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¿Qué nombre? (sexo entre hermanos)

en Amor filial

Recuerdo aquella vez en la que, como otras veces, me tocó a mí poner la lavadora de casa, algo sin importancia, tarea rutinaria. Iba metiendo una a una, a veces de dos en dos, casi sin mirarlas, las prendas de ropa de los distintos miembros de la familia. Tan sólo tenía que tener cuidado al meter ciertas prendas que, por sus colores, podían llegar a desteñir, echando a perder toda la colada, entonces había que depositarla en un pequeño cesto aparte hasta que acumulábamos ropa oscura para así lavarla toda junta. En breve tocaba hacer una de esas coladas especiales, el cesto estaba ya casi lleno, pero ahora tocaba hacer una normal. Por eso, cuando encontré una ropa interior de mi hermana pequeña, de color rojo intenso, me paré un rato a mirarla, efectivamente, correspondía ir al otro cesto y no a la lavadora, era un conjunto, de braguitas y sujetador; sin embargo, no sé por qué me quedé a mirarla más de lo que sería lógico, y empecé a pensar en cómo le quedaría a mi hermanita. Al mirarlas noté que había en las bragas unas pequeñas manchitas blancas, ¿sería...? Me dije "no, no", traté de quitarle importancia y seguí con mi tarea.

Algunas horas más tarde estaba en mi cuarto cuando, no sé por qué, volví a pensar en aquel conjunto rojo, y en cómo le quedaría a mi hermana. A mí nunca me ha llamado la atención la ropa interior, pero la imagen de mi hermana con ella se me metió en esos momentos en la cabeza. Yo la había visto en bikini en la playa muchas veces, claro, y jamás le di importancia, pero ahora, el imaginarla así me empezó a dar curiosidad, y no sólo con ese conjunto, sino en cómo se quitaba su sujetador. ¿Cómo se verían sus pechos? pensé, y en esos momentos noté calor en mi pene, que se empezaba a llenar de sangre y a ponerse erecto. ¡Por Dios! ¿Me estaba excitando pensando en ella! ¡No, no! Traté de pensar en otras cosas, mientras me invadía una terrible sensación de culpabilidad, yo no era un degenerado, me dije, no podía pensar en mi hermana.

No volvió esa imagen a mi mente los días siguientes, todo había sido una mala idea momentánea, pero un par de semanas después, una tarde, estaba en mi cuarto, echado en la cama, leyendo algún libro mientras escuchaba música con los cascos puestos. En un momento dado, apago la música, necesitaba concentrarme un poco, y me quito los cascos. De repente, me fijo en un leve sonido que se escuchaba a través de la pared de mi cuarto, que linda con el cuarto de mi hermana. El sonido era del chirriar de la cama, como si se estuviera moviendo agitadamente, acompañado de unos leves gemidos. Era indudable que se estaba masturbando, pensé en la imagen de mi hermanita dándose placer, disfrutando y sintiendo rico, y me pareció que era algo muy bello. Sí, eso era lo que me decía mentalmente, que era muy bello que mi hermana se diera placer, al igual que yo hacía frecuentemente, y me imaginé su cara de gusto mientras sus manitas iban a su entrepierna. De pensar en esa imagen, empecé a empalmarme, y mis manos fueron a acariciar levemente mi polla; me quedé petrificado cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo. ¡Me estaba tocando pensando en ella! Me quedé petrificado en mi cama, los oídos empezaron a zumbarme y de nuevo una sensación de culpabilidad invadió todo mi cuerpo y mi mente. Quedé largo tiempo así, andaba aturdido, trataba de leer y no lograba concentrarme.

