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La Isla del morbo (Parte 1)

en Orgías

Hace más de un mes que no sé nada de Carol. Realmente me esperaba algo así, la cosa se nos había ido mucho de las manos. Echo de menos sus besos, sus caricias, sus sonrisas. También echo de menos su calor y la suavidad de su piel. Echo de menos nuestros juegos, nuestro morbo. (NOTA DEL AUTOR: La historia con Carol se cuenta en mi otro relato <>)

Hoy me llaman del grupo de amigos, para proponerme plan para el fin de semana, un viaje a las islas, acampando. Por supuesto son amigos comunes de Carol y míos, por lo que imagino que a ella también la invitarían. Estoy muy nervioso, desconozco si va a ir. Por un lado hace que pueda verla, al fin y al cabo siempre hemos sido amigos y no me gustaría perder eso, aunque entiendo que a partir de ahora es distinto. Por otro lado, el morbo y el miedo a desearla tanto me echan atrás. Si va, irá su marido con toda seguridad y la situación puede ser muy incómoda.

Aunque de primeras digo que no voy, no tardan mucho en convencerme y acepto. Nos marcharemos el viernes por la tarde y volveríamos el domingo a la tarde, pasando dos noches en el camping de la isla. La isla no está muy lejos, es un paseo de unos 40 minutos en barco. Es un lugar idílico, mágico. Creo que es de los lugares más mágicos en los que he estado. Inmensas playas por toda la isla. Arena blanca y brillante. Bonitos árboles, acantilados, bonitos sitios para comer. El camping en sí no es gran cosa, pero la idea de estar acampado en una isla es increíble.

Llega el día y llevo mi tienda de campaña, de tres personas. Me encanta el camping y tengo un equipo, aunque modesto. Un pequeño camping-gas, una mesa y algunos utensilios de cocina. Tampoco me gusta tener muchas comodidades, justamente lo que me gusta del camping es sentirme en la naturaleza. Para comodidades, ya las tengo en casa.

Hemos quedado en el puerto, media hora antes de partir el barco.  Llego puntual y saludo a las parejas que ya han llegado. Saludo a Marcos y Rosa, con sus hijos, y a Elena y Jesús. De pronto, a mi espalda siento la voz de Jorge,  marido de Carol. No tardo en escucharla también a ella. Me giro y saludo a Jorge, que me saluda sonriente como siempre. Miro a su lado y me quedo cara a cara  con Carol. Me acerco y le doy dos besos. Me sonríe ligeramente y siento su perfume y suaves mejillas. Parece que todo lo que ha pasado hace un mes ha sido un sueño. Como si nunca haya sido mía. Carol viste ropa deportiva, unos leggins oscuros y una pequeña chaqueta deportiva, curiosamente la que había llevado muchas veces cuando jugábamos. ¿Será esto una señal de que no se olvida? ¿O una simple coincidencia?

Ya dentro del barco, hablamos animadamente. Con Carol todavía no he dirigido palabra, solo alguna mirada de vez en cuando, que me hace ver que está un poco perdida, como yo. Hace un día estupendo pese a estar terminando el verano. Nos hemos puesto crema solar y quitado las partes de arriba. Carol se queda en un bonito bikini negro, marcando sus pequeños pechos. Una mirada hacia  ellos y me viene a la mente muchas escenas que habíamos vivido. Sobretodo el día que me los ofreció por primera vez, y de cómo los mamé como si fuese un bebé. Después de un par de cervezas en el barco, llegamos a puerto. Tras la maniobra de desembarque nos dirigimos hacia el camping de la isla. Aún hay un buen trecho, y entre todos llevamos neveras y demás material. Ya en la entrada el camping, hacemos el check-in que nos lleva una exagerada media hora, pese a no estar el camping completo. Es final de temporada y supongo que tienen menos medios, pero algo incomprensible ya que no es precisamente barato acampar allí.

