ponerse detrás de mí, ya sabía lo que iba a pasar, mi culo estaba en una posición envidiable para ser penetrado y así fue, note como se acercaba Arturo, empezó a meter su nabo en mi culo, al principio costo un poco, ya que mi culo estaba acostumbrado al tamaño de Edu, pero entro muy bien.

Notaba como le costaba, como rozaba por dentro, sus venas, su calentura, era demasiado. Mientras se adaptaba Juanma estaba quieto, sin moverse. Ya notaba los dos nabos dentro de mí, cogieron el ritmo rápido, como si fuera un baile, bien sincronizados. Era bestial. No se parecía en nada a cuando Edu me lo hacía con un consolador, ni punto de comparación. Me incorporé un poco y tenía a Dani de pie, frente a mí, me metí su nabo en la boca, eso sí quera una follada como decía mi marido en sus fantasías, todos mis agujeros ocupados.

Tuve varios orgasmos seguidos, eran incansables, no sé de donde sacaban tanta potencia. Mi marido se puso a mi lado, le apretaba la mano, nunca tuve tantos orgasmos seguidos, empezaba a flaquear, ya me estaban faltando las fuerzas, ya me dolía todo, hasta la mandíbula, pero no podía parar ni quería que parasen.

Dani me quiso avisar de que se corría, pero lo hizo a la misma vez, que me lleno la boca y me la lleno bien. Luego pararon de follarme y se corrieron sobre mis tetas, me dejaron bien pringadita. Me quede quieta, no me podía mover. Querían seguir y les dije que me dieran un respiro.

No me dormí. Pero vi como Eduardo en un sillón, se quedó dormido y estos estaban prácticamente igual. Me levante con mucho cuidado, estaba pringada por todos los sitios, ya me ducharía. Cogí una toalla y me Sali al saloncito, la puse sobre el sillón para no manchar y cogí un cigarro del paquete, sino me equivoco de Juanma y me puse a fumar uno tranquilamente.

Cuando acabe me iba a ir a dar una ducha, cuando apareció Arturo y no pude más que sonreírme, cuando vi como tenía su nabo otra vez, ahora con más luz, era simplemente bello, se acercó para sentarse junto a mí, pero no le deje, me puse a comerle el nabo. Al rato se sentó en el sillón y yo me senté encima de él, si apoteósico fue por el culo, por mi cuca se notaba mucho mejor, era una barbaridad. Le dio igual las manchas de sus corridas en mis tetas, mientras me follaba me las comía, en algunos momentos con tanto ímpetu, que me hizo daño, pero no fue un dolor desagradable, no se explicarlo.

Nuevamente consiguió sacarme un par de orgasmos maravillosos y esta vez se corrió dentro de mi boca. Aunque Eduardo y no es el motivo, me dijo que nada de corridas dentro de mí, ni en la boca y tampoco sin preservativos. Lo de la boca no lo cumplí, pero tampoco era necesario decírselo. Le deje allí sentado y me levante como pude, me costaba, pero tenía la necesidad imperiosa de ir al baño. Una vez que oriné, me metí en la ducha, necesitaba limpiarme bien, estaba toda pringosa.

De pronto me acariciaron la espalda con mucha dulzura, pensé que era Eduardo, pero me equivoque era Dani, el joven Dani. Se le veía delicado conmigo. No le dije nada, me acariciaba con deseo se le notaba, pero también se le notaba un poco cohibido a pesar de todo. Suponía que era por su juventud. Se agacho mientras el agua nos caía, separo con sus manos mis nalgas, metió su lengua entre ellas, me comía mi culo y buena lengua tenia, mientras que yo lo único que hacía era colocar mi culo en una posición, para facilitarle lo que estaba haciendo. Vaya con el jovencito. Luego se levantó y en esa misma posición, me fue metiendo su nabo en mi cuca, me di cuenta de que no tenía puesto nada, con voz suave le dije que así no se podía, que si entraba mi marido se enfadaría, pero la verdad que yo no hacía nada por quitarme y el seguía dándome buenos empujones.

