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Bien follado en un Cine X

en Gays

            Hola, soy Daniel y tengo 33 años. Lo que os voy a contar me pasó hace un año, fue en Madrid, pues tenía unos días libres en el curro y quise subir a la capital.

            No era mi primera vez en la ciudad, pues había ido con frecuencia debido a mi trabajo. Aunque esta vez iba por ocio, y relax, mucho relax.

            Siempre había sentido curiosidad por vivir la experiencia de entrar en un Cine X, y en mi ciudad no existen ese tipo de salas, por lo que aproveché la segunda tarde de mi estancia para entrar en alguno.

            Busqué información previa desde mi móvil y en diez minutos ya iba de camino en metro, me quedaba cerca.

            Cuando llegué a la dirección del cine vi que se trataba de una calle ordinaria, sin apenas tráfico o transeúntes. Eran las siete de la tarde y apenas había nadie en la calle, y eso que era el mes de Octubre.

            Llegué hasta la taquilla y vi que había una señora tras la ventanilla. No se veía a la persona de detrás, y nadie te podía ver a ti, supongo que por aquello de la discreción. Pagué los 9 euros de entrada y accedí al interior.

            Había una especie de hall de entrada, muy limpio, alto y bien decorado, a pesar de que parecía haber sido decorado en los ochenta. Había hasta cuatro puertas, dos de ellas accedían a diferentes salas. Había dos luces sobre aquellas puertas, una era roja y la otra verde.

            Previamente entré en el Wc, quería verlo y saber cómo era por simple curiosidad. Cuando llegué vi que era muy normal, con dos lavabos y un gran espejo. En un lateral de la pared había cuatro urinarios, y tres puertas daban a tres servicios, con sus wáter, papel, etc. Olía bien. Y no se oía nada.

            Salí y me dirigí a la puerta con la luz verde y entré, corrí unas cortinas muy pesadas, y recuerdo que las toqué con cierto reparo.

            Estaba totalmente a oscuras, y solo se veían cuatro luces de emergencia. En la pantalla había una porno convencional, y el volumen no estaba demasiado alto. Me fijé en la escena y vi a una señora siendo follada por tres chavales jóvenes de buenas pollas. Parecía la típica historia de la mala profe y sus tres alumnos.

            Apenas nada se veía en las butacas, salvo bultos en la penumbra de aquella sala, y vi que en sitios diferentes había hombres. La sala tendría espacio para unas cien sillas, distribuidas en dos filas con un largo pasillo en medio.

            Cuando entré noté varias miradas, pero con aquella oscuridad apenas se veía, por lo que estaba más tranquilo que en otras situaciones. Al fin y al cabo, en un Cine X pueden ocurrir muchas cosas, y yo quería conocer qué se daba por allí.

            Me sorprendí bastante cuando a los cinco minutos de estar allí, de pie y en la entrada de la sala, vi que había una segunda altura dentro de la estancia, y me di cuenta de que aquel edificio era un antiguo teatro, pues arriba en lo que se conoce como el “gallinero”, también había asientos para ver la película desde allí.

            Además del morbo que ya de por sí llevaba, me imaginé cómo sería follar allí arriba. Con la curiosidad busqué la manera de entrar y descubrí unas escaleras que apenas se veían.

            Tuve que cruzar por mitad del patio de butacas. Me percaté de que estaba llamando la atención de los presentes, y noté como cuatro o cinco miradas me intentaban examinar en la oscuridad.

            De los ocho o diez tíos que habría allí solo pude ver a uno. Era un hombre de unos cuarenta y algo, de constitución delgada y no parecía bajito. Tenía buena pinta.

            Con cierta discreción subí los escalones y llegué hasta arriba, donde vi que solo había sitio para unas veinte sillas mas. Aquella zona estaba algo más iluminada porque había un fluorescente con cierta luz.

            Desde que accedí allí vi como había dos hombres de rodillas, estaban delante del todo. Parecían mayores, y los dos le estaban mamando la polla a un tercero. Este estaba sentado en una butaca, estaba sin pantalones y con las piernas abiertas, en medio de ellas vi un buen rabo, y los dos viejetes se lo mamaban con esmero.