Llegamos a la zona del camping y buscamos un sitio adecuado, suficiente para colocar las tiendas. Una tienda para los niños, otras tres para las parejas y la mía. Hay poco sitio y pegamos las tiendas mucho, la mía queda en la parte más exterior, cerca de los límites del camping, y lindando con la de Jorge y Carol al otro lado. Como todavía es temprano, decidimos ir a la playa. Yo no soy mucho de playa, y decido ir a dar un paseo antes. Ellos se dirigen ya a la playa, nudista, que está al otro lado del muelle.

Cojo los auriculares y doy un paseo por el camino principal de la isla, que la recorre alrededor. Hace mucho calor, solo llevo un pequeño bolso y voy en bañador y chanclas. Disfruto del paisaje, del olor de la arena, árboles y del mar. Siempre consideré esas islas como un lugar afrodisíaco ya que en ese mismo lugar he tenido mis primeras relaciones sexuales, en mi adolescencia. Me siento en excitación permanente. No física, pero sí psicológica. Cada vez que me cruzo con alguna chica me siento especial. Me gusta oler su perfume una vez que pasan a mi lado. Por supuesto, las observo, con una mirada rápida y directa. Me enamoro unas 30 veces durante el corto paseo. Después de tomarme una cerveza y cigarro en la terraza del bar del Camping, decido coger la toalla e ir a la playa.  Voy un poco nervioso, nunca me siento muy cómodo en una playa nudista, pero esta vez será todavía más extraño. Volveré a ver a Carol desnuda, pero esta vez habiendo probado su cuerpo.

Llego a la zona y localizo a mis amigos. La playa en cuestión es preciosa, bastante amplia y larga. Llego a las toallas y veo a Rosa y Marcos tumbados, durmiendo. Jesús juega con las niñas en la orilla y su novia, Elena toma el sol. No veo a Carol ni Jorge por ningún lado, por lo que supongo que se han ido a dar un baño. La verdad es que hace mucho calor. Coloco mi toalla a continuación de la de Elena, que es la ultima de la fila de toallas. Me quito el bañador y me aplico crema corporal. Puedo sentir a Elena respirar hondo, está dormida. En una situación normal, día normal, me pasaría desapercibida, pero hoy no es tal día. Observo a Elena, completamente desnuda a mi lado. Sus pezones son enormes, muy bonitos, pero exageradamente enormes. Apuntan al cielo muy firmes. Disimulo mis miradas mientras me aplico la crema. Ahora bajo más mi mirada hacia su entrepierna, perfectamente depilada. Tiene unos bonitos labios, bastante marcados y hasta se vislumbra su clítoris. La verdad tiene un cuerpo fabuloso. Una  vez que termino de echarme crema, enciendo otro cigarro y sentándome en la toalla veo hacia el mar. No tardo en encontrar a Carol, chapoteando dentro del agua como una niña, mientras su  marido se da unos largos nadando. Me encuentra con la mirada y levanta la mano saludando. Sonríe. Se la ve muy feliz. Decido ir a darme un baño y me levanto, caminando hacia la orilla. Por el camino saludo a Jesús que juega a las palas con una de las hijas de Rocío. El agua está helada. Carol se acerca a la orilla para recibirme y darme ánimos para entrar. Y la verdad, lo hace, pues ver sus pechos mojados y endurecidos por el frio es el mejor ánimo que me puede dar. Voy avanzando y decido tirarme, no aguanto con el frio. Está más helada de lo que parece. Nado un poco y Carol vuelve a adentrarse conmigo. Jorge se acerca también y charlamos un rato del buen día que hace, del calor y de lo bien que se está en el agua pese a lo fría que está. Carol se va a nadar un poco, dejándome ver que lleva la parte de abajo del bikini, también de color negro. Jorge y yo hablamos un rato hasta que se despide y se va hacia la toalla.  Yo me quedo un rato flotando hasta que noto las manos de Carol en mi espalda intentando asustarme. Me rio y se coloca flotando a mi lado. Hablamos un rato, lo típico,  que tal, como te va,  sin sacar el tema que a ambos nos preocupa desde hace tiempo. Es complicado mantener las formas, solo con estirar un poco las manos podría volver a sentir la suavidad de su piel. Nadie se enteraría, es la situación ideal. Pero algo me impide dar ese paso. Incluso su mirada me lo pide y sus acciones, flotando cada vez más cerca de mi. Nos quedamos en silencio ambos, Carol flota delante mía, sonriéndome. Vuelvo a sentir esa sensación que tanto añoraba. Todavía sigue siendo un poco mía. Y yo soy completamente suyo. Nuestros pies se rozan al flotar juntos. Ninguno de los dos se atreve a estirar la mano, aunque ambos lo estemos deseando. Nos separamos poco a poco y vamos rumbo a la orilla. A medida que va cubriendo menos, su desnudez se va mostrando a mi lado. Busco cualquier excusa para dirigir mi mirada a ella, me tiene fascinado. Salimos del agua y tras charlar un poco con Jesús nos dirigimos a la toalla. Carol se tumba sobre su marido que pega un grito enorme  por el frío. Yo me tumbo en mi toalla, no sin antes disfrutar un poco de las vistas, ya que Elena está ahora boca abajo, y eso junto a que tiene un poco separadas las piernas, da una vista de pecado. Me tumbo y sin darme cuenta me quedo adormecido.

