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Convirtiendo a mi novio en mujercita I.

en Transexuales

Ahí estábamos, él acostado con el pie del asaltante sobre su cabeza y una pistola apuntándole en la sien. Yo siendo violada salvajemente por los sujetos que se metieron a la bodega abandonada que, hasta ayer, había sido el lugar que habíamos elegido mi novio y yo para construir nuestro nido de amor. Podía darme cuenta que el sufría por lo que estaba pasando, debo admitirlo yo lo estaba disfrutando. Me encantaba que me manosearan con tanta brusquedad ese par de tipos, hasta su aroma fétido me ponía cachonda, la verdad era una delicia, lo difícil fue fingir que no me gustaba delante de mi novio.

Me encantaba como esos sujetos me habían puesto en posición de perrita y mientras uno me la metía por el culo, el otro me hacia chuparle su cosa sucia. Sé que estoy mal, pero fue una de las experiencias más degeneradas y excitantes que me habían pasado. Lo gozaba como nunca, era una delicia, me encantaba sentir dentro de mi esas feas, pero sabrosas trancas.

Se notaba que mi novio sufría muchísimo, su cara lo decía todo estaba derrotado y humillado. Pero todo empeoro cuando comenzó a llorar de impotencia por no poderme defender de aquellos sujetos, que él creía me estaban haciendo daño y yo sentía que me daban placer. Los tipos le hicieron burla diciéndole que los hombres no lloraban y comenzaron a golpearlo.

No eres ni lo suficientemente hombre para defender a tu mujercita, mira goza como una puta, le dijo mientras lo golpeaba. Lo levantaron del cabello y de un sólo golpe lo doblaron quedando en posición de perrita. Uno de los tipos que me violaban, me volteo hacia él y me dijo:

Saluda a tu nueva novia mientras se reía de mi. Él sujeto que tenia a mi novio amenazado lo golpeo mientras otro le bajaba los pantalones y sacaba su miembro del pantalón. Suena muy raro, pero la imagen me excitaba, estaba húmeda, el tipo que me violaba se dio cuenta y comenzó a reírse a sus adentros. De pronto el tipo comenzó a penetrarlo, la imagen era muy triste, pero en el fondo me excitaba, me daba placer ver a mi novio sometido por esos amos del sexo.

Ahí estaba llorando y gimiendo de dolor, los tipos se divertían, yo estaba poseída y mojada. La imagen me prendía. La verdad él no aguanto mucho y quedo inconsciente después de varias embestidas. Fue cuando me sentí libre y comencé a disfrutar de todos esos machos para mi sola. La verdad hicieron conmigo lo que quisieron y nos dejaron a los dos tirados.

Perdí la conciencia con una sonrisa en los labios y lo único que recuerdo es que amanecimos en un hospital....

Tres meses después yo no lo había superado. La verdad extrañaba ese sentimiento que me había provocado una excitación enorme. Extrañaba y añoraba ese día, aun fantaseaba con esos bribones. Pero algo si había cambiado, mi novio ya no me atraía físicamente, cada vez que intentaba acercarse recordaba su imagen siendo penetrado por esos salvajes y ardientes pandilleros.

Para ser honestos ya no me atraía y menos me hacía sentir protegida, la situación era horrible. Ya no lo veía como un hombre, pase mucho tiempo sufriendo hasta que decidí alejarlo. Y empecé un plan.

Lo primero que hice, fue quitarle el sexo. Le dije que aún no superaba el incidente y de ser una pareja que follaba cada tercer día lo deje tres meses sin nada, ni la más mínima caricia. Cuando el dejo de insistirme en que cogiéramos, yo aplique mi verdadera treta me le abalance muy ganosa e intente seducirlo, pero después dije que no estaba lista. Él tuvo que resignarse a que solo lo masturbará con mis manos, pero debido a la falta de sexo lo vio como un tesoro. Y así me lo lleve hasta llegar a mi meta.

