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La princesa Amanda Cap.2

en Dominación

Desde hace unos meses que el juego de “la princesa” con mi prima se salió de control, y durante ese tiempo hemos repetido nuestras practicas cada vez que yo la iba a visitar o viceversa, ya sea que estemos con nuestros otros primos o no. Así que ella ya ha encontrado todas las formas de humillarme y divertirse, o al menos eso creí yo hasta la semana pasada.

Algo que no dije en el relato pasado, y que es de hecho un punto importante, es que yo entré a la misma secundaria que ella, aunque mi prima está en segundo curso y yo en primero, aunque es apenas unos meses mayores. Lo que pasa es que desde que entre ella nunca me ha digerido la palabra en el instituto, es decir, de vez en cuando me encuentro con ella en los pasillos, pero lo máximo que recibo es un saludo con la mano y una sonrisa forzada. Supongo que Amanda tiene su grupo social y su lugar en los descansos y yo tengo igualmente los míos, y simplemente estos no van juntos. Por eso yo me junto con dos asociales algo sosos que tan solo hablan de películas de fantasía mientras ella cuantas anécdotas divertidas de sus reuniones con sus amigas a por lo menos grupos de seis chicas populares. Tiene talento para eso, tengo que reconocerlo, aunque si yo también tuviera cabello lacio y bien cuidado, ojos azules claros, cutis como porcelana y una autoestima tan grande como para hacer bromas sobre demás personas tal vez también sería muy popular.

Sin embargo, cierto martes que recurría con la rutina ya establecida hasta el momento, mi prima se acerco a mi a la mitad del recreo.

—Oye, Axel, cuanto tiempo sin verte, ¿qué no te acuerdas de tu prima? —tuve que lamer sus pies este mismo domingo cuando fue a comer a mi casa, claro que me acuerdo de ella.

En ese momento noto que los dos bobos con los que estaba hablando antes de que me interrumpiera la están viendo, tienen sus ojos clavados en ella como si fuera el único objeto visible, casi parece que tuvieran rayos X y observaran sus senos a través de su brasier con absoluta contemplación.

—No conocía a tus amigos ¿me los presentas? —ahora trata de controlar al par de idiotas con hormonas alborotadas con el que me siento.

—M-m-i n-nombre es P-pedro —nunca lo había visto tartamudear hasta ahora.

—Y yo soy Héctor. Hola, ¿Qué tal? —y este le regala una sonrisa tonta y falta de seguridad.

—Amanda, es bueno conocer gente nueva. Sin embargo, ahora estoy algo apurada y necesito que me presten a Axel por un momento —sin duda es buena fingiendo.

—Mmm… claro, pero ¿para qué me necesitas, prima? —aun estando en la escuela no puedo faltarle el respeto, eso me saldría muy caro para la próxima vez que nos viéramos en privado.

—Será mejor que te lo explique en el camino, ven, sígueme —comienza a caminar y yo voy detrás de ella intentando igualar el paso. Ya una vez a varios metros se voltea, coloca su mano sobre uno de sus mechones y con la cabeza inclinada les dice a mis amigos coquetamente.

—Espero verlos pronto, chicos —y les sonríe.

Caminamos por un pasillo y subimos las escaleras al segundo piso, cuando vemos que está completamente solo hablamos

—Ama, ¿para que me necesita? —le digo temeroso de su respuesta.

—No te quiero arruinar la sorpresa, mi primo y esclavo, solo sígueme —parece que hoy está bastante alegre, ni siquiera ha sido agresiva conmigo.

Dos pasillos después se detienen en el salón número ciento dos, voltea a verme y abre la puerta. Observo que el salón esta vacío y a oscuras.

—Primero las damas —dice ella.

—Sí, ama.

Con temor entro y no logro ver nada. Inmediatamente siento un golpe en el estómago, mientras alguien me toma de los pies y me tira al suelo, grito por apenas un segundo, pero un desconocido cierra mi boca con su mano. Mi prima me ha traído a esto, y estoy seguro de que no es nada bueno. Y de pronto la luz se prende. Quien me cierra la boca es una pelirroja de unos quince años, está usando una camisa de vestir roja y un sombrero trilby color negro. A unos metros están Amanda y otras dos chicas que parecen tener misma edad de la pelirroja, una muy delgada con pelo castaño muy largo y la otra de piel algo morena y el cabello rizado.

