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En mi nuevo trabajo (II). Ángel me folla

en Gays

            Una vez terminado el trabajo, me fui a mi pasa, sonriendo y pensando en lo que acababa de pasar. Lo había pasado genial, y estaba seguro de que Ángel había disfrutado mucho. Solo pensaba en repetir, y en dar un paso más, en follar con él. Por la noche, me tumbé en la cama un rato antes de dormirme para mirar el Facebook e Instagram. Decidí hablarle a Ángel por WhatsApp:

            Yo: ¿Cómo estás?

            No tardó ni dos minutos en contestar.

            Ángel: bien, tío, en el sofá, mirando la tele

            Yo: yo estoy en la cama, no tardaré mucho en irme a dormir

            Ángel: yo tampoco, y dormiré muy muy relajado gracias a ti jejeje

            Yo: yo también jajaja, me ha encantado lo de hoy tío, sobre todo comértela

            Ángel: es que nene, la comes de puta madre. A ver cuándo me la vuelves a chupar

            Yo: a ti te la chupo y te hago de todo

            Ángel: mmm sí? Qué te mola hacer?

            Yo: soy versátil, así que me va de todo, y a ti?

            Ángel: soy activo, tío… mi culito no se toca jejeje

            Yo: jajaja perfecto, pues te pondría yo mi culo

            Ángel: mmmmm siii

            Seguimos hablando un rato más, calentándonos y diciéndonos qué nos molaría hacer. Me contó que era muy cerdo en la cama, y que le molaba dominar un poco. Nada excesivo, en plan BSDM ni cosas fuertes, pero sí decirle al otro en qué posición ponerse, obligarlo a mamar… Ese tipo de cosas. Yo estaba encantado. Como me mola hacer de todo en la cama, puedo perfectamente tanto follarme a un pasivo y darle la caña que se me antoje, como ponerle mi culo a un macho y que me someta a su voluntad.

            Al día siguiente, cuando llegué al trabajo, fui a dejar las cosas y me lo encontré a él. Nos saludamos con una sonrisa de oreja a oreja, y me agarró del culo cuando pasé por su lado. Yo hice lo mismo con su paquete. Nos dimos un  beso rápido con lengua y nos separamos, porque había más gente por ahí y podían vernos.

            Por lo demás, el día transcurrió con normalidad. La misma rutina de siempre: multitud de clientes, reposición de productos, correr de un lado para otro, etc. Hasta que era mi hora de irme. Tras recoger mis cosas, estaba dirigiéndome hacia la puerta, hasta que escuché a Ángel llamarme, que estaba reponiendo en un pasillo. Me acerqué y me dijo en voz baja:

            - Si quieres, vente a mi casa esta noche. Vivo solo.

            - Muy bien – le contesté sin pensarlo –. Me dices luego dónde vives.

            - Vale, tío. Podemos hacer lo que quieras, pero si me das tu culito, mejor que mejor.

            - Eso no lo dudes – le guiñé el ojo, y me mostró una amplia sonrisa.

            Me pasé el resto del día nervioso, aunque estaba impaciente por que llegara la noche. Me duché y me preparé bien, sobre todo el culo. Estaba dispuesto a darle el máximo placer a Ángel, y también de disfrutar yo de su pollón. Solo de pensarlo se me estaba poniendo dura. Salí de mi casa 20 minutos antes, y me dirigí a la suya. Llamé al timbre y me contestó enseguida.

            La puerta estaba entreabierta. Entré en su casa, y para mi sorpresa, Ángel estaba en el pasillo esperándome, totalmente desnudo. Aun con la polla flácida, se le veía bastante grande.

            - Menudo recibimiento, ¿no? – le dije con una sonrisa traviesa.

            - Hombre, ya hay confianza. Demasiada ropa tienes tú.

            - ¡Qué vicioso eres! – le contesté riéndome.

            - No lo sabes tú bien. ¿Quieres una cerveza?

            Nos fuimos al sofá a tomarnos una. Yo ya me había quitado casi todo, me había quedado en calzoncillos. Me contó que vivía allí con la novia hasta que lo dejaron, y que ahora ya tenía todo el piso para él. También me dijo cosas sobre su vida: tenía 33 años, había tenido un novio hacía tiempo, pero sobre todo había salido con chicas, a pesar de que ambos sexos le gustaban por igual. Yo también la conté cosas íntimas, como que tuve un novio a los 18 años, pero que lo dejamos porque él era demasiado posesivo; o que había salido del armario y que mis padres no se tomaron muy bien mi orientación sexual. Me gustaba hablar con Ángel. Ahí estábamos, desnudos y a punto de follar, pero sabía escuchar y tenía temas interesantes de conversación. Me gustó ver que no todo era vicio y sexo en él.

            Llegó un momento en el que nos quedamos en silencio los dos, mirándonos fijamente, hasta que él me dijo:

            - Qué guapo eres, jodido.

            - Ufff, y tú, tío.