Un par de horas más tarde, ya a la noche, fui a ducharme antes de irme a dormir, una ducha lograría despejarme y olvidar todos esos pensamientos. Entré al baño, cerré la puerta con llave como siempre, y me dispuse a quitarme la ropa. En eso que echo un vistazo al cesto de la ropa sucia; mi hermana, que se acababa de duchar, como solía hacer ella, dejó toda su ropa sobre la tapa del cesto sin meterla dentro. Me dispuse a meter su ropa en el cesto de la colada cuando me fijé las braguitas que había estado usando esa misma tarde. Las bragas tenían de nuevo esas manchas blancas y aún estaban un poco húmedas. Instintivamente las acerco a mi nariz y aspiro su aroma, el olor que desprendían me produjo una gran excitación, las sienes me ardían, y empecé a chupar la zona que toca con su coño, que tenía un sabor delicioso. Entonces me imaginé de nuevo a mi hermana tocándose ese coño hasta correrse y empecé a tocarme una paja monumental, hasta correrme en sus bragas.

A partir de ese entonces empecé a prestar atención y a agudizar mis oídos por si escuchaba a mi hermanita tocándose a través de la pared de nuestros cuartos, y en alguna ocasión yo también me tocaba, suavemente, mientras la escuchaba. Muchas noches, antes de dormir, en la calidez de su cuarto, se daba placer a sí misma, y yo me correspondía a mí mismo, tratando de hacer menos ruido para no alarmarla y dejase de hacerlo. Me imaginaba cómo sería lamer ese coñito y darle más placer aún, lo que me ponía a mil, pero siempre, después de correrme, me invadía esa terrible sensación de culpabilidad, me estaba convirtiendo en un enfermo. Una noche, ya muy tarde, escuché cómo se tocaba haciendo más ruido de lo habitual, se oían sus jadeos y el ruido que hacía al moverse, hasta que estalló en un ¡ah! que se escuchó claramente y que no pudo apagar. Esa vocecita de disfrute me puso cachondísimo. A la mañana siguiente, cuando ella estaba duchándose antes de ir al instituto, entré rápidamente en su cuarto y allí tenía el pantalón de su pijama, cuyo olor aspiré.

Durante esos días ella se puso más cariñosa que de normal conmigo, algo que si bien percibí, traté de quitarle importancia, eran probablemente imaginaciones mías, me pensé, me estaba imaginando lo que no era. Lo cierto es que a veces, casi sin venir a cuento, me saludaba con un beso en la mejilla y me abrazaba contra mí, pudiendo sentir sus pechos en mi pecho. En una ocasión, caminando hacia atrás, se choca "accidentalmente" conmigo, rozando con su culo mi paquete.

Pasan los días y un fin de semana nuestros padres se habían ido, y pensé que mi hermana había ido también con ellos, por lo que estaría solo en casa. Por eso pensé que no había nadie en casa y fui completamente en pelotas desde mi cuarto al baño a ducharme, teniéndola medio morcillona en esos momentos al acabar de despertarme. De repente, en el pasillo, estando yo de esa guisa, me topo con mi hermana en pijama. Me asusto y digo: "¡Perdón, pensé que no había nadie en casa!", mientras trato de taparme mi entrepierna y me vuelvo corriendo a mi cuarto.

Ya de mejor guisa vuelvo al baño y comienzo a desnudarme. Los pensamientos contradictorios empiezan a circular a gran velocidad por mi mente, me echo algo de agua en la cara en el lavabo para tratar de despejarme. Sin saber por qué, sin plan prefijado, tan sólo curiosidad, como por impulso, me enrollo la toalla a la cintura y salgo en silencio del baño. Por el pasillo escucho unos ruidos en el cuarto de mi hermana, me acerco con gran sigilo y miro por la rendija de la puerta. Ahí vi lo que llevaba muchos días deseando ver, una visión maravillosa de mi hermanita completamente desnuda en su cama, con las piernas abiertas, mientras se hacía una monumental paja. Me empalmé enseguida y, trato de incorporarme, pero sin querer me apoyo en la puerta que resultó no estar cerrada del todo, de modo que esta cede, se abre, y caigo de bruces en el suelo en el cuarto de mi hermana.

Mi hermana pega un grito al asustarse, y trata de cubrirse sus pechos con sus manos, mientras cierra las puertas. Yo trato de incorporarme, con la suerte de que se me cae la toalla que tenía amarrada a la cintura, mostrándose en su plenitud mi erección.

