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Liberada - II

en Hetero: Infidelidad

Como ya conté en mi anterior relato (LIBERADA), era cuestión de hablar con mi marido Eduardo, lo antes posible. No quería precipitarme, tenían que contener y dominar tanto mi ansiedad como mi enfado. El enfado, sobre todo, era debido a la falta de confianza de no contarme lo que le pasaba. Por la preocupación que me genero durante mucho tiempo, pensando que tenía un rollete con alguna.

 

Las preguntas que más me llenaban mi cabeza eran, ¿ya no le gusto? ¿ya no le lleno? ¿querrá hacer un trio con alguna? Esto último me lo preguntaba, porque algunas de mis amigas decían que sus maridos siempre andaban con lo mismo. Pero la realidad que no sabía ese cambio de Eduardo. Decidí no preocuparme hasta hablar con él. Sería necesario, que nuestros hijos no estuvieran en casa, porque, aunque eran pequeños y aunque nunca paso antes, si nos alzábamos la voz, no me apetecía que nos escucharan.

 

Mientras llegaba ese día, actuaria de forma normal, como si no pasara nada, ni como no supiera nada, me costaría, pero lo lograría. Eso sí, seguí espiándolo todas las noches en las que se ponía. Que por cierto le debían de poner muy excitado, porque algunas mañanas en la papelera habían kleenex manchados de semen.

 

Todas las noches, estaban la misma gente, la confianza de un día para otro iba en aumento. Eduardo mandándoles un privado, quedo para el jueves noche con JOVEN22, 25CENTIMETROS y con CORNEADOR33. Lo hizo de tal manera, para que se enterasen individualmente, pero para que cada uno pensara que chatearía solamente con él. Eso por lo menos era la impresión que me dio a mí. ¿Por qué el jueves? ¿Qué quería hablar con ellos?

 

Llego el jueves y cosa extraña, mi marido llego temprano. Estuvo jugando con los niños. Cenamos con ellos que lo hacían muy temprano y el insistió que aprovecháramos para cenar todos juntos. Ya que luego tenía bastante trabajo por hacer. Yo con total dulzura de dije que me parecía buena idea haciéndolo como él quería.

 

Hoy se estaba comportando como un buen padre, después de cenar, acostó los niños, me ayudo a quitar la mesa. Todo idílico. Antes de que el pudiera decir nada y con todo planeado de antemano. Cogí apuntes que tenia de un trabajo pendiente y le consulté, sobre algunas dudas que tenía, que no tenía ninguna, pero lo fingí. El amablemente me lo iba explicando y yo tomaba nota, una vez que acabamos, dije que lo iba a pasar a ordenador y él se sentó a ver las noticias, algo que me desconcertó. Pero le vi mirar varias veces el reloj, debía estar esperando una hora, cosa que me extraño, porque no recordaba que hubiera quedado a ninguna hora en concreto. Pero a seguir esperando. Cuando lo veo levantarse, viniendo hacia mí, preguntándome si me quedaba mucho por hacer, respondiéndole, que en el momento que me cansase me iría a dormir, que no se preocupase. Nos dimos un tierno beso y se fue a su ordenador llevando un montón de carpetas.

 

Esta vez al contrario que las veces anteriores, se fue directamente al chat. El único que había era JOVEN22, enseguida se pusieron a hablar y Eduardo no se anduvo por las ramas. Le dijo que quería a alguien que tuviera un buen nabo, joven, que tuviera aguante, para follarse a la puta de su mujer, pero que antes quería saber más de él. Leer eso me dejo sin respiración. Primero por proponer a alguien una cosa tan descabellada y segundo porque él era muy celoso, aunque siempre lo controlo, pero recuerdo que más de una vez, me dijo que, si le ponía los cuernos y me pillaba, divorcio seguro y lo decía muy en serio que yo lo conozco bien, aunque ahora me empezaban a entrar serias dudas, sobre si lo conocía tan bien.

 

JOVEN22, lo primero que hizo fue darle las gracias por pensar en él. Luego le conto, que tenía en realidad 20 años, pero cerca de cumplir los 21. Que media un metro ochenta, moreno, que estaba en la universidad, que hacía mucho deporte, ya que, en esos momentos, solo hacia eso, estudiar y deporte. Que aguantaba mucho y después de correrse la primera vez, aguantaba muchísimo más.

 

Yo seguía sin creérmelo, pero mucho menos como un chaval sin conocer a otra persona, podía decir lo que decía, no me entraba en la cabeza. JOVEN22 continúo escribiendo, que después de ver mis fotos se hizo varias pajas y que le encantaría conocernos en vivo. Añadiendo, que ahora va por la calle por si ve a una mujer como yo, por si me encuentra. Lo que me hizo ver que era de nuestra misma ciudad. Para luego preguntarle a Eduardo, que era lo que él quería exactamente y si yo estaba de acuerdo.