            Detrás del todo, había otros dos tíos que también estaban liados. De estos dos, uno debía tener mi edad, unos treinta y pocos. Se estaba follando a un hombre de unos cincuenta. Los dos eran delgados y estaban casi desnudos.

            La escena me puso el rabo duro. Además escuchaba todo, las chupadas, los gemidos, el plaff plaff de la enculada del chaval. Además tenía en la nariz un olor raro desde que había entrado en aquella sala, y allí arriba el olor era más fuerte. Olía a tío, a sexo, a corrida.

            Había leído en diferentes blogs sobre el tipo de tíos que suele frecuentar este tipo de sitios. Yo me cuido, voy al gimnasio y tengo buen cuerpo. También tengo buena polla según me dicen, y suelo gustar bastante. Ligo con frecuencia, y mis amigos siempre me dicen que es porque soy bastante masculino. Los tíos que los blogs describían solían ser tíos de cierta edad, y bastante abueletes, pero también había leído que te podías encontrar de todo. Aquel chaval que estaba enculando al otro y yo éramos de esas excepciones.

            Me percaté de que el tío que estaba siendo mamado no me quitaba ojo. Me fijé y vi que tendría unos cincuenta, debía ser alto. Intenté fijarme en su rabo, pero entre los dos que se la mamaban y la oscuridad apenas vi nada, solo que parecía grande en la distancia.

            -¿Te gusta? –Oí una voz a mi espalda, quizás extranjera, y me giré-.

            Era el tío al que había podido ver antes de subir allí arriba. Ahora lo veía mejor, y no me había equivocado, tenía buena pinta. Estaba apoyado contra la pared de las escaleras, llevaba un jersey gris y unos jeans apretados, donde hasta en aquella oscuridad vi que se le marcaba un buen rabo. Era de mi altura y tenía el pelo negro. Rondaría los cuarenta. El tío estaba igual de cachondo que yo.

            -Claro que me gusta. –Le dije muy bajito para no molestar a los otros-.

            El tío se llevó la mano al paquete y se agarró la polla, remarcando su tamaño para que yo lo viera. Supongo que me estaba invitando a que se la chupara o algo.

            De pronto, oí unos ruidos y vi como los dos abueletes que estaban allí de rodillas se levantaban y se colocaban bien sus respectivos pantalones. Los dos a la vez, sin embargo no parecía que el dueño de aquel pollón se hubiera corrido.

            Vi como el tío que estaba allí sentado seguía quieto con su mástil apuntando al techo, porque ahora sí se lo podía ver, y joder que si se veía.

            Los dos señores mayores se marcharon de allí sin siquiera intimidarme con sus miradas, y me sorprendió que junto a ellos, el tipo que me había preguntado que si me gustaba aquello, bajó tras ellos por las escaleras y se fue.

            -Tss… -Oí-.

            Miré al tío de la zona delantera, mientras atrás seguían a lo suyo. Me estaba llamando para que fuera hacia él. No tardé en hacerle caso, y no le quité ojo a su miembro. Menuda polla.

            -Hola. –Me dijo en tono agradable. Tenía agarrado el rabo con una mano y la descapullaba lentamente-. ¿Quieres probarla?

            Acababa de llegar, no llevaba ni veinte minutos allí y ya tenía un pollón dispuesto allí para mí. Joder, no me esperaba aquello. Siempre imaginé que me sentaría en una butaca, que me pondría nervioso porque se me acercaría algún tío de mal gusto o algo, o que tendría que ver una aburrida peli hetero con una loca tetona chillando de placer. Nunca esto. Así, tan fácil.

            No quise parecer novato, había ido a lo que había ido. Era un Cine X y yo sabía de más lo que podía pasar. Incluso me había dado una buena ducha en el hotel antes de salir para venir hasta aquí, por si acaso.

            Me agaché e hinqué mis rodillas como antes habrían hecho muchos delante de aquel tremendo cipote, como los dos abueletes que se acababan de ir.

