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La alumna que imparte placer en el colegio. II

en Grandes Relatos

Continuación:

El día siguiente fue sábado y tuvimos que asistir a la escuela porque el maestro de diseño nos citó para realizar las prácticas de dibujo en el edificio de artes. En toda la escuela solo había tres grupos, el de nosotros y otros dos que también estaban en el mismo edificio. Como solo duraría dos horas y en un horario más tarde, o sea más calentito, me fui vestida con una falda amarilla de varias caídas y que me llegaba a media pierna, mi blusa era blanca pero no se notaba porque tenía un suéter rojo.

Cuando Fernando me vio, se me acercó y me dijo que yo me veía hermosa y muy sexy. Luego volvió a insistirme, y aunque no le dije que no, trataba de alejarme de él pero me seguía a donde fuera. Por un momento me sentí como las perritas que son seguidas por los perros en celo y que solo se alejan de ella cuando consiguen aparearse.

El maestro fiel a su costumbre de llegar tarde, seguía sin llegar, supuse que se demoraría más tiempo y decidí divertirme un poco con mi acosador. Quise ver hasta donde era capaz Fernando de seguirme y me fui alejando cada vez más del salón donde tendríamos la clase, tanto que llegamos a otros edificios y en todo momento Fernando caminando a lado mío, tratando de convencerme.

Me decía cosas como que yo le gustaba mucho, que a pesar de que estábamos en grupos diferentes desde el primer grado me traía ganas pero como yo tenía novio, él no hizo nada por ligarme.

Íbamos caminando sobre el segundo piso del edificio de Ciencias Sociales y topamos con el final del pasillo, en donde en lugar de escaleras hay un barandal cerrando el camino.

Al llegar, yo me asome hacia afuera estirándome y consiente que al estirar mi cuerpo se me subiría un poco la falda y Fernando podría ver algo de mi trasero, volteé a los lados vi que no había nadie, estaba vacío el patio, los edificios cercanos, así como el propio edificio en el que estábamos.

Entonces me di vuelta para regresar y visitar otros lugares de la escuela, pero Fernando me atrapó, sujetando con fuerza el barandal con sus dos manos y yo en medio de sus brazos. Entonces me dijo:

- No te voy a dejar ir hasta que me digas que sí.

Yo no dije nada y traté de escapar agachándome para salirme por debajo de sus brazos. Él también bajaba sus brazos y me obstaculizaba con sus pies.

- Ni creas que podrás escaparte -me dijo.

- Entonces grito. –le contesté.

- Pues grita.

- Si no me dejas ir te doy un rodillazo en donde más te duele -lo amenacé.

Para evitar que yo le diera un rodillazo, se acercó más a mí hasta re pegar su cuerpo en el mío y aplastarme con el barandal. A pesar de mi suéter, pude sentir claramente su verga a la altura de mi ombligo. Es que él es alto aunque muy delgado.

- Déjame ir. -le decía yo aparentando estar molesta, aunque en el fondo me excitaba sentir que me dominaba.

- No, hasta que me digas que sí... ¿Entonces sí o sí?

- Claro... claro que no. –le dije casi en broma.

- Entonces así nos quedaremos.

- ¿Y qué ganas con eso? No me puedes tener aquí todo el tiempo.

- Pero te puedo dar todos los besos que yo quiera.

- ¡Si me dejo! -le dije retándolo.

Intentó besarme pero yo me volteaba lo más posible. Entonces él me besaba la mejilla, el cuello y la oreja. Yo sentí un escalofrío recorrerme pues nunca he podido resistir cuando me hacen cosas en el oído y por eso no pude evitar excitarme más.

- ¡Ay no… no hagas eso! –le decía mientras yo inclinaba mi cabeza hacia mi hombro.

Fernando me estaba metiendo su lengua en mi oído al darse cuenta de mi reacción, y con la irracionalidad que provoca la excitación, giré mi cabeza hacia el otro lado y en el recorrido traté de tocar sus labios con los míos, cosa que logré con facilidad, luego dejé que me hiciera cosas en mi otro oído mientras yo le decía que no.

Giré otras dos veces más la cabeza, hasta que no resistí más y lo besé en la boca. Mi excitación me estaba controlando. Es que mis oídos son mi punto débil y además sentía en mi ombligo su verga cada vez más erecta y dura.

- Vente, vamos a un lugar más escondido -me dijo Fernando haciendo pausas en sus besos.

- No... Es que vas muy rápido -le dije con voz muy baja y algo apenada por caer en su juego.

- Es que tú me gustas mucho... si pudieras ver cómo me tienes.

- Sí, ya me di cuenta.

