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Lobo tal vez feroz

en MicroRelatos

Abrió los ojos, escudriñó a su alrededor pero ni rastro del lobo feroz. Se sentó notando la agradable frialdad del taburete entre la piel y la tela de sus braguitas y sonrío pensando que le hubiera gustado compartir esa taza de chocolate caliente con alguien “peludo” y fiero esa mañana. Son días, esos días en los que te despiertas gamberra y a la vez contenta, sin saber porqué, pero es así. Y buscas alguien que te cuente un cuento... Son minicuentos para Caperucita, para contar antes de mirarla entrar en la ducha mientras suena una bonita canción de fondo. Darle un minuto y entrar a mirarla en la ducha sin caperuza. Viendo resbalar agua templada sobre una sonrisa, una piel joven y un cuerpo que sale en los cuentos para mayores y en las fantasías. Tocándote mientras sabes que ella te observa casi de refilón, a modo de pícara compañera de piso con novio en otra ciudad, o compañera de trabajo con poca vida social fuera del día a día, o esa amiga que siempre te sonríe de una manera que a tí te parece demasiado interesante para ser casual. 

Supongo que el lobo acariciaría sin desgarrar los tatuajes de la espalda, mientras un simple poeta de contenedor alabaría con palabras bonitas y loas la belleza de esos dibujos en la piel. A su vez, Caperucita dibujaría esa sonrisa horizontal tan atractiva y mojaría levemente la vertical. Quizás sus pechos también quisieran decir algo, y apuntarían al frente duros y también húmedos, sensibilizándose a lo que tal vez le espere al salir del baño… Seguramente no utulizaré los labios para recitar versos sino para probar sabores y mezclar fluidos cuando salgas empapada, y también ya seca, de la ducha :)