La segunda acción que comencé fue matarlo de hambre, comencé una dieta y lo obligue a ayudarme, a pesar de que era muy delgado lo hice bajar más de peso. Llego un momento en que hasta la ropa de talla XS de hombre le quedaba grande, ese fue el momento cuando comencé los primeros pasos. Comencé a decirle que su ropa le quedaba muy grande y le pedí que se pusiera algunas de mis playeras.

Al principio se negó, pero luego me ponía a llorar y le hacía drama si no obedecía, de mala gana aceptaba. Al principio fueron playeras sin forma, después encontré el modelo ideal, le hacía ponerse playeritas tipo polo de chica, que además de formarle una silueta muy femenina cuando se ponía un suéter o chamarra no se notaban que eran de chica. Compre varias playeritas de este tipo que conforme paso el tiempo pasaron a ser parte de su guardarropa.

Lo mejor fue cuando una vez caminando por una plaza, los pantalones estuvieron a punto de caérsele, ataque de nuevo y le dije que si quería se pusiera unos míos, no tuvo más remedio la ropa se le caía al probárselos los bóxers se le notaban demasiado, acerté otro golpe dándole una de mis braguitas, no quiso pero volví a llorar y de mala gana se los puso. Al verlo la imagen me encantaba, se le había hecho un cuerpo bien formadito, mis pantalones y mis playeras se le veían espectaculares. Parecía una chica adolescente.

En ese momento comencé a besarlo haciendo alusión a lo bien que se veía, para reforzar el que usará mi ropa ese día le regale un buen sexo oral. La verdad fue muy tierno ahí me di cuenta que ya no lo veía como aquel macho que me encantaba, si no que lo veía como una especie de mejor amiga. El que lo hubieran follado, me hacía verlo de diferente manera. Fue como besar a una de mis amigas.

Ya con las braguitas, los pantalones y las playeritas el siguiente paso fue obligarlo con dramas y chantajes a que se pusiera uno de mis sostenes, no lo llenaba, pero me encanta verlo nulificado de ese forma. Después comencé a ponerlo a hacer tareas de la casa, de mala gana, pero las hacía.

Aprendí a llegar tarde a casa para que él tuviera que hacer todo el trabajo. Con él tiempo dentro de casa se vestía con pantalones, playerita y ropa interior de chica. Se veía muy lindo, pero sus ademanes no cambiaban y no quería usar maquillaje. Aunque, eso sí, cuando salíamos lo obligaba a cargar mi bolsa de mano, lo que hacía que todo mundo lo viera como un sumiso.

Comencé a condicionar su mente con un sistema muy simple, si hacia lo que yo ordenaba le regalaba una chupada; si no obedecía, simplemente lo maltrataba y lo dejaba sin si quiera esa mamada, que para esas fecha era su único placer. Cada vez que se corría comencé a decirle que se imaginará follada como una bella chica. Al principio protesto, pero con la amenaza de negarle placer dejo de quejarse.

Para esta época, debo admitir que no dejaba de pensar en aquel día en el que mi novio, que ahora era cada día más sumiso, había sido reemplazado por esos rudos machos que me dejaron con mi cuquita bien roja y con más ganas de más sexo. Un pensamiento morboso se apodero de mi y comencé a buscarlos y descubrí que uno de ellos estaba en la cárcel.

Fue en ese momento que una idea muy bizarra paso por mi mente, encontré una página de sexo por internet. Ahí comencé a hacer e idear toda clase de fechorías, lo primero que hice fue subir fotos mías en ropa escotada y ajustada. Los galanes me llovieron por montones, filtraba coqueteaba y follaba prácticamente cada tercer día con alguno. Era delicioso y la verdad me encantaba sentirme muy putita. El remordimiento no existía, pues por más que intentaba no consideraba a mi novio un hombre como antes. Y mientras no pudiera encontrar a los machos que me dejaron enculada, no podía hacer más.

Compre unas píldoras anticonceptivas y empecé a darle una al día sin que lo supiera. El cambio no fue muy dramático, pero se iba notando, cada vez me pedía menos chupadas, su cuerpo iba tomando diferente forma y ahora era muy sensible lloraba por todo.