—¡Deja de gritar niño, o juro volver a golpearte ¡—me grita la chica que toma de mi boca, tiene una expresión de mucho enojo.

—No le grites, está asustado y tú lo empeoras —dice la chica de cabello rizado intentando calmar las cosas con una voz bastante más dulce.

—Cállate, Ava, yo me encargo de esto.

Intento respirar con reparar más despacio y después de un minuto logro calmarme.

—Voy a soltar mi mano y vas te vale no gritar —lo hace y sin embargo no me atrevo a decir una sola palabra después de unos segundos.

—¿Quiénes son ustedes?, yo no les he hecho nada, lo prometo.

—Somos amigas de tu prima, ella nos hablo mucho de ti y queríamos conocerte.

—¿Qué les ha contado de mí?

—Tu que crees, idiota. Nos contó todas las cosas sucias que te gustan hacer con Amanda y nosotras también queríamos jugar contigo ¿te gusta la idea?

Lleno de vergüenza al enterarme de que alguien sabe mi secreto intento negarme.

—L-lo siento, pero yo pertenezco a mi ama.

Todas se ríen al monumento.

—Le acabas de llamar ama a tu prima, eres patético lo sabes —me dice la chica pelirroja —Sin embargo, ella nos ha otorgado permiso para también ser tus amas, lo sabes —miro a mi prima buscando aprobación.

—Esclavito, siento mucho decirte, pero desde ahora también servirás a mis amigas. Espero que te guste hacerlo.

—Y-yo no puedo hacer eso, estamos dentro del instituto y nos pueden descubrir, y que seria de mi si pasa eso. En serio no quiero part…

Recibo una cachetada.

—Creía que cumplías todo lo que decían tus amas, ahora eres nuestro perro y te aguantas. Contesta.

—Si ama.

—Mi nombre es Madison, y ahora deberás cumplir todas mis ordenes, entiendes.

—Sí, ama Madison.

—Es momento de presentarte a tus dos nuevas amas —toma y quijada y señala a las chicas que están paradas junto a mi prima desde unos cuantos metros —la de la izquierda se llama Cloe —es la chica de pelo largo —y la de la derecha es Ava, la tontita que te quería defender hace un minuto.

—No deberíamos tratarlo tan mal, es solo un niño.

—Bueno, sí, pero que no has oído lo que hace con su prima. O sea, es algo rarito y todo eso, realmente no sabemos si no le gustan estas cosas —dijo Cloe.

—Claro que le gusta que lo traten así, verdad, esclavo —me dice mi prima.

—Estoy feliz de la manera en que me quiera tratar, ama —mi voz era muy débil y estaba llena de vergüenza.

—Ya vieron, este pervertido le gusta que lo traten cual perro, y a mi me encanta maltratar a otros. Yo no voy a perder mi oportunidad solo porque ustedes sean unas cobardes.

La chica de pelo rojo podría describirse como lo que comúnmente se le atribuye a un adolescente rebelde, camisa roja, pantalón de mezclilla negro y roto de las rodillas, unas botas de cuero con varios coreas y mucha sombra en los ojos.

—No soy cobarde ni nada, pero no estoy tan segura de que podamos hacer con él —menciona Cloe.

—Como les dije amigas, pueden hacer lo que sea, mi primo estará de acuerdo.

—En ese caso yo empiezo —Madison me agarra de mi pelo con fuerza y me arrastra hacia sus botas.

—Vamos, sucio esclavo, lame mis botas —con mucho miedo saco la lengua y la paso por su bota derecha rápidamente, y lo repito continuamente. De pronto, me da una cachetada.

—Bien hecho perro, dame las gracias por tratarte como mereces.

—G-gracias a-ama Madison por humillarme.

—Ahora siguen tus amas Ava y Chloe. Ven, rápido. —de rodillas voy hasta las otras chicas y espero órdenes.

—Hay… es que no se si hacerlo o no, es que me da como cosita que le lama y eso —dice Cloe.

—¿Lo vas a hacer o no? —le repliega Madison.

—Bueno, solo por probarlo, vamos esclavito, limpia mis bailarinas.

—Sí ama.

Empiezo lamiendo su calzado por los lados, sin embargo, después de un rato ella se sienta en uno de los bancos y cruza las piernas, en ese momento empiezo a lamer sus suelas.

—También lame suelas, oh… este perro es todo un amor.