Me despiertan unas risas. Ya es hora de la merienda. Me incorporo y tomo una fruta, los demás están todos en corralillo jugando a las cartas. Carol está en la toalla de Elena, justo dándome la espalda. Me incorporo y me acerco por detrás, bromeando con verle las cartas. Me siento detrás y decido no participar en la partida. Saco un cigarrillo y lo fumo con tranquilidad. Miro alrededor y una pareja capta mi atención. Son una pareja joven, ambos rubios, parecen extranjeros. Calculo que tendrán unos 22-23 años como mucho. La chica tiene el pelo corto, con el flequillo más largo hacia un lado. Tiene piel clara, labios rosáceos y ojos increíblemente azules. Llevo puestas gafas de sol y me tomo tiempo en observarles. El chico es alto, no musculoso pero sí se nota que está en forma. Ojos azules y pálido como ella. Ella fuma un cigarro y el sostiene una cerveza. Están ambos incorporados mirando hacia la orilla. Están suficientemente cerca para que pueda fijarme en detalles. La chica inclina un poco para atrás su cuerpo, apoyándose con una mano estirada hacia atrás. Con la otra agarra el cigarro y le da caladas profundas y jugando con el humo al salir. Tiene varios pendientes en la oreja y un piercing pequeño en la nariz, del cual sólo se percibe el brillo. No me gustan los piercing pero en ese caso le queda muy bien. Sigo observándola, sus pechos puntiagudos, poco desarrollados, separados y abiertos uno con respecto al otro. Sus aureolas son muy pequeñas, y su color casi imperceptible de lo claros que son. Sus pezones son pequeños también, y bastante claros aunque no tanto como la aureola. Es casi del color de sus labios. Sigo bajando la mirada pero sus piernas, cerradas, me impiden ver más. Subo la vista sin mover la cabeza y veo que está mirando hacia mí, y me dedica una sonrisa. Nunca me sentí un chico atractivo, se me hace extraño que se haya fijado en mí. Incluso veo para atrás por si está mirando a otra persona. Me sigue mirando y veo como con el codo le da un toque a su pareja, y le susurra algo al oído. Su pareja me observa y le dice algo al oído a la chica, que le contesta asintiendo con la cabeza. Se me hace una situación muy extraña. Más todavía cuando la chica separa despacio sus piernas, dejándome ver su más preciada intimidad. Sus bonitos labios rosáceos aparecen en su entrepierna prácticamente depilada salvo por una mata de vello en la parte superior, perfectamente recortada. Es una chica 10, de esas que sólo salen en los catálogos. La observo durante un rato y enciendo otro cigarrillo para relajarme un poco, pues al estar desnudo corro el riesgo de tener una erección allí mismo. De pronto, la chica se incorpora y se da la vuelta para buscar algo en su bolso. Su cuerpo se recuesta sobre la toalla y busca con insistencia. Como no lo da encontrado, se incorpora más quedando a cuatro patas. Casi pego un salto en mi toalla al verla así. Si por delante era de 10, por detrás no era menos. Poco puedo disfrutar de la vista pues encuentra lo que busca y se da la vuelta otra vez. Activa su móvil y se pone a escribir enérgicamente en él. Bloquea el móvil y llama a su pareja, ahora recostada. La pareja se incorpora, y busca en su bolso el móvil. Mira la hora y lo guarda .La chica recoge sus cosas y se pone un pareo. Ambos se levantan y antes de irse, la chica me dedica una ultima sonrisa. Se van hacia el otro lado de la playa y parece que buscan a alguien. Esa pareja me intriga y sigo sus movimientos. No tarda en aparecer otra pareja y se saludan, para caminar juntos hacia el extremo más alejado de la playa, y posteriormente perderse por caminos entre la maleza.