 

Eduardo dijo que yo no sabía nada, pero que la cosa estaba en hacernos el encontradizo una noche que acordaran y el presentármelo como un comercial conocido, tomarnos unas copas y entre los dos seducirme. JOVEN22, solo dijo si tú crees que será fácil podemos intentarlo, pero dime también que le gusta a ella.

 

Yo pensé que no entraría en detalles que se lo diría de una forma general, pero no. Eduardo le dijo, que mi mujer con un par de copas, solo un par se suelta mucho. Si bailas y te pegas bien, cuando note tu empalme, se pondrá cachonda, fijo. Que yo lo sé porque le ha pasado con algunos amigos, aunque no me dijera nada. Una vez que lo consigamos será ya solo domar a esa zorra que tengo por mujer. Que le gusta un nabo, más que a un tonto los palotes y uno como el tuyo la deberá devolver loca segura.

 

Porque lo estaba leyendo, que, si alguien me lo contase incluido Eduardo, no daría crédito. Es que no lo conocía, ¿Qué le había pasado?

 

A JOVEN22, me imagino que, por su juventud, se le veía más comedido, no digo inocente, por lo que decía debía ser su primera vez. Fui al baño, no me aguantaba, cuando me di cuenta de que estaba excitada, húmeda, algo que quería evitar, para que no nublara mis razonamientos. Cuando regresé al ordenador vi que estaba conectado tanto CORNEADOR33, como 25 CENTIMETROS.

 

No habían perdido el tiempo, no se el tiempo que estuve en el baño, pero les cundió mucho. Me puse a repasar lo que se habían dicho ya. Más o menos les dijo lo mismo que a JOVEN22. La diferencia estuvo en sus interlocutores. Sus contestaciones fueron demasiado explicitas. CORNEADOR33, lo primero que le dijo que no se preocupara, que él me seduciría. Que me comería todo el coño y el culo, que desde que me vio en la foto así posicionada, solo piensa en atravesármelo. Pero que también se haría una cubana con esas tetas, que debe ser un placer único. Lo he resumido, pero todo fue por el estilo.

 

25CENTIMETROS, le dijo que seguro que mi culo seguro que no se comió en la vida un pollón venoso como el suyo, que me haría gozar como la perra que seguro que era. Resumido también.

 

CORNEADOR33 tenía 33 años, un metro ochenta y dos, moreno, deportista y 25CENTIMETROS, tenía 42 años, un metro ochenta y cinco, moreno y cachas, como decía él. Me di cuenta de que no era casualidad, Eduardo cuando eligió a estas personas, no lo hizo al azar, el sabia mis gustos, sabe que me gustan los hombres morenos, fuertes y altos. Después de estar hablando un rato más con los tres, abrió una sala de chat nueva y los invito a los tres. Otra vez me volvió a extrañar, porque pensé que estaba eligiendo a uno de los tres, para sus estúpidas ideas, en las cuales yo no pensaba entrar.

 

Una vez estuvieron los tres, les dijo que ya había hablado con los tres de forma individual. Que sería difícil elegir a uno, por lo que se le había ocurrido la idea de que coincidieran todos, ellos compañeros de otra empresa o de cualquier otra cosa, tomarnos una copa tranquilamente y ver con quien se va mi mujer. Ellos preferían quedar a solas, pero al final aceptaron. Se pusieron a planearlo, al final quedaron que se conocían de una sociedad o club de billar, de la cual Eduardo era socio.

 

Lo diseñaron todo al milímetro. También quedaron con Eduardo, que, si yo no le gustaba a alguno, mi cara, o que el resto no se correspondía a las fotos, el que quisiese se marcharía tranquilamente. También se pusieron de acuerdo en no hacerse zancadillas entre ellos. Todos aceptaron el acuerdo. Y ahora venía porque hablar el jueves por la noche. Era para quedar al día siguiente y tratar los últimos detalles en persona, además así se conocerían y todo sería más creíble.

 

No me lo podía creer, mi marido haciendo eso. Con unos tíos que luego podrían contarlo por ahí. Aunque no pasase nada, le conocerían a él, en que follón se estaba metiendo este idiota. Había que tomar medidas no podía esperar más. Apague mi ordenador, no quería leer más, fui a darle las buenas noches, hice ruido a propósito, para que me oyera. Cuando entre le dije que estaba muy cansada que me iba a dormir, dándole un beso de buenas noches.

 

Mientras pude observar cómo había un par de kleenex, encima de la mesita del ordenador y el bulto de su pantalón. El muy cerdo estaba cachondo y ya se hizo alguna paja, seguro. Me metí en la cama, estaba que me faltaba hasta el aire, es que no lo entendía. Me costó dormirme con tantas cosas dándome vueltas. Al final no sé a qué hora lo hice. Por la mañana cuando sonó la alarma del reloj, me levanté y me di cuenta de que Eduardo seguía en la cama. Se había dormido, llegaría tarde. Lo desperté y me dijo que no me preocupara que hoy tenía el día libre, se dio la vuelta en la cama y siguió durmiendo.

