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Raúl 4 (Julio 2007)

en Gays

Hacía ya un par de meses desde que Raúl y yo hubiéramos quedado. No nos dimos nuestros teléfonos, y acordamos estar en contacto en el Messenger por si volvía a surgir y hablar.

            Y así fue aquella tarde, también de un domingo. Habíamos coincidido algunas veces por el chat y habíamos hablado y demás, siempre mencionando por parte de él la posibilidad de volver a quedar.

            Realmente, para mí, fue algo impactante el polvo que había echado con él en Mayo, pero he de reconocer que fue por Raúl por lo que empecé a descubrir mi faceta de vicioso, si es que es esa la palabra que me podría definir.

            Hasta aquel polvo con Raúl, yo casi siempre había sido activo, y solo a algunos tíos les había dejado penetrarme. Sin embargo, él me folló bestialmente y yo gocé como una perra.

            Nunca antes había sentido aquel placer con ningún otro tío. Incluso después de aquel polvo con él y hasta la fecha, durante los dos meses que habían pasado sin quedar con Raúl, busqué el quedar con tíos activos y he de reconocer que solo dos de aquellos tíos consiguieron hacerme disfrutar.

            Quizás era por mi propia experiencia como pasivo, ya que no podía compararla a toda la que había tenido como activo.

            Aquel domingo no quise ir a la playa con mis amigos. Habíamos salido de fiesta la noche anterior, y me volví a levantar algo resacoso por haberme pasado un poco con las copas.

            Me levanté casi al mediodía con la polla totalmente tiesa, y sin siquiera salir de la cama cogí el ordenador portátil y lo encendí. Mientras arrancaba, levanté la persiana hasta arriba y cogí un cigarro y el cenicero. Una vez listo accedí al Messenger y entré en diferentes páginas y chats.

            Vi que estaba Raúl conectado y le hablé. Nos saludamos y estuvimos hablando unos cinco minutos hasta que me pidió poner la webcam.

            En unos segundos ya nos estábamos viendo. Reímos los dos cuando vimos al contrario a través de nuestras pantallas.

            Raúl estaba en su balcón, a pleno sol y tumbado en una hamaca con un ron recién servido. Estaba en bañador, y lucía un impresionante moreno en su piel.

            Yo estaba solo en bóxer. Llevaba los de la noche anterior aún y eran negros. Me encantaba cómo me quedaban. Era cierto que me gustaba mirarme al espejo y observarme. Llevaba toda la vida jugando y entrenando a futbol en diferentes equipos, y mi trabajo también me obligaba a estar en forma, por lo que presumía de piernas definidas y musculadas, y de un buen culo respingón y prieto. Tenía una polla considerable y me calentaba ver cómo me quedaban los calzoncillos y el paquete que se veía en ellos.

            Quizás mi torso era menos voluminoso, porque no me gustan los tíos de gym híper ciclados, y por eso intentaba no coger volumen en pecho y brazos y prefería presumir de muslos y culo prieto. Eso sí, tenía bien definidos mis bíceps y abdominales. Me decían que tenía un pecho sexy, ancho, pero plano, con cuatro pelos en el centro. También estaba algo moreno por estar en verano e ir constantemente a la playa.

            Raúl y yo estuvimos hablando por la cam durante al menos veinte minutos, fue una conversación fluida y amena. Morbosa por supuesto, porque Raúl mencionaba constantemente lo bien que se lo había pasado conmigo hacía dos meses. Y no tardó en volverme a invitar a su casa. Esta vez rebatí la oferta y le invité yo a la mía, pero insistió y me convenció.

            Le pregunté entre risas si debía ir preparado a su casa, dándole a entender que podríamos follar de nuevo, y él me contestó diciéndome que siempre, siempre, siempre debía ir a su casa preparado.

            Le pedí su número de teléfono y le dije que salía del ordenador para meterme en la ducha. Cuando estuviese listo le avisaría y saldría de casa en dirección a la suya.

            No quise parecer egoísta, así que cuando salí de casa en el coche pasé por una gasolinera y compré otra botella de ron y un refresco de cola. También llevaba en una lata una piedrecilla de hachís, el papel y el tabaco, por si también nos apetecía un porrete. Eran las cuatro de la tarde.

            Le avisé de que llegaba, aparqué, y toqué el telefonillo de su casa. Subí de nuevo al piso más alto y allí estaba Raúl, en la puerta de su casa y esperando a que subiera. Llevaba puesto su bañador. Era muy sexy, muy ajustadito, de tipo bóxer corto y de color azul. La tela era licra, por lo que marcaba un buen bulto, como el que yo sabía que tenía.

