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Historias de Zoe, una pequeña zorrita. (2)

en Amor filial

 

Me acerqué sigilosa al dormitorio y empujé suavemente la puerta con un dedito. Dentro tan sólo la luz de la calle, que entraba por la ventana, iluminaba el cuarto y la cama donde descansaba, dormido, mi tío.

El corazón se me iba a salir por la boca, me iba a mil por hora, me temblaban las rodillas pensando en lo que me proponía hacer, y esto también me endurecía los pezones, que pese a mi edad y no tener mucho pecho, eran grandes y muy sensitivos. Los notaba rozar mi camisón y a mi chochito mojado pulsando libre de mis bragas.

Siempre que me tocaba pellizcaba sin piedad mis pezones, imaginando que me los mordían, me los chupaban y los estiraban. Eso me ponía a cien y me daba pie a tocarme más a fondo.

Entré al cuarto de puntillas, vigilando más con el oído que con la vista la respiración pesada de mi tío. Cuando llegue al borde de la cama, dudé. ¿Qué diría si me pillaba?¿Me atrevería a hacer todo lo que tenía en mi cabeza como fantasía?.

El dormitaba boca arriba, roncaba suavemente. Estaba desnudo, como yo ya sabía de haberle espiado muchas noches, viéndole masturbarse o follarse a alguna guarra que trajera esa noche. Hoy estaba solo. Se había masturbado, lo vi manejando esa enorme polla que tiene, gruesa y venosa, que a mí me volvía loca y me hacia la boca, y lo que no era la boca, agua. Pese a habérsela machacado furiosamente, también sabía que no se había corrido, y se había quedado dormido con la frustración en sus huevazos, o eso esperaba.

Tan solo la sábana le tapaba hasta el ombligo. Su torso peludo y musculoso, subía y bajaba con ritmo lento y profundo. Acerqué mi cara a su pecho y olisqueé su olor, tan preciado: era un olor a hombre, a sudor limpio, a piel gustosa. Mis pezones iban a reventar. Ya me imaginaba estar subida a horcajadas sobre el mientras su rabo entraría hasta el fondo y sus manos pellizcarían mis botoncitos sin piedad…..

Seguí con mi nariz el camino de vello que bajaba hasta su ombligo, llenándome aún más con su olor, deteniéndome en la frontera marcada por la sábana. Allá abajo se adivinaba el perfil de su abultado sexo de momento dormido. Enloquecía por momentos pensando que lo iba a hacer, que iba a destaparlo frente a mi cara. Metí mi mano entre mis piernas y acaricié mi rajita mojada mirando con golosura ese bulto.

Por fin cogí valor, acerqué mi mano a la sábana y la fui levantando lentamente mientras la desplazaba hacia abajo. Mi tío se agitó un poco y casi me da un síncope pensando que despertaba, pero fue falsa alarma pues se quedó quietito enseguida. Seguí quitando sábana hasta que por fin quedaron libres su pollón y sus huevos. ¡Que hermosura! No por haberla visto tantas veces me gustaba menos, ¡y ahora tan cerca!. Su glande, carnoso y grueso, se apoyaba sobre el muslo derecho, el más cercano. Sus piernas abiertas dejaban ver sus gordos testículos entre ellas. Me acerqué a ese glande con lentitud, vigilando nerviosa a mi tío allá arriba. ¡Y que aroma me asaltó! En que lo tuve a pocos centímetros de mi nariz, un olor a polla, a rica polla, me agarró con fuerte mano obligándome a acercarme más y más. ¡Ummm, que bien que olía!

Saqué mi lengüita y suavemente, con solo la punta, lamí muy despacio el agujerito de su capullo. Estaba salado y sabroso. ¡Y de pronto pareció que su rabo despertaba! Se fue hinchando, hinchando, y yo me asuste al punto que casi salgo corriendo pensando que mi tio se levantaba junto a su polla. Pero me quedé inmóvil, mientras la mano de mi tío se agarró a su cipote, lo sobo un poco, y lo puso, hinchado y palpitante, sobre su vientre. Luego siguió durmiendo.

Esperé un poco y cuando me sentí segura de nuevo volví a acercar mi nariz, esta vez a sus testículos. Ahí el olor era más fuerte. Me gustó aún más e imagine que mi tío me “obligaba” a tragarme sus huevos, haciéndomelos mamar y chupar. Metí un dedo en mi ano, pensando que era el de el que me lo dilataba mientras me obligaba a mamarle los huevazos diciéndome lo guarrona que era.