- Por eso vamos... te aseguro que lo vas a disfrutar.

- Es que no sé -le dije muy insegura de mí.

- Mira, vamos y nos damos una probadita, y si no te gusta pues ya no le continuamos... es más te prometo que ya no te vuelvo a molestar con eso.

- ¿Y cómo es eso de la probadita?

- Pues si tú me dices que hasta ahí, pues hasta ahí le paramos... pero eso sí, por lo menos déjame meterte aunque sea la punta de mi verga. Quiero tener la dicha de entrar en ti, aunque solo sea la puntita.

- ¿Y dónde sería?

- Vamos a los baños de este edificio, no hay nadie por aquí, ni creo que alguien venga.

- Es que... no sé.

- ¡Ándale!

- Está bien -le contesté agachando la cabeza y con voz muy baja.

Entonces puso su brazo sobre mis hombros y nos fuimos caminando hacia el otro extremo del edificio, hacia los baños que estaban justo a un lado de las escaleras. Era el baño de hombres, y antes de entrar, Fernando echó un vistazo al rededor para cerciorarse de que nadie nos viera, y luego nos metimos.

Lo primero que hizo fue abrazarme y besarme, mientras lo hacía, metió sus manos por debajo de mi falda, me agarró las piernas y subió hasta mis nalguitas que apretó a su antojo. Así nos metimos un poco más a dentro, hasta los lavabos, me recargó con mi espalda en ellos y me quitó el suéter.

Luego levantó mi blusa hasta descubrir mis pechos, me subió mi sostén y chupó mis pezones. Yo empezaba a gemir y a excitarme, tanto que con una mano empecé a sobarle su paquete por encima del pantalón. Al sentir mi mano ahí, se apartó un poco, se desabrochó el cinturón, se bajó el cierre del pantalón, luego se lo bajó totalmente, y finalmente hizo lo mismo con su ropa interior.

 Gratamente, yo me quedé muy sorprendida, realmente no esperaba ver semejante verga. Parecía que verdaderamente estaba por reventar pues sus venas se exaltaban de sobremanera, su cabeza era grande y brillaba como si estuviera lubricada, era algo gruesa y media como 18 o 19 cm.

Supongo que por lo flaco que él era, yo pensaba que su verga también sería delgada y no tan grande, pero fue una maravillosa sorpresa que me llevé. Me acordé que él me dijo que aunque sea la puntita le dejara meterme, y ahora que se la veía, le dije con el puro pensamiento: "Ni creas que solo será la puntita, la quiero toda adentro de mí", pero apliqué la psicología femenina de hacerme la difícil.

- Recuerda que me prometiste solo la puntita -le dije como si esa fuera mi decisión.

- Sí, está bien. –me contestó como si no le importara.

Se acercó a mí, me levantó la falda hasta meterla y atorarla en el resorte de la cintura de la propia falda para que no le estorbara. Con una mano hizo a un lado mi calzón y con la otra se agarró la verga y la dirigió hacia mi rajita. Estaba tan ansioso de penetrarme que inmediatamente buscó mi entradita.

Se notaba que hacía esfuerzo porque tuvo que doblar mucho sus rodillas para estar a la altura de mi intimidad. Como le costaba trabajo encontrar mi hoyito, yo misma le ayude, abrí más mis piernas y agarré su verga para dirigirla a mi entradita, y le recordé que solo iba a ser la punta.

Él empujó su verga y yo sentí bien rico al insertarme la cabeza de su verga, se quedó así un par de segundos y empujó mas, logrando penetrarme más.

- !Oye, te dije que solamente la puntita¡ -fingí reclamarle.

- Es que mi punta está muy larga.

- Aaaaaah… con razón.

Ya tenía como 7 cm de su verga en mi interior cuando él comenzó a bombearme bien rico. Mis gemidos  se hicieron fuertes y mis ruegos aparecieron.

- ¡Más, más, así, dame más! -terminando mis ruegos con besos en la boca, aunque a él le costaba trabajo responder a mis besos por lo incomodo que estaba al estar medio agachado.

Como cinco minutos después, retiró su verga de mi interior y se apartó diciéndome:

- Ya me cansé en esta posición... ven.

Me llevó hacia los WC y se sentó en uno...

- Yo creo que será mejor si te quitas tu calzón. -me dijo.

- Sí, tienes razón. - Y me lo quité.

De frente hacia él, traté de montarme en su verga pero esta me llegaba más arriba de mi intimidad, entonces Fernando agarró su verga y la inclinó hacia adelante, caminando hacia atrás le acerqué mi rajita y él la colocó en mi entradita.

