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Mi primera enculada!

en Gays

Esto que os cuento a continuación me ocurrió cuando tenía veinte años. Por aquel entonces yo tenía aún poca experiencia y mis encuentros sexuales con tíos hasta aquel momento se habían limitado a unos cuantos encuentros esporádicos, donde yo a veces había penetrado o como mucho chupado alguna polla.

            Lo que me ocurrió fue de madrugada, un sábado de fiesta que acabé muy pedo y largándome de la disco yo solo rumbo a casa. Mi ciudad es pequeñita y por eso hay pocos lugares de ambiente qué frecuentar, pero aquella noche salí por aquellos sitios y a las cinco de la mañana me marché andando a casa dejando a algunos de mis amigos aún en la discoteca.

            Yo vivo en un barrio y este quedaba algo lejos el lugar, pero decidí andar para que se me pasara el efecto del abundante alcohol que llevaba encima.

            En aquella época yo aún estudiaba y además jugaba a futbol en un buen equipo, siendo lateral mi posición y estando bien posicionados en la liga. Fue gracias a dicho deporte por lo que empecé bien pronto con el tonteo de los tíos. En mi mismo equipo había dos que me la habían chupado y uno al que me había follado.

            Suelo ligar con frecuencia y casi todo el mundo me dice que estoy bueno. Mido 1,77 cm y peso 71 kg. Como hago deporte continuamente me mantengo en forma y sobre todo de piernas, abdominales y glúteos. Me encanta mi terso culo. Soy moreno y dicen que tengo una gran sonrisa. Soy un tío masculino, nunca me llamaron maricón de manera despectiva porque no tengo nada de pluma, aunque luego me gusta mucho un tío, tío.

            En mi equipo había un chico que me volvía loco y aquella misma tarde de sábado nos habíamos quedado los dos solos en el vestuario. Nunca había ocurrido nada entre ambos pero llevábamos tiempo observándonos demasiado, y era tan solo cuestión de tiempo el que le enchufara la polla en la boca y le dejara mamarme y luego yo a él. O viceversa.

            En aquel compañero mío estaba pensando cuando giré en una calle y salí de una principal para empezar a callejear y dirigirme así a mi barrio. Oí un siseo tras de mí y con disimulo miré atrás. Era de madrugada y por allí no andaba nadie salvo algún coche muy de vez en cuando. El caso es que giré mi cabeza y vi a un tipo a lo lejos. Estaría a unos veinte metros de mí y parecía ir en mi misma dirección. Iba medio silbando.

            Anduve un par de manzanas en dirección recta y el tipo seguía detrás, incluso parecía que había acelerado algo el paso porque el siseo lo oía más cerca. Entre el mareo que yo llevaba y que el tipo iba completamente vestido de oscuro en plena noche me dio algo que pensar. Imaginé que era un atracador, o un gamberro. Pero con total descaro me giré de nuevo y lo miré.

            En aquel momento se encontraba ya a la mitad de distancia de mí.

            -¡Tranquilo que no te voy a hacer nada, chaval! –Dijo de pronto el tío mientras ambos caminábamos en línea recta-.

            Yo me quedé sorprendido, porque aquellas palabras me relajaron pero por otro lado me di cuenta de que quizás por mi cara el tipo se había dado cuenta de que me había entrado miedo.

            Yo paré y me apoyé en la pared, me agaché y me puse a atar los cordones de uno de mis zapatos. La calle estaba casi en penumbras porque las farolas estaban muy distanciadas y se veía poco.

            Conforme se fue acercando aquel tipo me di cuenta de que rondaría los treinta y muchos, o cuarenta años. Vestía vaqueros negros, con un jersey de cuello de pico en azul marino y un abrigo tres cuartos también negro que le llegaba a media pierna, le quedaba ajustado a su torso y era alto y robusto.

            Cuando pasó a mi lado me observó y sonrió. Se detuvo y lo miré a los ojos mientras yo seguía haciendo como el que se ataba los cordones. Sonreí y puse cara de tonto porque él se dio cuenta de cómo iba.

            -¿Borracho? –Dijo de manera simpática. Me fijé, era atractivo, muy atractivo. Mientras le contesté bajé la mirada y vi el bulto de su entrepierna, parecía grandote pues el pantalón era algo ajustado y marcaba buen paquete-.

            -Un poco. –Le dije entrecortado-. Ya me voy a casa.

            -¿Tú solo?

            -Claro, tengo veinte años. Ya no soy un niño.

            -Ah, bueno. Pareces más joven.

            El tipo rió a gusto y me tendió una mano para ayudarme a incorporarme. La agarré y me puse de pie.