Después de llevar bastante rato me la saco y me la metió por el culo, entro perfectamente, no era como la de Arturo, era un poco más delgada y me nos larga, pero también de buen tamaño. En eso Eduardo eligió muy bien. El mientras me tocaba mi clítoris que estaba a punto de explosionar una vez más, ya había perdido la cuenta. Note que poco aguantaría y el por lo que les dijo mi marido se iba a salir para correrse fuera, yo le dije que no se quitara que sería nuestro secreto, eso lo puso más bravo y casi me empotra contra la pared de la ducha, que brío, me gustaba, yo tuve el orgasmo antes que él y note como se corría dentro de mi culo. Le pedí que se saliera y me termine de duchar.

Me vestí y cuando ya estaba vestida, desperté a Eduardo, que se levantó rápido y les dijo a todos que se vistieran rápido y fuera. Que ya hablarían. Así fue se cambiaron rápido, se despidieron primero de Eduardo y luego muy cortésmente se despidieron de mí, el último en hacerlo fue Arturo y aprovecho para darme la mano, noté algo y lo cogí. Una vez se fueron y Eduardo se daba una ducha, mire el papel, era su número de teléfono y me ponía LLAMAME. Lo lógico era que lo tirara o se lo dijera a Eduardo, pero me lo guarde.

Nos fuimos para casa, que no quedaba muy lejos del hotel. En el camino no hablamos nada. Una vez en nuestro domicilio, Eduardo me dijo de ir a comer por ahí, yo le respondí que no tenía fuerzas. Mejor comprar comida preparada, él dijo que buena idea y que iría a comprarla. Yo aprovecharía para darme un baño relajante, él me dijo que muy buena idea.

Me metí en el baño, con sales relajantes y música ambiental. Eduardo dijo que se marchaba a comprar y yo le dije que no tuviera prisa. Mi entras disfrutaba del baño, me sorprendí a mí misma, porque el remordimiento que tenía, era el de no tener remordimiento. También me sorprendía Eduardo, el no participo en nada, solo se autosatisfacía el solo. Lo mismo ahora estaría enfadado y me lo diría luego.

La verdad que estuvo más que bien. Menuda tonta, yo diciendo que no y fue extraordinariamente bueno. Lo recordaba y me empezaba a calentar yo sola, pensaba en llamar a Arturo, ese prodigio de la naturaleza y mi calentura se desbordo, me tuve que tocar hasta tener otro orgasmo estupendo.

Mi marido no tardó en llegar y cuando lo hizo, se vino al baño conmigo, quería hablar.

*¿Te lo pasaste bien?

*No te mentiré, sí, me lo pase muy bien. Aunque me dejaron para el arrastre. ¿Y tú?

*Mejor de lo que podía imaginar, no sabes lo excitante y cachondo que era verte, aunque no fuiste tú del todo.

*¿Cómo qué no?

*Estuviste prácticamente muda. No me dijiste nada.

*¿Qué querías que te dijera? -No tenía ni idea a que se refería o que espero que dijera-

*Me hubiera puesto más cachondo que me dijeras lo que te hacían, si te gustaba, que me dijeras algo personal a mí, subido de tono. Que les hubieras seguido la corriente cuando te decían cosas. Más morbo.

*Era mi primera vez, todo me venía de nuevo.

*Por eso, se me ha ocurrido una cosa.

*No sé si debo preguntar que eres peligroso. Pero veamos tu ocurrencia.

*Esta noche, después de que descanses el resto del día, podíamos ir a un local de parejas.

*¿Eso qué es? -me hice la tonta, aunque sabía a qué se refería por lo que me conto mi amiga Mari-

*Pues son locales como un bar o como un pub, que las parejas que van son liberales-

*Es peligroso, imagínate que nos encontramos a alguien conocido.

*Y que, si está allí es por lo mismo, ¿o no?

*En eso llevas toda la razón.

*Además busque uno más alejado. Lo busque por internet.

*Según me levante del siestazo que me voy a pegar. No te aseguro nada. -me hacia la dura, pero diría que si-

*Pero se positiva, que tenemos que aprovechar estos días sin niños.