Más que físico el cambio era psicológico, se volvía más dócil. Me encantaba ver como cada día disfrutaba más y más de su nueva condición, prácticamente se había convertido en la ama de casa. Pero algo me gustaba aún más cuando veía a un chico o interactuaba con ellos, se ponía nervioso y no los veía a los ojos. Al preguntarle él lo negaba, pero estaba claro que el veía a los hombre como superiores.

Una noche empezó a llorar sin motivo, aunque yo sabía que era por las hormonas, lo abrace y le dije que no se preocupará. Fue cuando empecé a llenarlo de mimos y caricias y le pedí que se pusiera mis braguitas y comencé a masturbarlo con ellas. Su cosita ya no se ponía dura... parecía que estaba tocando un pequeño clítoris. A pesar de todo él disfrutaba, fue cuando comencé a decirle que debía admitirlo que estaba hecho para dar placer que ahora se había convertido en una mariquita.

Él lloraba, pero yo le dije que lo aceptará que dejará de reprimirse. Comencé a besarlo metiendo toda mi lengua por su boca, se veía que estaba excitado, pero su cosita no se ponía durita. Le dije que no se preocupará y comencé a tocarle su penesito. Y puse un dedito en su ano sin penetrarlo, soltó un gemido que se escucho muy mariconcito. Continúe frotando su culito, se le notaba que lo estaba gozando. Fue cuando comencé a decirle que se imaginara que un hermoso chico lo estaba follando. Le pedí que imaginará que un tipo alto y musculoso lo estaba convirtiendo en una hermosa y coqueta mariquita. Que lo disfrutará, su colita se dilataba.

Estas muy receptiva ¿Quieres que te meta mi dedito?, le dije mientras seguía frotando su dilatado ano y le tocaba sus pequeñas tetitas. El me dijo que si con lagrimas en los y su hombría desecha, fue cuando le comenzó a meter a y a sacar un dedito.

El gemía y lo disfrutaba, después de un rato le pedí que se pusiera en posición de perrita, tome un plumón grueso le pedí que lo chupará, ya una vez lubricado por su propia saliva, le arranque su hombría por el culo. Metí el plumón y el más femenino gemido salió de sus entrañas. Gozaba y se retorcía como un gatita en celo, le pedí que lo disfrutará que aceptará su destino. Que a partir de ahora así sería su vida y que debía que ser una putita obediente. Una lagrima brotaba de su mejilla, pero la excitación estaba apoderándose de él. Besaba su cuello y lo llenaba de caricias como si él fuera la chica.

Después de unas ricas embestidas, se vino sin tocar su pene. Recogí su semen con mi mano y lo puse frente a su boca, lo obligue a comerlo. Se le veía humillado, pero le dije que era normal, pues estaba asumiendo su nueva condición. Me dijo que él quería ser normal, pero le dije que un chico que había sido follado por unos salvajes, solo tenía la opción de ser un mariconcito afeminado y que tenía que acostumbrarse.

Trato de contestarme, pero una cachetada doblego su voluntad, dejándomelo muy dócil para hacer con él lo que quisiera. Para terminar de tenerlo a mi merced, me salí de la habitación y fui a ponerme un uniforme de colegiala que siempre le había gustado.

Me sentía hermosa, la faldita corta y tableada hacia lucir mis largas piernas; mis senos se marcaban a través de la ajustadísima blusa blanca, la corbata marcaba más mi cuerpo y las calcetas y tacones complementaban mis personaje. Me sentía poderosa, sabía que mis ojos verdes, nariz respingada y carita le encantaban. Era toda una diosa.

Mi intención era provocarlo, me puse junto a él mientras él seguía exhausto en posición de perrita y con el plumón en el culo. Le pregunte que cómo se sentía, me dijo que él no era así. Le dije que me lo demostrará, que si de verdad era un hombre me follará sin piedad y que si no podía iba obedecerme y convertirse en una putita. Me puse frente a él me le trate de insinuar, ahí estaba yo haciendo un maravilloso show erótico, desde luego las pastillas y el cansancio no le permitieron hacerme el amor.

