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Una mano amiga

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UNA MANO AMIGA

Me llamo Lola y tengo veintidós añitos recién cumplidos. Físicamente estoy dentro de los cánones de belleza. Soy morena, estoy delgada, hago mucho spinning, por lo que tengo los glúteos para romper nueces. Vamos, que estoy buena.

Os voy a contar lo que me pasó el último verano cuando fui de camping con mi novio, ya exnovio Luis, su amigo Pedro y la novia de él, Candela. Ambos ya tampoco son pareja.

Estuvimos de vacaciones en Portugal y nos quedamos en un camping en Sagres, cerca del Cabo de San Vicente, el fin de la tierra por el sur de Europa. Como el tiempo allí suele refrescar por las rachas fuertes de viento, compartimos la tienda de campaña, ya que cabíamos los cuatro perfectamente aunque algo más juntitos debido a que usamos un colchón inflable.

No os voy a contar lo bien que lo pasamos en la playa de Beliche, una cala con agua transparente y helada que me puso los pezones empitonados delante de nuestros amigos. Los míos y, también los de Candela, que por cierto hacía topless y eso lo noté en el bañador de Luis, el cual tuvo que darse la vuelta en la toalla para disimular lo empalmado que estaba.

Candela también era una chica de mi edad, creo que un año más joven, que estaba también de buen ver. Por aquel entonces llevaba la cabeza rapada y era algo bastante radical, pero que no le restaba ni un ápice de belleza.

Lo que os quiero contar es que por la noche, después de cenar y meternos en la tienda para dormir, pasó algo. Todos estaban dormidos. Las dos chicas quedamos en el centro y nuestras parejas masculinas en los extremos. Como era verano, no nos metimos en los sacos de dormir, sino que nos lo echamos por encima. De pronto, cuando yo aún estaba despierta mirando el móvil, sentí una mano por dentro del pantalón de mi pijama, directo a mi coño. Me quedé sorprendida. Al principio pensé que se trataba de Luis pero que va. Él estaba dándome la espalda así que esa mano tendría que ser la de Candela. Eso o Pedro tenía la mano muy larga. La cosa es que ella parecía que estaba completamente dormida pero ahí estaba, primero acariciándome por encima de la braguita. No sabía qué hacer. El hecho es que me estaba gustando así que le dejé continuar. Noté que mis braguitas empezaron a humedecerse por la acción de su mano masajeándome el monte de venus. Me estaba poniendo súper cachonda y lo peor de todo es que quería correrme en sus dedos. Yo no era lesbiana y nunca me había planteado mi sexualidad pero, eso era excitante y por qué no, si nadie se iba a enterar.

Candela, no entiendo cómo, pasó a mayores y sus dedos apartaron mi braguita para introducirse en mi raja. Estaba muy caliente y el clímax estaba cerca. De repente, cuando estaba a punto de correrme, paró. Pero, ¿por qué?. Miré a su lado y su rostro irradiaba felicidad, como si hubiera tenido un orgasmo, lo que muy probablemente ocurrió en el interior de su cabeza.

¿Y ahora qué hacía yo? No me quedaba más remedio que terminar por mi cuenta. Cuando introduje mi mano en mi coño, estaba empapado, perfectamente lubricado. Cuidándome de no hacer mucho ruido, me corrí pensando en el episodio lésbico “inconsciente” que había tenido con Candela.