            Nos acercamos los dos a la cara del otro y nos fundimos en un largo beso. Me encantaba sentir su lengua jugando con la mía. Los dos respirábamos entrecortadamente por la excitación, mientras explorábamos con nuestras manos el cuerpo del otro. Me puse encima de él y abracé su cuello, mientras el puso sus manos sobre mi culo, agarrándolo con fuerza. Notaba con mi abdomen cómo se le había puesto la polla dura como una roca. Yo ya la tenía a punto de reventar, y encima estaba apretada por los bóxers.

            A veces, paraba de besarle para bajar a su cuello, para chuparlo y mordisquearlo. Bajaba con mi lengua por su hombro hasta llegar a sus pezones, que se los besaba y lamía con delicadeza. Volvía a su boca mientras nos mirábamos con pasión y lujuria. De repente, se levantó conmigo en sus brazos, y mientras nos besábamos, estaba yendo conmigo no sabía adónde. Me di cuenta de que estábamos en su habitación cuando me tiró en la cama y se dejó caer sobre mí.

            Me encantaba cada parte de su piel. Le tocaba la espalda de arriba abajo y estaba que no podía más. Este chico me derretía, y pocas veces había sentido eso por otro hombre. Bajé mis manos a su culo, y comprobé que tenía unas nalgas duras y tonificadas.

            - Qué pena que seas solo activo, menudo culazo tienes.

            - Muy cachondo me tendrías que poner para dejarte follarme – me dijo.

            - Pues ya veremos – los dos nos reímos.

            Se puso de pie de repente y me dijo con un tono autoritario y al mismo tiempo morboso:

            - Ponte de rodillas y cómeme la polla.

            Yo obedecí enseguida. Me arrodillé y me la metí en la boca. Escuché a Ángel, gimiendo mucho más fuerte que en el trabajo. Aquí podíamos gritar cuanto queríamos. Le empecé a comer ese rabaco despacio, metiéndolo y sacándolo mientras pasaba mi lengua por todos los rincones. Le estaba haciendo una paja con mi boca y los dos lo estábamos gozando. Yo, mientras me estaba pajeando, lubricándome el glande con líquido preseminal que me había salido. Finalmente, me la metí entera, hasta la garganta, y Ángel gimió como nunca.

            - Joder. Cabrón. Menuda garganta tienes.

            No dije nada y seguí trabajándole la polla lo mejor que sabía. Dejé de pajearme un poco porque me iba a correr de lo caliente que estaba. Él me empezó a follar la boca cogiéndome de los pelos y empujando hacia su polla. Me la metió entera y estuvo con ella en mi garganta unos segundos, hasta que le empujé para que me la sacara.

            - Me vas a atragantar – le dije sin aliento.

            - De eso se trata.

            Se cogió el rabo y me empezó a dar pollazos en la cara. Menuda porra que tenía, alguno me llegó incluso a doler un poco, pero estaba encantado. Me pasó la polla babeada por toca la cara mientras le comía los huevos.

            - Te tendría así todo el día, de rodillas y comiéndomela.

            Yo encantado. Me podía pasar chupando una polla durante horas.

            Me hizo levantarme y tumbarme en la cama. Se arrodilló enfrente de mí y se metió mi polla en su boca, mientras me miraba a la cara. Empezó a jugar con su lengua por mi rabo, y se paró en la punta, chupándola y haciendo círculos con la lengua. Me la estaba comiendo de maravilla. Le empujaba la cabeza de vez en cuando para que me la comiese bien. Cada vez me la chupaba con más intensidad, mientras notaba su caliente boca por todo mi rabo. Al final, tuve que pararle y decirle:

            - Para, para, que me voy a correr.

            Se tumbó un momento sobre mí y me besó, metiéndome su lengua todo lo que podía. Yo me dejaba llevar, dejaba que él me dirigiese, pues ya había visto que le gustaba llevar la voz cantante, y eso me encantaba.

            Se levantó y me dijo.

            - Date la vuelta – le hice caso y me puse boca abajo –. El culo en pompa.

            Me encantaba ese tono de voz. Era dominante, pero al mismo tiempo se notaba que se preocupaba por que yo disfrutase también. Me agarró del culo y me dio un cachete bastante fuerte. Seguro que me había dejado el culo rojo.

            Noté su lengua en mi ojete, y solté un grito de placer bastante fuerte. Con la cabeza apoyada en la almohada y el culo levantado, le miré a los ojos. Tenía su cara enterrada en mi culo, y el tío me estaba haciendo una comida de ano flipante. Movía su lengua de arriba abajo, de un lado a otro, produciéndome la mayor excitación posible. Me daba algún que otro cachete, y eso me ponía todavía más. Mi culo se estaba dilatando cada vez más, ya que estuvo un buen rato comiéndomelo. Empujaba con su lengua para abrírmelo, y la metía todo lo que podía. Mientras, yo gemía como si no hubiera mañana.

            - Mira cómo me tienes – me acercó la mano a su rabo, y la tenía más rígida que nunca –. Te voy a follar hasta reventarte el ojete.