 

Desperté a los niños y los llevé al colegio. Hoy no me entretendría con nada ni con nadie, era el momento justo para pillar a Eduardo. Ya que teníamos todo el día, porque mis hijos comían en el colegio.

Le deje dormir y a mitad de maña cuando se levantó, allí estaba yo esperando. Le dije que se aseara que yo le preparaba el desayuno, cuando salió del baño, desayuno. Yo no sabía todo lo hablado con sus “amiguitos” porque me fui a dormir antes, pero no dejaría pasar la ocasión.

*Eduardo, siéntate que tenemos que hablar, muy en serio.

*¿Qué sucede? Que tu cara no me gusta y cuando tienes esa cara, es que se avecina tormenta.

*De verdad, siéntate, por favor.

*Venga, suelta lo que sea, que ya me tienes preocupado.

*Pero ni me cortes ni me interrumpas.

*Me estas poniendo nervioso, ya te lo he dicho, suelta lo que sea, soy todo, oídos.

*Nuestra vida y me refiero a la íntima, ya no va como antes. Es que ni parecido. Cada vez hacemos el amor menos. Siempre tienes una disculpa, desde que estás cansado a que mejor otro día. Cuando lo hacemos, parece que estas en el patíbulo, se te ve forzado. No tienes pasión. He llegado a pensar, desde que ya no me quieres, hasta que tienes a una por ahí. No digas nada, no me interrumpas. Esto no puede seguir así, sabes como soy yo, nadie lo sabe mejor que tú. Mi cuerpo necesita que lo atiendas. Me paso todo el día nerviosa. Bueno tú me entiendes. Quiero saber qué te pasa o que nos pasa, si el problema soy yo o lo eres tú, busquemos una solución, hablémoslo, pero no se te ocurra decirme, ni que estoy loca o que no pasa nada. Por favor no vayas a insultar a mi inteligencia. Si me quieres no lo hagas. –Ya estaba dicho todo, ahora a esperar que contestaba, esperaba no tener que decir todo lo que sabía-

*Tienes razón, algo me pasa, pero ni yo lo se explicar. Lo que sí quiero dejarte claro, es que te quiero más que a mi vida y sigues siendo la mujer más guapa del mundo.

*Eso me tranquiliza, pero para estar tranquila del todo necesito saber qué te pasa. Si es necesario vayamos a ver a alguien de los que ayudan a parejas.

*No se trata de eso. Si es que me cuesta expresarme, no quiero que te molestases conmigo, te enfadases o me mandaras a la mierda.

*Mira, te prometo que cuentes lo que me cuentes, no pasara nada de eso, lo hablaremos tranquilamente, encontraremos entre los dos una solución. –veía que estaba muy nervioso, el siempre tan seguro, hoy le veía como nunca le vi, inseguro-

*Ana, no te enfades. Creo que es que nos falta, por lo menos a mí, un poco más de picante en nuestra relación. Como has dicho tu antes, al hacer el amor… tendríamos que cambiarlo por simplemente follar. Esa fuerza que teníamos cuando nos conocimos, que lo hacíamos en cualquier parte, ahora siempre en casa, en la cama. Una cosa es el amor y otra follar. Si las dos van unidas mejor, pero si es solo follar también está muy bien.

*Que me quieres decir con eso.

*Siempre he tenido la duda, de cómo sería meter a una tercera persona en nuestra relación, algo físico simplemente.

*Espera, que te veo venir. Yo no me acuesto con ninguna mujer, si es a eso a lo que te refieres.

*No, que va. Me refería a un hombre. Uno que estuviera bien. Un hombre como a ti te guste y eso sí, bien dotado.

*Yo no tengo necesidad de otro hombre.

Llamaron por teléfono, nos cortó la conversación, era mi madre, Eduardo me paso el teléfono. Mientras yo hablaba con mi madre, Eduardo empezó a tocarme. Me ponía nerviosa, pero el sabio donde tocarme, para que no hubiera un punto sin retorno. Me estaba poniendo caliente. Se agacho, metió su cabeza debajo de mi falda y me volvía loca. Al final le dije a mi madre que la tenía que dejar y colgué el teléfono.

Nos pusimos como auténticos salidos, hacía mucho que eso no pasaba. Cuando hacíamos el amor, el utilizaba palabras mal sonantes conmigo, eso nos gustaba a los dos, pero hoy era distinto. Subió el tono, me decía como seria follarme dos nabos a la vez, mientras me follaban yo comiéndome su nabo. Todo ese tipo de cosas, me estaba excitando más que nunca, además me venían en ese momento las cosas que dijeron esos tres que me harían. Tuve varios orgasmos encadenados. Una vez que acabamos nos quedamos los dos relajados y tumbados.

*Eduardo, no me lo puedo creer, ¿de verdad quieres verme con otro? Con lo celoso que has sido siempre. Es que ¿ya no me quieres como antes?

