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El Asesino 3

en Sadomaso

Con los documentos recogidos por mí, el jefe aprovechó para hacerse con el mercado del viejo, no sin antes hacer una depuración.

Eso significó que tuve que matar a otros jefecillos y los pistoleros que estaban al servicio de éstos, de los que mi jefe no se fiaba o que había recibido malos informes de ellos. En total, tuve que eliminar a 8 cabecillas y 21 hombres que se encontraban a su servicio.

Entonces me di cuenta de que el matar sin sexo no me gustaba. Es más, me resultó desagradable, pero es como el que trabaja a disgusto para sacarse algo de dinero que le permite hacer lo que quiere. Además, estuve dos veces a punto de ser pillado por la policía, lo que contribuyó a aumentar mi desagrado.

Follar con mujeres normales, me daba placer, pero nada comparado cuando las follaba sabiendo que luego las iba a matar.

Una vez que estuvo todo a gusto de mi jefe, envió a los recaudadores a visitar a los dueños de los negocios de la nueva zona.

Cuando fueron a “informar” del cambio del cobrador de su protección a uno de esos clientes del viejo, parece que sacó una pistola y disparó contra el informador, matándolo en el acto.  Su compañero, que esperaba en el coche aparcado frente a la tienda, tuvo que volver cuando vio que se acercaba un policía hablando por el walkie talkie y empezaban a oírse sirenas a lo lejos.

La información que se dio fue que el tendero había matado en defensa propia a un atracador. El policía encontró al compañero con su arma en la mano y al tendero con la suya en el suelo.  El jefe ordenó un nuevo escarmiento y vigilaron sus movimientos. Durante dos días, abría y cerraba la tienda con normalidad, pero algo debió de sospechar, porque al tercero y siguientes ya no fue por la tienda ni le vieron salir de su casa.

A la semana, recibí la orden de comprobar lo que ocurría, localizar al elemento y eliminarlo.  Pasé por su casa con dos hombres más. La entrada no fue problema. El edificio tenía un conserje y éste las llaves de todas las viviendas.  Un brazo roto con la porra y los dedos de la mano desechos, facilitaron la entrega de las llaves y la identificación del piso y puerta.

Cuando entramos en el piso, parecía vacío, aunque las luces estaban encendidas. No nos costó encontrar a alguien.  En el enorme cuarto de baño, metida en una bañera ubicada en el centro del mismo, se encontraba una mujer de entre 55 y 60 años cubierta de espuma hasta el cuello. Cuando vio entrar al primero de los hombres, se puso a gritar, pero por suerte éste estuvo rápido y le hundió la cabeza en el agua.

La mantuvo un rato, hasta que empezó a patalear con violencia y a intentar que la soltase. Le sacaron la cabeza tirando del pelo hasta que salieron sus tetas, no muy grandes y algo caídas. Tomó aire con ansiedad entre toses y escupitajos de agua jabonosa. Le hicieron levantar la cabeza y yo acerqué mi cara a la de ella y le dije:

-Bien, puta.  Tu marido nos ha creado algunos problemas y queremos hablar con él. Hemos venido a pedirte que nos digas dónde está ahora. ¿Lo has entendido?

-Por favor. No me hagan daño. Yo no sé nada. –Decía con voz temblorosa

-Veo que no lo has entendido. Queremos hablar con tu marido y tú nos vas a decir dónde está.  Y no tenemos mucho tiempo.

-Yo nnnno lo sé.

- PAFFF.  PAFFF.

Dos puñetazos giraron su cabeza a ambos lados y un nuevo empujón la metía bajo el agua que empezó a teñirse de rojo, al tiempo que sus pies sobresalían por el lado contrario pateó mucho, sacando agua de la bañera y poniéndolo todo perdido, incluso a nosotros, que fue lo que nos cabreó más. También manoteó, intentando agarrar la mano que la hundía, pero sujetamos sus brazos entre los otros dos.

Cuando la volvieron a sacar, nuevas toses y babas, agua, etc.