Carol me da un susto, para decirme que se van todos al agua, que si me apunto. Le digo de momento no, y luego saca las palas de su mochila. Creo que es un gesto claro y por supuesto no pude decir que no cuando me ofreció jugar un poco en la orilla. Carol se levanta ahora delante de mi, estaba de espaldas y cuando se pone de pie compruebo que se ha quitado la parte de abajo del bikini, quedando ahora totalmente desnuda. Es la primera vez que veo su culo tan de cerca y a plena luz del día. Es estupendo. Me viene a la mente su tacto, cuando la masturbaba agarrada a la valla de la pista. Mientras los demás se meten de un chapuzón en el agua, yo y Carol buscamos una zona algo vacía en la arena mojada para improvisar una pequeña pista. Carol se coloca de frente, y mis primeras miradas no pueden ser para otro lado que no sea su entrepierna. Recuerdo que un día fue mía, me hundí en ella, y dejé dentro lo más personal que tengo. Fue maravilloso. Empezamos la partida y ambos jugamos desnudos, creo que un poco recordando todos nuestros encuentros. Hace muchísimo calor, son cerca de las 19:00 pero estamos sudando muchísimo. Cada vez que había una pausa, recuerdos venían a la mente. Aquella vez que levantaba su falda, en mitad de la pista, para mostrarme algo que ahora veo perfectamente desde hace un buen rato. Sus pezones marcados en su top. Recordar todo eso me eriza, y sin poder evitarlo me provocan una pequeña erección. Carol se percata al momento, su juego de miradas continúa como hace meses atrás. Me comienzo a sentir incómodo, aunque no se levanta noto su dureza y como se vuelve más gorda. Decido por eso terminar la partida y pedir para ir al agua. No tardo nada en meterme, dando un gran sprint y salto incluido. Carol me sigue, y pronto estamos todos en un corro charlando. El agua está a rebosar de gente. Con una simple pelota pasamos un buen rato jugando hasta que poco a poco se van retirando la gente. Ya son cerca de las 20:00, y hay que ir pensando en ir al Camping a cenar. Carol y yo nos quedamos un ratito más dentro, charlando tranquilamente. Poco a poco la gente se va yendo del agua, y de la playa. Salimos del agua y de camino observo que todavía están las toallas de la pareja misteriosa.  Miro hacia el extremo donde habían desaparecido antes y los veo venir, agarrados de la mano. Mirando un poco hacia el otro lado distingo a la otra pareja llegando a su toalla. Ambas parejas parecen muy acarameladas. Me siento en la toalla, abro una cerveza y enciendo un cigarro. Los demás comienzan a secarse y a vestirse. Yo me lo tomo con calma. La pareja misteriosa se sienta en la toalla, se les nota cansados y algo sudorosos ambos. Se encienden un cigarro cada uno y abren una cerveza que comparten. Cuando me miran, levantan su cerveza a modo de brindis y me sonríen. Yo sin saber muy bien porqué, levando mi cerveza también y les saludo. Se besan y ahora el chico busca su móvil de pantalla enorme de su bolso y lo sitúa de forma de su chica lo pueda ver con el, como enseñándole algo. Hacen comentarios de vez en cuando, se ríen y hasta se asombran por lo que están viendo. Los demás ya casi están listos y yo me levanto para vestirme en cuestión de un par de minutos. Avanzo hacia la salida, pasando cerca de la pareja. Los ojos de la chica son más impactantes de cerca. Ambos miran para mí cuando me voy por lo que les saludo. Me responden ambos en español, pero se nota que no son de aquí.