*Te lo vuelvo a repetir, te quiero más que antes. Pero si, daría cualquier cosa por verte.

*Luego te arrepentirías, luego vendrían los reproches.

*Te juro que no. Me ponen cachondísimo, como te miran los hombres por la calle, como te desean.

*Que exagerado que eres.

*¿Exagerado? ¿Cómo te miran Ramón y Fito cuando te ven? Si te comen con la mirada.

*No digas tonterías, son amigos nuestros, maridos de mis amigas. –Pero era verdad, siempre me miraban con una mirada precisamente no de amigos, sobre todo el golfo de Fito-

*Por lo menos, dime que lo pensaras.

*No sé, Eduardo, es que creo que no sería capaz. Contigo es una cosa, sabes que en la cama somos muy “guarros”, pero con otro, es que no creo que pudiera, ni, aunque lo intentara, de verdad. Es que nunca me lo plantee, ni ponerte los cuernos y mucho menos un trio.

*Lo podíamos intentar, sin ninguna obligación ni compromiso. Si tú en el momento dices NO, pues es NO. Te lo juro.

*Bueno déjame pensarlo.

Cuando me oyó decir eso, me dio un beso y lo vi contento. Estaba dispuesta a no decir que sabía lo que sabía. Hacerme la tonta y conocer a los tres tipos, para luego decir que no y por lo menos tranquilizar un poco la cosa. Yo sabía porque eso si lo vi, que con ellos quedo para dentro de tres semanas. Me daba tiempo a meditar mejor las cosas y a preparar el No, tranquilamente.

Cuando me levante me dijo que hoy me invitaba a comer, se le notaba muy contento, como si se hubiese quitado un peso de encima, aunque no me conto todo lo que yo sabía. Me llevo a un bue restaurante a comer y durante la comida me dijo que por lo menos la noche de un sábado al mes, la tendríamos que dedicar para nosotros. Le di toda la razón y el me contesto, pues empecemos mañana. Tendré que buscar a alguien que se quede con los niños. Pues hazlo me dijo.

Cuando íbamos a por los niños al colegio, él me dijo que iba a hacer unas cosas y que luego volvía. Imagine que sería a conocer a los tres tipos y para quedar en tres semanas. Yo mientras solucione lo de mis hijos, ya tendríamos el sábado noche libre. También me dijo que eligiese yo el lugar donde quería cenar y luego donde ir a tomar una copa.

Yo le dije mi sitio favorito para cenar, sabía que lo mismo no había sitio, ya que siempre estaba lleno, pero sabía que él lo conseguiría, ya que solía hacer muchas comidas de trabajo en ese sitio. Lo de la copa ya tenía dudas, porque había varios sitios que me gustaban, como a mí me gusta bailar y llevábamos mucho tiempo sin hacerlo, se lo dije y a él le pareció bien, eligiendo una discoteca muy conocida donde vivimos.

Al día siguiente por la mañana, temprano, me fui toda contenta a la peluquería, estaba como una niña con zapatos nuevos, cuando llegué a casa, me puse a pensar que ponerme para esa noche especial. Decidí que tenía que ser algo cómodo, para poder bailar tranquilamente, pero a la vez sugestivo, algo que atrajera las miradas como a mí me gusta y que mi marido le pusiese, como me entere estos días atrás.

De toda la ropa saque seis modelitos. Tuve que descartar uno, porque, aunque me valía, de los embarazos el pecho creció un poco más y parecían que me estallarían, por lo que lo descarte. Ahora quedaban cinco para elegir, pero no sabía cuál. Cuando llego Eduardo le dije que viniera para la habitación, que me probaría la ropa y que él me dijese cual era el que me quedaba mejor. Cuando entramos en la habitación, la ropa estaba colocada sobre la cama, no me dejo ni probarlos, abrió el armario y señalo, uno de color azul cobalto clarito.

Con ese la verdad que estaría demasiado voluptuosa, por no utilizar otra palabra. Lo estrene el fin de año anterior. Fue la sorpresa de la fiesta. A nadie le fue indiferente. No sabía que decir, me lo volví a poner y fueron todo elogios por parte de Eduardo, no paraba de decir que sería la envidia de todo el mundo. Tanto me halago que decidí darle el gusto, que no tuviera queja, seguro que al final podría reconducir nuestra vida.

Llego una amiga para quedarse con los niños, ya estaba cenados, no darían mucha lata. Le dije que tampoco llegaríamos muy tarde, pero se metió Eduardo por medio, diciéndola que lo mismo veníamos al desayuno, ella con una risita dijo que le parecía muy bien, que eso era lo que teníamos que hacer, yo la guiñe un ojo, haciéndola ver que llegaríamos bastante antes.

La cena fue perfecta. Aunque al principio me sintiera un poco incomoda ante tanta mirada. Se lo dije a Eduardo y el me tranquilizo diciéndome, que era admiración y alguna que otra mirada de envidia. Fui al aseo, cuando me vi en el espejo, entendí un poco más tanta mirada. Como ese vestido era para no llevar sujetador, me di cuenta que los pezones, se me marcaban bastante y eso que estaban en su estado normal. En otra situación, no me habría dado corte, pero en un restaurante, ya estaba, no había que darle más vueltas al asunto.