            Estaba impresionante. Morenazo de playa, ojazos verdes. Me puse cachondo con solo ver su cuerpo musculado. No era un hombre típico de gimnasio, pero se notaba fuerte y tenía buenos bíceps. Su espalda era ancha, más que su estrecha cintura. Aquel día me confirmó que tenía cuarenta y un años, pero el tío estaba para dejarse hacer.

            Esta vez no necesitamos preámbulos. Raúl me comió la boca intensamente en la entrada de su casa, y entre que entrábamos y demás, y llegamos hasta aquella salita con balcón, su polla ya se antojaba morcillona rellenando todavía más toda la parte delantera del bañador.

            Mi polla dio un respingo también, pero no por el beso, sino por ver de nuevo con vida a aquella tranca que tanto placer me había dado hacía dos meses. Placer y también dolor, porque Raúl era un salvaje follando y se pasaba de dominante.

            En todo momento primaba el buen rollo con él. Se mostraba súper alegre por tenerme allí, me encantaba su blanca sonrisa, Raúl me puso una copa por delante y me pidió hacerme un porro. Esta vez tampoco hubo tanta conversación, y así me lo hizo saber el propio pollón de mi amigo, pues su cabeza mojada sobresalía por la goma del bañador.

            Era increíblemente morboso estar allí, de charla caliente con Raúl mientras le veía la cabeza ya empapada.

            También recuerdo el enorme calor que empezamos a pasar, pues estábamos a pleno sol. Sí, teníamos los cubatas para refrescarnos, pero vi como Raúl estaba sudando y yo no tardé también.

            Entre risas y morbo, Raúl se mostraba súper cómplice en todo momento. Sabía que me iba a follar de nuevo, y lo sabía porque me había duchado previamente y así lo habíamos hablado por la webcam.

            Estábamos charlando en su balcón. El piso de Raúl era un quinto y no había plantas superiores. Una de las habitaciones daba a un balcón que cumplía las funciones perfectamente de terraza. Para colmo, no había edificios cercanos a aquella altura, excepto un par de bloques a unos cincuenta metros del de Raúl.

            Me cogió con una mano por la nuca, y allí, a la vista del que quisiera ver en la distancia, me acercó la boca hasta su polla. Yo abrí la boca y me dejé llevar hasta que Raúl me tocó la campanilla con su capullo.

            Ya estaba mojado, por lo que saboreé el precum.

            En el anterior polvo que había tenido con él me había demostrado que era muy macho, le gustaba llevar la iniciativa y hacerme todo lo que quisiera en cada momento. A mí me ponía más cachondo aún que un tío me usase a voluntad, sin pensar en mí y darse el placer solamente de disfrutar con mi cuerpo. También fue un poco bruto, haciéndome realmente daño en algunas ocasiones debido a lo excitado que estaba. O cuando me la metió por primera vez, dolor que jamás olvidaré.

            Estuve mamándole aquella polla un buen rato, sin levantar la cabeza. Abría bien mi boca y la dejaba pasar por la garganta, entera. Raúl emitía algún quejido o gemido de vez en cuando.

            Ya me daba igual quien pudiera vernos, y al parecer a él también. Yo mamaba y mamaba aquella enorme polla y pronto tuve mi boca entera empapada, al igual que su miembro. Parecía mentira, pero aquella polla era la primera que me tragaba entera a pesar del buen tamaño que tenía. Había ido aprendiendo poco a poco a tragarlas enormes.

            -Vamos dentro. –Le dije mirándole-. Quiero que me folles.

            -Vaya… Ya lo pides directamente.

            Entre risas y jugueteos nos llevamos las copas dentro y nuevamente me llevó hasta su dormitorio. El mismo donde me enculó la otra vez.

            Me recosté en su cama de matrimonio, boca abajo. La otra vez Raúl había estado jugando conmigo y para mi sorpresa me había metido hasta un puño. A mí nunca me habían hecho aquello, solo él con su mano y en aquella ocasión. Me moría por probarlo de nuevo.

            Pero mi amante me sorprendió no jugando con mi culo en esta ocasión y recostándose sobre mí, quedando yo entre él y la cama.

            Noté en mi esfínter cómo Raúl colocaba su rabo y presionó hacia dentro lentamente.

            -Si te duele, dímelo. –Me dijo con cariño, aunque en cierto tono pícaro-. No quiero que pase lo de la otra vez.

            Yo asentí, pero casi no me dio tiempo, pues Raúl empujó su pelvis sobre mí y con sus dos manos me abrió los cachetes del culo.