            - Métela ya, por favor.

            - Pídemelo. Pídeme que te folle.

            - Fóllame, por favor. Méteme la polla.

            - Te voy a follar sin piedad, cabrón.

            Se puso un condón y acercó su punta a mi culo. Empujó hasta meterme la punta.

            - Despacio – le dije, por miedo a sentir dolor.

            Me asintió con la cabeza y se apoyó en mi espalda para besarme por el cuello. A esto me refería: le gustaba ser cabrón en el sexo, pero al mismo tiempo sabía ser tierno.

            Empujaba un poco más, y entraba otro trozo. Se quedaba unos segundos, para que mi culo se acostumbrara, y seguía empujando. Así, hasta que estaba toda dentro. Empezó a hacer un mete saca muy lento, dando tiempo a que mi culo se acostumbrara. Los dos gemíamos mientras yo agarraba la almohada, y él apoyaba una mano en mi cuello, impidiendo que levantase mi cabeza.

            Cuando vio que mi culo estaba más que abierto, aumentó el ritmo y empezó a follarme más rápido. Puse una mano en su culo y lo empujé hacía mí, para que me la metiese entera y para indicarle que ya estaba preparado para la caña.

            - Sí, ah, por favor. Dame más. Fóllame. Menudo pollón tienes – le decía toda clase de guarradas, y por su cara de vicioso, a él le encantaba.

            Me empezó a embestir a lo bestia, sacándola casi entera y empujando para que volviese a entrar toda. Los sonidos de su cuerpo chocando contra mi culo se escuchaban a leguas. Alternaba el ritmo, en algunos instantes me daba a una intensidad media, y en otros me follaba como a una perra. Me quedé mirándolo fijamente a los ojos, hasta que me puso un pie en la cara, mientras me seguía metiendo una follada espectacular. Ese gesto me puso más cachondo aún, y el placer que sentía en mi culo era inmenso.

            Me la sacó y se tumbó en la cama a mi lado, cogiéndose la polla y apuntando con ella hacia arriba.

            - Siéntate encima – me ordenó.

            Yo ya no cuestionaba nada de lo que decía, estaba totalmente entregado a él. Me senté sobre su polla y me la metí de golpe. Subía y bajaba apoyándome con mis manos sobre su pecho, mientras él me agarraba de las nalgas con las suyas. La sacaba y la metía, a veces menos, y otras casi entera, para volver a dejarme caer sobre ella. Yo estaba gimiendo muy fuerte, ya no me importaba que nadie me escuchase.

            Un rato después, Ángel decidió tomar la iniciativa y empezó a darme él, casi sin dejarme montarlo. Me empezó a bombear el culo a una velocidad vertiginosa, embistiendo su pollón con rabia y agresividad.

            - Me corro – me anunció, y me cogió de las caderas mientras me follaba a saco.

            Dicho esto, me cogí la polla y empecé a pajear. Ambos empezamos a chillar como bestias y de mi polla salieron varios chorros fuertes de semen que inundaron su pecho y su abdomen, y  dos de ellos le llegaron hasta su cara y su pelo. Mientras, él estaba corriéndose en el condón, dentro de mi culo. Fue bajando el ritmo gradualmente mientras respiraba entrecortadamente. Me la sacó y me hizo tumbarme boca arriba en la cama, mientras me levantó las piernas y me miró el culo.

            - Uffff, no sabes cómo lo tienes – me dijo poniendo una cara de guarro increíble. Me toqué el ojete, y lo tenía abierto al máximo.

            Ángel se sacó el condón, se limpió mi lefa con unos pañuelos y se dejó caer a mi lado. Se acercó a mi boca y me besó, pero esta vez no fue un beso pasional ni lascivo, sino tierno, suave, incluso bonito. Nos quedamos mirando a los ojos mientras nos acariciábamos cariñosamente. Acerqué mi cara a su pecho y lo abracé. Me devolvió el abrazo y me dio un beso en la cabeza.

            ¿Qué estaba pasando? Con lo guarro que había sido el sexo, ahora estábamos como dos enamorados. Era una situación rara, pero no porque fuese incómoda, sino porque no me lo esperaba. Sin embargo, me di cuenta de que me gustaba, y mucho. Estuvimos así unos minutos, con él abrazándome, hasta que me dijo:

            - Quédate conmigo esta noche. Quédate a dormir.

            - Tengo que inventarme algo que decirles a mis padres. Pero sí, me quedo – me sonrió, alegre, y me besó.

Después de llamar a mis padres, nos duchamos juntos y Ángel preparó una cena para los dos mientras nos pusimos a hablar de distintos temas. Hablamos y hablamos, hasta que se hizo bastante tarde y nos fuimos a la cama, en la que nos metimos completamente desnudos. Lo abracé, haciéndole la cucharita, aunque no pudimos estar mucho tiempo así por culpa del calor. No tardé mucho en dormirme, relajado y contento.