            Se la agarré por la base con la mano derecha y comprobé que aún estaba mojada. Aún podría haber puesto dos manos más en el tronco de aquella polla y ver el capullo sobresalir.

            He mamado muchas pollas, muchas, muchas, he mamado bastante, os lo garantizo. Tengo 33 años y siempre he sido gay, me estrené bien a los diecinueve, y durante algunos años siempre fui activo. Sobre los 22 ó 23 probé el ser pasivo, y desde entonces puedo decir que me considero pasivo al 100 %, a pesar de que tengo buen rabo y si me lo piden, o participo en sexo en grupo, también hago de activo. Si escribo este relato precisamente es porque jamás olvidaré aquella polla, por ser una de las más bestias que he tenido delante de mí.

            Acerqué mi boca a aquel glande, brillaba mucho por la cantidad de precum que el tío llevaría un buen rato expulsando. Primero lo olí y prácticamente no identifiqué más olor que el del propio macho.

            Pasé mi lengua por aquel capullo y le miré a los ojos. Con aquella luminosidad apenas se distinguía, pero vi que eran azules, y por sus rasgos no era muy mayor, además pude ver mejor su barriga y su pecho y se veía un tío fuerte. No esperé más y me la metí en la boca.

            Primero abarqué con mis labios todo su grosor, y comprobé que no era extremadamente gorda, era justa, perfecta, jodidamente perfecta. Bajé mi cabeza todo lo que pude, y cuando llegue a la mitad del tronco ya sentí el glande entrar en la garganta.

            -Joder… -Dijo el tío en voz baja-.

            Me la saqué entera, tragué y carraspeé. Volví a abrir mi boca y volví a meterla de nuevo, bajando un poco más todavía y moviendo en todo momento mi lengua para intentar mojarla más rápido. Poco a poco se la embadurné con mi saliva, y poco a poco llegué a tragármela casi entera.

            Siempre he tenido esa facilidad, y siempre me la han envidiado. Normalmente puedo tragármelas enteras, y normalmente busco tíos activos con buena dotación porque me encanta mamar una buena polla, independientemente del placer que me pueda dar o no al poner el culo luego.

            Empecé a mamarle aquel mástil, de arriba abajo, con mi mano en la base y acompañando el movimiento de mi boca. Pronto, la saliva me mojó la mano también y empecé a marcar el ritmo.

            -Joder, tío… -Volvió a decir aquel hombre. Me agarró la cabeza con sus grandes manos y acompañó el movimiento mientras yo tragaba y tragaba. Luego se acercó a mí oído y me habló suavemente y con voz masculina-. Hacía mucho tiempo que ningún tío me la mamaba entera.

            Yo lo oí, y noté como ponía especial énfasis en la palabra tío, enseguida noté como mi polla escupía un poco de precum. Al estar aún vestido la tenía totalmente aprisionada entre los pantalones, y estaba como loca por salir.

            Seguí mamando y chupándole el rabo al tío por un buen rato. Durante la mamada oí como el otro chaval se corría y junto al otro tío terminaba el polvo. Mientras se vestía nos habló a nosotros dos, al tío al que yo se la mamaba y a mí, lo hizo en voz baja pero en un tono muy pícaro.

            -Señores, hemos disfrutado más viendo ésa mamada que por follar nosotros.

            Dejé de tragar y levanté la cabeza. Vi que los dos tíos de la parte trasera, el mayor y el de mi edad, estaban terminando de vestirse y los dos sonreían de manera lasciva mientras me miraban. Me sentí intimidado, pues el tío que estaba conmigo sonrió y me cogió por la cabeza, obligándome a mamar de nuevo, y riendo entre ellos tres nuevamente.

            -Joder, cómo chupa. –Dijo el más mayor de ellos mientras se acercaban a la escalera y se marchaban-.

            Como vi movimiento por el rabillo del ojo, miré hacia la escalera y vi que aquellos dos se marchaban, pero también vi al tipo de antes, el que se fue con los abueletes y que yo había visto abajo. Estaba apoyado en la pared, con una pierna en el suelo y la otra flexionada, tenía el botón del jeans abierto y le asomaba una buena polla. Se pajeaba suavemente mientras nos observaba.

