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Julieta quiere dos Romeos

en Trios

Después de horas de viaje y algunos pueblos, de esas jornadas en las que los trajineros del viaje nos dejan agotados y la piel colorada, nos acomodamos en las habitaciones una de esas noches que todos bebieron de más de la cuenta, llevaba unos pantaloncillos muy cortos de esos que se pueden ver mis lindos cachetitos.

Compartíamos habitación, en esa ocasión me acompaño una migo que me gustaba, pero lo más extraño fue que también fue otro pretendiente también que me despertaba cierta curiosidad, ya era algo tarde y mi cuarto dentro del departamento para doce personas estaba cerrado, me levanto unas ideas locas… el caso que a mitad de la noche me levante al baño y pase junto a él, estaba tumbado boca arriba y se notaba que no despertaría, lo cual me llevo a detenerme  junto a él… pensé en tocarlo debajo de su bóxer solo a ver qué pasaba, no suelo ser así, pero esa noche algo despertó distinto por el morbo del momento, tenerlo a él a mi merced, por descuido o sin querer no me fije que la puerta del dormitorio estuviera o no bien cerrada, así que lo único que pensé fue, Nadie nos podía ver.

Entre susurros me acerque a él mientras lo llamaba para ver si estaba o no dormido, no respondió, lo que me dio confianza para seguir en mi ligera travesura, ya a la altura de sus bóxer mis manos lo tomaron de las caderas, acariciando por encima de la ropa empecé a ver su reacción física, lo empecé a acariciar por encima de la ropa, lo que me llamo más la atención fue que pude ver con la poca luz que entraba del estacionamiento del hotel la luz y pude ver su miembro mil pensamientos se agolparon en ese momento, pero la distracción fue tal al escuchar la voz de Eduardo y notar que la puerta se abría para dejar solo dejar los ronquidos de los que estaba dormidos en la sala de aquel habitación común.

Al instante no supe que hacer, nerviosa ni quise moverme con el temor de despertar a mi acompañante de cuarto, solo basto sentir unas manos calientes en mis tobillos para dejarme de mover, volteé por encima de mi hombro para ver a Eduardo a la orilla de la cama, diciendo que todo estaba muy bien.

Regrese la mirada hacia el miembro y me éxito mucho el morbo de la situación, mientras sus manos me sobaban las piernas y sin querer pensar mis manos empezaron a acariciar aquel miembro, Eduardo se subió a la cama, a lo que alcanzaba tocar una pequeña porción de cama, yo sentada con mis manos ocupadas sentí la respiración de él sobre mi hombro, mientras me excitaba un poco más…