Me fui agachando, la cabeza de su verga logró entrar sin problemas porque mis jugos ya me habían lubricado toda. Me acerqué más a él y la penetración fue automática, en total tenía como 14 cm penetrándome, él sentado y yo parada. Primero fue él quien empezó a moverse para bombearme pero dos minutos después me dijo Fernando que yo le siguiera.

El mete y saca yo lo hacía doblando ligeramente mis rodillas y regresando a estar en firme, tenía miedo de clavármela por completa. Pero eso fue muy cansado que preferí dejar caer mi peso sobre su pene, y aunque me dolió mucho, logré sentarme totalmente en las piernas de Fer, con sus 18 o 19 cm de verga dentro de mí.

Podría decirse que Fernando llegó a un lugar que ningún otro hombre había llegado. Mi tío quien me desvirgó no tenía la verga tan grande, Eduardo un hombre bien vergudo que me ha estado cogiendo, tiene la verga tan grande que no me ha entrado toda por lo apretada que estoy, y mi profe que me cogió días antes, le faltó unos cm de verga para llegar hasta donde Fer logró llegar.

La sensación era tan sabrosa que tuve un rico orgasmo. Por su parte Fer no dejaba de decirme entre gemidos:

- ¡Así Laurita, así, qué rico se siente, aprietas muy bien, me gustas mucho!

Fue tanta su emoción que no tardó en venirse dentro de mí.

Parecía que él quería sacar su verga de mí pero yo me negué y lo empecé a besar y a hacerle lo que a mí me enciende, le mordí la oreja, metí mi lengua y succioné levemente el aire de su oído. Quise regresarle todo lo que me había hecho en mis oídos para poder cogerme.

Tardó como cinco minutos en volver a excitarse, su verga se había encogido tanto que parecía que en cualquier momento se iba a salir pero al excitarse de nuevo, comenzó a crecer y conforme crecía me iba penetrando nuevamente.

Yo comencé a moverme para terminar de levantarle su pene y bombearme yo misma hasta que alcanzó su máximo. Después de varios minutos me dijo que cambiáramos de posición. Me levanté y me saqué su verga. Regresamos a los lavabos y me recargué de frente en ellos. Paré lo más que pude mi colita y Fer me penetró nuevamente por la vagina.

Era como la posición de cucharita pero de pie porque los dos nos curveamos, claro que él mucho más que yo. Su pecho se recargó en mi nuca y sus brazos estaban también recargados en los lavabos, mientras en frente teníamos el espejo que nos mostraba cómo cogíamos y los gestos de placer que hacíamos.

Nos mirábamos a los ojos y nos sonreíamos en el espejo, mientras el arremetía cada vez con más fuerza con su verga clavada en mí. Se sentía tan rico y me encantó tanto verlo cogerme en el espejo que sentí la necesidad de poner mi mano sobre la suya para apretársela muy fuerte, tan fuerte como embestía mi vagina.

Tanta emoción me hizo descargar mis jugos y tener continuos orgasmos que no me impidieron seguir cogiendo, al contrario estaba tan caliente que estaba dispuesta a pasar a otro nivel…

- ¿Te gusta el sexo anal? –le pregunté entre gemidos.

- ¡Ahhhh con que quieres que te la clave por el culo!

Yo solo moví mi cabeza para decir que sí.

Como era muy reciente la cogida que me dio el profesor de cálculo en mi ano, pensé que no le sería tan difícil a Fernando penetrarme, además de que su verga no era tan grande como la de Eduardo y yo quería experimentar ser penetrada por una verga más grande que la de nuestro profe.

 Fernando hizo un primer intento pero no pudo ni meterme su cabecita, entonces yo le dije que con salivita por favor. Se escupió su mano varias veces y cuando ya tuvo una gran cantidad me la untó en el ano, tratando de meterla en mi interior con un dedo.

Hizo un nuevo intento pero su verga se doblaba un poco, para reafirmarla se la jaló varias veces y volvió a tratar, su cabeza logró entrar, luego fue empujando hasta que ya no avanzó más. A diferencia de la vez que me cogió el profe, parecía que lo apretado solo estaba en la entradita de mi culito y que ya adentro no estaba tan apretado pero aún así se sentía riquísimo.

Fernando comenzó con su mete y saca, mientras yo me sobaba mi clítoris y me excitaba ver a través del espejo como me cogía. Fue tanta mi excitación que tuve un gran orgasmo que hizo que los líquidos de mi vagina salieran y escurrieran por mis piernas.