Nos quedamos en silencio, mirándonos, los dos en pelotas. Ella tapándose los pechos con una mano toda húmeda llena de flujo vaginal, y yo empalmado. Los dos nos quedamos rojos de la vergüenza, y trato de articular palabra.

- Pe... pp perdón. Yo no quería.

- No importa - me responde ella tranquila.

- ¿Eh? - no me esperaba esa respuesta.

- Estabas viéndome ¿no?

- ¡No no no! ¡Yo no! ¡So... sólo estaba...! - trato de buscar alguna excusa.

- ¡Sí lo estabas haciendo!

- (agacho mi cabeza, apenado de la culpa, si fuese un avestruz la hubiese escondido bajo tierra) ¡Perdona, perdona, perdona!

- No importa... yo... (se queda callada) me puse a... a esto... después de verte a ti en el pasillo.

- (levanto la cabeza) ¿en serio?

- Sí.... me dio cosita (le entra la risa nerviosa) jiji. Pero... pero... ahora la tienes más linda que antes.

La miro asombrado. Ella deja de taparse con sus manos, ya no hay nada que ocultar a estas alturas.

Atino a decir:

- Tú también estás muy linda así.

- ¿En serio?

- Sí - digo mientras asiento con la cabeza.

- ¿Llevabas tiempo queriendo verme así?

- Si - digo automáticamente sin pensarlo.

- Lo sabía. Cuando me escuchabas al tocarme yo en mi cuarto.

Eso me deja descolocado completamente.

- Pero... ¿sabías que yo te escuchaba?

- Sí... bueno, una vez me di cuenta que tú.... también hacías ruido a la vez.

Me quedé... yo que trataba de no hacer ruido para que no se diera cuenta, resultó ser, afortunadamente, en vano.

- Hermana... ¿puedo...? - un largo silencio ante su mirada atenta - ¿puedo larmerte?

Ella estalla en una carcajada.

- Jajajaja. ¿En serio? ¿Lo dices en serio?

- Sí - digo con mayor seguridad.

- ¡Siiiii! ¡Me encantaría! - dice casi dando saltitos de alegría.

Me acomodo en su cama y un dedo recorre uno de sus pechos hasta tocar su pezón con la yema de los dedos. Empiezo a dibujar circulitos mientras la miro a los ojos, hasta que decido bajar hasta sus muslos. Empiezo a darle besitos en la cara interior de los muslos, acercándome cada vez más a su pubis.

- No lo tengo rasurado. ¿No te importa?

- ¡No! ¡Al contrario! Me encanta vértelo así, con pelitos.

Empiezo a lamerle los labios mayores, halando de vez en cuando con mis labios por ellos, y mi lengua empieza a adentrarse entre sus pliegues. Ella suspira y gime cada vez más alto, mientras yo voy ayudándome con mis dedos para abrir sus labios mayores, chupando sus labios menores y subiendo hasta su clítoris, mientras empezaba a meterle un dedo por el coño.

Ella empezó a gemir y a gritarme ¡Másss! ¡Máss! ¡Síiii! ¡Qué gustoooOooOOo! ¡Aaah!, mientras le chupaba su clítoris y agitaba enérgicamente mi dedo en su estrecho coño, moviéndolo cada vez más rápido. Ella empezó a correrse prolongadamente, mientras gemía de placer, echando sus jugos en mi cara mientras yo no dejaba de comerme el clítoris, estallando en un prolongado orgasmo.

Con la cara llena de sus jugos, relamiéndome, me aparto y la miro mientras ella recupera el aliento.

―Ha sido fantástico, ¡joder! lo que me he estado perdiendo. ¡He tenido una corrida bestial! - me dice.

- Mojas un montón... y además sabes delicioso, hermanita.

Nos quedamos mirando a los ojos y ella me da un piquito en los labios. Le correspondo con otro piquito, y terminamos fundiéndonos en un profundo beso, juntando nuestras lenguas.

Al separarnos caen las babas entre nuestros labios. Me mira y dice:

- ¡Joder, hermano! ¡qué morbo da besarte!