-AAAAAAGGGGGGGGG. COFF, COFF

-¿Dónde está?

-Nnno lo sé.  Por favor no me hagan más daño.  No lo sé.

Tirando de su pelo, la levantaron poniéndola de pie, y le dieron un fuerte puñetazo en cada pecho y dos en el estómago, que le hicieron soltar toda el agua que había tragado. Cayó de rodillas y volvieron a meter su cabeza bajo el agua.  Uno, dos, tres, cuatro…  ocho, nueve, diez segundos hasta que la volvieron a sacar.

Más toma de aire con ansiedad, toses, babas,…

-AAAAAAGGGGGGGGG. COFF, COFF

-No tengo mucha paciencia ¿Dónde está?

-Nnnno lo sé. –Dijo como un gemido.

-PAFFF, PAFFF, PAFFF, PAFFF.

Más puñetazos en cara y estómago que la dejaron noqueada, cayendo a la bañera y golpeando en ella con la frente. Mandé sacarla y reanimarla, al tiempo que me desnudaba. No interesaba que muriese sin hablar. La despertaron a base de bofetadas, ataron sus manos a la espalda con el cinturón de una bata e hice que la colocasen arrodillada, con las piernas fuera de la bañera y el cuerpo inclinado hacia adentro.

Tomé una de las cremas que había por allí, me unté bien la polla y metí ligeramente la estrecha punta del recipiente de plástico en su ano, inyectando una buena cantidad. Ella vio por donde iba el asunto y empezó a quejarse:

-No, por favor. No lo he hecho nunca.  Diré lo que quieran, pero por ahí no. No No NO NOOOOOOOO.

 No le hice caso. Apoyé la punta en el ano, puse su mano en la cabeza y con un movimiento muy bien sincronizado, clavé la polla al tiempo que sumergía la cabeza en el agua.

La entrada de la mitad de mi gruesa polla en el ano sin preparar, hizo que la mujer lanzase un grito, que al tener la cabeza sumergida sonó como

-HHHUUUUU  BLUBB BLUBB BLUBB.

Lo que nos produjo risas y comentarios jocosos. Saqué su cabeza del agua y terminé de meterla de un solo golpe, mientras ella intentaba tomar aire y gritar al mismo tiempo, quedando todo en un largo estertor.

Retrocedí despacio, sacando la polla completamente, para volver a clavarla de golpe, al tiempo que también metía la cabeza en el agua.

Volvió a gritar, pero con menos fuerza y menos aire. La saqué despacio e hice lo mismo con su cabeza. Volviendo a clavarla de golpe cuando ya estaba fuera del agua

-LO DIRÉ, LO DIRÉ

Dijo por fin ella. Me detuve con la polla clavada hasta el fondo. Ella siguió entre lágrimas.

-Os diré lo que queráis, pero no me torturéis más. No me hagáis más daño, por favor. No puedo más.

-¿Dónde está tu marido?

Respondió a todas las preguntas que se hicieron, dando la dirección de otra ciudad y la forma de encontrarlo. Uno de los muchachos bajó al coche para Informar al jefe por teléfono móvil para que otros compañeros de ese lugar se encargasen de él, todo esto sin sacar la polla de su culo,  y después seguí moviéndome, sacando y metiendo mi polla en el ano de aquella mujer, a la que ya no debía de dolerle tanto, en parte porque había dilatado bastante y en parte por la abundante lubricación que le había metido anteriormente.

Continué metiendo la cabeza de la mujer en el agua, coincidiendo con mis clavadas profundas y sacándola al tiempo que lo hacía mi polla. Me gustaba cómo se movía cuando le faltaba aire.  La mujer comenzó a gemir, pero ahora eran gemidos y gritos de placer cuando tenía la cabeza fuera.

-OOOOOHHHHH  SIIIII.

Cambiaba el ritmo de mis movimientos, ralentizando y acelerando al azar. Ella, cada vez gemía y pedía más.

-MMMMMMMMMM  SIIII.  MAAAAAAASSSS.

