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Mírame ~ Parte III: Fantasía

en Control Mental

¿Qué pasa cuando empieza algo inevitable? Debería detenerse y arreglarlo todo antes de que fuese tarde... ¿o era ya demasiado tarde?

Leyre la había mirado con los ojos como platos cuando ella había terminado de contar quién y, sobretodo, cómo había llegado a esa situación. Al principio no sabía como reaccionar, pero en cuanto encontró el punto frunció el ceño.

-¿Estás loca? Ya sé que te gusta pero ¿ceder a un chantaje?

-Tu no te metas Leyre.

-No, esto se tiene que acabar -se levantó del sofá y fue a por su movil-. Avisaré a nuestros padres y que ellos decidan.

Y en ese momento Laeti tomó una decisión. No le hizo falta pensarlo demasiado, no quería mudarse de nuevo ni que Everet le contase su secreto a todo el mundo. No sabría decir si fue o no una decisión equivocada, pero según su hermana se acercó a la mesa en la que había dejado el teléfono, se levantó y la agarró de un brazo para que la mirase a los ojos. Leyre quiso evitarlo, intentó cerrar los ojos o apartar los suyos de aquellos brillantes orbes amarillos.

-Escúchame atentamente Leyre. No vas a decir nada, no vas a llamar a nadie para contarle esto y no intentarás pararlo. ¿Me has entendido? -asintió despacio-. A partir de ahora y hasta que todo esto termine harás cuanto yo te diga, sin importar qué sea -Leyre repitió su gesto-. Perfecto -la soltó-. Me apetecen fideos instantáneos. Sé que la tienda está a tres manzanas pero estoy segura de que no te importa.

Leyre no necesitó más palabras. Se dio media vuelta, agarró su bolso y salió a la calle para comprar lo que su hermana le había pedido. Desde el balcón Laeti la vio marchar y cerró los ojos con tristeza. Odiaba hacerle eso a su hermana pero no tenía elección.

A la mañana siguiente Everet fue a buscar a Laeti y nada más verla fue a besarla, pero Leyre apareció en medio del pasillo, ladeó el rostro al verlo y siguió camino hacia la cocina para desayunar.

-¿Qué le pasa?

-He tenido que controlarla.

-¿Qué?

-¿Prefieres que me marche? Si no lo hago al menos durante un tiempo tendré que mudarme, otra vez. Ya sería la sexta en un año. No cuentes conmigo para eso.

-Está bien.

Everet miró a Laeti sin saber qué pensar. Su novia era peligrosa, solo hacía falta ver a su hermana, convertida en una especie de muñeca sin voluntad. Sabía que no estaba bien, ambos lo sabían. La joven suspiró pesadamente y fue hacia su armario para buscar unos vaqueros ajustados llenos de cadenas y una camisa roja y violeta. En cuanto terminó de vestirse agarró su bolsa y miró a su hermana, que acababa de terminar el desayuno.

-Tienes que ir a clase, hoy tienes examen -asintió-, y haz el favor de actuar como un ser normal.

Nada más oír esas palabras Leyre recobró un poco de lo que solía ser en sí misma y la miró sonriendo. Incluso su cabello rubio parecía haber recobrado brillo y fuerza. Laeti la observó detenidamente, mientras ella recogía sus cosas para irse.

-¿A qué instituto va?

-A ninguno. Ella está ya en la universidad.

-¿Y qué estudia?

-Ingeniería aeronáutica.

Leyre no habló en todo el camino, no hacía nada sin que su hermana se lo dijese y seguía prácticamente los mismos pasos. Nada más llegar a la entrada de la universidad se detuvo.

-Ahora escúchame atentamente. Voy a soltarte, pero cada vez que intentes decir algo sobre mi o que pienses en llamar a alguien para contarle esto te dolerá todo el cuerpo hasta que cambies de opinión.

-Entendido.

Laeti sabía bien cómo hacer lo que hacía, llevaba años practicando con cualquiera que encontrase y siempre había tenido todo cuanto quería, incluso su propio modo de vestirse era gracias a esos poderes. Cerró los ojos y al volver a abrirlos se encontró con que Leyre volvía a ser la de siempre, y además estaba molesta.

-¿Cómo te has atrevido?

-Llegarás tarde al examen si no te das prisa.

Laeti señaló el reloj que coronaba la fachada principal del edificio y su hermana volvió la mirada. El examen estaba a punto de empezar y su clase casi al otro lado del campus. Miró a su hermana y se despidió con un "ya hablaremos" antes de irse corriendo a clase.

-Por cierto, ¿te importa que faltemos hoy?

-Para nada, no tengo ganas de aguantar imbéciles.

-Mejor, así puedo presentarte a un amigo. Siempre ha querido conocerte y ahora me tiene envidia. Espero que podamos arreglar eso.

Laeti estuvo a punto de preguntar a qué se refería pero se calló y lo siguió hasta un parque bastante alejado del instituto. Allí los esperaba un chico al que ella ya había visto varias veces y que había catalogado como un acosaodr maniático. Era un chico bastante normal, alto y delgado, con el cabello rubio y los ojos azules. A ella le parecía de lo más normal, demasiado como para caerle en gracia, pero Everet lo saludó de buenos modos y a Laeti le costó hacer lo mismo.