Por un momento me preocupé porque no quería que mi falda se manchara. Luego recordé que tenía un suéter y pensé en amarrármelo en la cintura y tapar con él cualquier mancha. Entonces dejé de preocuparme y seguí disfrutando de tan placentero y delicioso momento.

Ni siquiera me afectaba el perder una de mis faldas favoritas, es que estaba como poseída por la lujuria, nada me importaba más que disfrutar del momento, y mi excitación controlaba mis pensamientos.

A Fernando le faltaba poco para volver a venirse, cuando de pronto, escuchamos voces acercándose. Pensé que él se detendría pero siguió bombeándome como si nada. Las voces entraron al baño y en el reflejo del espejo, miré a dos tipos parados mirando con atención cómo me cogían.

Eran precisamente Alberto y Marco Antonio, los amigos de Fer que nos habían seguido y ahora se atrevían a entrar. Yo traté de separarme de Fernando pero estaba aprisionada contra el lavabo, y este siguió cogiéndome por unos segundos más hasta que lentamente y muy despreocupado se retiró de mí, se subió el pantalón pero sin abrochárselo, para que no se le cayera lo sujetó con una mano y me dijo:

- No te preocupes, yo arreglo esto.

Mientras tanto sus amigos se salían del baño al ver que interrumpían nuestra cogida.

Entonces Fer les dijo:

- ¡Esperen! -y se salió tras ellos.

Tardaron como dos minutos platicando afuera del baño.

Yo tenía sentimientos encontrados, por una parte sentía mucha vergüenza de que nos cacharan sus amigos, y por otra, seguía tan caliente que quería seguir cogiendo y tenía la esperanza de que Fer regresara para continuar.

Cuando Fer regresó me dijo:

- No te preocupes, no van a decir nada, pero a cambio quieren que les demos chance.

- ¿Cómo que chance? No entiendo.

- Sí, que los dejemos participar.

- ¡Qué! ¿Están locos o qué?

- Pues así te aseguras que no dirán nada... Además dicen que cada uno te dará mil pesos.

Sigo sin entender el por qué yo dije que sí, tal vez fue por la calentura del momento, pero sin meditar acepté algo que en todo momento me parecería inconcebible. De hecho pensé en retractarme pero Fernando salió rápidamente para comunicarles mi decisión. No me dio tiempo ni de pensarlo mejor.

 Ellos entraron felices y haciéndose bromas

- Si a ti ni se te para -le dijo Alberto a Marco Antonio.

- Seré puto como tú -le contestó este.

Yo los interrumpí diciéndoles que primero me tenían que dar el dinero, pensé que no lo tendrían, pero en sus manos cada uno ya tenía su dinero preparado. Se me hizo extraño porque gran parte eran monedas y billetes de baja denominación, y cada uno tenía un billete de a 500 pesos.

Mientras contaba el dinero, cosa que me costó mucho trabajo porque mi mente seguía sin pensar con claridad y yo muy excitada, ellos seguían diciéndose de cosas.

Mientras ellos se hacían bromas y se bajaban los pantalones para sacar sus vergas y jalárselas, Fernando me volvió a poner frente a los lavabos y el espejo, levantó mi falda para descubrir nuevamente mi trasero desnudo, y aunque su verga ya había perdido fuerza, logró penetrarme por la vagina.

Rápidamente se puso firme y me hizo gozar. Sus amigos al ver eso, dejaron las bromas a un lado y tomando sus propias vergas, se las jalaron para que se les parara. Yo los veía en el espejo, estaban muy ansiosos mirándome.

Al primero que se le paró fue a Marco Antonio, su pene era algo chica, le media como 12 cm. Fernando al darse cuenta se quitó y le cedió su lugar a Marco. En ese momento me sentí como una verdadera puta, y lo peor de todo es que me gustaba esa sensación.

Fácilmente me penetró con toda su verga dentro de mí y se puso a bombearme, aunque se sentía rico y me mantenía bien prendida, no era lo mismo. Su verga parecía estar a mi medida, pero a mí me gusta sentirme muy abierta a punto de reventarme o a partirme.

Duró un poco más de un minuto y se vino dentro de mí. Como a Alberto todavía no se le paraba, Fer me volvió a penetrar, luego Alberto se formó atrás de él y le dijo "Voy".

Entonces me la clavó y seguí disfrutando pues su verga era un poco más grande que la de Marco. Además se movía muy bien y rápido, al bombearme procuraba que su verga llegara hasta el fondo y al regresar quedara a milímetros de salirse.

Aunque se salió dos veces, no me importó, es que me penetraba con velocidad y cuando menos lo esperaba daba un fuerte y salvaje empujón para clavármela hasta el fondo. Eso se sentía muy rico, era como si me castigara con coraje al penetrarme con fuerza bruta.