            -Tienes que tener cuidado por esta zona. La semana pasada atracaron a dos chicos que venían de fiesta y a uno de ellos le partieron la nariz.

            Un estremecimiento me recorrió la espalda.

            -Eran así como tú. –Siguió hablándome y me puso una mano en el hombro-. Delgaditos y con buena forma.

            -Yo estoy fuerte. –Le dije-. Gracias por el aviso pero sé defenderme, jeje.

            -Bien, anda… vete a casa, chaval.

            Y el tipo avanzó por la calle por dónde íbamos. Me adelantó ahora él a mí y fue por delante de mí. Yo me fijé en su espalda y la verdad es que el tipo me atraía mucho. Me detuve e hice como el que se agachaba y se ataba los cordones del otro zapato. Allí me hice el remolón y tardé a posta con tal de que avanzara. Mientras me levantaba me palpé el culo y saqué un paquete de tabaco del bolsillo. Cogí uno y vi que no llevaba mechero y supuse que alguno de mis amigos se lo habría quedado así que volví a guardar el cigarro y levanté la mirada para echar a andar.

            El tipo no estaba. Se había esfumado. Fijé bien la vista para intentar verlo pero nada, me dije a mi mismo que estaba más pedo de la cuenta y caminé hacia delante.

            Con la vista de aquel hombre me había puesto tonto y volví a acordarme de mi compañero de equipo. De su largo rabo en las duchas, cuando se enjabonaba y se retiraba la piel del prepucio al lavarse y me miraba entre compañeros de manera lasciva. Mientras andaba notaba el rabo algo morcillón y quedando apretado en los pantalones. Me gusta esa sensación, la de ir con la polla a media asta y notarla bien grande dentro de mis pantalones.

            -¿Quieres fuego? –Oí de repente-.

            Me asusté un poco y giré mi vista a la derecha. Justo en la fachada del bloque por donde yo iba pasando había un portal oscuro en el que ni me había fijado, y allí estaba aquel tipo de antes con la puerta del portal semi abierta, una mano sujetando la puerta y quedando él entre medias y con la otra fumándose un cigarro.

            -Ei, sí. Gracias. –Le dije, y me acerqué a la puerta-. Me había asustado.

            La luz interior del portal estaba apagada por lo que solo veía aquel tipo medio en sombras. Alargó una mano hacia mí y me puse un cigarro en la boca. Cuando encendió el mechero para darme fuego flipé. Con el resplandor de la llama vi que tenía el rabo por fuera del pantalón y se lo medio tapaba con el abrigo largo que llevaba. Mientras acerqué el cigarro a la llama para prender el cigarro no dejé de observar aquella enorme polla. La tenía casi empalmada por completo. El tipo se dio más que cuenta de mi mirada y sonrió a la vez que apagaba y retiraba el mechero.

            -¿Te gusta? –Me dijo dándole una calada a su cigarro-.

            Yo no dije nada. Solo lo miré a los ojos y de repente levantó una mano y me cogió del cuello de la ropa y me atrajo hacia él. Me besó y yo me dejé hacer.

            Allí estábamos en la calle, era de noche y bien tarde, pero estábamos en la calle al fin y al cabo. Abrió un poco más la puerta del portal y me hizo entrar quedándome allí dentro con él y con nuestros cigarros.

            -¿Te has comido alguna polla? –Me preguntó directamente mientras se la tocaba. Yo estaba frente a él, como a un metro de distancia. Le di una calada al cigarro y luego le respondí-.

            -Alguna.

            Me fijé en el portal. Estaba limpio e incluso tenía un par de plantas. Era pequeño y vi que tan sólo había seis buzones.

            -Este sitio es seguro, ven. –Me dijo y me atrajo hacia él casi metiéndome dentro de su abrigo, por lo que mis manos quedaron dentro de nuestros dos torsos y él le dio una calada al cigarro y lo tiró al suelo. Luego me agarró con sus dos manos el culo y comenzó a besarme-.

            Yo dejé caer mi cigarro también y puse mis manos en su pecho. Parecía un tipo corpulento, fuerte. Era de hombros bien anchos y palpé unos buenos pectorales. El tipo sobrepasaba los cuarenta.

            Me metía la lengua con ganas y al principio me dio un poco de pudor, porque mi boca sabría a alcohol, pero a él pareció darle igual. Notaba su lengua en toda mi boca y pronto su sabor me inundó. Eras casi de la misma altura y con el frote colocó su rabo entre mis dos piernas y empezó a pajearse con mis muslos. Sus manos me apretaban los cachetes del culo por encima del pantalón y empecé a ponerme muy, muy cachondo.