-Tu debes de ser Laeti.

-Así es, y tu eres...

-Lucas.

-Un placer.

Hubo un incómodo momento de silencio y Lucas acabó por mirar a su amigo algo confuso y preocupado.

-¿Lo sabe?

-No -respondió Everet-, pero mejor vamos a tu casa y se lo explicamos.

-¿Explicarme qué?

-Ya lo sabrás.

Laeti odiaba que le ocultasen cosas, se sentía perdida y no le gustaba nada esa sensación, pero no le quedó otro remedio y acabó por aceptar ir a casa de Lucas. No era algo que quisiese realmente, pero tampoco quería seguir allí más tiempo.

Vivía en un piso en el centro, cosa que ella odiaba, y al llegar dejó la mochila en un rincón. Tenía la sensación de que algo pasaría y no se equivocó. Everet la agarró por las muñechas para que no se escapase y ante su mirada confusa el chico sonrió y miró a Lucas.

-Tienes que estar bromeando.

-Vamos, no te dejaré sola.

No pudo seguir hablando, Lucas la habia besado y atraía su cuerpo agarrándola de la cintura, queriendo tenerla más y más cerca. Ella no sabía que hacer y en cuanto se separó bajó la mirada. No sabía cómo sentirse y eso solo causo que se quedase quieta, que dejase de luchar contra los brazos de Everet, y al sentir esto él la soltó.

-Everet sé claro, ¿qué es lo que quieres?

-Verás, mi fantasía siempre ha sido hacer un trío, y ya que a él le atraes...

-¿Por qué no me lo preguntaste?

-Me gusta darte sorpresas.

Everet la tomó de la mano y la llevó a la habitación de Lucas. Era un chico muy desordenado, tenía ropa tirada por todas partes, pero decidió no fijarse en ello. Iba a tener que pasar por algo que no le hacía gracia, el pensar que otro la iba a tocar le daba prácticamente asco y mucho más el saber que no podía evitarlo. Se sentó en la cama al lado de Everet, procurando evitar mirar a Lucas, pero ni siquiera hacía falta que se fijase en él para darse cuenta de que estaba hecho un manojo de nervios.

-¿Puedo ir primero?

-Vamos a disfrutarla los dos -sonrió-, pero es mi novia y prefiero desnudarla yo.

Eso relajó un poco la tensión de Laeti, pero aquella sensación no duró demasiado porque Everet la dejó mirando a Lucas, sintiéndose demasiado observada por él.

-Que ojos más bonitos.

-Sí, preciosos -dijo Everet-, pero no los mires demasiado.

-¿Te molesta?

-No, es que sus ojos tienen cierta habilidad -dijo antes de morderle el cuello a Laeti-, algo peligroso pero que nos vendrá muy bien.

Laeti no pudo decir nada, antes de poder protestar Everet le quitaba ya la camiseta, que se enredaba un poco en sus coletas, antes de salir por completo de su cabeza, dejando ver un precioso sujetador de encaje rojo y negro. Lucas la miró con deseo, pero su amigo le hizo una señal para que esperase y le soltó el sostén, mostrando sus senos.

-Ahora.

No hizo falta nada más, Lucas besó su cuello antes de bajar a sus senos y recorrió el vientre con su lengua, aunque también la mordía, cosa que la excitaba, por más que quisiese evitarlo. Sus manos bajaron al cierre de sus pantalones, y aunque Laeti esperaba que Everet lo detuviese, fue él quien desabrochó sus pantalones y los bajó despacio, junto con sus bragas.

-Déjame hacerlo.

-No -Lucas bajó la mirada-, aunque pensándolo bien casi prefiero que lo hagas y me la coma a mi.

Laeti se sonrojó de golpe, no sabía que las cosas se le irían de las manos, al menos no hasta tal punto, y en cuanto Everet la dejó tumbada en la cama y se subió encima de ella, sin hacerle daño, cerró los ojos. El sentir a Lucas abriendo sus piernas y acercándose a su sexo la ponía nerviosa y abrió los ojos para mirar a Everet, para intentar hacerle ver que lo estaba pasando mal, pero su sonrisa acabó por decirle que todo saldría bien y asintió. El chico, al ver ese gesto, abrió el cierre de sus pantalones y su miembro salió, grande y duro, quedando justo a la altura de sus labios.

-Hazlo Lucas.

Everet había dicho aquello con intención de hacer que abriese su boca, puesto que, a pesar de ser él, no confiaba en la situación. Lucas no se hizo esperar, se lanzó a por ella y empezó a lamerla con deseo, enredando su lengua en el clítoris y aunque lo abandonaba de vez en cuando para meterla dentro de su cuerpo, pronto retornaba para seguir jugando con él. Con todo aquello Laeti no pudo evitar gemir y Everet aprovechó eso para hacer que su miembro entrase en la boca de la chica.

-No lo muerdas, eso duele.