            Sentí como el dueño de la polla que tenía en la boca me llamaba la atención para que dejara de mirar a aquel tío. Al parecer, me quería solo para él. Me agarró con una mano por la coronilla y me empujó la cabeza hacia abajo. Me la metió entera en la garganta y pude notar como su glande entraba por mi garganta bien dentro.

            Después de estar todo aquel rato mamándosela, el tío tenía la polla totalmente empapada, y mi garganta igual, todo estaba embadurnado en precum y saliva. Mi mano, mis labios, su pubis. Cada vez que me la metía por la garganta mis labios y mi cara chocaban con su pubis y su vello, y se producía un sonido que ya de por sí calentaba más el ambiente.

            Miré de reojo, pero solo un momento, al otro tipo de la pared. Seguía allí, rabo en mano, se la cascaba despacio y parecía disfrutar de su miembro y de sí mismo, pues con la mano libre se pellizcaba un pezón por debajo del jersey.

            Seguí a lo mío y seguí tragando. El tío gemía de gusto. A veces me tomaba un descanso y subía del todo hasta sacármela de la boca y cerraba la mandíbula un rato mientras le pajeaba o le lamía el prepucio.

            Una de las veces en que le mamaba frenéticamente me hizo parar, pues al parecer se corría y no quería que llegara el momento.

            Se levantó despacio y me indicó que me sentara. Así lo hice e intercambiamos los lugares. Era alto como supuse al principio, pero pronto se agachó y se arrodilló ante mí. Me desabrochó el pantalón y mi polla al fin pudo librarse de aquella opresión. Enseguida me bajó también el slip que había escogido para aquella tarde, uno básico de algodón, negro, y me dejó el pantalón y aquella prenda a la altura de los tobillos.

            -Buena polla, chaval. –Me dijo-.

            Yo sonreí. Siempre me han dicho que tengo buena polla. Unos 18 cm, recta y con buena cabeza, también buen grosor. Pero siempre, desde hace ya algunos años que entré a entrenar al gym, lo que más le gusta a los tíos es mi culo. A todos. Supongo que fue por eso por lo que el tío me levantó las piernas hacia arriba agarrando mi pantalón, y expuso mi culo hacia él. Quedé con el culo en pompa, sobresaliendo un poco del asiento, y con las piernas hacia arriba.

            Pensé que el tío me iba a chupar un rato el rabo, pero hundió su cara en mi raja y empezó a lamerla entera, parando en mi agujero y hundiendo un poco más la lengua. Gocé como un loco, no me lo esperaba, y empecé a disfrutarlo. Aquel tío sabía comerse un culo.

            Miré a nuestro espectador, y allí seguía, sobándose y masturbándose. No sabía muy bien por qué, pero no podía quitarme la idea de la cabeza de verme allí, empotrado por aquellos dos tíos, y con el culo abierto a tope.

            De repente noté dos dedos entrar, casi enteros. Me hizo daño. Justo cuando fui a quejarme, mi amante me miraba fijamente, demostrándome que se había dado cuenta de que miraba al tío de la pared. Confirmé así lo que antes pensé, me quería solo para él. Así que me dejé hacer.

            Me había salido un amante celoso en mitad de un cine X. Pero la situación lo merecía, aquel tío lo merecía, y aquella polla era increíble, sabía que me iba a partir.

            Poco a poco, y escupiendo en mi culo, mi compañero de sesión golfa me había metido hasta tres dedos en el culo. Jugó con mi ano durante un rato, incluso se acomodó y a mí con él para que pudiera seguir mamándole el rabo mientras seguía jugando con mi culo.

            Me sentía a tope, cachondo perdido. La situación era más que morbosa, y cerda. Muy cerda, porque durante el tiempo que duró aquel jugueteo en mi culo hasta tres hombres más habían subido hasta allí y se habían ido sentando como espectadores de lo que me estaban haciendo. Estaban sentados en las butacas traseras.