—Oigan, chicas ¿deberíamos dejarlo hacer eso?, es que las suelas de sus zapatos en serio se ven muy sucias. Podría enfermarse.

—Vamos Ava, no seas aguafiestas, a nuestro esclavo prefiere la suciedad, verdad.

—Sí, mi ama Madison.

—Si tanto te gusta los pies quítale sus bailarinas y chupa sus dedos.

—Me encantaría hacerlo, ama.

Con mis manos retiro uno por uno su calzado, lo coloco en el piso y después de dar unas lamidas por todas sus plantas, coloco mis palmas bajo sus pies y me meto sus pequeños deditos pálidos en la boca.

—Ay, se siente bien curioso, es como si te estuvieran haciendo cosquillas con las manos húmedas. Haber, ahora mete todo mi pie en tu boca, esclavo.

Con fuerza logra meter todos los dedos de su pie derecho en mi boca, casi tocando mi garganta, luego lo saca y lo vuelve a meter repetidamente.

—Se ve super gracioso, apoco no.

—Lo estás haciendo muy bien, esclavo —mi ama Amanda se acerca a mi y me acaricia el rostro mientras chupo el pie de Cloe. —Te he enseñado muy bien, primito. Solo de falta mostrarle tu respeto a tu ama Ava.

—Bueno, es que en serio he caminado mucho y no creo que le gusten mis pies, por que no mejor seguimos otro día —dice Ava.

—No mientas, solo te da pena humillar a nuestro esclavo.

—Es solo un niño pequeño, Madi. Y no tienes que llamarlo “esclavo” todo el tiempo.

—El hace lo que le diga y lo llamo como yo quiera, es nuestro perro y nos pertenece. Siempre tratas de arruinarnos la diversión, ya me cansé de ti, o estas con nosotras o con él.

—Pues estoy con él.

—Mala elección. Esclavo, quítate la ropa.

—Madison, ¿Qué le vas a hacer?

En ese momento comienzo a desvestirme, primero la camiseta y prosigo con mi pantalón. Madison se ha enojado y realmente tengo miedo de lo que planee hacerme. Cuando estoy únicamente en calzoncillos me pongo a cuatro patas.

—¡Tírate boca arriba, puto perro!

—S-sí, ama.

—¡Ahora me vas a decir diosa, entendiste esclavo idiota!

—S-sí, d-diosa Madison.

Con todas mis extremidades en el suelo y la mirada en el techo logro notar que mi diosa Madison se acerca a mí.

—Te voy a dar un castigo por culpa de la tonta de Ava y más te vale no gritar.

Acto seguido me pisa el estomago con fuerza usando su bota. Levanto las rodillas y los codos por el dolor del golpe.

—Madison, no lo hagas por favor.

—Tu no estás en el equipo así que no puedes tomar decisiones.

Madison pone el otro pie sobre si estómago y se sube de mí, es mucho más pesada que yo y hace que me cueste respirar.

—Lame mis botas, perro.

Me pisa la cara con su pie y lo mueve para causarme dolor, mientras yo intento sacar mi lengua y obedecerla.

—Te dije que lo lamieras, que acaso eres idiota. —vuelve a pisar mi cara varias veces.

—Vamos chicas, tienen que detenerla, lastimara a Axel.

—Él no es mi responsabilidad —dice mi prima, parece divertirle que yo sufra de esa manera.

—O sea, yo no pienso enfrentarme a Madi, cariño. Fuiste tu la que la hiciste enojar.

—Está bien, me rindo. Pero por favor ya para Madison, le dejaras moretones si lo sigues pisando. —mi ama deja se baja de mi estomago y logro respirar con normalidad. Estoy tan adolorido que me hago bolita.

—Si vas a ser parte de nuestro grupo también tendrás que humillar a nuestro esclavo.

—Sí, lo sé. En ese caso, ven aquí, Axel. —de rodillas llego al lugar donde ella está sentada.

—Eso ya no tiene nombre, ahora es nuestro, Ava.

—Está bien. Esclavo, quítame los tenis.

—Sí, ama Ava.

Desabroche las agujetas de sus Converses y después de retirarlos los coloque en el suelo. Sus calcetas eran color amarrillo y estaban algo sucias y olorosas, entonces tome uno de sus pies con mis manos y lo restregué contra mi nariz, trate de aspirar todo el aroma que desprendían sus calcetas, me encantaba su olor. Mientras mi nueva ama hacia muecas pues no lograba entender como disfrutaba de acto tan humillante. Abrí mi boca y empecé a dar lengüetazos por todo el algodón, varias partículas de tierra se quedaron adedicas a mí.

