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La luz desde el exterior

en MicroRelatos

... Era de madrugada, el amanecer no tardaría en llegar y la obscuridad de la habitación repentinamente es violentada por la luz intensa que provenía de la lámpara que alumbraba la calle y que súbitamente se encendió, ese rayo  iluminó nuestra cama lo suficientemente para poder ver a sus ojos cuando llegó el orgasmo.

Duermo profundamente, recostada a su lado y con el pijama que tanto le gusta, ese pequeño camisón  a rayas blanco con azul que le permite llegar a cualquier parte de mi cuerpo  fácilmente. La luz desde el exterior lo ha despertado y al no poder conciliar el sueño no le queda más que utilizar el mejor somnífero sobre la tierra. Deslizó sus dedos por mis hombros hasta lograr acaricia suavemente el pezón derecho, continuó así para no interrumpir abruptamente mi sueño, el suave cosquilleo me pone alerta y comienzo a moverme pero aún no me percato que lo que me despierta son su caricias hasta que presiona firmemente y un pequeño dolor me pone de golpe en el presente, puedo verle a los ojos y le sonrío.

 -Abre las piernas putita- me dice al oído.

Obedezco sin chistar y él se incorpora, se coloca sobre mí, desplaza mis piernas y mientras sostiene el peso de su cuerpo con un brazo apoyado en el colchón, mete los dedos de la mano libre en mi boca.

 -necesito tu saliva, amor, dámela- juega con sus dedos presionando ligeramente mi lengua mientras me mira fijamente y después los frota en mi coño para terminar introduciendo dos de ellos para hacer espacio.

Comienza a follarme despacio y mis gemidos son casi imperceptibles.

 -Date placer, perra, como tú sabes, frótate hasta correrte conmigo.

Comienzo  a tocarme y mi respiración se acelera cada vez más, noto como sus ganas de correrse van en aumento, acelero mi ritmo, estoy muy mojada.

-Ves cómo me pones, puta? Yo no quiero hablarte así cariño, pero solo una perra es capaz de hacer lo que tú me haces, córrete conmigo guarra y no grites que despertarás a todos en casa.

Sus palabras son tan poderosas que me pone a mil y nos corremos mientras nos miramos a los ojos, cómplices, amantes,  dejamos de ser nosotros para convertirnos en uno hasta correrse dentro de mí, el orgasmo es tan poderoso que me hizo gritar en silencio.  Me sonríe y besa en los labios suavemente.

 - Duerme, que mañana nos espera un día muy ocupado. Me besa en la frente y se vuelve a acomodar detrás de mí, nos quedamos dormidos, así, yo sin decir una palabra y el haciendo que yo diga todo con la mirada.