Laeti cerró los ojos, y se dejó llevar. Sabía que no podía librarse de esa situación y tampoco tenía claro si realmente quería hacerlo. Lucas era muy bueno y la hacía gemir cada vez que su lengua exploraba dentro de ella, aunque esto quedase mudo por los gemidos de su novio y por no poder apenas respirar. Odiaba admitirlo pero lo estaba disfrutando, tanto que al sentir su cuerpo tensarse en un silencioso orgasmo no pudo evitar apretar sus labios y Everet se corrió dentro de su boca. En aquella posición tuvo que tragárselo y cuando se alejó de ella la miró sonriendo.

-¿Quieres parar? -negó suavemente-. Eso pensaba -miró a Lucas-. Como es su primera vez y tú eres bastante bruto seré yo quien le de por detrás.

-Pero...

-En esto no pienso ceder.

Aún así cada palabra que salió de esos dos le puso la piel de gallina, y aunque Everet la ayudó a incorporarse, seguía sintiéndose demasiado a merced de esos dos, y lo odiaba. Everet no le dio tiempo de respuesta, y tras lamer sus dedos metió uno de ellos en el trasero de Laeti, que cerró los ojos en un escalofrío de dolor.

-Le haces daño -dijo Lucas.

-Lo sé, pero tengo que hacerlo -lo miró-. Deja de protestar -de nuevo bajó la mirada centrándose en su tarea-. Abrázala, eso la calmará.

-¿Puedo besarla?

-No creo que te deje, pero puedes intentarlo.

Lucas intentó besarla, pero tal y como Everet se temía desde un principio, ella huyó de sus labios y solamente apoyó la cabeza en su hombro, dejándole más espacio a su novio. Viendo esto no tardó en meter un segundo dedo y hacer que se revolviese dentro de ella, abriéndola para él. Tardó un buen rato en conseguir arrancarle un ligero jadeo de placer y cuando lo tuvo dejó que se sentase, quedando cara a Lucas.

-Lucas, tu primero.

No se hizo esperar, se acercó a ella y la penetró despacio, arrancándole gemidos de placer. Una vez estuvo dentro paró para que su amigo pudiese empezar, pero los obligó a tumbarse quedando ella sobre Lucas.

-No te muevas.

-¿Vas a hacerlo tú todo?

-Te lo pasarás mejor que yo.

Lentamente la penetró por detrás, y Laeti acabó por morderle el hombro a Lucas para evitar chillar de dolor. Estaba más grande de lo normal, quizá porque cumplir una fantasía le excitaba mucho, y empezó a moverse sin avisar a ninguno de los dos. Laeti gimió de placer mezclado con algo de dolor. Lo que Everet le hacía estaba empezando a gustarle, pero todavía le dolía, así que todo el placer venía de Lucas, que no podía evitar moverse casi al mismo tiempo que su amigo. Everet la agarró de la cintura y cuando la tuvo pegada a su cuerpo, apretó sus pezones para darle más placer. Lucas icorporó y atrapó sus muslos para sostenerse en estos y empezar a darle también. No era algo rítmico, los dos estaban muy excitados y ni siquiera lograban controlarse como para, encima, adaptarse a los movimientos del otro. Lejos de molestarle, a Laeti le volvía loca y no podía evitar gemir. Sabía ya cuando se acercaba al climax y, al estar tan cerca, su cuerpo empezó también a moverse sin que pudiese detenerlo.

-Quiero correrme dentro de tu novia.

-Por esta vez.

Laeti nunca supo si Everet dijo aquellas palabras por lo jodidamente excitado que estaba o porque realmente lo pensaba, el caso fue que al darle ambos a la vez tan fuerte acabó por correrse antes que los dos, y aunque fue prácticamente a la vez, pudo sentir los fluidos de Everet y Lucas recorriéndola por dentro.

-Joder...

-Pues que sepas que es la primera y última vez que la tocarás.

Laeti no dijo nada, simplemente se tumbó en la cama dándoles la espalda a los dos, y ante un gesto de Everet, Lucas desapareció por la puerta, dejándolos a solas. Laeti parecía odiar que, al menos en ese momento, Everet la tocase, pero no pudo evitarlo. Había tantas cosas que no podía evitar que empezaba a preguntarse qué estaba haciendo exactamente con su vida y, más aún, si podía arreglarlo.

-¿Estás enfadada? -negó despacio-. ¿Entonces qué te pasa?

-Creía que eras diferente -suspiró pesadamente- que me querías, pero me equivoqué.

-¿Qué te hace pensar eso?

-Lo que acabas de hacerme.

-Si te prometo que no volverá a pasar, ¿me creerás?

-¿Qué es lo que quieres de mi?

-Que me ayudes con unos problemas. Cuando lleguen las vacaciones de verano te prometo que todo será diferente.

-¿Solo dos meses más?

-Es todo.

-¿Qué tengo que hacer? -dijo tras levantarse de la cama.

-Mi profesor de historia tiene un fetiche por las chicas con trenzas. Todas las mujeres que quieren aprovar llevan trenzas -sonrió-. Yo lo intenté, pero a parte de que quedé como un payaso, casi me hecha de clase.

-Y quieres que yo le convenza de que te aprueve -asintió-. ¿No sería más facil estudiar?