- ¡Y qué morbo me da a mí también besarte a ti!

Volvemos a besarnos, mientras ella agarra torpemente mi polla con su mano.

- Aún tengo ganas - me dice - Mmm... ¿te daría morbo follarme?

- Síiiii - le digo completamente seguro.

- ¡Eres un degenerado! - me grita seria.

Me quedo pasmado, me pongo pálido y rojo de la vergüenza a la vez, el sentimiento de culpa me invade de nuevo.

- Perdona, perdona, perdona, hermanita, yo sólo quería...

- Jajajajaja - empieza a reírme - era broma, a mí también me da morbo, pero se te pone una carita tan linda cuando estás así.

Me pellizca un cachete y yo me lanzo a comerle los pechos. Ella me acaricia la cabeza y enreda sus dedos en mi pelo, mientras yo se los chupo y lleno de babas, pellizcando con mis labios sus pezones y mordiendo suavemente de vez en cuando.

- Métemela, hermano, métemela, por favor - me dice.

- Espera, que busco a ver si hay condones en casa.

- Noooo... dicen que a pelo es más rico.

- ¿Estás segura?

- Siiii.

Temblando dirijo mi polla a la entrada de su cueva, el sudor recorre mis sienes, una voz me dice en mi interior que qué estoy haciendo, si estoy loco, pero a la vez algo me dice que no debo parar, el pulso se me acelera, las contradicciones hierven en mí, voy a follar con mi propia hermana.

Acerco la polla a su hirviente y muy húmedo coño, noto ya su calor, mientras mi hermana me mira sonriente, empiezo a metérsela muy poco a poco, noto como me va aprisionando, ella levanta las piernas y las flexiona, dejándome entrar más adentro, ya estoy adentro del todo, y empiezo a moverme suavemente, en un balanceo adelante y hacia atrás.

- ¡Joder, hermano, estamos follando! ¡Qué morbo! ¿No?

- Uf... sí, un montón, pero no sé si estamos haciendo bien.

- Me encantaaaa.

- Pero somos hermanos. Eso está mal - le digo.

- Es que eso es lo que me da más morbillo y me pone cachonda. ¿A ti no? - me pregunta.

- Síiii, me da mucho morbo - termino reconociendo.

- ¡Qué degeneradillos somos! - dice riendo.

Nos follamos, cada vez más rápido, de vez en cuando le doy un piquito, a veces acompañándonos con besos con lengua. La miro a la cara, y dejo caer mi baba hacia ella, recogiendo y bebiendo mi saliva. En un momento dado se la saco de su coño, y llevo mi polla, toda babosa de sus jugos, a su boca, y me la empieza a chupar. Ella sigue chupándomela y baja por el tronco hasta mis testículos, que se empieza a meter en la boca y llenar de babas.

- ¿Te gusta esto, hermano?

- Si - le respondo mientras le acaricio la cabeza.

- Date la vuelta - me dice.

- ¿Qué?

- Que te des la vuelta.

Le hago caso, y noto como ella de repente agarra mis glúteos y comienza a darles besitos. En un momento dado, un escalofrío recorre todo mi cuerpo cuando ella empieza a pasar la lengua desde el coxis hasta abajo por toda la raja de mi culo. Ella nota como me estremezco y me pregunta preocupada.

- ¿No te gusta?

- Uf... no es eso.... sí, sí me gusta.

- ¿Te da gustirrinín?

- Síii.

Ella sigue entonces con su tarea, y llega con su lengua a la entrada de mi ano, que empieza también a lamer, haciéndome cosquillas. Va moviendo su lengua en círculos e introduciéndola suavemente en mi ano, mientras yo siento un placer inmenso dando gemidos de placer. Ella sigue un rato así hasta que me dice que se la meta de nuevo.

Le doy primero otra lamidita a su coño, mientras ella me implora "métemela ya", pero yo sigo lamiendo durante un rato antes de pasar a concederle esa petición.

