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Sofía Tentación III

en Hetero: Infidelidad

Desperté con una sonrisa y animado. Era viernes, el fin de semana estaba ahí y la noche anterior había sido magnífica. La erección con la que desperté me recordó las ganas que tenía de follar, o mejor dicho, las ganas que tenía de follármela a ella. "Ay... Sofía, Sofía... cuantas ganas te tengo ya de nuevo y lo que nos queda..." -se organizó como uno de mis primeros pensamientos del día. Luego fui al baño, me vestí y desayuné.

 

"Hoy me desperté con ganas de ti" -empecé a escribir en mi móvil y entonces me detuve. ¿Que estoy haciendo? Voy a parecer un enamorado. No lo envié. Me fui al trabajo. Al rato de estar en el trabajo recibí un mensaje suyo. Al principio solamente fueron unos "buenos días" y me contó que tuvo una discusión bastante grande con su marido al que no le cuadraban sus explicaciones de la noche anterior. "Piensa el ladrón que todos son de su condición", pero en este caso era cierto, el ladrón tenía otro ladrón en su casa.

 

La conversación de mensajes con ella continuó toda la mañana pero fue calentándose:

"¿De verdad? ¿Te has levantado con la polla dura por mí?" -seguía la conversación.

"Sí, ¡uf! si hubieras estado en mi cama" -respondía yo cuando podía.

"¿Que me hubieras hecho?" -ella sabía provocar, no había duda.

"Te la hubiera metido hasta el fondo" -respondí muy directo.

"¡Que ganas tengo de eso!" -no tardó en contestar.

 

Teníamos que quedar de nuevo, los dos estábamos con muchas ganas de follar de verdad. A pesar de ello a través de los mensajes delataba precaución. Me dio la impresión de que no sería fácil vernos ese día, así que un rato después decidí llamarla. No podíamos cortarnos ahora, no hoy, y eso mismo le dije.

 

-Sí, lo sé, yo estoy como tú pero esta tarde y noche será imposible vernos -suspiraba con decepción.

-Pues... ¡veámonos ahora! -dije positivo.

-¡Ójala pudiera salir ahora! Con lo mojadita que empiezo a estar y ¡trabajando! -no estaba nada positiva.

-Ahora... quiero decir, tendrás que comer ¿cuánto tiempo tienes? -insistí.

-Muy poco -dijo decepcionada- pero preferiría usarlo para comerte a ti -eso ya era otra cosa.

-Entonces nos comemos a la hora de la comida -reí y ella también rio.

-¿Cómo lo haces? -preguntó de repente.

-¿Cómo hago qué? -me desconcerté.

-Ponerme tan mojada -su voz era todo deseo- solamente de escucharte ¡es increíble! voy a tener que venir con bragas de recambio al trabajo -volvió a reír.

-¡Pues quítatelas! -respondí decidido a calentar más.

-¡¿Qué?! ¡estás loco! ¡estoy en el trabajo! -dijo alarmada tratando de no levantar la voz.

-Me pone mucho pensar que vengas a verme sin bragas -dije.

-¡Uf! Hmmm... -no tenía palabras para mí.

-Puedes ir al baño y quitártelas y de paso me enseñas lo mojada que estás -volví a insistir.

-Quizás lo haga -ofreció ella haciéndose la dura- pero ahora tengo que dejarte. Lo siento -algo le urgía ¡mierda!.

 

¡Joder! ¡Joder! Que ya pensaba que no lo haría y yo seguía muy caliente. Un rato después me llegó un mensaje suyo, y aunque no venía con foto, sí traía un video corto. Eran sus piernas abiertas, sin bragas y su vagina en primer plano. Debió de ser en el baño. Los dedos de una mano abrían su coñito rosado y claramente húmedo. Los dedos de la otra mano entraban y salían brevemente para mostrar finalmente el flujo pegajoso entre sus dedos. Eran pocos segundos pero intensos. ¡Como cumple de bien! ¡La quiero! ¡La quiero follar ya! Yo ya solo podía contar los minutos para la hora de comer.