Llegamos al Camping, y después de dejar las cosas algunos se van yendo a las duchas mientras los otros vamos preparando la cena. Yo soy de los últimos que se va a la ducha. Está quedando una noche preciosa. Cuando estoy en la ducha, veo una cara familiar. Es el chico rubio de la playa. Me saluda nada más verme. Pronto me doy cuenta de que de español poco sabe, y chapurreando un poco descubro que es finlandés y que llama Luc. Charlamos un poco, lo que se puede entender más o menos y nos despedimos. Parece majete. Están alojados en el Camping, dos tiendas detrás de las nuestras. Creo que me invitó a tomar algo después de cenar, aunque tampoco lo entendí muy bien.  Ya con los amigos nos organizamos para hacer la cena. No falta cerveza ni comida. Perritos calientes en este caso. Nos echamos unas risas y en el Camping se nota buen ambiente en general. Casi todo el mundo está fuera de sus tiendas, hace una noche agradable y se escuchan muchas conversaciones.

Las horas van pasando y parece que nadie tiene sueño. Estamos todos animados bebiendo pero con el paso de las horas algunos van cayendo por el cansancio y también por las copas. Rocío y Marcos son los primeros en irse a dormir y pronto les siguen los demás.  La verdad yo no tengo mucho sueño y recuerdo la invitación de Luc. Voy al lavabo y cuando vuelvo observo los cabellos de el y  de su chica a lo lejos. Tienen una pequeña linterna de gas y están fumando. Paso por mi tienda y tras recoger mis enseres, en este caso solo tabaco, móvil y mechero, me dirijo a su posición. Para no ser mal invitado, llevo un pack de cervezas. Luc me saluda efusivamente, están compartiendo una botella de vodka o algo así, y hay restos de que antes estuvo más gente. Son cerca de las 3 de la mañana y hablan susurrando. Luc me presenta a Katerina, su eclipsante chica. Como hace una noche calurosa y son gente de zonas frías, Luc está en bañador y Katerina viste el bikini para arriba y un short para abajo. Le doy dos besos y dudo de si es una mujer de verdad o una muñeca. Piel tersa y las mejillas más suaves que he besado nunca. 

Me invitan a una copa y charlamos durante un buen rato. Descubro que  Luc tiene 24 años y Katerina 23. Llevan 7 días de vacaciones y todavía se quedarán unos días más. Les encantan las islas y dicen que se lo están pasando en bomba. Fumamos y bebemos, compartiendo cerveza y de su vodka, que aparentemente a ellos no les afecta pero  a mi me sube muchísimo. Nos dan cerca de las 4 de la mañana. Las conversaciones se vuelven más raras, y comenzamos a hablar de sexo. Llevan bastante tiempo juntos y se consideran muy abiertos en cuanto al sexo. Aunque entre el idioma, las copas, todo se vuelve un poco engorroso. Se me pasa por la cabeza preguntarle sobre lo de la tarde, de porque se ausentaron durante ese par de horas, fue todo muy extraño. Sin embargo considero que todavía no tengo tanta confianza para ello. Les pregunto si les gustó la playa y su contestación es una sonrisa de oreja a oreja de ambos, que se miraban.

