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Emputeciendo a la profe (II). La firma.

en Sexo con maduras

Después de la última sesión de sexo, los tres se ducharon juntos. Los muchachos disfrutaron de lo lindo enjabonando a su profesora. De nuevo podían regodearse en su cuerpo desnudo, esta vez mojado, con la espuma deslizándose por él; no cabe duda de que todavía quedaba mucho tiempo para que se cansaran de tener toda esa belleza a su entera disposición. Su piel, que ya de por sí tenía una apariencia brillante y de suavidad, con un color precioso, resaltaba ahora por efecto del agua y de la espuma; las tetas perfectas de Laura, con los regueros de agua y jabón deslizándose por ellas, hacían babear a los chicos. Tanto se implicaron en la tarea, restregándola sobre todo por la espalda y las tetas primero, para concentrarse en el coño y el culo posteriormente, que llegaron a irritarle la piel, dejándola bastante enrojecida. Aun así los tocamientos excitaron a Laura que no pudo evitar correrse, para satisfacción de sus dominadores, que lo celebraron con algarabía.

Llegó el turno de que fuera Laura la que bañara a los dos jóvenes. Se colocaron de tal manera que ella podía hacerlo con cada una de sus manos simultáneamente a los dos. Aunque lo hacía todo obligada por las circunstancias, y disimulaba estar enfadada, lo cierto es que no le desagradaba nada tener a su disposición aquellos dos hermosos cuerpos desnudos y poder tocarlos por todos los rincones para lavarlos. A pesar de estar en plena adolescencia los dos chicos eran muy guapos, no tenían los típicos signos desagradables de esa etapa en sus caras, expeditas de acné o espinillas, y si bien todavía eran aniñadas, también resultaban atractivas para una mujer mucho más madura como Laura, sobre todo le resultaba irresistible el ya apreciable atractivo canalla de Carlos.

Por eso se dedicó con oculto gusto a la faena de limpiarlos enteros: los varoniles hombros, las poco pobladas axilas, los juveniles pechos, los tonificados vientres, las magníficas espaldas, los potentes culos, las fuertes piernas, hasta sus jóvenes pies eran bonitos. Obviamente, para acabar regresó al centro, los penes aún colgaban semiflácidos por las pajas que hacía un rato se habían cascado sobre ella, pero ambos reaccionaron empalmándose en cuanto empezaron a ser frotados por las manos de Laura, que al mismo tiempo se alternaban trabajando también en limpiar los lampiños huevos de los muchachos. Dejó las enhiestas vergas para terminar la labor en el interior de los traseros, separando los glúteos para enjabonar primero la cara interna de los mismos e internándose luego hasta la entrada del ano, recreándose en los pliegues del exterior del agujero e internando un dedo poco a poco en el recto, para acabar emocionada follándose literalmente a cada uno de los chicos por el culo con dos de sus dedos. Ellos se dejaban hacer, con una sensación extraña por la novedad de sentir su culo perforado en un acto sexual por primera vez en su vida, pero excitante y muy morbosa al mismo tiempo, porque era su guapa profesora quien se dedicaba a una actividad que no dejaban de considerar que debía resultar indecente para ella. Ciertamente así lo era, para Laura todo aquello sería inaceptable en condiciones normales, sería incapaz de hacerlo voluntariamente con cualquier hombre, cuando más con sus púberes alumnos, pero no podía evitar calentarse una vez inmersa en ello y dejarse llevar.

A esas alturas, tanto Carlos como Rober estaban a punto de explotar de placer, por lo que le pidieron a Laura que acabara haciéndoles sendas mamadas. Ella no se hizo de rogar, gracias al agua no se notaban los regueros de fluidos que manaban de su coño por la excitante situación.