            Me metió la cabeza y un buen trozo de su rabo de golpe. Vi las estrellas y grité de dolor nuevamente.

            -¡Ah, tío… -Me quejé. Ni siquiera me lo había comido, o lubricado-. …cuidado.

            -Perdona, niño. –La retiró, pero enseguida volvió a meter media polla de una estocada y la dejó ahí-. ¿Ahora?

            -¡Ah, joder, Raúl! –Dije moviendo mi culo para que saliese. Me fijé en su rostro y vi que estaba sonriendo, con malicia. Disfrutaba como un loco haciéndome daño-.

            -Va, va… -Me dijo-. Quería ver cuánto aguantabas.

            Cabrón. Era un cabrón que me ponía muy cachondo y le dejaba hacerme cosas con cierto toque violento.

            Entonces salió completamente y volvió a metérmela un poco más despacio y lentamente, dejando que mi esfínter pudiera dilatar sin ser partido en dos.

            -¿Mejor ahora? –Me dijo penetrándome suavemente y comiéndome la nuca con sus labios-.

            -Sí, coño. –Dije moviendo mi culo contra su pelvis. Le pedía más-. Despacio, al menos hasta que dilate.

            -Si tú dilatas bien, Dani. –Aún me ardía el ojete. La polla de Raúl era larga, pero también gorda y llena de venas. La metía desde arriba, haciendo que me entrara rozando la zona baja del ano-. ¿A que seguro que te han metido ya dos pollas a la vez y todo?

            Me asombré por su pregunta. Era cierto que llevaba poco tiempo probando de pasivo, y que no tenía la misma experiencia poniendo el culo que follándome a otros tíos, pero sí que en una ocasión me presté a un trío donde me follaron dos tíos a la vez. Aunque no lo recuerdo muy bien porque fue tras una noche de fiesta donde me pasé tres pueblos de la raya y al día siguiente tenía lagunas donde no recordaba nada. Raúl no sabría nada de aquello, era imposible, pero solo con su pregunta me hizo sentirme muy puta y dejé de lado el dolor que todavía sentía en el culo.

            -Sí. –Dije con cierta timidez-. Solo una vez.

            -Ya… –Raúl me empujó más la polla hacia el interior. A pesar de mi queja me obligó, o al menos me sentí un poco obligado, a seguir así, recibiendo su polla-.

            Paró y me hizo abrir las piernas por completo, pero sin sacármela de dentro. Notaba una quemazón jodida en el culo, me ardía. Abrió los cachetes con sus manos y me la clavó por completo. De una estocada.

            -¡Aaaah… -Grité, pero Raúl me puso la mano en la boca y me la tapó para no gritar alto-.

            -Ya está, niño. –Me la sacó bastante y noté como me vaciaba de golpe-. Ya ha entrado.

            Me había hecho un daño enorme. Había agarrado las sábanas de la cama entre mis puños y me había encogido por completo. Una cosa era el propio juego en la cama, y otra pasarse. Me giré y lo miré con cara de cabreo, vi que se le cambió la cara y se alarmó enseguida, sintiéndose culpable.

            -Perdón. –Me dijo sacándome del todo su cipote. Se lanzó hacia mí y me empezó a comer la boca frenéticamente y a hablarme entre besos y lamidas-. Me he pasado. Lo siento. Perdona, niño.

            Evidentemente me relajé, se me fue el cabreo, así como el dolor intenso dentro de mi vacío culo. Raúl bajó por mi pecho, besándolo hasta llegar a mi pubis. Pensé que iba a mamarme el rabo, ya que la otra vez que quedamos ni me lo rozó con la lengua, pero no paró, sino siguió más abajo y se fue hasta mi ojete, me abrió el culo y metió su lengua en mi.

            -Ahh –Exclamé-.

            A la vez se mojó un dedo y me lo metió, comprobando que ya no hacía tanta presión. Al cabo de cinco minutos era yo mismo el que le pedía polla. Me había relajado y dilatado.

            Una vez más, Raúl me tenía a su merced. Ya me había ganado aquella batalla. Consentí por segunda vez que me follara a pelo todo el tiempo, al igual que la primera vez que nos vimos, me folló sin condón todo el tiempo hasta que me preñó.

            Cuando se cansó de tenerme boca abajo me la sacó y se sentó en el borde de la cama. Me dijo que me sentara sobre él, de espaldas, y así hice. Nunca había hecho de pasivo en esa postura aún, “la sillita”, la llamó él mientras sonreía como un puto sádico vicioso.