Katerina está muy sexy, aunque con tan poca luz no se podía apreciar esa maravilla de ojos, si que se vislumbraba sus facciones, bajo la luz de la luna. Está realmente encantadora, cautivadora. Su escasez de ropa también ayuda en ese sentido, pues su minúsculo bikini apenas cubre sus pechos, que ya de por sí son bastante pequeños. Hay algo enigmático en su mirada, que me fascina.  Me gusta la forma con la que me mira, sus gestos, sus posturas. Me siento totalmente dominado por esa chica. Luc se va al servicio. Quedarme solo con Katerina es una sensación increíble.  Ella se acerca a mi oído y me suelta un piropo, mientras dobla su cuerpo sobre mí, permitiéndome oler su perfume mezclado con olor a mar.

Ya siendo las 4 de la mañana, el revisor del Camping pasa con la linterna pidiendo a todos que por favor nos fuésemos a dormir. Nos despedimos y me sorprende que me invitaran a quedar. Tienen una tienda enorme pero no acepto agradecido. Me levanto y le doy dos besos a Katerina y un abrazo a Luc. Nos intercambiamos los whatsapp y me dirijo a la tienda.

Al llegar a la tienda, algo llama mi atención, hay luz  muy suave en la tienda de Carol y Jorge y se escucha ruido dentro. Primero no le doy importancia hasta que estoy metido en la tienda y acurrucado en el saco. El silencio lo rompe los suaves gemidos que vienen de la tienda de al lado. Por supuesto reconozco esos gemidos pues los he tenido en mis oídos hace no mucho tiempo atrás. Escuchar a Carol gemir otra vez hace que me revuelva dentro del saco, y que tenga una erección enorme. Tan grande que es inevitable llevar la mano a mi miembro. Estoy muy nervioso, y no tardo en empezar a masturbarme. Llevo todo el día muy excitado. Carol sigue volviéndome loco, y Katerina me tiene eclipsado. Me masturbo al ritmo de los gemidos de Carol, imaginando que está sobre mí en ese momento. Pero un whatsapp me interrumpe. Me extraña la hora y veo para la pantalla del móvil. Es un whatsapp de Katerina. En un perfecto inglés me dedica las buenas noches, adjuntando una imagen. Cojo el móvil nervioso. Abro la imagen y no doy crédito a lo que estoy viendo. Es una foto de ella, de cuello hacia arriba. Sus impactantes ojos mirando a la cámara. Fondo de cielo azul, no se distingue cual azul es más intenso y profundo. Katerina sonríe, se la ve increíble. En esa foto se ve que tiene algunas pecas. Pero lo que más me impacta de la foto no es eso, si no lo que está haciendo. Tiene la boca algo girada, como burlona y besa…un enorme glande. Por si fuera poco morbosa la imagen, al otro lado se puede observar otra enorme verga, la cual agarra con su pequeña mano. Distingo el color negro de sus uñas, tal y como las lleva hoy. No tardo nada en verificar la fecha de la foto. La foto es de esta misma tarde, durante las horas que estuvieron desaparecidos. Dejo el móvil y sigo masturbándome ahora más rápido. Carol ya ha dejado de gemir, y yo no tardo nada en llegar a un orgasmo que hace que arquee mi cuerpo mientras se empapa mi barriga.