Comenzó por Carlos, tomando con las dos manos su tieso falo, admiró y palpó aquella obra de arte antes de introducirla en la boca. Estaba muy dura, era grande, ligeramente curvada hacia arriba. Nunca habría pensado cuando les daba clase, que aquellos a quienes ella veía como unos críos escondían semejantes tesoros. Aquella polla era perfecta y mayor que todas las que había visto antes, aunque eso no quisiera decir mucho, porque pocas había catado y ninguna se la había comido ni pajeado.

Se la llevó por fin a la boca, tragándosela despacio, percibiendo con sus labios todas las formas del glande y las venas del tronco, hasta donde pudo, al inicio de su garganta, no le entraba entera. Hizo el recorrido inverso, sacando la verga lentamente hasta llegar a la punta de aquel manjar. Repitió el movimiento varias veces, agarrando mientras el culo del chaval con las manos, que habían soltado el cipote. Tras varios vaivenes, se detuvo en el glande, lamiéndolo golosamente con la lengua como si fuera una bola de helado. Se concentraba con la punta de su lengua en la rajita de la punta de la polla. Volvía a alojar toda la cabeza del pene en su boca, succionando intensamente y sacándolo como quien descorcha una botella. Para ser una inexperta, la mamada era antológica, nadie diría que se había estrenado el día anterior, pero saborear aquel magnífico pedazo de carne servía a Laura de inspiración. Había ignorado hasta entonces que se podía disfrutar de aquella forma comiéndole el rabo a un tío.

Carlos notaba que estaba a punto de alcanzar el clímax, a duras penas aguantaba sin correrse, por lo que sujetó a Laura por la cabeza para incrustarle el rabo entero. Ella intentó defenderse al sentir cómo llegaba al fondo de su garganta provocándole una arcada. Pero no logró zafarse, el chico le folló la garganta sin contemplaciones hasta llegar al orgasmo, que anegó la boca y la garganta de Laura.

-        Aaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhh. –exclamó en pleno éxtasis– Tíaaaa, ¡¡cómo la chupas!! –mantenía su pene dentro, menénandola– Uuuoooooohhhhhhhh ¡¡Menuda zorra estás hecha!! Mucho hacerte pasar por modosita y la comes como Dios… Trágate toda la leche… Saboréala bien… Te gusta, ¿verdad? –le dijo cuando sacó su polla, obligándola con las manos a que no la echara fuera­–

-        Mmmmmmpppppfffffff, ssssssshhhhiiiiiiffff –trataba Laura de contestar afirmativamente, sin elección, con su voluntad totalmente sobrepasada por las abyectas intenciones de sus alumnos, pero disfrutando también del envilecimiento en el que se veía sumida, participando activamente en la orgía.

-        ¡Me toca! –los interrumpió Rober, impaciente por tomar el relevo.

Sin tiempo para el descanso, con los restos del semen de Carlos todavía por su boca, ya tenía delante la pija de Rober, dispuesto para su turno. Laura también se empleó arduamente en complacerle, sexualmente entregada sin reservas a los deseos de los jóvenes. Empezó por el reconocimiento táctil de toda la zona genital del también bien dotado muchacho. Le acariciaba el pubis, cubierto por un fino vello poco espeso aún, propio de la etapa de pubertad que el chico todavía atravesaba, algo recortado, pero no rasurado; excitándose con su adolescente apariencia. Pasó al parado falo, que parecía, éste sí, haber alcanzado una madurez casi completa; era soberbio, muy derecho, grande como el de Carlos, con la cabeza hinchada por la excitación; Laura lo escrutaba complacida, fascinada con su imponente presencia. También se dirigió a los inflados huevos del joven, amasándolos delicadamente.