Cuando terminamos de cenar, pedimos que nos llamaran a un taxi, ya que como beberíamos no queríamos conducir. Esperando al taxi, le dije a mi marido que me tenía que haber avisado que se me marcaba todo. El con su chispa habitual me dijo, que la pena es que no estuvieran erizados del todo, así parecerían pitones, un capote y a torear, le di un pellizco, pero me hizo gracia.

Cuando me subí al taxi, se me debió de ver de todo al sentarme y el taxista no perdió detalle, estuvo mirándome por el retrovisor todo el tiempo. Nos dimos cuenta tanto mi marido como yo, pero nos hizo gracia.

Una vez que llegamos a la discoteca, tenían una zona que eran como unos reservados, más bien eran para que, sobre todo los más jóvenes no llegaran a incordiar demasiado. Eduardo que conocía al gerente, por lo que pude ver, había hablado con él y nos tenían un buen sitio reservado. Yo le comenté a Eduardo que era demasiado grande para nosotros, el guiñándome un ojo, me contesto que mejor, así tendríamos más intimidad. Esto último lo recalco mucho y recordé lo que me dijo, de que ya lo hacíamos siempre en casa.

Así que me prepare para lo que vendría. Estaba dispuesta a darle el gusto, para que el resto de ideas se le quitaran de la cabeza. Estuvimos bailando varias canciones, en la pista había muchos hombres que me miraban y alguno más osado se acercaban demasiado. Veía como Eduardo con disimulo se apartaba un poco, parecía que estaba sola, sabía que el tenía que estar excitándose de ver cómo me decían cosas. La verdad que a mí también.

Como vi que alguno se envalentonaba ya demasiado, corté el baile y me fui hacia nuestro sitio, viniendo Eduardo detrás. Cuando nos sentamos nos besamos, los dos sabíamos perfectamente como estaba de caliente el otro, solo con besarnos. Pero, además, toque por encima de su pantalón y pude comprobar la erección que tenía. Solo le dije, si al final te creeré eso de que quieres que te ponga los cuernos, él se estremeció.

Estando los dos muy entretenidos, se acercó un hombre de unos 40 años y saludo muy efusivamente a Eduardo, que le había visto en la pista de baile y que vino a saludar. Mi marido se alegró mucho de verlo y me lo presento como Juanma, cuando me saludo, le dijo a mi marido que enhorabuena por tener una esposa tan bonita, que se lo tenía muy callado. Eso me gusto, para que decir que no, él no se sentó, mi marido que se levantó para saludarlo se quedó de pie con él. Había que reconocer que estaba bien el hombre, mi marido le invito a sentarse y el declino el ofrecimiento, alegando que estaba con Dani y con Arturo.

Cuando oí eso, me vino todo a la cabeza, sería una coincidencia o el cerdo de mi marido, adelanto los acontecimientos. Enseguida pensé que no era una coincidencia. Lo que me enfado mucho, se suponía que sería una velada para nosotros solos. Como podía haber sido capaz, la rabia me carcomía, me entraban ganas de levantarme y arañarle, pegarle, yo que sé. Pero aguante el tipo, por si me estaba equivocando. Juanma dijo que se lo iba a decir a los otros dos, Eduardo insistía, que teníamos sitio de sobra.

Una vez que Juanma se fue, le pregunte que quien era. El solo me pudo decir que era un solterón empedernido, un buen tío. No pudo seguir porque llegaron los tres. Ya no me quedaron dudas, lo deduje por la edad aproximada y sobre todo por Dani, que era el más jovencito, que se le veía demasiado nervioso.

En ese momento decidí no beber ni un sorbo más, no me apetecía perder el control. No quería que Eduardo se saliese con la suya, me lo tenía que haber dicho, haber consultado. Los tres eran muy amables conmigo, no paraban con sus piropos. Tenía la necesidad imperiosa de salir de allí, me ahogaba estar rodeada de tantos hombres, no quería que me fuera a poder la tentación, porque hay que reconocer que los tres estaban muy bien.

Decidí salir a bailar para quitarme ese agobio. Automáticamente se levantaron todos y se vinieron a bailar. Estuvimos bailando y de vez en cuando alguno me agarraba como si tal cosa, pero se mantenían dentro de un orden. Eduardo me hizo una seña de que volvía ahora mismo, yo seguí bailando tranquilamente, pensé que iría al aseo.

Cuando después de esa canción pusieron música lenta. Arturo no me dio tiempo a nada, se pegó a mí y se puso a bailar. La iluminación bajo de intensidad y allí me encontraba bailando yo con un hombre más joven que yo. Como se comportaba me relaje un poco, eso fue un error, note como se pegaba bien a mí y yo note como algo, iba creciendo de manera desenfrenada. Lo notaba perfectamente. Mi mente me decía que fría, que no me afectara, pero mi cuerpo me traicionaba. Cuando termino la canción estaba dispuesto a irme, cuando Juanma me dijo que no podía rechazarle un baile.