Cuando bajaba el ritmo, también mantenía más tiempo su cabeza bajo el agua y, como consecuencia de esas apneas, no tardó mucho en correrse por primera vez. Una de las veces que aceleré mis metidas, anunció:

-ME CORROOOO AAAAHHHHBLUBLUBLUAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH

A pesar de ello, continué enculando a la mujer sin parar, añadiendo azotes en su culo cuando la sacaba. Los compañeros se desnudaron y se colocaron uno a cada lado, cogiendo cada uno un pezón para frotarlo al principio y presionarlo y retorcerlo después.

La mujer gemía cada vez más fuerte de nuevo y constantemente pedía más y más duro:

-OOOOOOHHHHH.  SIIIII. MÁS DURO. MARICONES, QUE SOLO SABÉIS PEGAR A LAS MUJERES Y NO SOIS CAPACES DE FOLLARLAS EN CONDICIONES.

Aceleré mi follada, mientras los otros golpeaban sus tetas y retorcían sus pezones.  Siguieron metiendo su cabeza en el agua, y cuando ya no pude aguantar más, inicié una follada frenética corriéndome al tiempo que sumergía su cabeza.  Eso provocó en ella un nuevo orgasmo que sentí por las contracciones de su culo.

Intenté echar mano a la pistola, pero la había dejado lejos, no obstante, acabábamos de empezar y mis compañeros también querían su parte.

Cuando la solté, ella respiraba con dificultad, y nada más dejarla, cayó rendida al suelo. Mientras yo me limpiaba la polla en el agua de la bañera, los dos matones la cogieron y llevaron a la gran cama de matrimonio, echándola de cualquier manera, y donde, sin más preámbulos, uno de ellos se colocó encima, separó sus piernas y le clavó su enorme polla en el coño.

Al parecer, ambos matones tenían grandes pollas y poco cerebro, pero eso no importó a la mujer, que nada más metérsela, emitió un grito de dolor, pero enseguida se notó el cambio a gritos de placer, y sobre todo, pidiendo más caña.

El que se la follaba, hizo que girase, colocando a la mujer encima de él, y la dejó que diese botes sobre su polla hasta que volvió a correrse. Aprovechando que se había dejado caer sobre él para recuperarse, hizo señas al otro, que se subió en la cama, se situó tras ella y se le clavó directamente en el culo.

-AAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY.

Su grito debió oírse en toda la ciudad. Mis compañeros se quedaron quietos, sujetándola porque no hacía  más que intentar zafarse y salirse.  Poco a poco se fue calmando, conforme su culo se acostumbraba a la invasión, por lo que su sodomizador, comenzó a moverse despacio, sacándole nuevos gemidos de dolor, que poco a poco fueron calmándose y convirtiéndose en placer. Sobre todo, cuando el que la tenía en el coño empezó a moverse también, al tiempo que sujetaba sus caderas para imprimirle un movimiento circular a su pelvis y frotar su clítoris.

-Mmmmmm.  Siiii.  Cabrones. Cómo me gustaaaaaa.  Más duro.  Quiero máaaaaaaaas.

Ayudaba con sus movimientos para meterse una polla al tiempo que se sacaba la otra. El que la sodomizaba empezó a darle fuertes palmadas en el culo.

- Zasssss, Zasssss, Zasssss.

La oí gritar con fuerza, puede que por la intensidad de su orgasmo:

-Siiiii. Me corrrooooo.  AAAAAAAAAAAHHHHHHHHH.

Cuando todavía no había terminado, ambos hombres anunciaron también su corrida.

-Yo tambieeeenn.

-Y yooooo.  Tomaaaaa lecheeeeee.  Te voy a llenar el culoooo.

Segundos después, cayeron desmadejados sobre la cama.

El espectáculo me había puesto la polla en forma de nuevo, por lo que me acerqué a la cama donde se encontraban los tres, con ella en medio, la agarré del pelo y la arrastré, cruzándola en la cama, hasta que su boca quedó al alcance de mi polla y quedando ella con las tetas sobre la polla del compañero y el coño sobre la del otro.