-        ¡¡Qué gusto!! –exclamó Rober resistiendo las ganas de correrse con semejante estimulación en sus órganos sexuales–  ¡¡Estoy a punto de venirme, joder!! ¡¡Chúpamela putita!! –ordenó a Laura–

Ella no se demoró en hacerlo. Se lanzó hambrienta a devorar la tranca de Rober. Cada vez más instruida en el arte del sexo oral, se la engullió hasta encajarla en su garganta, dedicándose a continuación a sacarla hasta la punta y volver a tragarla, rozando en el movimiento con sus labios y su lengua la totalidad de aquel duro trozo de carne, en una mamada que hizo que Rober no aguantara demasiado tiempo sin soltar toda su carga de semen dentro de la boca de Laura, soltando un aullido de placer.

Tras terminar con aquel intenso y lujurioso baño, con los tres desnudos en el salón, puesto que las ropas seguían prohibidas, los chicos le explicaron a Laura su idea para dejar constancia del acuerdo de sometimiento sexual al que ella había aceptado comprometerse para recuperar su libertad.

-        Te vamos a contar cómo hemos pensado que vamos a plasmar nuestro compromiso para que te entregues absolutamente a nosotros durante un mes. –empezó a decirle Carlos, que casi siempre llevaba el liderazgo de las operaciones–

-        Decidme, haré lo que sea para poder acabar con esto en algún momento –dijo ella, más tranquila y acostumbrada a lo que estaba viviendo, a pesar de que la desnudez corporal total en aquellas situaciones “normales” de charla con sus alumnos, en los que debería estar vestida, le producía una gran indefensión–

-        Pues se nos ha ocurrido grabar un par de vídeos: en uno de ellos, tú reconocerás que te comprometes a hacer todo lo que te ordenemos, colaborando activamente en la medida de tus posibilidades, sea cuál sea la cuestión que se te encomiende o lo que se te haga; asumirás que durante un mes dejarás de ser autónoma y nos cederás todo el control sobre tu cuerpo y lo que se pueda hacer con él, siempre que con ello no se ponga en riesgo tu vida. En el otro, nosotros reconoceremos que, pasado el tiempo estipulado, no podremos hacer uso de ninguna foto, vídeo o cualquier otra cosa que tuviéramos, para doblegar tu voluntad, asumiendo cualquier represalia o actuación que realizaras en caso de incumplimiento.

-        Me parece bien… dentro de lo que cabe, claro está, sois unos cabrones, no sabéis bien el desprecio que siento por vosotros. Hagámoslo.

-        Nosotros también te queremos profe. Eres nuestra putita preferida, jajajaja. –le replicó Rober–

-        Tampoco parecía que nos despreciaras tanto antes, cuando te ponías cachonda con nosotros, jejeje –añadió Carlos–

-        Hagámoslo y acabemos de una vez.

De esa manera, se pusieron manos a la obra para grabar los vídeos que garantizaban el cumplimiento del contrato por ambas partes. Lo hicieron desnudos por imposición de los dos jóvenes, a los que les parecía que así se aseguraba aún más la sujeción al compromiso adquirido. El acuerdo comenzaría a ser efectivo el 1 de julio y duraría todo ese mes. Todavía quedaban unos días, unos pocos aún lectivos y de exámenes y alguno de vacaciones escolares, durante los cuales todavía no empezaba a ejecutarse. En ese periodo, Laura no tuvo más remedio que seguir con su trabajo como si no ocurriera nada. Por supuesto, le resultaba imposible dar las pocas clases que quedaban para acabar el curso, sin que le vinieran a la cabeza las escenas vividas con dos de los alumnos que tenía delante en el aula, que atendían sus explicaciones como si tal cosa. Evidentemente se la notaba más tensa e irritable que habitualmente, pero nadie podía imaginar el motivo. Para ella misma el recuerdo de aquel fin de semana, realizando prácticas sexuales que nunca se hubiera planteado, algunas que ni siquiera se hubiera imaginado que nadie haría (hay que tener en cuenta que era una persona que no había visto porno en su vida), para colmo con dos auténticos críos de los que tenía a su cargo en el instituto, era en parte irreal, como si solamente hubiera sido un mal sueño....

(continuará)