El comenzó a llorar, me dijo que no podía, le dije que no se preocupará, lo lleve de la mano estaba totalmente ido. Lo abrace y le ayude a sacar sus lagrimas, le saque del culo el plumón y lo lleve a la tina. Le preparé la tina con agua caliente, con su masculinidad doblegada me obedecía en cuanto le ordene que se metiera. Comencé a darle un baño, en el momento en que lo sentí más tranquilo saque la crema depiladora y se la comencé a untar. Trato de oponer resistencia, pero una bofetada, le hizo aceptar la crema con resignación.

Mientras lo iba depilando y vistiendo comencé a describirle su nueva condición:

Sé que aún te gustan las chicas, pero lo único que le queda a un chico como tu es admitir que, desde que le dieron esos dioses del sexo, te has convertido en una hermosa mariquita, dijo ella mientras tomaba mis mejillas con sus manos.

Sufrirás, pero con el tiempo aprenderás a disfrutarlo, yo te ayudaré. No te resistas, te enseñare a vivir con ello. Solo es cosa de que te dejes llevar, será doloroso, pero tienes que resignarte.

Admítelo tu cuerpo no es el mismo que antes, has descubierto que tu culito está hecho para recibir placer. Es por eso que ahora vamos a educarlo, para que aprendas a dar placer como una hermosa señorita. Aunque tú nunca serás una mujer, siempre serás un mariconcito afeminado, que aunque le gusten las chicas no tiene más remedio que ser putito.

Comenzó a llorar, al ver que estaba desecho comencé a acariciar su agujerito con ternura. Empezó a estremecerse, estaba tan caliente que a pesar de sus lloriqueos se veía que gozaba. Mientras gozaba le puse un aparatito que le impedía tener erecciones. Le indique que solo yo tenía la llave y que solo yo podía quitárselo.

Su voluntad , su hombría y su persona estaban demolidas lo saque de la bañera y comencé a secarlo. Como autómata se dejo poner la braguita, el pequeño corpiño, la blusa, no protesto, pero no paraba de llorar. Lo humille más diciéndole que a partir de ahora así debería vestirse así todos los días, que íbamos a tirar su ropa de chico y que lo iba a llevar de compras, pero mientras le iba a conseguir algo que ponerse.

Debo admitirlo me encanto verlo en Braguitas y corpiño, su delgado cuerpo se veía como el de una adolescente, se veía muy lindo. Le ayude a acomodarse el apartito que le había puesto, al verlo pude darme cuenta que era muy parecido a mí. Eso me llenaba de ilusión había perdido al amor de mi vida, pero había ganado una hermosa mariquita.

Fue en ese momento que ni tarda ni perezosa fui por una playerita tipo polo de rayas blancas con rosa, agarre unos jeans pegaditos y unos tacones, lo obligue a ponerse todo. Lo hizo sin rechistar, le puse unos rellenos que tenia, le puse un maquillaje pastel muy discreto y una peluca marrón que a veces usaba para ir de puta con mis citas de internet.

La verdad se veía espectacular parecía una pequeña teenager, lo hice mirarse al espejo y estaba más sorprendido que yo. No daba crédito a la imagen que le devolvía el espejo. Aproveche ese momento para acentuar su feminidad y ponerle un hermoso collar de perlas alrededor de su cuello. Ese detalle lo dejo helado, no paraba de ser verse en el espejo y tocarse la cara.

Me apresure para ir corriendo e ir por mi atuendo prácticamente era el mismo, pero la playerita era de color negra y la falda del mismo color me acomode el pelo como su peluca y me pare frente a él. Para ser honestas hasta a mi me sorprendió la imagen, parecíamos hermanas, pero por su delgadez y su pelo él lucia como la menor.

Él seguía extrañado, rompí un poco el hielo y le dije a partir de ahora yo asumiría el roll de su hermana mayor. Que tendría que obedecerme, él no tuvo más remedio que acceder. La verdad era súper excitante nos veíamos fabulosas. Para terminar de humillarlo un poco más y mostrar que la que mandaba era yo, lo hice ponerse en mis piernas en posición boca abajo, alce su braguita, y le metí un pequeño plug entrenador que tenía guardado para la ocasión y lo puse a limpiar la casa.