Estaba agotada, pero cuando le puse la pistola en la sien, se recuperó totalmente y no tuve que decirle lo que debía hacer.

Ella misma se puso a lamer en toda su longitud, y a besar y dar suaves toques con su lengua en el glande.  Se apoyaba con los codos en el borde de la cama, por lo que tenía que hacer el trabajo sin manos y eso hacía que se le escapase por todos los lados y la tuviese que buscar.

Como no estaba para muchos juegos y teníamos prisa por si alguien descubría al conserje atado en un cuarto, la agarré nuevamente del pelo y me puse a follar su boca.  Al principio solamente le entraba la mitad.  La muy puta me bloqueaba con la lengua, presionando contra el paladar.

Tuve que sacarla completamente y darle dos bofetadas en el mismo carrillo, luego, cambié de mano para sujetar la pistola y mantenerla agarrada del pelo, para darle otras dos bofetadas.

ZASSS,  ZASSS

-Maldita puta.  Si me vuelves a bloquear, te cortaré la lengua y te follaré igual hasta que te ahogues en tu sangre y si no abres bien la boca para recibirme como una buena puta, te pegaré un tiro directamente. ¡Me has entendido!

-Ssssi, Ssssi.

- ¡Abre bien la boca!

Llorando, abrió la boca y volví a meterla, esta vez sin estorbos.  Seguía sin entrarle entera, pero poco a poco me fui abriendo paso hasta que su nariz chocó con mi pubis.

Un par de veces intentó levantar una mano para impedir que profundizara, pero sendas bofetadas la volvieron a su lugar, limitándose a sujetar mis piernas, en un gesto inútil para evitar que me acercase más.

El compañero que la había estado enculando y que tenía el coño sobre su polla, no sé cómo lo hizo, pero organizó una tijera, intercalando sus piernas con las de ella y clavándosela en el coño empezando a moverse. Sus empujones, no solamente facilitaron mi labor al hacer que el cuerpo de ella se desplazase hacia mí, sino que el propio movimiento frotaba las tetas contra la polla del otro, que también se excitó, metiéndosela bien entre las tetas y presionándolas con las manos, para que le fuese haciendo una paja con ellas.

 Yo la metía hasta su garganta, reteniéndola unos segundos para sentir los movimientos que el imprimía la follada por el coño, para luego sacarla completamente, disfrutando de ver cómo quedaba unida a sus labios por hilos de babas, mientras otras le caían incontroladas de la boca al suelo cuando tomaba aire de nuevo.

Pude notarle dos corridas, pero creo que fueron más. Yo creo que hubiese aguantado así infinitamente, pero el que se la follaba por el coño se corrió soltando bufidos y se salió para ir a lavarse. Poco después, se corrió el otro, llegando a salpicar mis huevos y la parte de polla que estaba fuera de la boca.

Cuando se recuperó, la obligó a ponerse a cuatro patas para poder salir de debajo, sin interrumpir mi mamada, y yo, viendo que no debía alargarme más, comencé una rápida follada de su boca hasta sentir la proximidad de mi corrida, entonces, tomé la pistola con una mano y puse la otra en su mandíbula.  Enseguida lancé mis primeros chorros y le disparé a la cabeza al terminar mi corrida.

La sangre y los sesos salpicaron todo.  Quedó tirada sobre la cama, ante la mirada impasible de mis compañeros. Yo volví al baño para lavarme bien y vestirme.

Seguidamente, nos fuimos por donde habíamos venido. Nadie se asomó al pasillo ni nos encontramos con algún vecino al salir.

La prensa lo publicó como un robo a una familia de tenderos, que habían sorprendido a la mujer cuando el marido estaba fuera y la habían matado.  Del marido no se comentó nada en la prensa local, pero si en el lugar donde estaba escondido, que apareció como un transeúnte muerto a tiros en una reyerta.

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