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Promesa de adolescentes (I)

en Intercambios

Clara y Roberto quedaron con Paula y Andrés. Paula y Clara eran amigas de la infancia, y décadas después mantenían su amistad. Un día tomando una cerveza, Paula y Andrés confesaron que llevaban años tratando de tener niños, pero no lo conseguían. Y lo hablaban abiertamente. El tema desembocó en el sexo. Clara y Roberto nunca habían confesado a sus amigos sus tendencias swingers, ya que parecían más conservadores. Pero sí admitieron que, entre otras cosas, practicaban el sexo anal, cosa que sorprendió a sus amigos. Paula miraba a la pareja con curiosidad, pensativa.

La semana siguiente quedaron los 4 en casa de Clara y Roberto. Estaban en el salón cuando clara se levantó y llamó a Roberto a la habitación. Le dijo, tocándole la polla que se desnudase en la habitación.

- Me pondría mucho que Paula venga al baño y pase por delante de la habitación-dijo clara.

- ¿Y si me ve?- Roberto estaba cachondo, pero tenía sus dudas. Si lo veía desnudo a ver cómo se iban a seguir viendo sin pasar vergüenza.

-Ahí está lo divertido- contestó ella con picardía.

Roberto se desnudó y se quedó de pie en la habitación, expuesto a quién pasara hacia el baño. Clara se fue e invitó a Paula al baño con la excusa de enseñarle un nuevo champú que deja el pelo genial, ya que no recordaba la marca. Desnudo, escuchó cómo se acercaban los pasos, el pulso a cien. Pasaron por delante, Paula miró dentro y volvió la cara rápida. Clara detrás sonreía traviesa, guiando a Paula al baño.

-No te vistas, quédate ahí- le dijo cuando Paula ya entraba en el baño.

Roberto le hacía gestos para indicarle que le había visto, pero ella no hizo caso y se encerró en el baño con su amiga. A los pocos minutos salieron del baño mientras Roberto seguía ahí desnudo. Clara Entró en la habitación seguida de Paula, de la mano. Roberto se quedó de piedra. Clara cerró la puerta indicando silencio con un dedo.

Roberto miró a Paula, que también le miraba a él de arriba abajo, sonriendo. Se acababa de dar cuenta de que Paula estaba desnuda, a excepción de un tanga morado de encajes sexys.

-Te cuento Rober - empezó clara- de jóvenes, jugando, Paula y yo prometimos que la primera que se casara, osea yo, compartiría su marido con la otra. Hablamos después de la quedada del otro día y quedamos en cumplir la promesa.

-Me di cuenta de que sois bastante sexuales y... Eróticos.... Y yo siempre he querido una pareja así..... Así que recordé la promesa que me hizo tu mujer- dijo Paula acercándose Roberto, con su polla cada vez más erecta.

-Pues una promesa hay que cumplirla- dijo éste.

Roberto ya se había hecho alguna paja pensando en la amiga de su mujer, por el morbo, pero realmente nunca había pensado en ella así. Tenía un cuerpo precioso que Roberto había intuido pero al que nunca prestó atención.

-Rápido que Andrés nos va a echar de menos- dijo clara, acercando las caras de su marido y su amiga.

Roberto besó a Paula pensando, excitado, en que su novio estaba sentado a pocos metros de ellos. La abrazó con el cariño que se había creado tras la amistad de muchos años mientras sentía la lengua de ella dentro de su boca. Sintió sus pechos contra el suyo, sintió el vientre de ella presionando su polla. Clara la separó, la hizo arrodillarse y le ofreció en la boca la polla de su marido.

Paula chupó con ansias la polla, que en secreto siempre había soñado con probar. Cuando empezaba Roberto a correrse, clara detuvo a Paula y la sentó en la cama, haciendo que se tumbara con cariño, dándole casi sin darse cuenta un beso en los labios. Beso al que Paula correspondió metiéndole un poco la lengua, excitada. Clara le quitó el tanga a su amiga, mirándola a los ojos y abrió sus piernas mirando a su marido. Atrajo a Roberto de la mano y lo colocó entre las piernas de su amiga, empujándole hacia ella por la espalda.

La polla tocó el coño húmedo y abierto de Paula, arrancando un gemido a ésta. Roberto se tumbó sobre ella y la besó mientras Clara le cogía la polla entre las piernas de ambos y lo introducía en su amiga. Él comenzó a follarla mientras la besaba. Era una sensación curiosa, no le hacía el amor como a su mujer, pero tampoco la follaba como a cualquiera. Lo hacía con amor y cariño, con la amistad y el deseo de dar y recibir placer de una amiga de hace años. Clara los acariciaba a ambos mientras duraba el acto. Paula empezó a gemir y Clara le tapó la boca.

Paula, excitada había olvidado que su novio Andrés estaba en la habitación de al lado sin sospechar que el marido de su amiga la estaba penetrando. Roberto se corrió también y derramó su semen dentro de ella mientras la miraba a los ojos.

Al terminar, clara retiró la mano de la boca de su amiga y la besó, después besó también a su marido. Se vistieron deprisa y volvieron al salón.

Los tres nerviosos y un poco jadeantes. Se sentaron alrededor Andrés, que extrañado preguntó qué hacían que tardaban tanto.

-Estas ahí cotilleando de sus cosas y yo hablando por teléfono con un amigo- mintió Roberto.

Cenaron y todo volvió a la normalidad. Solo que una nueva complicidad secreta había nacido entre los tres, un nuevo tipo de amor prohibido. Al salir Paula y Andrés de la casa, se despidieron como un día cualquiera de quedada. Pero las miradas entre Paula, Clara y Roberto tenían algo más que decir para el que supiera leer.