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Ay, primita, primita II

en Amor filial

La situación era extraña y caótica para mí. Ella parecía aliviada y yo no sabía si gritarle que estaba loca o que me comiera la polla en aquella pose. "Es tu prima" pensé, "la rebelde" pensé... me contuve, respiré y me aparté de ella.

 

-¡¿Pero en que estás pensando?! -le grité- estoy esperando una explicación -añadí a su silencio y salí de allí para ponerme unos pantalones cortos o algo que disimulara que me había enfadado y excitado al mismo tiempo. Ella me siguió sin nada más que sus braguitas disculpándose por la situación. No paraba de decir que era mejor así y solo conseguía enfadarme más.

 

-Es mejor así, créeme -insistió hablando con un nudo en la garganta.

-Pero ¿cómo va a ser mejor así? -repetí de nuevo-, explícamelo -y ella quedó pensativa.

-Diremos que me has recogido ahora, que estaba en un parque con unas amigas -se le iluminó la cara.

-¿Cómo va a ser eso mejor que haber pasado la noche bien y segura con tu primo? -yo seguía sin entender-, ¡ni que estuvieras en casa de un violador! -dije todavía fuera de mí.

-Para mis padres casi eres algo así -sentenció ella en voz baja.

-¡¿Qué?! -ahora sí que estaba flipando ¿para mis tíos? ¿qué?-, espera, no será uno de tus líos, conmigo no juegues -dije enfadado de nuevo- lo que acabas de decir es muy fuerte -me salió una risa enfadada.

-¿Te acuerdas de las fotos? -preguntó- ¿hace tres años? -añadió en voz baja intentando calmar la situación.

-Sí -dije sorprendido-, lo de tus... -intenté decir, pero ella asintió de inmediato y yo me callé, los dos sabíamos perfectamente de que hablaba.

 

Entonces empezó a contarme que estaba tan enamorada de mi hacía más de tres años que mis tíos al principio se lo tomaron como algo gracioso pero luego el comportamiento de ella y que hablara tanto de mi empezó a resultarles incómodo. Sin yo hacer nada, empecé a no caerles bien. Ella continuó explicando que delante de mis padres, y de mí, todo era divertido y buenos sentimientos, pero que cada vez que volvían a casa eran muy críticos hasta que ocurrió lo de la piscina y las fotos. Desde entonces era verdad que nos habíamos juntado menos la familia. Según ella, sus padres llegaron a pensar que aquellas fotos las había hecho para mí y no querían verme cerca de su hija ya crecidita.

 

Entonces confesó que sus padres ya estaban acostumbrados a su mal comportamiento como volver por la mañana sin avisar un fin de semana, pero estaba segura de que si decía que había dormido en mi nuevo piso podría ser fatal para todos. Yo solamente escuchaba sin saber que decir, me parecía todo tan absurdo y tan coherente al mismo tiempo. Los dos quedamos en silencio y luego acordamos que iba a volver a llamar para decir que yo la había encontrado con unas amigas en un parque cercano, desayunaríamos y luego la llevaría a casa de mis tíos que no estaba cerca. Eso sonaba a salvar la situación, aunque después de lo que había contado tampoco era la mejor solución.

 

Mi prima se fue a la ducha mientras yo llamaba para que mi madre contara que estaba a salvo y que la llevaría yo a casa. Cuando terminé de llamar, vi que no había cerrado la puerta del baño. Me acerqué para cerrar pero mi curiosidad pudo más y entré con la excusa de dejarle una toalla limpia preparada.

 

-Te has dejado la puerta abierta -dije asomando. La cortina de la ducha solamente mostraba su silueta.

-Lo sé -contestó-, lo siento -dijo finalmente. ¿Lo sé? ¿Como que lo sé? ¿Me estaba provocando?.

-Te dejo una toalla limpia -añadí sin salir de allí.

-Graciaaaaas -su voz sonaba más alegre que antes.

-¿Sigues enamorada de mí? -pregunté curioso y un poco payaso.

-¡Tonto! -dijo asomando por la cortina la cabeza y media teta mientras sacaba la lengua en modo burla-. No era para tanto, yo era una niña -explicó riendo-, ¡y ahora sal de aquí violador! -y rió de nuevo más fuerte.