—Creo que fue suficiente, ¿quieres quitarme las calcetas?

—Se supone que le ordenas, no le debes dar a elegir.

—Por supuesto que quiero quitar sus calcetas, ama, seria todo un honor. —dije yo en medio de la emoción.

Huelo una última vez tal increíble olor y sigo la orden de mí ama. Con sus pies descalzos sobre mi rostro, empiezo a lamer sus plantas, aquella piel rosada ligeramente caliente por el calzado cerrado se humedecía gracias a mi lengua. Nunca había pensado que llegaría el día en que unas cuantas chicas me dominaran de esa forma, y que me humillaran haciéndome limpiar sus pies. Sin duda esto era un nuevo escalón en mis crónicas fetichistas. Metía sus deditos gorditos en mi boca como si de dulces se trataran, los sacaba y los metía rítmicamente; planta, dedos, planta, dedos, talón, y repetía.

—Lo estas haciendo bien, gracias —Ama Ava me mira y dice con honestidad con una sonrisa.

—Solo era cosa de acostumbrarse, vez que esto te gusta. Mmm.. lo está haciendo tan bien que necesita una recompensa.

—¿A que te refieres Madi? —dice Ama Chloe.

—Algo que le va a gustar. Oye sucio esclavo, ya tienes trece años, supongo que ya te has masturbado.

—Madison, no puedes decirle eso —Ava se ha indignado de nuevo.

—Hey, pensé que ya te habías calmado, además Amanda esta totalmente de acuerdo, ¿cierto?

—Hoy únicamente soy una observada, no se preocupen, ustedes diviértanse.

—Y nuestro esclavo también esta de acuerdo sobre cualquier cosa.

—Sí, ama.

—En ese caso, recuéstate en el suelo.

—No lo vuelvas a pisar, Madison.

—No hare eso.

—Ya que estas tirado porque no le vuelves a lamer los pies a Cloe, seguramente es eso lo que quieres, no, perro —la obedezco al instante, parece volver a ponerse agresiva.

Ama Madison se sienta en uno de los bancos y se quita sus botas de cuero negro. Sus pálidos pies con uñas pintadas en rojo se colocan sobre mi estómago, lentamente los va bajando hasta mis bóxers y logra bajarlos un poco con ayuda de sus dedos. Ahora todas mis amas voltean a ver mi pene en erección.

—Madi, no sé si deberías…

—A él le gustara, deja de molestarme “Abosa” (“Ava” más “Babosa”, parece decirlo con mero infantilismo).

Entonces comienza a tocar mi pene con sus pies. Siempre he deseado que una mujer me haga tal cosa, sin duda este día va a cambiar muchas cosas. Con sus dos plantas mueve mi prepucio de arriba abajo y siento la mas grande excitación de mi vida.

—Espera esclavo, se como mejorar esto —da dos grandes escupitajos, uno sobre mi pene y el otro sobre mi rostro.

—Traga lo que te he dado, perro.

Una vez lubricado mueve sus pies con mas rapidez. Repitiendo lo mismo decenas de vez, pero con diferentes partes de su pie, con sus talones, con sus empeines, en medio del dedo gordo del pie.

—¿Lo disfrutas, esclavo? —En ese momento mi ama Cloe da unas pequeñas risitas, la escena le causa un gran morbo. Sin embargo, mi ama Ava no esta tan feliz de ello.

—Sí-i, a-ama —la excitación apenas me permite hablar.

Finalmente, luego de cinco minutos de masturbación con sus pies eyaculo varias veces. Mi semen cae sobre mi abdomen y en los pies de mi ama.

—Ah… enserio pensaba que la diversión iba a durar un poco más, fue bueno mientras duro —Madison saca unos Kleenex de su bolsillo y empieza a limpiar sus pies con ellos, se calza sus botas y se levanta.

—Límpiate, estas hecho un asco, esclavo —me tira unos cuantos pañuelos en la cara. —Ya vamos como veinte minutos tarde a clase, no creas que te has salvado de nosotros, esclavo.

Mis nuevas amas, se levantan y salen por la puerta, no sin antes reírse un poco y burlarse de mí. Ahora estoy solo en el salón.