            Me acerqué hasta él y le di la espalda. Poco a poco me agaché centrando el capullo de su miembro justo en mi ojete y comencé a bajar, metiéndomela muy lentamente. De una sola bajada me metí entero el cipote de Raúl y me quedé allí sentado, notando como tocaba en lo más hondo de mí.

            Los dos gemimos, él de manera bruta, y yo como una perra. Subí mi pelvis muy despacio y la volví a bajar, dejando su polla dentro de mi culo. Y no paré. Continúe con el movimiento durante un buen rato, haciéndole una paja con mi culo.

            Gracias al futbol comprobé que hay ciertas posturas que necesitan cierta resistencia. Y ahí pude con Raúl. Subía y bajaba mi culo flexionando también las rodillas y aguantando la carga en los muslos.

            Al rato aceleré el movimiento no flexionando las piernas, sino moviendo mi culo arriba y abajo, y así estuve por un buen rato. Gozando y escuchando los gemidos de Raúl.  

            No pudo más y me obligó a parar a pesar de las reiteradas veces en que yo insistí en no hacerlo. Quería llegar a aquello, a obligar a Raúl a parar para que no se corriese, ya que fue incapaz de aguantar el ritmo que mi culo marcaba.

            Me encantó ver su cara de derrota cuando comprobó que si yo seguía cabalgándole se corría en segundos.

            -Hijo de puta… -Me dijo al sacarla y riendo conmigo-. ¡Ven!

            De manera brusca, Raúl me cogió de la cabeza y me bajó hasta su polla, poniéndomela en la boca y metiéndomela hasta el fondo.

            Al principio le quise parar. Me dio tanto asco que casi se me baja la polla y todo. Nunca me había metido en la boca una polla después de que me follara por el culo. Eso era anti higiénico a mi parecer. Recuerdo que intenté evadirme del agarrón de Raúl, forcejeé, pero no me pude resistir.

            -Chupaaa, déjamela limpia, cabrón. –Me decía Raúl haciéndomela engullir entera-. ¿No querías sacarme la leche? Pues, sácala…

            Con sus manos me hundió la cabeza en su pelvis y empezó a faltarme el aire. Estaba fatigado, aunque el morbazo que despertó en mí cuando aquella polla entró en mi boca me hizo comportarme como una puta. Ni yo mismo me lo creía.

            Me la tragaba entera pese al sabor. No estaba sucia ni nada, tan solo empapada en precum y en pringue anal. Pero me puso como una moto volver a tragarme su polla. Terminé siendo yo el que la hundía más y más en mi garganta, pese a las arcadas que me provocaba.

            También estaba a tope, y me pajeé lo más fuerte que pude.

            Raúl me agarraba con sus manos, me indicaba el ritmo, me hacia subir o bajar más la cabeza a su gusto.

            -Oogh… Cómo me gustas, tío. Qué bueno es todo contigo, Dani.

            Yo me alegré por aquellas palabras, pero en ese momento solo existía en mi mundo su enorme polla y mi boca. Vi que se movió y estiró su brazo para coger de la mesilla de noche el popper que tenía allí. Lo abrió y me hizo parar para que aspirara.

            Mientras olía aquel olor tan penetrante del popper miré a Raúl. Aquel cabrón me había hecho cosas que jamás pensé en hacer. En la otra ocasión me metió un puño en el culo, era el primer día que nos veíamos y nunca ningún tío me lo había propuesto siquiera. Me había metido buenas folladas, tenía mucho aguante, me había escupido en la boca, me había preñado. Ahora me había metido de nuevo todo el rabo en la boca después de metérmela por el culo, acto que tampoco había hecho nunca, como lo que a continuación también me hizo.

            Gracias a él comencé a conocerme y saber lo que me gusta de verdad.

            Con el calentón del popper le pedí que me lo reventara, quería que me follara a saco y me preñara de nuevo, pero Raúl me sorprendió otra vez. Había mirado la hora en el reloj hacía un momento.

            Me metió de nuevo la polla, pero en la boca, y me hizo tragársela entera de nuevo. Quería que se la mamara a tope. Se mostraba cachondo perdido y me pellizcaba fuertemente los pezones.

            Abrí mi boca de nuevo y chupé todo su glande, lamiendo, chupando, escupiendo. Le miraba lascivamente para que viera el calentón que llevaba, y a la vez me pajeaba. La engullí entera otra vez, agarrándola por la base con mi mano y pajeándole a la vez.