Este ya venía con la erección puesta, lo note desde el primer momento, no se notaba como la de Arturo, pero se le notaba. Los calores me subían y me bajaban, era un suplicio. Mientras veía como Arturo y Eduardo, le decían algo a Dani. Era como si le estuviesen animando.

Cuando termino la canción apareció Dani, le faltaba decisión no como a los otros dos. Una vez que nos pusimos a bailar, el guardaba las distancias, se le veía más cortado, al final me producía ternura. Acabo la canción y viendo que estaban los otros esperando, seguí bailando con Dani, prefería su tranquilidad.

Pero lo que se le paso por su cabeza lo ignoro, pero el bailar otra con él, fue como si se envalentonase. Me empezó a apretar mas que los otros, no fue nada sutil, al igual que su erección. Corté el baile y dije de irnos a sentar. Una vez allí, dije que iba al aseo.

Una vez entre, me metí en uno de los servicios y cerré. Tenía que pensar sin tener a nadie cerca. No llegaba a entender a mi marido, ahí estaba el mirando como un panoli, dispuesto a que se acostaran con su mujer unos desconocidos.

Pero lo más triste del todo es que habían logrado ponerme caliente, tal vez demasiado. Después de pensarlo un poco, trace un plan. Que era dejarles avanzar un poco, pensando que de esa manera mi marido se sentiría celoso y pararía todo.

Una vez con ellos, pedimos varias copas, que yo aprovechaba descuidos para tirar el líquido al suelo. Me hice un poco la bebida y ellos con distintas tonterías aprovechaban para tocarme. Luego bailando me restregaban sin parar. Cuando íbamos para nuestro sitio, uno de los tres me metió mano por detrás, por debajo del vestido. Di un bote, pero no sabía quién fue el osado.

Viendo que Eduardo no decía nada, dije de irnos para casa. La cara de los cuatros era de incredulidad. Pero Eduardo dijo que nos íbamos, que esperaba coincidir otro día con ellos.

Una vez en casa la chica que se quedó con los niños se fue. No había terminado de cerrar la puerta cuando Eduardo me metía mano por debajo del vestido. Como comprobó que estaba mojada. Eso fue el detonante. Diciéndome que sus amigos me habían puesto cachonda, que era una zorra consumada. Todo esto me ponía más cachonda. Nos fuimos para la habitación y ahí fue tremendo.

No paraba de decirme que me imaginara que me follaba con uno de ellos, me iba diciendo nombres de ellos, también me decía que, seguro que tenían buenos nabos, seguros que más grandes que el suyo. Que me imaginara clavada por dos a la vez. Tuve otra vez varios orgasmos.

A él lo veía fuera de sí, más fogoso que nunca. Incansable. Pero cuando llego la tranquilidad y nos relajamos. Pase de la calentura al desasosiego. No sabía cómo describir mis sentimientos, es muy difícil. Mi marido empujándome a otros hombres. Creía que era la única.

Un día hablando con Mari la mujer de Fito y con la que más amistad tenia. Me comento que últimamente me notaba como con la mirada perdida, como preocupada. Yo no quise entrar en el tema. Pero ella siguió insistiendo.

*No me quiero meter en tu vida Ana, pero sé que el tema económico no es, con el puestazo que tiene tu marido en su trabajo. De salud afortunadamente tampoco, porque ya hubieras comentado algo. De cuernos tampoco, porque tu físicamente eres muy explosiva, pero te falta la mecha para hacerlo y a Eduardo no le veo poniéndote los cuernos, ya que besa por donde pisas. Solo queda una cosa, la cama.

*¿Desde cuando eres psicóloga?

*Desde que veo a mi amiga jodida, preocupada, triste.

*Si te lo confieso, tenemos un bache.

*Por ese momento hemos pasado todas.

*¿Tú también?

*Si

*Como lo solucionasteis ¿Fuisteis a una terapia de pareja?

*Que terapia ni que historias. Nos sentamos, lo hablamos. Yo me escandalice, al final cedi y ahora todo de dulce, nos va.

*Chica porque dices lo de escandalizarte.

*Porque nos hicimos pareja liberal, lo que quiso él y hasta ahora, de esto hace ya casi seis años. Pero esto que quede entre nosotras.

*¿A qué llamas tu pareja liberal?

*A lo que te estas imaginando. Nos acostamos con otras parejas sin más compromisos. Con algún buen mozo también. Ahí he salido yo ganando.

*No intérpretes que te juzgo, pero me cuesta entender eso de así, de pronto, llegar y acostarse con alguien desconocido.

*No es llegar y ya está. Los conoces, tomas unas copas, que te gustan y tu gustas, adelante. Que alguno no quiere, pues nada.