Tardó como diez minutos en eyacular su lechita en mi interior, en ese tiempo yo tuve un orgasmo y estuve a punto de tener otro. Cuando me la sacó sentí demasiados líquidos escurrir de mi vagina hacia mis piernas, e incluso empezó a gotear directo de mi vagina al suelo. Antes de que me volviera a penetrar Fer, tomé con una mano esos líquidos para verlos y confirmé que la mayor parte era el semen de esos chicos.

Fernando me volvió a penetrar, pero esta vez lo hizo tan rápido como pudo. Yo pegue de gritos, me dolía y a la vez era riquísimo. Tuve orgasmos continuos como los que sentí cuando estuve con mi maestro. Tomando un respiro, sacó su verga de mi vagina y la colocó en mi ano, me la volvió a clavar y a penetrarme rápido y con mucha fuerza.

A los cinco minutos se detuvo, dio fuertes gemidos y descargó hasta la última gota de su lechita en mí. Pensé que ya era todo pero no me había dado cuenta que Marco Antonio estaba esperando su turno ya con su verga parada. No quiso quedarse atrás y también me lo hizo muy rápido aunque solamente por mi vagina. Yo volví a gemir con fuerza y a tener orgasmos. Como cuatro o cinco minutos duró y también descargó lo que le quedaba de su lechita en mí.

Alberto tampoco se quiso quedar atrás y también me volvió a penetrar por la vagina, y aunque todavía no se recuperaba, me bombeó y poco a poco su verga se puso bien firme y me hizo gozar de un placer increíble. Su mete y saca era rápido y con toda su fuerza, y minutos después se vino pero en lugar de descansar me dio lo más rápido que pudo antes de que su verga perdiera su firmeza.

Empecé a sentir algo extraño, era como un orgasmo que poco a poco se acercaba, Alberto se cansó y sacó su verga, pero el orgasmo no dejaba de acercarse. Segundos después, sentí espasmos involuntarios en mi vagina que se incrementaron de golpe. De pronto un chorro de mi orina salió disparado sin que yo pudiera evitarlo. Un escalofrío incontrolable recorrió mi cuerpo y sin control de él, me desplome sobre los lavabos.

Tardé varios minutos en recuperarme, no sé por qué pero me sentía muy feliz. Me habían cogido como si yo fuera una gran puta y no me importaba. Cosa que enorgulleció a los tres chicos que se vistieron y se salieron del baño a esperarme que yo también lo hiciera.

Mi falda quedó muy manchada, lo malo es que era una de mis favoritas. También me tuve que quitar las calcetas y limpiar mis zapatos que estaban embarrados principalmente de semen y orina. Me limpié y me puse mi calzón, me amarré el suéter en la cintura, me eché demasiado perfume para no oler a sexo, me arreglé y como una hora después salí. Los chicos seguían esperándome, pero para entonces ya todos los compañeros de nuestro grupo se habían ido y nosotros éramos de los últimos en salir de la escuela.

Me acompañaron a tomar mi camión y yo me fui muy contenta recordando lo sucedido y planeando qué hacer con los dos mil pesos que me había ganado fácilmente.

Cuando la euforia se me bajó, reflexioné y llegué a la conclusión de que desde antes habían planeado cogerme entre los tres. Fue muy raro que Alberto y Marco no entraran a la clase de diseño y nos encontraran en ese preciso baño. También creo que pidieron prestado para completar el dinero y por eso tenían mucho cambio.

También me quedé con una sensación de incredulidad. Aún sigo sin creer que fui capaz de hacer algo así, es como si ni yo misma me reconociera, qué bajo he caído, y cuando me acuerdo  de eso, la verdad es que aunque me excito, también me entra un sentimiento de vergüenza y de culpa.

También me preocupa que algún día uno de ellos diga algo, realmente no me gustaría que los demás compañeros se enteraran. Espero sinceramente que cumplan su promesa de no decir nada.

Con respecto a Fernando, seguido vamos a coger en un hotelucho que está muy cerca de la escuela, sobretodo, cuando tenemos horas libres. Él se enorgullece en presentarme como su novia y así me trata en la escuela, aunque en la realidad no lo somos. Dice que está muy enamorado de mí pero yo no le creo porque si así fuera, él no hubiera dejado que sus amigos me cogieran.

En cuanto a quedar embarazada, ya no me preocupa pues desde hace un mes, estoy tomando anticonceptivos por las relaciones que tengo con Eduardo.

Bueno, espero que les haya gustado tanto como a mí en experimentarlo y escribirlo. Besos.