            Me la saqué de la boca y le pedí que me diera por culo. No quiso, y de nuevo me folló la boca de manera agresiva y como un loco. Noté por sus jadeos que se ponía muy caliente la situación, y empecé a pensar que lo que quería era darme un buen biberón, cosa que yo nunca había hecho. Tragar semen… Nunca. Ni siquiera el mío.

            Vi que no paraba, y que me hundía la cabeza en la pelvis con sus manos mientras su capullo taladraba mi esófago. Me entraba tan dentro.

            -Aaah… -Jadeaba repetidamente-. Te vas a hartar de leche, niño.

            Levanté la mirada y vi en sus ojos el deseo. Me la metió fuerte y en ese momento me dio una arcada, su polla me entraba bastante por la garganta y me ahogaba, ocupaba toda mi cavidad. Raúl no paró ni por eso, siguió dándome polla, cada vez más fuerte y rápido. Más polla, más fuerte, como sus jadeos.

            Supe lo que venía, pues lo noté cuando empezó a apretar el culo y a medio gritar.

            La metió todo lo que pudo dentro de mí y escupió el primer trallazo en el interior de mi garganta. Luego la sacó y me siguió escupiendo la corrida en la lengua, mientras la volvía a meter dentro y repartía la corrida por mi boca y garganta. El sabor fue extraño, por un lado me dio un asco horrible, pero por otro lado fue el sabor más exquisito que jamás he probado y lo primero ni lo pensé posteriormente.

            Luego me la sacó de la boca y la apoyó en mis labios, se la estrujó desde la base hacia arriba, intentando exprimir la última gota, y cuando salió, la refregó por mi labio superior y la volvió a hundir mientras me miraba y me cogía con sus manos por la cabeza.

            Lo degusté a base de bien, además, Raúl se había corrido muchísimo, yo no expulsaba tanto. Y me tragué todo lo que pude, aunque también Raúl me obligaba porque me seguía metiendo morbosamente su polla en la garganta y no me dejaba más opción que la de tragarlo.

            Enseguida me corrí. Raúl sonreía mientras se masajeaba la polla frente a mi cara y me acercaba el glande para que lo besara. Qué polla. Aún salió una última gota y yo la acaparé con la lengua.

            Cómo disfruté.

            Estuvimos unos diez minutos más en la cama, desnudos y medio limpiándonos. Me dijo que lo sentía mucho, pero un amigo suyo iba a llegar en breve a su casa, por lo que no perdí más tiempo.

            Nos vestimos y me medió arreglé aseándome un poco en su baño. Luego, de muy buen rollo, nos despedimos entre morreos. Raúl me dijo que no esperara dos meses en volver a ir a verlo, ya teníamos los teléfonos y había sido un placer nuevamente el abusar de mí. Así me dijo el muy cabrón entre risas.

            En ese momento sonó el timbre de su casa directamente. Raúl actuó con normalidad a pesar de la cara de susto que yo puse y abrió la puerta riéndose.

            Allí estaba su amigo. Otro tío con muy buena planta. Era algo más joven que Raúl pero más mayor que yo. Parecía tener buen cuerpo y lucía también un buen moreno. Llevaba puestas unas bermudas muy sugerentes, eran blancas y de una tela muy fina. Se notaba que no llevaba bóxer debajo y se le notaba un buen bulto. Arriba, una camiseta roja a juego con una gorra. Llevaba chanclas puestas.

            -Hola. –Dijo el tipo, y entró saludando a Raúl. Estaba bueno el tío-.

            -Hola, Nacho. Pasa.

            -Hola. –Saludé cortésmente. Luego me dirigí a Raúl y le tendí una mano-. Bueno, hablamos, tío.

            Raúl pasó de mi mano y me comió la boca allí en medio, delante de su colega, el cual no se sorprendió mucho por aquello y sonrió.

            -Chao, guapo. –Se despidió Raúl de mí, y bajé por las escaleras para marcharme, sabiendo que tanto Raúl como su colega me observaban desde arriba-.

            Cuando llegué de nuevo a mi coche noté vibrar el móvil, y vi que me había llegado un mensaje. Era de Raúl, lo abrí y lo leí.

            “Mira en el bolsillo derecho de tu pantalón”.

            Así ponía en el móvil. Inmediatamente llevé mi mano hasta el bolsillo y comprobé que allí había un folio escrito por las dos partes, escrito por Raúl anteriormente a nuestra quedada. Me senté en el coche y me dispuse a leerlo con bastante intriga…

            Y aquí acaba este relato, en su continuación sabremos qué contiene el texto del misterioso Raúl.

            Un saludo para todos, y espero que al menos, vuestras pollas hayan sido liberadas de los pantalones y masajeadas de arriba abajo, jeje.