            -Qué bien besas. –Le dije tocando y pellizcando sus pezones a través de su jersey-.

            Entre el pedo que llevaba y sus besos me dejé llevar y pronto me desabrochó el botón del pantalón y me bajó la cremallera. Metió sus manos a través del pantalón, pero por detrás, tanteó hasta que logró meter las manos por dentro de mi bóxer y me rodeó los dos glúteos con sus manos. Empezó a sobármelos y a apretármelos con fuerza.

            -Qué rico culo, tío. –Me decía en la oreja. Me cogió mis manos y las llevó a su polla, palpé, toqué, agarré, descapullé y jugué un rato con aquel rabazo mientras hacia el amago de pajearlo. Hubo un par de momentos que se oyó algo en el portal pero tras unos segundos de tranquilidad pude comprobar que no era nada, allí podíamos estar tranquilos y además eran más de las cinco de la mañana por lo que todos los vecinos estarían dormidos-. ¿Quieres chuparla?

            Como os comenté al principio lo más que yo había llegado a hacer con otro chico eran mamadas más bien, pues tan solo a unos pocos me había llegado a follar, y a ninguno le había dejado metérmela.

            Miré otra vez aquella polla en la oscuridad del portal y con el pulgar jugué con el capullo. El tío estaba empapado. Aquella polla era enorme, lo menos veinte cm o más, y no lo pensé más. Me fui agachando poco a poco y la rodeé con una mano cuando estuve en cuclillas. Me acerqué más a aquel cipote y lo olí. A tío era a lo que olía. Sudor, meos, e incluso pensé que olía a corrida, a sexo. Abrí la boca y metí el capullo.

            -…mmmmmm… -Jadeé con su rabo dentro-.

            -Oh… eso… eso, chaval. Cómetela. –Me susurró mientras agarraba mi cabeza y empezaba a culear para meterme más polla en la boca-.

            Poco a poco se la fui tragando entera. Me entró a pesar de que al principio tuve alguna arcada. Estuve así un rato mientras se la succionaba y le pajeaba con una mano. Se la relamía y hacía que me la metiera entera hasta el punto de que me folló la boca con aquel buen cipote.

            -¡Chupas muy bien, chico! Ven. –Me sacó su rabo de la boca y un hilillo de babas se quedó colgando hasta que casi me puse de pie por completo. Me atrajo hacia él nuevamente y metió su lengua en mi boca de nuevo-.

            Me pegó a él y me volvió a meter las manos a través del pantalón y me volvió a sobar el culo. Luego me metió mano por arriba y me descubrió el torso con fuerza, dejando al aire mi torso y mis pezones, me los chupó, y luego me los mordió. Nunca otro tío me había hecho aquellas cosas tan placenteras. Y mientras me las hacía tanteó mi agujero con uno de sus dedos y logró meterme hasta una falange.

            -¿Y lo otro? –Me preguntó mientras que me penetraba el ojete con el dedo-. ¿Te la han metido alguna vez?

            -Aah… -Gemí yo con gusto al sentir aquel dedo. Era la primera vez que me dejaba traspasar el ojete por algo, y aunque me dolió un poco me dejé hacer por la borrachera que llevaba y el calentón que me estaba procurando aquel tipo que ni su nombre supe-. No… ah… ah… nunca me la han metido.

            Aquella frase sonó con temor. Nunca me habían follado, ni siquiera dilatado con dedos o algo hasta él. Y el tipo supo que no mentía.

            -¿Eres virgen aún? –Me dijo metiéndome el dedo entero y sacándolo y volviéndolo a meter muy rápidamente, incluso de manera algo bestia pensé-.

            -Sí… -Dije tímido-. Ah, ah, ah, ah…pero es que no sé si quiero. Creo que no me va a gustar.

            -Anda ya, chaval... –Me dijo. Me sacó el dedo y me giró en el acto ciento ochenta grados, de manera que quedé de espaldas a él. Enseguida noté el capullo en mi esfínter-. …qué va a doler. Déjame y verás…

            Recuerdo que estuve muy tenso, se me cerró el culo de golpe cuando noté aquella primera sensación de apertura. Su rabo chorreaba y yo estaba medio abierto por su dedo, por lo que de un pequeño empujón me coló el glande bien dentro.

            -¡Ah! –Me quejé yo al notar cómo me había entrado-. Para, para. Me duele.

            Levanté un poco la voz al quejarme y él me dijo entre susurros que callase, que no hiciéramos ruido. Y sin sacármela de dentro. Vale que solo tuviera su capullo en la puerta de mi culo pero yo veía las estrellas. Aquel pollón me iba a partir en dos y me entró miedo.