 

Salimos a desayunar a una cafetería que me gustaba bastante. Mientras desayunábamos, Marina me comentó con algo de pena que el tatuador tenía su estudio un par de calles más allá en ese mismo barrio. En ese momento fui bastante directo y le pregunté si había follado con él y por eso no pagó el tatuaje. Ella no fue tan directa esta vez, pero insistí y me lo confirmó. "Me folló tres veces durante la parte de las letras para poder tatuarme relajado", sus palabras se marcaron a fuego en mi mente y en mi paquete. Inmediatamente me vino a la cabeza una de esas ideas locas que pueden salir muy bien o complicarse mucho, pero un lio más para ella seguro que no era problema. Le pedí que me siguiera el juego por si acaso.

 

Terminamos y fuimos al local a hacerle una visita. Yo no sabía como era aquel tío pero ella me advirtió que era para tener cuidado. Por un momento pensé en dejar el asunto, me entró el miedo, ¿pero que podía pasar?, no podía ser tan grave. Era un antro grafiteado, bastante pequeño y lleno de dibujos en todas las paredes. El tipo estaba al fondo con un cliente y no había nadie más. Esperamos y vino a la entrada. Moreno de piel, musculado pero no muy alto y de unos ¡treinta años!

 

-Anda, lárgate por donde has venido -dijo en cuanto la vio-, te dije que no quería verte más -y se dio media vuelta.

-Pero hombre que se lo dejaste a medias -intervine yo-, un trato es un trato, no? -añadí.

-Tú no tienes nada que ver en esto -me señaló con la pistola de tatuar.

-Claro que tengo que ver, la he recogido yo, que la dejaste tirada anoche y sus padres van a venir a buscarla, seguro que les gustará ver quien es el tipo que dejó tirada a su hija -expliqué. Él la miro y mi prima miró hacia otro lado.

-Me suda la polla -dijo-, que te quede claro, ¡Largaos de mi local! -gritó.

-¿Sabías que te has follado a una menor? -esa era mi idea loca si las cosas no iban bien, y de hecho no iban muy bien. El tipo me miró incrédulo-, te saldría más barato terminar ese tatuaje -dije con algo de miedo en el cuerpo.

-¿Me estás amenazando? -se acercó más a mí- ¿qué eres su nuevo noviete? -me cogió de la camiseta- ¿y si te denuncio yo a ti? -añadió con rabia.

-Soy su primo -dije cagado pero con calma-, vamos Marina será mejor tratar esto con la policía -amenacé pausadamente.

-Espera -dijo sin soltarme-, enséñame tu DNI -se dirigió a ella-. ¡Joder! ¡Mierda! -exclamó al ver que tenía 17- Pasad ahí dentro y ni una palabra más -señaló una pequeña sala vacía-, hija de puta -susurró mientras volvía adentro.

 

Parecía no haber ido tan mal la cosa. Mi prima reía y me abrazaba. Ahora no sabíamos si sería buena idea entonces que le terminara el tatuaje. Ella confiaba. Dijo que era muy bueno y la verdad era que había hecho un buen trabajo. No tuvimos que esperar mucho, el cliente que tenía solo estaba repasando el suyo y el tatuador volvió más calmado. Preparó las cosas y me invitó a salir de la sala.

 

-No, no, prefiero que se quede -dijo Marina.

-¿No es tu primo? Te va a ver... -se sorprendió el tatuador.

-No me importa -dijo ella mientras me guiñaba un ojo.

-Soy su primo, lo juro -reí yo, pero por dentro me emocioné.

 

Se quitó el pantalón corto y las braguitas y se acostó en una camilla. Se veía en ella la confianza de haberlo hecho antes. Yo me senté en un taburete pequeño que quedaba enfrente pero en una pared lateral. Pude ver sus labios vaginales, bien hinchaditos y cerrados, y revolucionaron mi interior. Ella no me miró pero yo sabía que el espectáculo era dedicado para mí. Soltó algún pequeño gemido porque no debía ser fácil aguantar la aguja en esa zona. En lugar de preocuparme solamente pensé si sus gemidos sexuales sonarían igual en la cama y al mismo tiempo me repetía a mí mismo que era mi prima.

