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Para que te voy a decir lo contrario

en MicroRelatos

Para que voy a decir lo contrario: soy muy buena chupándola.

Se que suena atrevido y pedante. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Pero no lo digo yo. Me lo han dicho todos mis amantes. Que tengo una garganta que es la jodida entrada húmeda al paraíso.

Eso si, tengo una norma, en mi boca sólo entran pollas bien duras. Nada de pichas flácidas a medio hacer que se me quieren meter para ver si así cogen tono. Estos labios, esta garganta, esta lengua no esta hecha para mediocres. Pero tranquilo. Yo sabré como prepararte, para que cuando baje tus calzoncillos tu verga esté tan tiesa que salte como un resorte. Puede que hasta me golpee en la barbilla, en la mejilla…eso me gusta. Me gusta notar toda la fuerza de una polla dura repleta de sangre. Si te pones un pantalón de deporte de esos de tela blanda me excitarás aún mas, porque sospecharé tu miembro vigoroso antes de desempaquetarlo.

Y no habrá vuelta atrás. Abriré bien mi garganta para meterme despacio todo lo que de tu polla me quepa en mi boca. Te miraré y te sonreiré. No finjo. De veras que soy feliz cuando le mamo la verga a mis amante. Porque me gusta verlos disfrutar, porque disfruto viéndolos ponerse inevitablemente cachondos. Y porque por supuesto imagino lo que luego se me va a meter dentro de mi, su medida, su grosor, cada vena, cada curva…

Me gusta también no tocarla con las manos, sólo con la boca. Qué se yo, es una especie de manía o ritual que me he autoimpuesto. Si la saco de mi boca vuelvo a metérmela otra vez sólo con la ayuda de mis labios, empapándola bien con mi saliva. Parece fácil, pero requiere algo de práctica porque como al estar tiesa no es tan dócil. Como mutua recompensa es entonces cuando la dejo metida dentro de mi boca, sin dejarla salir, hasta justo antes de sentir que me falta el aire. Cómo os ponéis ahí entonces cabrones: todavía no se me ha corrido nadie en ese momento pero estoy segura que algún día alguno me llenará de lefa sin avisarme, en ese preciso instante.

Para acabar os contaré que, como antes decía, quiero que después de mi felación premium echéis un buen rato embistiéndome, que una no es de piedra y lleva ya un rato soñando con que me golpeéis el coño con vuestro miembro tieso y ensalivado. Suelo intentar controlar que no se me corran antes, aunque alguno lo ha hecho. Pero he de decir que hasta en esas ocasiones llevo el control de la situación. Y es que hay veces que mi mamada es tan de museo, tan de monumento, que me parece un desperdicio no mancharme la carita con tu poderosa corrida.