            Mi amante, viendo la situación, me incorporó y me hizo ponerme a cuatro patas sobre la butaca, dejándole mi culo expuesto solo a él y quedando yo de cara a nuestros tres espectadores, los cuales estaban tan cerca de mí que me veían la cara a solo un metro de distancia.

            Me alegré enormemente, aunque aquella situación me comprometía bastante, porque mi espectador favorito se movió también y se colocó en la pared del fondo de aquel lugar, justo frente a mí.

            Ahora le podría mirar fijamente si me apeteciese y a mi amante no le quedaría más opciones que joderse. Volví a verle de nuevo la polla a aquel tío, y también tenía muy buen rabaco, era gordo y largo, y un poco curvo hacia abajo.

            Noté de nuevo un par de dedos en mi culo, y la lengua de mi amante volviéndome a mojar por detrás. Estaba súper cachondo, y colocaba el culo en pompa para que él pudiera hundir más su lengua dentro de mi culo.

            Paró y se levantó, colocó el capullo de su herramienta en mi esfínter y apretó un poco para meter la cabeza. Aquella polla era tremendamente larga, y aunque era de grosor medio, pensé que no iba a tener ningún problema. Aún así la sentí entrar, y sentí como mi culo lo agradecía, pues entraba a gusto.

            -Joder… -El tío me agarró por la cadera, y empezó a juguetear con su polla en mi esfínter-. Qué abierto…

            Me daba puntaditas, metiéndome la cabeza de golpe, y retirándola lentamente. Parecía llamar a la puerta. Yo me movía, girando mi culo para intentar que entrara más. Me encendía aquella situación. Yo me moría por tener más polla en el culo, y él, sabiéndolo, no me lo daba.

            -La quieres dentro, eh…

            -Sí. –Dije yo, mientras nuestros espectadores se reían y se pajeaban allí delante de mi propia cara-.

            Siguió dándome puntazos, donde sólo me metía la cabeza. Enseguida, los puntazos se convirtieron en penetraciones. Me metía media polla de golpe, y la retiraba enseguida para empezar a jugar de nuevo solo con su capullo.

            A veces, notaba como escupía desde arriba y me mojaba justo el ojete.

            Aceleró el ritmo de entrada y de salida. Y lo que metía en cada embestida. Pasó de darme puntaditas a puntearme fuerte, y luego profundo. Por último, con más de media polla dentro de mi culo, dio un empujón en seco y me la coló entera.

            Di un respingo en la butaca y escuché las risas de aquellos tres que estaban sentados, supieron por mi gemido que me la habían ensartado entera. El otro seguía de pie, frente a mí. Él no reía, solo me miraba de manera lasciva y agarraba su polla con las dos manos. A veces, cuando yo lo miraba, sacaba su lengua y se relamía los labios.

            Me asusté un poco cuando en la escalera vi que había otros dos hombre más, observando el espectáculo.

            Pronto, aquel juego se convirtió en una de las mayores folladas que en mi vida me he llevado. El trabuco de aquel tío me entraba y me salía del culo una y otra vez, entraba entera, y salía entera. Así estuvo al menos veinte minutos de reloj. Hasta yo mismo me asombraba de que me entrara de aquella manera y que no me doliera. Mi culo estaba totalmente abierto y comenzaba a estar empapado.

            Aquel rabo podría medir unos 22 cm tranquilamente. Y yo me veía allí, follado a saco por aquel desconocido. Me conozco muy bien y estaba a punto de mostrarme como el vicioso que soy, pero cierto pensamiento vino a mi mente.

            Me armé de valor y tuve que contener mis mayores deseos. Pero casi nunca me habían follado a pelo, y menos hasta el final.

            -Para. –Le dije en voz baja a pesar de nuestros observadores-. Ponte un condón si quieres seguir.

            -No. –Me dijo el tío sin parar de embestirme fuertemente-. Te follo a pelo.

            -No, no. –Dije al rato de seguir dándome por culo. Me encantaba aquella polla y el roce que me producía dentro del ano-. Para.

            -Joder, tío. –Entonces paró de follarme-. ¿Que más te da? Si te estoy follando a pelo.

            -Ya, pero no. Y menos correrte dentro.