Los primeros rayos del día son suficientes para despertarme. Son las 7:00 de la mañana y me levanto un poco descolocado. Donde estoy, que hora es. Cojo el móvil y al desbloquearlo lo primero que veo es la imagen de Katerina. Eso me hace ver que lo de ayer ha sido verdad, cosa que dudaba al despertar. Solo ver la foto ya me provoca otra erección. Me asomo fuera de la tienda y veo a Carol, tomándose un café. Hablamos un rato mientras los demás todavía duermen. Le cuento que había conocido a Luc y “Kate” y después de desayunar decidimos ir a dar un paseo.  Después de darnos una ducha, cogemos un par de toallas y nos vamos a pasear por la playa mas cercana, que está a escasos metros del camping. Es la playa más larga de la isla, la playa principal, pero donde termina se crea una nueva playa mas pequeña, algo oculta tras los árboles. Además, esta segunda playa más pequeña da hacia la otra isla, lo que hace que las vistas sean increíbles. Paseamos un buen rato y después de recorrer esa segunda playa subimos por un camino que cruza el monte que lleva hacia el camino principal. Atravesando el monte, recuerdo un lugar donde hay unas vistas increíbles hacia la playa pequeña. Convenzo a Carol para ir y después de perdernos un poco llegamos a un alto en el que hay una especie de balcón de varias piedras con vistas a la playa, vacía todavía y cubierta por una fina niebla. Estamos algo cansados de la caminata y nos sentamos en unas piedras. Me entran ganas increíbles de preguntarle que tal ha sido ayer con Jorge, si lo ha disfrutado. Pero es un pensamiento que tarda medio segundo en desaparecer. Estoy muy confuso y permanentemente excitado por toda la situación que me rodea. Disfruto sintiéndome así, pese a no tener sexo propiamente, me siento lleno y satisfecho. Pero debo alimentar al morbo. Observamos ambos en silencio el paisaje, cojo un cigarro y lo fumo despacio. Carol viste un pequeño pareo, con una sudadera de cremallera para arriba. Busco contacto y me siento en la misma piedra sobre la que está ella. Mira para mi  y me sonríe. Me siento muy extraño,  parece que no haya pasado nada entre los dos. Estamos un poco perdidos, pero ambos nos deseamos. Nos deseamos desde hace mucho, y aquel día en el coche por fin lo demostramos. Recuerdo sus gemidos, no tenían nada que ver con los que escuché ayer, eran mucho más intensos.  Termino el cigarro y paso mi mano por su espalda, agarrándola por la cintura.  Carol se revuelve en la roca, pero no se separa ni un centímetro. La miro, tiene la mirada perdida en el horizonte. Busco su mejilla y la beso, ella cierra los ojos al sentir mis labios. Suspira. Busco sus labios, pero no los encuentro, gira su rostro despacio. Una suave brisa mueve su pelo. Vuelvo a intentarlo por segunda vez, busco sus labios. Encuentro su comisura, no se separa esta vez de mi, deja caer su bolso al suelo y se entrega. Nos besamos. Los recuerdos afloran para ambos: nuestro primer beso, nuestro primer contacto. Nos abrazamos y su lengua me busca con deseo. Nunca la sentí tan dentro de mi boca. Carol se separa, nerviosa, mira hacia la playa, hacia atrás, hacia el otro lado y luego me busca otra vez ansiosa. Desliza su mano por mi pelo, para luego bajarla por mi pecho, separando y enterrando los dedos en mi piel. Deslizo mi mano por su cuello, agarrando la cremallera de la sudadera, deslizándola suavemente hacia abajo, lo justo para dejar a la vista su canalillo. Meto la mano por el hueco que deja la cremallera abierta y busco sus pechos, todavía bajo su bikini. No tardo nada en colar una mano con deseo bajo una copa, sacando el pecho. Luego lo hago con el otro, dejando  a la vista parte de sus pezones. Deseo mamarlos, como he hecho aquel día. Me levanto y me arrodillo delante de Carol, sin dejar de besarla. Bajo mas la cremallera casi desabrochándola de todo. Carol vuelve a ver nerviosa hacia abajo, estamos en un alto pero perfectamente visibles si alguien entrase en