Estaba loca de excitación. Por eso no lo pensé mucho. Le agarré la polla por la base, suavemente. Mi manita no alcanzaba a rodearla. Levanté su miembro y lo acerqué a mi boca. Lamí el jugoso glande, inundándome de su sabor y olor, dándole mi saliva a cambio.

Para ser tan pequeña como soy, mi boca, así como mi ano, es muy grande, por lo que aunque ajustado, entró entero en mi boquita mamona. Lo succioné con suavidad mientras que una de mis manitas acariciaba el troco de su rabo y la otra sus huevazos. Ya no me importaba nada. Tan solo mamar y mamar.

Escuche un gruñido. Mi tío se despertaba. No había vuelta atrás para mí, no quería soltar su polla. Así que la agarré más fuerte y me la metí más adentro en mi boca hasta la campanilla y mame con fuerza. De pronto noté dos cosas: una manaza que me cogía del pelo y un chorretón de leche que me inundaba la boca.

La mano perdió fuerza con la corrida y yo tragué leche y seguí mamando polla, agarrando fuerte su base y sobando con fuerza sus huevos.

Cuando dejó de correrse en mi boca creí que me había tragado un litro de lefa, me saqué el cipote y me lo pasé por la cara, besándolo y lamiéndolo, diciéndole ternezas como si fuera mi mascota preferida. No quería soltarla por si acaso.

-¿Qué has hecho nena?- me dijo mi tío con voz ronca y preocupada.

-Lo que cualquiera de las guarras que traes te hacen. Tenía muchas ganas de hacerlo tito. No me aguantaba más.

-¡Pero si eres una niña aún!

-Pero tengo deseo. Y fantasías sexuales. Me masturbo pensando en ti, y hace tiempo que me lo monto con “Caballito”.

Caballito es un perro mastín que me cuida desde que era pequeña, y que hace unos meses, al provocarlo tocándole la polla y los huevos, y mamándoselos a fondo, acabó haciéndome su perra, follándome sólo por el culo, eso si, pero con pleno deleite por mi parte, ya que lo gozo hasta dos o tres veces por sesión. El muy animal me da duro y no se cansa. Tiene un rabo grande y grueso y cuando me abotona y me echa el litro de semen que tira, me froto el chochete hasta que me corro como una perra en celo.

-¿Con tu perro “Caballito”?

-Bueno, es él quién me monta pero si….

-A ver. Primero suéltame la polla…

-¡No! Que me la quitas- le dije con una mirada pícara dándole unos lametones lentos.

-¡Que puta eres niña!- dijo riendo.- Anda ven …

Y me subió a su pecho mientras me besaba. Me senté a horcajadas encima de su polla y comencé a frotarme.

-¡Ay, títo!¡Que rica polla tienes!¡Pellízcame los pezones!

Me cogió los pechitos con sus manazas y aplicó su índice y su pulgar en mis pezones, apretando fuerte.

-Más duro, tito. ¡Pellízcalos más duro!

Cuando así lo hizo, estirándolos, queria correrme pues no podía más. Toda mi fantasía inicial estaba cumplida: se la había mamado, me froté a horcajadas y me pellizcó los pezones. Grite de placer:

-¡Ahhhhjj…! ¡Quiero ser tu putita, tito, tu guarrita!

-Te daré rabo cuando me lo pidas putona. A partir de hoy me servirás como si fueras mi mujer. ¿Entendido putilla?

- Sí, sí- contesté farfullando en mi corrida- Tu mujer, tu puta.

Cuando acabé me tumbé en su pecho, feliz, mientras sus manos recorrían mi cuerpo acariciándome. No podía desear nada más…. ¿o sí?. Me fui deslizando por su cuerpo hasta encontrarme de nuevo con su miembro, lustroso y duro de nuevo. Se lo lamí, sobé, chupé, mamé, pajeé….baje hasta sus pelotas, los sopesé en mi mano, los sobé, los lamí, me metí uno en la boca, lo chupe a gusto, luego el otro, le pasé la lengüita por detrás de los huevos, lamí su ano….y entonces sentí como me levantaba.

-¡Me estás volviendo loco, nena!¿De dónde sabes todo eso?

-De las pelis…y de verte con las guarras que traes por las noches.