*Lo pones tan fácil, pero y los remordimientos, que haces con ellos.

*Los únicos remordimientos que me entran, es cuando me toca uno que no me deja bien. –No lo pudimos evitar y nos reímos a carcajadas las dos-

*Me dejas a cuadros. Es la primera pareja que conozco que se liberal, bueno la primera que me lo cuenta. ¿Y que lo hacéis en tu casa?

*No mujer, en hoteles o en locales que ahí para eso.

*¿Locales?

*Si, son como pub, pero solo para parejas liberales.

*¿Y no te costó?

*Al principio sí, pero luego una vez que le coges el tranquillo es muy bueno, por lo menos para nosotros.

*¿Pero qué es lo que más te costó?

*Un trio con otra mujer. Ya que nunca hice nada con ninguna mujer.

*¿Con otra mujer?

*Grítalo más por si hay alguien que no se haya enterado –La verdad que subí mucho el tono- Si con otra mujer y aprendí que es una nueva faceta.

*Me he quedado asombrada.

*Recuerda de esto chitón.

Estuve pensando el resto del día todo lo que hablé con Mari. Fue una sorpresa, yo no sería capaz, pero cada cual, siempre que se sea adultos pueden hacer lo que quieran.

Llevaba varios días sin querer espiar a mi marido. Pero esa noche lo hice. Ahí estaban todos, deseosos de pillarme. Le pedían que preparase otra noche. No paraban de decirle lo que me harían y con todo detalle. Pero lo increíble es que él les animaba, les daba más detalles de mis gustos en la cama.

De momento estaría a salvo de las trampas de mi marido, porque llegaban las fiestas de navidad y nos marchábamos a nuestra ciudad de origen a visitar a nuestros padres. Mi marido me estaba complaciendo en todo y no puso pegas a que la cena de nochebuena fuera en casa de mis padres. Me estaba dando el gusto, para tenerme contenta, pero sabía que después de las fiestas otra vez vendría el ataque.

Cuando llegamos todo fueron alegrías, como es lógico. Mi madre ya estaba con los preparativos de la nochebuena. Como la casa de mis padres era muy grande, siempre en la cena de noche buena nos reuníamos toda la familia. Entre esos invitados estaba Luis y Martina, que, aunque no eran familia directa, era como si lo fueran.

Por la tarde del día 24, antes de las seis ya estaban todos en casa de mi madre. Martina cuando me vio se llevó una alegría muy grande, nos abrazamos y nos besamos. Pero el saludo con su marido, fue bastante frío. Se nos notaba cortado a los dos, pero yo creo que a él más. Antes de la cena y sobre todo las mujeres nos engalanamos bien, era una costumbre. Yo me puse un vestido festivo, pero discreto, aunque el escote era más que sugestivo.

La cena fue muy alegre, divertida. Algunas personas yo creo que aprovechaban demasiado el beber y eso les hacía tener un punto gracioso. Había un follón muy grande, sobre todos por los críos, que no paraban de ir de un sitio a otro. Subir y bajar escaleras. Mi madre había preparado un sitio para que todos los pequeños estuviesen juntos. Un poco antes de las doce de la noche, Martina, mi tía Chelo y mi madre se prepararon para ir a la misa del gallo. Mi marido también iría, porque iban sus padres y hermanos. Yo con la disculpa de los niños me quede en casa.

Cuando se fueron, yo estuve hablando con algunas primas y dos tías mías, principalmente de cotilleos de la familia. En una mesita vi un paquete de tabaco, no es que yo fumara, pero alguna vez que otra, de tarde en tarde me fumaba alguno y alguna vez con algo más. No sabía de quien era ese paquete, pero cogí dos cigarrillos y me subí a la terraza de la casa, era una terraza muy grande que tenía la casa de mis padres, en la que en el verano solíamos hacer buenas parrilladas.

Hacia un poco de fresco, por lo que me puse una pañoleta encima de los hombros. Cuando Sali a la terraza para fumarme un par de cigarritos y tratar de sacarme de la cabeza todo lo que sucedía con Eduardo. Nada más salir me di cuenta que hacia una noche muy bonita, aunque fresquita, el cielo estaba despejado y se veían bien las estrellas. Me di cuenta de que estaba Luis, que estuvo a punto de tirar el cigarro. Ya que en teoría y por cabezonería de su mujer, ya no fumaba. Era paradójico fumaban los dos, ella quiso dejar de fumar y le obligo a él.

Quise darme la vuelta y salir, pero él me dijo que si incomodaba se iba él. Al final nos quedamos los dos, no hablábamos. Le seguía notando cortado, pero notaba que algo quería decir, pero no se atrevía, me imaginaba que era pedirme disculpas, por lo que me puse a pensar una respuesta.

*Ana, no me gusta esa tristeza que tienes en tus ojos. –Me sorprendió, nadie, ni mi madre se dio cuenta de nada-

*No sé de qué tristeza me hablas.