Se la vuelvo a meter, acariciando de vez en cuando su clítoris para hacerle sentir más placer. Antes de que sea demasiado tarde, me aventuro a preguntarle.

- ¿Dónde quieres que me corra?

- Mmm... donde quieras tú, hermano, dejo que te corras donde quiera.

- No... no... dímelo tú.

- Te... (dice entrecortadamente) ¿te apetecería correrte dentro de mí?

- E... es peligroso, hermana, te podrías quedar embarazada.

- Pues a mí me daría mucho morbo.

Me quedo quieto, con mi polla dentro de su coño.

- ¿Qué?

- Que me daría mucho morbo que tú me preñases. Que te corrieras dentro y me quedase preñada.

- Estás loca.

- ¿No me digas que a ti no te daría morbo preñar a tu hermana?

- ¡No! ¡No! ¡Y no! ¡No soy de esa gente! ¿Quién te crees que soy? - respondo indignado.

- Porfiiiii... córrete dentro.

- Estás mal de la cabeza - digo, y vuelvo a bombear suavemente, pero una duda comienza a invadirme la mente.

- Jooo, está bien, córrete donde tú quieras, pero que sepas que si te corres dentro de mí y me dejas preñada es sólo si tú realmente lo quieres también.

- Cuando vaya a correrme me saldré y me correré en tus tetas - digo tratando de aparentar seguridad.

- Vaale... está bien - me dice ella.

- No vuelvas a asustarme así.

- Joo... hermano, tienes razón, córrete en mis tetas. Lo decía en broma, sólo estaba bromeando, no lo decía en serio.

- ¿Te parece una broma bonita? - digo enojado.

- Sólo era para ver qué cara ponía, me gusta cómo te ves cuando te pones nervioso.

- Y ni se te vuelva a ocurrir eso. - trato de aparentar ser alguien responsable.

Empiezan a aflorarme un montón de dudas, un montón de contradicciones brotaban en mí, la muy... tenía razón, me daba un montón de morbo, pero a la vez sabía que no podía, nos la cargaríamos, pero... uf.... el riesgo me daba vértigo, y pensar en lo que pasaría me daba su aquel. Aumento el ritmo, mientras froto su clítoris. Trato de mentalizarme, con los ojos cerrados, "me saldré y me correré en sus pechos, me saldré y me correré en sus pechos", abro los ojos, y la veo allí, sonriente y gimiendo, se me nubla la mente, y empiezo a embestir más fuerte.

- Me voy a correr.

- Pues sácala ya, sácala -me dice.

- Me voy a correr dentro de ti.

- ¿En serio? - se le ilumina la cara y sonríe.

- Sí... y te voy a preñar.

- Mmm... síiii - ella mueve rápidamente sus caderas en círculos, acompañando mis movimientos, mientras yo agito enérgicamente la mano estimulándola. Noto mi corrida es inminente.

- Me corrooooooooo - digo mientras derramo una gran cantidad de semen con mi semilla en su interior, sabiendo que estaba ocurriendo una locura, pero a la vez me ponía cachondísimo.

- Siiii, préñameee - me gritaba ella mientras era inundada con mi semen y empezaba ella a correrse también al unísono.

Nos abrazamos mientras yo la llenaba de leche en una larga corrida, hasta que con unos espasmos solté los últimos chorros y gotas. Jadeantes, saqué la polla de su interior, mientras veía como de su coño escurrían algunos chorros de mi semen.

Recuperando el aliento, ya con mi polla flácida la miro, y de repente soy consciente de lo que acaba de ocurrir, noto como si todo se derrumbara, aquello era una locura, mi rostro se torna pálido del miedo. ¿Qué acabo de hacer? Era terrible, me sentía moralmente destruido.

- Te.... tenemos que conseguir la pastilla del día después como sea, esto es una locura - digo, mientras me pongo en pie, mis piernas me tiemblan, a punto estoy de caerme - ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? Soy un mal hermano, no tengo perdón, es.. es....

Ella me interrumpe, y sonriente, como siempre, me pregunta:

 

- Si es niña ¿qué nombre le pondrías?