            -Tranquilo. Duele solo un poco al principio. –Me dijo metiendo un poco más. Paró y casi sacó lo que ya había metido. Luego volvió a empujar y volvió a metérmela. Esta vez casi la mitad.

            -AAAhhh…. –Me volví a quejar, aunque esta vez con menos dolor-. Duele, tío. Sácamela, por favor.

            -Tranquilo. Ya queda poco. –Me agarró la polla con una mano y empezó a pajearme suavemente-. Mira, no te meto más y esperamos a que se relaje. Si te sigue doliendo, paramos. Solo te hago esto, Ahhh, ah, ah, mmmm… Casi está abierto del todo, niño.

            El tipo me la sacaba y me la metía despacio, sin llegar a meter más de lo que ya había metido. Me la sacaba casi entera dejándome solo el prepucio dentro y seguidamente empujaba y metía más de media polla hacia dentro. Mis quejas fueron cambiadas a quejidos, y posteriormente a gemidos. Su polla ya no me hacía daño tras aquel ratito y la notaba entrar por mi agujero y recorrerlo en parte. El tipo aceleró un poco las metidas cuando vio que mi culo dejaba de apretar.

            -¿Te duele menos? –Me dijo metiéndola ahora casi entera-.

            -Menos… Ah, ah, ah… -Mi culo respondía y mi cuerpo se estremecía. Un rabo en el culo, hasta aquel momento jamás imaginé que me dejara follar el culo, y menos por un tío que me doblaba la edad y sin conocerlo de nada. Quizás aquella fue la mejor opción. Siempre había pensado que sí, que era gay porque me atraían solo los tíos, pero nunca imaginé poner el culo y siempre había pasado por mi cabeza la única opción de follarme culo tras culo. Estaba disfrutando tras aquel principio y notaba mi culo muy abierto-.

            De repente, aquel tipo me la hincó por completo. Aquel pollón me entró por el culo. Empezó a meterla entera y a sacarla por completo. Me dio miedo a que saliera manchada porque no iba preparado para aquello ni por asomo, pero la cosa salió perfecta y todo salió bien limpio.

            Me estuvo follando de pie todo el tiempo, y tras abrirme me hizo apoyarme en el primer escalón de la escalera de aquel portal. Me puso a cuatro patas y me bajó los pantalones hasta los tobillos dejando mi culo en pompa y dispuesto para él.

            Me la volvió a meter entera y esta vez fue de golpe.

            -MMMMMMMM. –Gocé yo, con mis veinte añitos y siendo abierto por aquel pollón por primera vez en mi vida. Aquella estocada jamás la olvidaré. Me la metió entera y empezó a follarme fuerte y rápido. Yo gemía y él también. Incluso nos dio igual que el bloque entero se despertase-.

            Me folló a gusto el tío. Después de tenerme a cuatro patas en aquel escalón me hizo sentarme sobre él, a horcajadas. Él se sentó en el segundo escalón y me hizo sentarme sobre él mientras lo miraba. Me puse la punta de su rabo en el ojete y esta vez fui yo quien se sentó pidiendo que me la metiera entera. Subí y bajé todas las veces hasta que mis piernas de futbolista aguantaron su corrida.

            Lo noté tensó y me hundió los dedos en mis caderas, empujando su polla todo lo dentro de mí que pudo. Noté ciertos espasmos en él y supe que me iba a llenar el culo de leche.

            -Me corro, me corro… -Decía mientras medio saltaba y me incrustaba más la polla-.

            No se puso condón ni se lo pedí tampoco, puesto que nunca pensé que lograra metérmela. Y sin embargo me lo hizo, me la metió abriéndome el culo por primera vez, me la ensartó entera por más de una hora, y con los primeros rayos de sol y mi pedo habiendo pasado me marché de aquel portal donde después de follarme hizo que me corriera.

            Algo que tampoco olvidaré nunca fue que mientras caminaba de aquel portal hasta mi casa iba notando por dentro del bóxer como mi culo chorreaba leche y me iba empapando el culo con el andar.

            Nunca más volví a ver a aquel tipo. Pero él fue quien me abrió por primera vez y descargó todo su sexo en mi culo, haciéndome saber lo que en el futuro le esperaba a mi ojete, a mi interior, y a mi cuerpo, pues él fue el primero, pero después de aquello pocas veces me quise follar a otro tío. Él fue quien me enseñó lo que es un activo, y por eso mi compañero de equipo se puso tan contento tras nuestra primera sesión de sexo en común, porque desde el principio ese compañero fue solo activo conmigo y me partió el culo en muchas ocasiones posteriormente.

            Espero que os haya gustado.