*De la que expresas. Y esa mirada hace que lo bonita que eres, no se refleje bien.

*Nunca cambiaras. Siempre tú.

*¿Es muy grave?

*No es grave ni es grave, porque no me sucede nada. –Pero se me saltaron algunas lágrimas-

El rápidamente se acercó a mí, me abrazo y también me seco las pocas lagrimas que caían por mi mejilla. Fue muy tierno y en esos brazos del hombre que tenía que odiar, me derrumbe.

*Dime si te puedo ayudar en algo.

*No, no puedes, tengo que solucionarlo yo sola. Pero gracias.

*Sabes que siempre has sido especial para mí, aunque… pero ya sabes, en lo que te pueda ayudar.

*Que querías decir que te quedaste cortado.

*Que, aunque no estuvo bien, lo que tú y yo sabemos, me hubiera gustado otra cosa.

*¿El qué? –Pregunta que nunca tuve que hacer-

Justo en ese momento, me beso en la boca. Tarde en reaccionar, pero en vez de apartarle yo también le bese. Se me acababa de pasar el frio. Quise dejarlo solo en eso, pero volvió a besarme y me toco el pecho por encima de la ropa, eso fue mi perdición. Ya no era un beso normal y corriente, era un beso puramente sexual. Y cuando metió su mano por debajo y llego a mi cuca, ya sabía cómo acabaría eso.

Nos apartamos de donde estábamos y nos fuimos hacia una zona más discreta y desde la cual podíamos controlar la puerta de la terraza. Allí la cosa fue más desorbitada, Él quería bajarme las bragas y yo se lo facilitaba, hasta que cayeron al suelo. Entonces me metía los dedos de una manera salvaje, brisca en algunos momentos. Mientras yo trataba de desabrocharle los pantalones, estaba visto que había perdido práctica. Pero al final lo conseguí y le saqué un buen nabo.

Esta caliente y desesperada, estaba con mis tetas al aire y el no paraba de meterme los dedos y comerme mis pezones. Mientras yo le hacia una paja. Estábamos acelerados yo creo que por el poco tiempo que teníamos, pero también por el peligro de ser pillados, pero a la vez lo hacía más excitante, por lo menos para mí.

No quería aguantar más, me di la vuelta, sobraba decir nada más, él se acercó para metérmela, pero se la garre y la lleve a la entrada de mi culo, él se quedó un poco parado, pero le dije que, por ahí, que no me había equivocado. Que bruto que fue. La note más porque estaba acostumbrada a la de Eduardo que era más pequeña y delgada, pero Luis me la metía de maravilla. Dándome unos meneos brutales. No hizo falta que yo me tocara, llegue al orgasmo en un momento. Fue un orgasmo totalmente placentero. Ahora estaba dispuesta a hacerle una mamada y que se corriera en mi boca, pero cuando iba a empezar, mi padre y otros llamaban a Luis a voces. Él se metió su nabo en el pantalón aceleradamente y se fue. El pobre se quedó a medias. Pero a mí me encanto, aunque hubiera querido más.

Cuando llegaron todos de la misa, propusieron jugar a las cartas, en concreto a las siete y media. Nos pusimos un grupo grande a jugar, pero Luis dijo que no le apetecía. En un momento del juego Luis me hizo una seña y se fue hacia el pasillo, yo disimuladamente dije que iba al baño, que jugaran unas manos sin mí. Cuando llegue a donde estaba el y muy bajito le pregunte que quería. El no dijo nada, me metió en el aseo. Otra vez nos besamos, me latía todo. Pero eso lo hacía más excitante como antes. No sabía que me pasaba, ¿había perdido el juicio? Me daba igual en un momento estaba otra vez sin bragas, Luis se sentó en el inodoro se sacó el nabo y yo no hice preguntas, me senté metiéndolo en mi cuca que estaba preparada para recibir ese nabo.

Era increíble, de fondo oía a toda mi familia jugar a las cartas, las risas, todo se oía y yo subiendo y bajando sobre ese nabo. Mientras Luis devoraba con fascinación mis pezones. Golpearon la puerta, era Eduardo, que preguntaba si estaba bien. Yo dije que ya salía, que no se preocupara que estaba bien, y tan bien pensé yo. Cuando me llego el orgasmo, tuve que taparme la boca con el puño para que no se me oyera. Él estaba que se corría, porque me pregunto si había algún problema, estaba tan caliente que dije una salvajada, córrete dentro que alguien se lo comerá luego. Él se corrió y note como me llenaba mis entrañas.

El resto de la noche fue tranquilo. Cuando nos fuimos a la cama Eduardo y yo, el no tenía muchas ganas de fiesta, pero le provoqué, pero no entraba en razón, hasta que le dije que estaba muy cachonda de pensar en el día de la discoteca, eso fue la frase mágica. Cuando me comió mi cuca, fue mejor que nunca, solo saber que se estaba comiendo la corrida de Luis, me supo mejor que nunca.

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