Se veía hermosa, parecía una chica de 17 o 18 añitos, su voluntad estaba doblegada solo se la pasaba dando pequeños pasitos y luciendo muy sumisa. La casa quedo impecable, sin embargo podía notar la tristeza en sus ojos. A pesar de todo, lo quería pero necesitaba verlo contento. Ese día lo deje dormir con ropa de chico, para que disfrutará la última vez que sería un hombre.

Ya dormido él, me fui de compras, pase por una sex shop donde encontré un arnés, tenía una especie de pene de 25 centímetros de largo por tres centímetros de ancho además tenía un hueco donde ponías lubricante y al apretar el botón el lubricante chorreaba simulando una eyaculación.

Sabía que a pesar de haber llegado tan lejos necesitaba consolidar mi meta. Fue por eso que me fui a varias tiendas de ropa, necesitaba que se sintiera a gusto con su nueva identidad y comenzará a gozar de dar placer con su colita. Comencé comprando ropa, muy sexy para ella, aproveche que se veía más chiquita y le compre ropa muy juvenil. Me regrese a casa muy contenta pensando en lo mucho que habíamos avanzado.

Llegue a la casa sacando todas las bolsas... cuando entre se escuche unos lloridos reprimidos. La imagen me desconcertó, hice ruido para que no me escuchara, comencé a espiarlo y al ver por la rendija de la puerta me quede helada. A pesar de que lo había dejado vestirse de chico para dormir, traía mi ropa interior puesta y la peluca, mientras se contorneaba muy femenino frente al espejo. Pero lo mejor de todo de veía feliz tallando su culito contra la esquina del lavabo.

Interrumpí la hermosa escena y le dije que tenia 3 minutos para ir a mi closet y ponerse lo más linda posible. Tardo menos de los esperado... traía una faldita rosa a cuadros, calcetas y una playera tipo polo gris ajustada.

Lo tome por la nuca con fuerza y lo bese como si fuera una pequeña puta. Mi lengua lo penetraba, se notaba excitado sus gemidos eran una gloria. Saque el arnés que compre y me lo puse, me acomode dentro del pantalón, me encantaba la imagen. Ahí estaba yo con mi playera rayada ajustada, los jeans y un bulto que simulaba un gran miembro. Se quedo todo nervioso estaba tan indefenso tan femenino, lo tome de la cabeza y lo fui bajando hasta la bragueta de mis jeans. Lo abrí y de golpe fue saliendo el arnés.

Su cara era un manojo de nervios, pero lo jale y entendió automáticamente empezó a mamar.

El roce arnés, me dio muchísimo placer, pero la verdad lo que me excitaba era verlo humillado. Al principio sus movimientos eran torpes, pero le fui guiando su cabeza hasta que logro lo que yo quería: que la chupara como una verdadera zorrita. Lo tuve un tiempo haciendo esa simulación hasta que lo levante y voltee.

Reclinado junto al lavabo, lo tome del cabello y de un solo golpe le encaje mi falo de plastico. Un gemido muy mariconcito salió de lo más profundo de su alma.

Gozalo mariquita vas a ver que te encantará le dije mientras comencé a bombearlo sin piedad. Al principio oponía resistencia, pero al pasar del tiempo comenzó a gemir como toda una putita. El momento más delicioso fue cuando él solito comenzaba a columpiarse en el juguete. Se veía tan sumiso y el roce del juguete con mi cuquita me daba tanto placer que rápidamente tuve un orgasmo, al esta cansada simplemente me desabroche el arnes y lo hice sentarse en la tasa del baño.

Ahi estaba él vestido como una hermosa mariconcita y cabalgando ese falo de plástico con una cara de felicidad que no podía con ella. Mi objetivo se había cumplido ahora era una nena y mi nuevo juguete, pero esas aventuras se las contare más adelante.