 

Habíamos quedado en un piso de una hermana suya del que tenía llaves. Su hermana no usaba ese piso y estaba a medio camino entre su trabajo y el mío. Yo llegué unos minutos más tarde, subí y cuando me abrió la puerta arriba cerró rápidamente. Llevaba una blusa blanca que le dejaba el escote y la espalda con forma de "V", una falda negra ceñida hasta las rodillas y zapatos de tacón. ¡Toda una administrativa sexy! Antes de que pudiera observar más me arrinconó contra la pared sin palabras. Se agachó abriendo torpemente mi pantalón y acercando su boca con urgencia.

 

Mi bulto era evidente. Me lamió por encima de la tela bajando mis boxers hasta que hizo saltar mi pene como un resorte casi directo a sus labios teñidos de rojo. Con su otra mano intentaba tocarse difícilmente ella misma. Yo sujetaba su pelo casi deteniendo su mamada frenética. Yo estaba tan caliente que no necesitaba eso o me iba a correr rápido.

 

-Para, para, para... -dije al tiempo que tiraba de su pelo hacia atrás.

 

Con su cabeza atrás respiró como si se ahogara, entonces tiré de su pelo ahora hacia arriba hasta que se levantó como pudo. Solté su pelo y agarré sus tetas por encima de la blusa. Le di besos y mordiscos por el cuello y mis manos bajaron a su cintura. Le di la vuelta de un empujón para que se apoyara en una mesa cercana y en cuanto se apoyó le subí la falda. ¡No llevaba las bragas como le pedí! ¡Que culazo! ¡Y que hamburguesa deliciosa asomaba!

 

Ella estaba inmóvil y en cuanto la falda la liberó abrió más las piernas desesperada por sentirme entrar. Toqué su coñito que estaba realmente húmedo y palpitante. Yo tenía muchas ganas de penetrarla pero me aguanté un poco más jugando con la cabeza en la entrada de su vagina y en su ano.

 

-No seas cabrón, méteme ya la polla -dijo desesperada y lanzando una mano hacia atrás para empujarme contra ella.

 

Su mano me agarró tan fuerte el culo que la penetré casi entera en el primer empujón. Un grito exagerado salió de su boca. Creo que se mordió a sí misma para no gritar en las siguientes embestidas. Las penetraciones eran cada vez más fuertes e imparables y yo sabía que así no podía durar mucho más. Pensé en salirme para relajar, lamerla y volver a metérsela pero sus manos hacían mucha fuerza para que no me apartara de ella.

 

Yo sentia que entraba toda mi polla casi hasta los huevos como un cuchillo caliente cortando mantequilla. Sus nalgas eran un chapoteo de sus propios flujos y el sonido aumentó la calentura hasta el máximo. Me corrí. Intenté apartarme para correrme fuera en su culo pero ella hacía mucha fuerza con sus manos. Toda mi leche se derramó dentro de ella. Una explosión de placer salvaje para la que no hubo palabras.

 

¡Mierda me había corrido dentro! ¿Qué probabilidades había de embarazar a una madurita? Ella me calmó. Finalmente los dos habíamos cumplido nuestro deseo. Aunque no había duda de que ella había disfrutado pensé que no le habría dado tiempo a correrse. Luego me contó que estaba tan caliente y hacía tanto que no follaba así que se había corrido en el primer minuto de penetrarla, cuando se mordía para no gritar, y que estuvo a punto del segundo. También confesó que nunca se había corrido dos veces en una follada. Me lo tomé como un reto.

 

Dejamos de ser animales y hablamos de nuevo como personas antes de volver rápido a nuestros respectivos trabajos. Sería una pena no poder volver a vernos ese día y no saber hasta cuando, yo tenía aún mucha leche para darle y ella la deseaba. Nos despedimos y cuando llegué de nuevo a mi trabajo tenía un mensaje en el móvil. No podía ser de ella tan rápido...

 

"Hola, ¿como estás? Quizá te parecera raro que te escriba ahora de repente después de tanto tiempo y todo lo que pasó. La verdad es que últimamente he pensado mucho en ti y me gustaría que habláramos sin rencores. Les he dicho a mis padres que vuelvo de Londres el lunes pero la verdad es que vuelvo domingo y me gustaría verte si te parece bien y no tienes ningún compormiso. Espero que estés bien y vaya todo bien. Besos" -decía el extenso mensaje que me dejó paralizado. ¡Era de Paula! ¡Mi ex-novia! ¡La hija de Sofía!