Me hizo sentarme en su cara, ofreciéndole todo mi sexo, lo chupó, lo lamio, lo mordió; su lengua subía y bajaba por mi rajita, y luego iba hasta mi ano. Yo movía el culo para que entrara más lengua en el, mientras frotaba mi cerecita hinchada en su nariz.

Comenzó a succionarla hasta que casi me iba a estallar. Dos dedos me hurgaban a fondo en mi culo y yo, desesperada, me pellizqué los pezones con fuerza rabiosa y comencé a correrme en su boca

-¡Chupame, me corrro…!!!...- Me corrí como una posesa, retorciéndome y retorciendo mis pezones casi hasta arrancarlos. Caí hacia atrás quedando mi cara desencajada, a la altura de su polla, otra vez dura y brillante. La cogí y la comencé a lamer dulcemente.

-¡ Quiero que me folles, tito!.- dije con un pequeño bufido de voz.

-Pero si la tengo muy grande para ti, pequeñita.

-Por el culo me entra seguro, y por el chochito seguro que con paciencia y crema entra un buen trozo de polla dentro.

-Joder nena, nunca imagine que fueras tan morbosa y pervertida. ¡Pero me encanta!

Besé a mi tito tragándome su lengua mientras me magreaba el ojete.

-Ponme a cuatro patas tio y follame el culo…

Me alzó en volandas y me arrojo al colchón, en que toqué la superficie al segundo rebote me puse con el culo en pompa y me lo abrí con las manos. Temblaba de nervios y de excitación. Miré a mi tito con lujuria, sacando mi lengüita por el lateral de mis labios y jadeé cuando se movió acercándose.

Puso la punta de su gordo glande en mi ano frotando el gel lubricante por todo el. Luego un empujoncito y entro un trozo. El ano me iba a estallar pero le pedí que metiera más. Empujo de nuevo y cuando creí que me partía el culo entró todo el glande y mi ano se ciñó al cuello de su cipote como a una tabla un naufrago.

Se quedó ahí un momento para ver cómo reaccionaba y yo le moví el culo como respuesta: quería que me follara con todo el rabo. Empujo un poco hacia adentro y la sacó de golpe. Sin dejarme relajar volvió a meten su gorda gominola dentro, más un trozo de polla. Lo sacó todo y volvió a repetirlo varias veces hasta que noté con placer que estaba follando con media polla sin problemas.

El gusto que sentía no se podía ni comparar con lo que me daba Caballito. Yo gruñía imitando a la putona rubia pero me di cuenta que en un momento dado ya no estaba imitándola sino que ese gruñido era mío y solo mío, provocado por la follada de mi tio. Moví el culo pidiendo más carne y mi tito empujo un cacho más.

Ahora me toco jadear con fuerza y casi chillar:

-¡Si tito!¡Follame toda cabrón!¡Hijo de puta hazme tu puta de una vez!¡Cálvala toda ya!

Me sujetó de las caderas y con un empujón no muy fuerte, pues yo misma reculé haciendo fuerzas con mi recto como para cagar, me la clavó entera. Entonces comenzó a follarme con toda la polla mientras me decía lo puta y lo guarrona que era, que mi iba a dar polla todos los días, que iba a tener que sacarle la lefa diariamente, y cosas similares, a las que yo asentía y confirmaba. Estaba en el cielo. De pronto me levantó de los hombros y comenzó a besarme desde atrás. Yo chupaba su lengua y sus labios, llevé atrás mis manos y le cogí sus huevos, se los sobé y magreé como sabía que le gustaba, y él tiraba con fuerza de mis pezones.

Comencé a correrme por el culo y cuando sentí que su hinchada polla comenzaba a salir de el supe que tenía que hacer: me di la vuelta y la me enchufé en la boca. Le mamé un buen trozo de rabo, mientras me sujetaba la cabeza para que no me retirara (como si quisiera hacerlo!) me folló un rato la boca a mi compás y comenzó a correrse en ella. Yo tragaba como podía toda esa leche, leche mucho más rica que la de Caballito, mientras succionaba esa pija babosa con olores de mi cuerpo y a gel. Cuando tragué la última gota y aún lamí sus huevos, mi tito me cogió en brazos y me depositó con ternura en la cama. Me besó por todo el cuerpo, lamió mi chochete y luego se acostó a mi lado mientras yo me enroscaba a su costado como una gata lujuriosa.

-Te quiero tito.

-Te quiero ranita.