            Mi amante me la volvió a meter hasta el fondo y presionó su pelvis contra mi culo, hundiéndola un poco más. Yo gemí como una cerda. Se reclinó sobre mi espalda, me besó en el cuelo y me lamió la oreja unos instantes. Empezó a mover su cadera lentamente y empezó a follarlo de nuevo muy despacio, haciéndome sentir todo su tamaño en mi interior. Notaba como entraba y salía, como me llenaba y me vaciaba cada vez que me la entraba.

            Mientras que me comía la oreja y me dejaba hacer un rato más, vi cómo le hizo señales a uno de los tres que anteriormente se habían sentado y disfrutado del polvo. No supe que le dijo, pero lo vi algo raro y no me gustó.

            Ese tío se levantó y dejó su polla a medio metro de mi cara. Tendría unos cincuenta años, y se cascaba una buena polla. La tenía empapada.

            -¿Quieres chuparte otra? –Mi amante me pellizcó un pezón, y con la otra mano se hizo hueco entre mis nalgas y su polla y me metió el dedo gordo por el culo, abriendo mucho más mi esfínter. Y volví a gemir como una puta-. Solo mientras te follo un ratito más.

            Me sorprendió su reacción de ofrecerme otra polla, cuando anteriormente no quiso ni que mirara a aquel primer chico con jeans. Caí entonces en la trampa que me quiso tender. Pretendía ponerme muy cachondo para seguir follándome a pelo, o incluso llevarme al éxtasis para terminar por correrse dentro de mí. Además me metía el dedo junto a su polla dilatando aún más mi agujero e invitaba a otro tío con la intención de hacerlo entrar en el juego. ¿Pensaba seguir metiéndome aquella enorme polla mientras invitaba a otro a la vez? ¿Esa era su intención, que me follaran dos?

            Y a pelo…

            -Tío, para… -Corté el punto a todos. Tuve que ser brusco y joderme el primero por pedir que me sacaran aquel placer del culo, pero me veía preñado por todos los tíos que allí había si me dejaba-.

            Me pidió perdón y demás, pero me empecé a vestir y yo también pedí disculpas. Justo cuando llegaba a las escaleras para empezar a bajarlas y marcharme de allí, el chico del jeans me agarró de la mano y me habló apartado de todos.

            Parecía cómico, pero llevaba el cipote por fuera del pantalón y lo tenía duro. Era un buen cipote, más corto que el del amante que me quería preñar, pero mucho más gordo.

            -Yo te follo con pollón. –Era extranjero, podría ser rumano-. Y tengo condón para tu culo.

            Cuando se acercó hacia mí para hablarme, noté un espantoso olor en su boca. Tenía muy mal aliento.

            -Mira, coge. –Me cogió una mano y se la puso en su rabo. Quería que se la tocara. Era gorda, y estuve tentado de agacharme allí mismo y mamársela delante del imbécil de antes y todos los presentes. Pero vi en su capullo que tenía resto amarillentos, y blanquecinos-.

            -No. –Dije, y se la solté-.

            -Yo tengo condón. –Me dijo, insistiendo-.

            -Sí. Pero no tienes la polla de él.

            Y bajé por las escaleras sintiéndome muy mala por aquel comentario. Dejé a todos aquellos hombres allí y no miré atrás. Quizás podría haber sacado mi cartera y coger un condón que yo mismo llevaba, y no llevaba uno, sino tres. Pero hacerlo significaba exponer mi culo a todos aquellos que me quisieran follar. Soy así de fácil en el sexo. Si estoy cachondo me presto a casi todo, pero a un bukake… no.

            Salí del cine, pasando antes por el Wc para limpiarme un poco las manos y la boca, pues me sabía bastante a precum y a polla. Delicioso. Esa noche, debido a que nunca me corrí en aquel cine, salí de fiesta por chueca. Pero ahí, habría más historias que contar, como la de la sauna posterior a la fiesta. Me despido de todos, y hasta la próxima.

            Espero que os haya gustado, o al menos, que vuestros rabos se hayan endurecido. 1 saludo.