 

En la siguiente fase no tuvo ningún reparo en abrir las piernas cuando tuvo que tatuarle el interior del muslo por donde corrían más flores y enredaderas. Su vagina apenas se abrió por el movimiento pero lo suficiente para que yo me perdiera en una fantasía rosada, donde mi erección empezaba a ser evidente. Era el coñito más joven que había visto desde hacía bastante tiempo. La mano del tatuador se movía de aquí para allá y sus dedos rozaban, con pretexto, los labios vaginales de Marina, abriéndolos en un gesto casi descarado. Ella no dijo nada y yo tuve que acomodarme la polla en el pantalón para disimular mi erección. No quería calentarme así con mi prima y menos después de lo que sabía, pero no podía evitarlo. Ya no sabía si era una tortura o un regalo que me permitiera verla así.

 

La verdad es que el tipo hizo un buen trabajo con ella de nuevo y luego se disculpó por el comportamiento. Le dijo que aún tendría que volver un día más para que se quedara bien. Salimos de allí y con la excusa de que el tatuaje la había cansado y no habíamos dormido mucho, me pidió descansar un rato antes de devolverla a su casa. Estaba claro que no le apetecería ver a sus padres en ningún momento pero el día había sido intenso desde buena mañana, y tendría que conducir bastante para llevarla después, así que me pareció buena idea.

 

En cuanto llegamos ella se quedó en el salón, en el sofá cama de nuevo, yo en mi habitación desnudo como de costumbre. Al rato apareció mi ex con su camisón de encaje negro. Estaba de pie en la puerta y no llevaba bragas. ¿Cómo había entrado? ¿Qué hacía ahí? No importaba, su mirada era de completo deseo lascivo. Se acercó a la cama sin dejar de mirarme y se sentó tranquila. Con su ojos aún fijos en mí, su mano se desplazó hasta acariciar mis testículos suavemente, hasta que mi pene empezó a crecer. Yo no sabía que pensar ni que decir y ella empezó a masturbarme.

 

En medio de la excitación atravesé la niebla de un sueño que me tenía asombrado para volver a una realidad todavía más impactante. Yo dormía de lado y mi prima estaba desnuda, con sus pechos aplastados en mi espalda, abrazada a mí y masturbándome. Un calor de vergüenza y deseo se apoderó de mi cuerpo de repente. Me moví hasta quedar boca arriba mirándola con incredulidad. Ella se acomodó también y sonreía levemente sin dejar mover la piel de mi pene arriba y abajo. Mis ojos dejaron los suyos para recorrer su desnudez, de nuevo sus pechos pequeños, rosados, perfectos, y la vagina depilada que había podido contemplar un rato antes.

 

Mi mano hizo el mismo recorrido que mis ojos por su cuerpo, muy lentamente, y mi polla se puso tan dura que ella la apretaba más y aceleraba la deliciosa masturbación. Mis dedos se detuvieron abriendo sus labios vaginales y mi polla se puso a punto de explotar. Nos miramos otra vez. Quería metérsela, quería follarla hasta el fondo y un dedo mío se coló en su coñito húmedo al mismo tiempo que chorros de semen saltaron por el aire. Ella dio un pequeño grito como si se hubiera asustado y se tapó la boca riendo de si misma. Me reí con ella mientras su mano quedaba bañada de mi leche.

 

-No digas nada -dijo adivinando mi intención de hablar-. Lo he hecho con otros tíos que no me importaban -dijo después de una pausa-, ¿porque no voy a hacer feliz a mi primo, que lo merece? -dejó la pregunta en el aire.

 

Hubo un nuevo silencio. "Shhhh" siseó mientras se llevaba un dedo mojado a la nariz, adivinando de nuevo que diría algo que podría estropearlo. La realidad es que me sentí tan culpable como feliz. Ella se levantó de la cama buscando algo para limpiarse y desapareció de la habitación. Me quedé tumbado pensando: "Ay, primita, primita..."