la playa. Separo las partes de su sudadera y sin perder tiempo deslizo los triángulos de su bikini hacia los lados para dejar su desnudez a la vista. Acerco mi boca y comienzo a succionar uno de sus pechos, mientras con la otra mano acaricio el otro. Las manos de Carol van a mi cabeza y me acaricia el pelo mientras vigila nerviosa que no venga nadie. La noto jadear por la situación. Busco su otro pecho e intercambio las manos, magreando ahora el pecho ya húmedo de mi saliva. Mientras esto sucede, sus piernas están separadas,  y desde mi vista, veo su braguita bajo el pareo. La vista es increíble y estoy fuera de mi. Pongo mis manos en sus muslos y los separo más, haciendo que Carol se quede totalmente abierta encima de la piedra. Si alguien entrase en la playa ahora no se creería lo que vería. Me acerco a su entrepierna y aunque Carol se pone muy inquieta no cedo en mis deseos.  Acerco mi boca a su braga y con un dedo retiro la tela, dejándome ver nuevamente su precioso tesoro, totalmente depilado. Se nota muy húmedo y siento el vapor caliente que me da en mis mejillas. Acerco más mi boca  y con mis labios beso los suyos, pero los de su sexo. Utilizo la lengua para lamer todo su contorno. Es increíble su sabor, nunca deseé tanto esto. Separo sus labios con la lengua y comienzo a lamer su interior, subiendo la lengua hasta cerca del clítoris y bajándola hacia su entrada. Carol tiembla encima de la roca, mientras comienzo a comérselo con deseo. Busco su agujero y me impresiona comprobar cuánto líquido sale de su interior. Introduzco la lengua al tiempo que Carol comienza a gemir. Después de presionar hace los lados, la saco y busco otra vez sus labios, para ahora cogerlos con los míos y chuparlos. Juego con ellos con mi boca, subiendo la intensidad. Está empapada. Subo mi lengua a su clítoris, y juego con el despacio, solo rozándolo. Espero la reacción de Carol para saber si es el momento para jugar más con él. Su reacción es buena, mueve sus caderas en círculos y deja de vigilar a su alrededor para fijarse en mí. Meto su clítoris entre mis labios, lo chupo suave y juego con mi lengua también, desde el interior de mi boca. Bajo la lengua y comienzo a lamer con ritmo, arriba y abajo sin dejar ningún rincón sin empapar de mi saliva. Los gemidos de Carol son muy claros ahora, estoy seguro de que se escucharían abajo en la playa. Estoy nervioso, deseo que termine, darle un orgasmo ahí mismo. Carol se aferra fuerte a la piedra, tiene marcas en sus manos. Gime cada vez mas fuerte, siento que está llegando. Sus caderas se mueven, se queda en tensión. Busco rápidamente su agujero y meto la lengua lo más adentro que puedo, sintiendo como estalla en mi boca. Su sabor interior cambia y me hace ver que está llegando. Jadeo sin apenas poder respirar pero no quiero alejarme ni un centímetro, quiero bebérselo.  Carol se corre con un fuerte temblor en las piernas. Levanta la vista y se tapa rápido con la chaqueta sudadera. Yo me quedo jadeando, me separo y veo lo empapada que se ha quedado. Con ayuda de un kleenex se limpia. Me incorporo y no decimos nada durante un buen rato. Nuestras respiraciones se van calmando. Disfruto del sabor de Carol en mi boca, me hace permanecer excitado permanentemente. Comenzamos a caminar, deshaciendo el camino andado. Antes de entrar al Camping nos tomamos una cerveza y charlamos un rato, sin comentar lo que ha pasado.

Nos dirigimos a la tienda, vemos a Jesús que ya está desayunando algo. Saludamos y yo me meto en mi tienda. Me tumbo e intento aclararme sobre todas las cosas que me están pasando. Con el sabor de Carol todavía en mi boca mi excitación es permanente. Decido aliviarme recordando lo que acaba de pasar  y viendo de vez en cuando, de reojo, la foto que me envió Katerina la noche anterior. No entiendo cómo se puede ser tan dulce y perversa a la vez. No tardo nada en terminar en un abundante e intenso orgasmo. De la intensidad, me quedo dormido.